Borromini, Francesco (1599-1667).


Arquitecto italiano, nacido en Lombardía en 1599 y muerto en Roma en 1667. Su actividad comienza en Milán, donde es posible que trabajara como cantero en los talleres de la fábrica del duomo, bajo la dirección de Richini. En Roma se encuentra desde 1619, donde trabaja junto a Carlo Maderno, en San Pedro del Vaticano y en el Palacio Barberini. Después de la muerte de Maderno consigue su primer encargo independiente, la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, donde también realiza el claustro del complejo conventual, obras de entre 1635 y 1641. Al mismo tiempo trabaja en el Palacio Spada y en el Palacio Falconeri y en la iglesia de Santa María della Vallicella. Fuera de Roma en 1635 recibe el encargo del altar Filomarino en la iglesia de Santi Apostoli de Nápoles.

Su proyecto de más envergadura, es sin duda, la restauración y transformación de la iglesia de San Juan de Letrán, realizada entre 1646 y 1649, por encargo de Inocencio X. En este momento realiza también los primeros trabajos de la iglesia y convento de Santa María dei Sette Dolori, a los que siguieron los de la iglesia de Sant’Agnese, en la Plaza Navona, y la reforma de San Giovanni in Oleo, la Capilla de los Magos y el Colegio de Propaganda Fide realizado entre 1660 y 1662. Entre las obras de sus últimos años se encuentran el campanario de Sant’Andrea delle Fratte y la Fachada de San Carlino alle Quattro Fontane, iniciada en 1665 y terminada en tras su muerte por su sobrino Bernardo.

Es un arquitecto dotado de una extraordinaria fantasía y capacidad técnica, lo que le permite romper con la tradición renacentista y ser junto a Bernini, aunque no alcance el éxito espectacular de éste, el creador de la arquitectura barroca al diseñar los edificios en su totalidad, desde las complejas plantas hasta los últimos detalles.

La iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane

Se levanta sobre un pequeño solar irregular, donde plantea una planta ovalada y llena de sinuosidades, sobre la que se levantan muros ondulantes, cargados con columnas, pilastras y elementos decorativos, que dotan al conjunto de gran movimiento y unos efectos plásticos y espaciales propiamente barrocos. Se cubre con cúpula oval, decorada con casetones de distintas formas, que se van reduciendo hacia el centro, consiguiendo el efecto engañoso de una mayor altura. La fachada se ondula al exterior, con el mismo movimiento que al interior. Se plantea como nexo de unión entre la vía donde se encuentra y el edificio al que pertenece, no tiene un tratamiento aislado. La característica más destacada del edificio es su unidad estilística, que aparece desde el planteamiento general hasta el último detalle del mismo.

El Oratorio de los Filipenses

Borromini platea solo fachada, esta es cóncava, excepto en el cuerpo central que sobre sale respecto al resto, y que remata con un frontón mixtilíneo. Es una de las llamadas fachadas Telón, tan características del Barroco, que sirve para esconder edificios que no tienen que ver nada con la fachada, y que están dentro de la idea de transformación y embellecimiento de la ciudad.

Bibliografía

  • ARGAN, G.C.: Borromini. Madrid, 1980.

  • BALLESTEROS ARRANZ, E.: El barroco en Italia. San Sebastián de los Reyes, 1983.

  • BLUNT, A.: Borromini. Madrid, Alianza Editorial, 1987.

  • PIJOAN, J.: Arte barroco en Francia, Italia y Alemania. (Summa Artis). Madrid, Espasa-Calpe, 1996.

  • VARRIANO, J.: Arquitectura italiana del Barroco al Rococó. Madrid, 1990.

EAC.