Ameling, Elly (1934-VVVV).
Soprano holandesa, nació en Rotterdam el 8 de febrero de 1934. Estudió, bajo la severa vigilancia de su madre, con Jo Bollekamp y Jacoba Dresden-Dhont. En 1956 gana el Premio Noordewier en el concurso de t’Hertogenbosch y en 1958 el primer premio en el Concurso Internacional de Ginebra. Para entonces, ya había comenzado Elly Ameling (abreviatura de Elisabeth Ameling) una prometedora carrera como cantante de oratorio, para la que el fervor holandés por los oratorios de Bach era terreno sumamente propicio (téngase en cuenta que se interpretan las dos pasiones –San Mateo y San Juan– prácticamente en todas las localidades del país a los largo de las semanas previas a la de Pasión y, por supuesto, de la propia Semana Santa). Posteriormente, amplía estudios en París con Pierre Bernac, del que aprende cuanto a la canción francesa precisaba para convertirse en una de las mejores intérpretes del género, muy por encima de la media de las propias cantantes galas como Régine Crespin o Mady Mesplé. En 1959 estrena El Misterio de la Natividad de Franck Martin y debuta en el Festival de Salzburgo bajo la dirección de Rafael Kubelik cantando el último movimiento de la Cuarta Sinfonía de Mahler. A partir de aquí, su carrera se extiende por todo el mundo hasta el año de 1994 en el que, al cumplir los sesenta años, decidió retirarse con una gira de conciertos por las principales salas de concierto de Europa y América. En 1985, fue nombrada Doctora «Honorias Causa» por la Universidad de Princeton. Está en posesión de ocndecoraciones como la Legión de Honor francesa o la Orden de la Casa de Orange de Holanda.
Especializada en oratorio y recital (sus apariciones como cantante de ópera han sido mínimas, así una Ilia en Idomeneo de Mozart cantada en 1973 en la Ópera de Amsterdam), sus interpretaciones de Bach Händel, Mozart y Mendelssohn se apartan de las habituales hasta ese momento, llevadas a cabo en la mayor parte de los casos por cantantes de ópera que miraban al oratorio como un género menor en el que la ausencia de vestuario y escenografía hacía más simple y llevadera la interpretación. Por el contrario, Ameling será de las primeras en dar a esta música todo su valor intrínseco y en adentrarse en criterios de interpretación historicistas. De esta manera, será una de las pocas intérpretes consagradas que colabore con los pioneros de la interpretación con instrumentos originales cuando tal tendencia parecía moda pasajera y no había logrado todavía los resultados que posteriormente se han conseguido. Con todo, no será Ameling integrista en esta materia, y sumará a sus grabaciones con Gustav Leonhardt (extractos del Álbum de Ana Magdalena Bach)o Philip Ledger (Vespro della Beata Vergine de Monteverdi) otras realizadas con gran orquesta y criterios de interpretación románticos, así su Pasión según San Mateo o su Magnificat de Bach dirigidos por Karl Münchinger. En cualquiera de los dos casos, la soprano holandesa es capaz de demostrar cuánto se puede sacar de la música si se es respetuoso con ella más allá de los criterios de interpretación que se apliquen.
En el campo de la canción de concierto ha destacado Ameling, además de por la perfecta adecuación de su voz cristalina al sentimiento de piezas muy diversas, por su facilidad en la pronunciación (fue de las pocas cantantes que ya a mediados de los setenta abordó el repertorio español con una dicción más que decente y una comprensión del estilo asombrosa) y por la inteligencia con la que aborda compositores tan diferentes como Schubert, Schumann, Brahms o Hugo Wolf. Sus grabaciones de la integral de las canciones de Haydn o Faure, llevada a cabo esta última en colaboración con el barítono francés Gerard Souzay, marcan auténticos hitos en la historia de la interpretación vocal de nuestro siglo y coinciden en tiempo e intención con las grabaciones e interpretaciones que el barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau hiciera de las integrales liederísticas de Schubert, Brahms o Strauss. No es de extrañar, por tanto, que dicho barítono contara con ella para completar la integral de Schubert con la interpretación de los tríos y cuartetos vocales del compositor austríaco.
A lo largo de su carrera, ha colaborado con pianistas como Gerald Moore, Rudolf Jansen, Dalton Badwin, Irving Gage o el fortepianista Jörg Demus, con el que llevó a cabo una de las primeras grabaciones de «lieder» de Schubert y Schumann con un piano del tiempo de dichos compositores.