Algarra, María Luisa (1916-1957).
Escritora y periodista española, nacida en Barcelona el 23 de enero de 1916, y fallecida en México en 1957.
Vida.
Muy pronto se decantó por el aprendizaje de las disciplinas humanísticas y por el cultivo de la creación literaria, particularmente en su faceta dramática. Así, cuando cursaba estudios superiores de Derecho en la Universidad Autónoma de Cataluña, se alzó con el primer premio de un concurso universitario merced a su comedia Judith. Corría, a la sazón, el año de 1935, y al siguiente, con tan sólo veinte de edad, la joven María Luisa Algarra asistió al estreno de esta su primera obra y culminó su carrera universitaria.
Pero estos prometedores comienzos de su carrera literaria se vieron drásticamente interrumpidos por el estallido de la Guerra Civil, a cuyo término se vio forzada a abandonar el territorio español, camino de exilio. Así las cosas, María Luisa Algarra se estableció primero en Francia, donde de nuevo sintió renacer su compromiso político a consecuencia de la declaración de la Segunda Guerra Mundial. Comenzó, entonces, a colaborar activamente con la resistencia francesa, pero pronto se vio acosada por tales peligros que optó por cruzar el Atlántico y afincarse en suelo mejicano, donde solicitó el estatuto de refugiada política.
A partir de entonces, desarrolló toda su fecunda actividad creadora en el país azteca, donde llegó a alcanzar un gran prestigio en todos los foros culturales y artísticos de la nación, tanto por los estrenos de sus piezas dramáticas como por su constante presencia en los diferentes medios de comunicación mejicanos (prensa escrita, radio, cine y televisión). Sin tener ocasión de volver a establecerse en España, falleció en su país de adopción en 1957.
Obra.
La única obra de María Luisa Algarra que se estrenó en suelo español fue Judith, una comedia escrita en lengua catalana y compuesta de tres actos, que fue llevada por vez primera a las tablas por la Compañía de Enrique Borrás, en el teatro Poliorama de la Ciudad Condal, el día 16 de octubre de 1936. Cuenta la historia de una joven de familia aristocrática que no logra adaptarse a la superficialidad del entorno acomodado que la rodea, pero que tampoco se atreve a provocar una violenta ruptura con él, ni siquiera cuando la pasión amorosa parece autorizarla a hacerlo. Desde el punto de vista de la técnica teatral, es una obra muy bien planteada, desarrollada y resuelta, que profundiza con acierto en el estudio de los caracteres humanos y, en definitiva, sorprende en una autora primeriza que aún no ha cumplido, en el momento de su redacción, los veinte años de edad. A los sesenta años de su composición, una versión en castellano de Judith fue publicada por la revista mejicana Tramoya, cuaderno de teatro, en su número 45 (octubre-diciembre de 1995), editada por la Universidad Veracruzana y la Rutgers University Camden.
Una vez asilada en México, María Luisa Algarra reanudó su trayectoria dramática con el estreno de Primavera inútil, un drama compuesto de tres actos que la autora debió de haber escrito durante sus últimos días de estancia en suelo francés o al poco tiempo de haber llegado al continente americano. Dentro de la más pura tradición del teatro simbolista europeo, Primavera inútil enmarca en la Francia oprimida por la invasión alemana las tortuosas relaciones de unos personajes asfixiados en sus propios miedos, angustias e indecisiones, e incapaces de aprovechar -como la vieja Europa, atrapada por sus vetustos lastres culturales e ideológicos- las escasas oportunidades de regenerarse. Esta obra, que supuso la inmediata adscripción de María Luisa Algarra a la pujante corriente teatral que florecía en México por aquellos años, se estrenó en la capital azteca en 1944. Al igual que Judith, también fue publicada por la revista teatral Tramoya (núms. 34-35, enero-marzo de 1992).
En parecidas situaciones de tensión, aislamiento, frustración e irritabilidad se encuentran sumidos los personajes de la siguiente entrega teatral de María Luisa Algarra, un drama compuesto de tres actos que lleva por título Sombra de alas. Escrita a mediados de la década de los años cuarenta, esta obra profundiza ahora -con menores pretensiones simbólicas que Primavera inútil– en las relaciones amorosas de unos jóvenes contemporáneos que encarnan diferentes actitudes a la hora de enfrentarse a las adversidades de la vida, pero siempre enzarzándose en constantes desprecios, reproches y amenazas hacia quienes les rodean. No hay noticia de que este interesante texto de la dramaturga barcelonesa fuera llevado a las tablas, y tampoco consta que fuera editado en alguna ocasión.
Sí se estrenó, en cambio, en el México de 1954 la siguiente obra de María Luisa Algarra, titulada Los años de prueba, que fue galardonada con el Premio Juan Ruiz de Alarcón concedido por la Asociación de Críticos de Teatro a la mejor pieza dramática representada en los escenarios mejicanos durante aquel año. Se trata de un drama compuesto de tres actos, en el que la autora presenta los problemas, inquietudes, esperanzas y frustraciones de los jóvenes artistas del momento, divididos entre sus deseos de continuar aferrados a la vida bohemia y, por otra parte, su necesidad de ir acoplándose a unas pautas burguesas que, aunque en principio rechazan, no logran superar. La novedad de esta obra, frente a las estrenadas anteriormente por María Luisa Algarra, estriba en el brusco giro moralizante con que concluye la representación. Al parecer, como le ocurrió a Sombra de alas, tampoco Los años de prueba pasó por la imprenta, aunque la mencionada revista Tramoya anunció en 1995 la inminente publicación de ambas entre sus páginas.
Casandra o la llave sin puerta es el título de la siguiente entrega teatral de la escritora catalana, un drama compuesto de tres actos que, al parecer, nunca llegó a ser estrenado, aunque ha sido objeto de dos ediciones muy posteriores a su fecha de composición (rev. Tramoya, núm. 30, enero-marzo de 1992; y rev. Primer Acto, núm. 253, marzo-abril de 1993). Dentro de un esquematismo dramático excesivamente maniqueo, María Luisa Algarra mueve los hilos de esta trama para mostrar su aprobación de cualquier movimiento revolucionario obrero, frente a las injusticias de la clase burguesa acomodada. La presencia de un personaje de claras referencias mitológicas (Juana, que, como la trágica Casandra, está condenada a vaticinar el porvenir sin que nadie conceda veracidad a sus augurios), otorga un tinte simbólico a esta compleja urdimbre de elementos sociales, políticos, laborales económicos y familiares, en ocasiones demasiado próximos a la literatura propagandista o, simplemente, panfletaria.
La última de las obras conocidas de María Luisa Algarra lleva por título un verso de Rubén Darío, Una pasión violenta unía…, perteneciente a un poema incluido en su libro Cantos de vida y esperanza (1905). Se trata de un drama compuesto de un solo acto, que nunca ha sido llevado a las tablas y que permaneció inédito hasta que, en 1996, la mencionada revista Tramoya lo publicó entre las páginas de su número 47 (abril-junio de 1996). Su acción, ubicada en el México de 1950 -fecha que, probablemente, coincide con la de su redacción- retoma los tortuosos vaivenes psicológicos de unos personajes encerrados en una atmósfera asfixiante, como les ocurría a los protagonistas de las primeras obras de la autora.
Bibliografía.
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– HORMIGÓN, Juan Antonio (dir.) Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994). (Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España, 1996). 2 Vols.
– MARRAST, Robert. El teatre durant la Guerra Civil espanyola (Barcelona: Institut del Teatre, 1977).