Baena, Juan Alfonso de (ca. 1365-ca. 1435).


Cortesano, poeta y literato español nacido probablemente en Baena (Córdoba) hacia 1365 y fallecido probablemente en Córdoba hacia 1435. Su mayor aportación literaria, a la que debe su fama y posteridad, es la de ser el recopilador de algo más de medio millar de poesías que reunió en el llamado Cancionero de Baena (ca. 1430), la primera en orden cronológico de las antologías poéticas en lengua castellana.

Véase Cancionero de Baena.

Vida

En el plano historiográfico, resulta muy complejo realizar un breve bosquejo biográfico de Juan Alfonso de Baena, ya que apenas hay documentación sobre su devenir vital. La mayoría de datos biográficos proceden de fuentes literarias, sobre todo de aquellos de sus propios poemas que son pródigos en detalles autobiográficos. Por esta razón, se ha supuesto su nacimiento en la villa cordobesa de Baena, que figura como topónimo en su apellido, gracias a una copla en la que el poeta dice:

Yo leí dentro de Baena,do aprendí hacer borronesy comer alcaparronesmuchas veces sobre cena.

(Cancionero de Baena, ed. cit., p. 743).

Con todo, estos versos no atestiguan su nacimiento en Baena, pero sí que vivió y residió allí durante al menos su infancia y juventud. Los trabajos del historiador y archivero M. Nieto Cumplido han arrojado algo más de luz sobre la biografía del compilador del Cancionero de Baena. Así, se sabe que fue hijo de Pero López, vecino de Baena, aunque por un documento muy posterior, fechado en 1417, que tampoco vincula a Juan Alfonso con la villa cordobesa. En este caso, debemos creer que el poeta no miente cuando relata en clave lírica su origen baenense.

Otra de las cuestiones que ha levantado gran polémica es su más que probable origen judío y su conversión al cristianismo en la gran ola de conversiones acontecidas en los años finales del siglo XIV. En el Prólogo al Cancionero, Juan Alfonso decía que «El cual dicho libro […] hizo y ordenó y compuso y recopiló el indino Juan Alfonso de Baena«. Algunos autores quisieron hacer notar que en vez de indino había que leer iudino, esto es, ‘judío’, pero la grafía no deja lugar a dudas (es, claramente, indino), además de que el sentido del prólogo casa mejor con indino (‘indigno’), a modo de captatio benevolentiae del autor hacia quien dedica el libro, que no es otro que el propio monarca, Juan II de Castilla. No obstante, en otros poemas contenidos en el Cancionero, algunos autores realizan veladas acusaciones de hebraísmo a Juan Alfonso, lo que ha hecho que la crítica le considere actualmente como uno más de los muchos poetas conversos de los cancioneros cuatrocentistas castellanos.

En el anteprólogo del Cancionero, Juan Alfonso de Baena se describe a sí mismo como «escribano y servidor del muy alto y muy noble Rey de Castilla, don Juan, nuestro señor«. Según conjetura de otro ilustre baenense, José Amador de los Ríos, comúnmente admitida por la comunidad académica, Juan Alfonso de Baena habría entrado a servir como escribano en la corte en tiempos de Enrique III de Castilla, supuestamente bajo el patrocinio de Diego Fernández de Córdoba, señor de Baena y mariscal de Castilla. De hecho, la primera composición datable de Juan Alfonso es un poema fúnebre sobre la muerte de Enrique III (1406), lo que indica que tal vez en esa fecha ya se encontrase sirviendo como escribano en la corte. En cualquier caso, lo que sí es seguro es que fue escribano de Juan II, hijo y sucesor de Enrique III, hasta el momento de su fallecimiento.

Hacia 1408, Juan Alfonso de Baena se encontraba en Sevilla, ciudad en la que realizó diversos servicios a Juan II, especialmente en la recaudación de alcabalas del pan y del aceite del mismo año. El poeta se hallaba avencidado en la ciudad hispalense, como lo demuestra el que cediese, a cambio de 600 maravedíes, unas casas de su propiedad que iban a servir como almacén para las provisiones de las tropas que el tío del rey Juan, Fernando de Antequera, iba a enviar a combatir contra los musulmanes. De esta forma, queda demostrada su vinculación como escribano y hombre de confianza de Juan II. Para esas fechas, es bastante probable que Juan Alfonso de Baena hubiese contraído matrimonio con Elvira Fernández de Cárdenas, hija de Lope Ruiz de Cárdenas y de María López de Luna, vecinos de Córdoba. Es posible que este matrimonio le obligase a un cambio de residencia, ya que en un documento fechado en 1416 figura como avencidado en la collación de San Salvador de Córdoba, donde poseía varias casas y algunos olivares. Al año siguiente continuaba viviendo en Córdoba, ya que un documento de 1417 le comisiona, por intercesión de Juan II, para recibir tres libros de Raimundo Llull que poseía el monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, con motivo de realizar sendas copias para la biblioteca regia. El escribano de Juan II siempre aparece relacionado con trabajos de su oficio, y nada se sabe de su dedicación a la poesía.

Del matrimonio con Elvira Fernández de Cárdenas nacieron dos hijos. El mayor, también llamado Juan Alfonso, debió de heredar la posición paterna en Córdoba, donde continuó viviendo hasta 1478. El menor, llamado Diego de Carmona, se dedicó a la profesión de trapero y se avecindó en la localidad sevillana de Lora. Por un documento notarial se sabe que Juan Alfonso, el compilador del Cancionero, había fallecido ya en 1435, fecha de gran valor para saber el terminus ante quem de su recopilación poética. Otras referencias familiares le hacen pariente de Antón de Montoro, poeta de origen converso que floreció durante los reinados de Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos. Al parecer, el padre de Antón de Montoro, Alonso de Baena, y Juan Alfonso eran hermanos, por lo que Antón de Montoro sería sobrino del escribano de Juan II. No obstante, dada la profusión del apellido toponímico «Baena», tal cuestión debería ser aseverada con mayor claridad.

Obra

Poesía cancioneril

De Juan Alfonso de Baena ha dicho el erudito F. Cantera Burgos que fue un poeta «adulón, rastrero, irrespetuoso, coplero soez y desvergonzado, a veces hasta el exceso, henchido de vanidad literaria» (recogido por Serrano Reyes, ed. cit., p. xx). En efecto, la gran mayoría de sus poemas demuestran una habilidad innata para buscar la pelea lírica con otros poetas, enfrentándose en preguntas y respuestas a diversos cortesanos con los que Juan Alfonso debió de coincidir en la corte de Juan II. Lo cierto es que poesía está llena de puyas, insultos y comparaciones grotescas de sus rivales palaciegos, como bien lo demuestra esta composición suya dirigida a otro poeta de la época, Alfonso Álvarez de Villasandino (Cancionero de Baena, ed. cit., p. 642):

Señor, pues agora llegó de caminoel viejo podrido, costal de gargajos,presto le tengo xarope e brevajosde fiel e vinagre, ponzoña e venino;demás, señor, juro, si Villasandinonon se me rinde e da la ventaja,que luego lo corra allende de Dajasi non se me sube ençima del pino.

Señor, finalmente assí determinoque ésta mi lengua polida, que tajamás que delgada e linda navaja,fará lo que dize so pena del vino.

Desde luego, la lengua afilada que el mismo poeta destacaba en sus versos queda claramente certificada. Asimismo, y a pesar de que por su oficio (escribano real) no debió de pasar apuros económicos, Juan Alfonso de Baena también aderezó sus poemas con la tan querida tradición poética cancioneril de las peticiones de dinero, enseres o favores a diversos nobles de la época, entre ellos el poderoso condestable Álvaro de Luna, o incluso el propio rey Juan II. No obstante, esta cierta actitud disipada, procaz y a veces obscena de sus versos (por otro lado, muy frecuente en la poesía de la época), se quiebra cuando Juan Alfonso se nota delante de un importante acontecimiento. Entonces, el poeta se transforma en un versificador primoroso, capaz de transmitir la emoción y la pesadumbre del momento, como en el caso del poema dedicado a la muerte del rey Enrique III (1406) o, especialmente, a la hora de prestar su pluma para las denuncias de los males que acontecían en el reinado de Juan II, como puede verse en esta estrofa (Cancionero de Baena, ed. cit., p. 747):

Alto Rey, segund la trama,vuestro reino está dolientede tan grande açidenteque más arde que la llamae, maguera que reclama,nunca falla quien se duelae con dolor de la mueladías ha que fuerte brama.

El escribano del rey abandona la ligereza y se pone solemne, consciente de que el tema a tratar es delicadísimo; en este sentido, su poesía es gratificante, ve el problema y no se arredra, sino que acierta sesudamente a describir cuáles eran las preocupaciones políticas de sus tiempos cotidianos. Pese a ello, no fue Juan Alfonso de Baena de los más reputados poetas de la época. Sus versos comparten todas las grandezas de la lírica cancioneril pero también todas las miserias, aunque sus poesías pueden proporcionar al lector un rato agradable por las burlas y los recursos estilísticos utilizados, sobre todo en las divertidas pugnas y reqüestas con otros poetas de la corte.

La recopilación del Cancionero de Baena

Indudablemente, Juan Alfonso de Baena debe su fama a ser el primer antólogo de la poesía castellana. Antes de 1435, fecha de su fallecimiento, había reunido de forma manuscrita aquellas composiciones que le parecieron más destacadas de toda la producción poética de la época y, como buen escribano, las copió en un códice que ofreció a su señor, Juan II, tal vez el monarca castellano con mayor afición por la literatura.

En el papel de recopilador, la labor de Juan Alfonso de Baena es valiosísima y fundamental para entender diversas cuestiones referidas a la poesía medieval. En primer lugar, su compilación constituye un excelente calibre para valorar la evolución lírica de la poesía castellana, sobre todo el paulatino abandono de las formas métricas y de los temas procedentes de la lírica gallego-portuguesa, en beneficio de estrofas y temas de raigambre provenzal, más en la línea del amor cortés y de la Gaya Ciencia tal como había sido planteada en los Juegos del Gay Saber tolosanos. En el famoso prologus baenensis, Juan Alfonso definía al perfecto poeta medieval con estas características (Cancionero de Baena, ed. cit., p. 8):

… que sea noble fidalgo, e cortés e mesurado e gentil e graçioso e polido e donoso, e que tenga miel e açúcar e sal e aire e donaire en su razonar, e otrosí que sea amador e que siempre se preçie e se finja de ser enamorado…

Lamentablemente, la mutilación del único códice en que se ha conservado el Cancionero de Baena impide saber si la pretensión de Juan Alfonso de Baena llegaba hasta el punto de redactar una especie de teoría poética de la época, pero los investigadores sospechan que es posible que estuviera destinada a ocupar los folios que faltan entre el final del prólogo y la tabla de obras y de autores. No obstante, en el anteprólogo sí hay un ligero esbozo de teoría literaria, aunque se queda prácticamente en nada. Para Juan Alfonso de Baena, la poesía o gaya ciencia, era un gracia infusa de Dios, que servía para enaltecer las cualidades humanas del hombre. La sabiduría y conocimientos culturales de cada poeta, así como su experiencia en viajes, deberían ser vertidas en versos sujetos a normas estrictas de versificación y rima. La figura del galán enamorado, la fuerza y cohesión derivada de esta situación sociológica, harían el resto. Para la teoría poética de Juan Alfonso de Baena son también muy interesantes las rúbricas o epígrafes con los que el compilador introduce las composiciones. En ocasiones, estas rúbricas nos ofrecen mucha más información que el prólogo y el anteprólogo sobre cuál eran las bases teóricas de la lírica medieval, tanto en lo que se refiere a géneros poéticos como en lo tocante a estructuras. Tómese como ejemplo una de estas rúbricas, a un dezir de fray Alonso de Medina en el que Juan Alfonso introduce jugosos comentarios como «el qual dezir de respuesta es muy bien fecho e letradamente fundado, segunt que por él paresçe, non embargante que non respondió por los mesmos consonantes de la pregunta.» (Cancionero de Baena, ed. cit., p. 372).

Una última cuestión acerca de Juan Alfonso de Baena versa sobre su nivel cultural. Uno de sus poemas, el Dezir al rey don Juan II, contiene una muestra de cuáles eran las lecturas de este extraordinario hombre de letras de la corte castellana. Entre ellas, además de las más cercanas a su profesión de escribano como el Digesto y las Decretales, además de textos de jurisprudencia de Cino de Pistoia o Bártulo de Sassoferratto, brillan con luz propia las obras de astronomía (uno de los temas recurrentes en el Cancionero de Baena), diversas obras de Historia (la Historia troyana de Dares el Frigio, la Primera Crónica General y la General Estoria de Alfonso X el Sabio), novelas de caballerías (como el Amadís de Gaula), así como producción poética de Dante y de otros poetas anteriores. El bagaje cultural de Juan Alfonso de Baena es impresionante para la época, lo que revela unas inquietudes extraordinarias que, finalmente, fueron a parar a un cancionero como muestra de la importancia del escribano baenense en la historia de la literatura castellana.

Bibliografía

  • DUTTON, B. El Cancionero castellano del siglo XV. (Salamanca, Ediciones de la Universidad, 1990-1991, 7 vols.)

  • DUTTON, B. & GONZÁLEZ CUENCA, J. (eds.) Cancionero de Juan Alfonso de Baena. (Madrid, Visor Libros, 1993).

  • NIETO CUMPLIDO, M. «Aportación histórica al Cancionero de Baena«. (Historia, Instituciones, Documentos, 6 [1979], pp. 197-218).

  • NIETO CUMPLIDO, M. «Juan Alfonso de Baena y su Cancionero: Nueva aportación histórica». (Boletín de la Real Academia de Córdoba, 52 [1982], pp. 35-57).

  • POTVIN, C. La poétique du «Cancionero de Baena». (Montreal, Bellarmin-Vrin, 1989).

  • SERRANO REYES, J. L. (ed.) Antología del Cancionero de Baena. (Baena, Ayuntamiento de Baena, 2000).

  • SERRANO REYES, J. L. & FERNÁNDEZ JIMÉNEZ, J. Juan Alfonso de Baena y su Cancionero. Actas del I Congreso Internacional sobre el Cancionero de Baena. (Baena, Ayuntamiento de Baena, 2001).

Enlaces en Internet

http://www.juanalfonsodebaena.org; Página web del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena, en Baena (Córdoba), con diversa información sobre cursos, congresos, seminarios e iniciativas para el mayor conocimiento tanto del poeta como del Cancionero de Baena.