Alfonso VI, Rey de Portugal (1643-1683): La Trágica Historia de un Monarca Incapaz
Alfonso VI de Portugal, nacido el 21 de agosto de 1643 en Lisboa y fallecido el 12 de septiembre de 1683 en Sintra, es recordado como un monarca cuya incapacidad física y mental lo llevó a un trágico destino. Su reinado estuvo marcado por la intervención de ambiciosos validos, su incapacidad para gobernar y, finalmente, su destitución. Su vida y su reinado ofrecen una mirada reveladora sobre los desafíos internos y las tensiones políticas que enfrentó Portugal durante el siglo XVII, especialmente cuando la nación trataba de mantener su independencia frente a las amenazas externas y las luchas internas de poder.
Orígenes y Contexto Histórico
Alfonso VI era hijo del rey Juan IV de Portugal y de Luisa de Guzmán. Su nacimiento en una época de consolidación del reino portugués tras la independencia de España, obtenida en 1640, lo convirtió en una figura crucial dentro de la monarquía lusa. Alfonso VI era el segundo hijo de sus padres, y tras la muerte de su hermano mayor, el príncipe Teodosio en 1653, fue nombrado heredero de la corona. A la muerte de su padre en 1656, Alfonso asumió el trono, aunque su madre, la reina Luisa de Guzmán, ejerció la regencia debido a su juventud.
Sin embargo, las circunstancias personales de Alfonso VI fueron particularmente desafortunadas. En 1658, sufrió un ataque que dejó paralizado el lado derecho de su cuerpo, lo que agravó aún más su incapacidad para gobernar. Este hecho, combinado con una educación deficiente y una serie de malas influencias en su entorno, lo convirtió en un monarca fácilmente manipulable. Según algunos testimonios contemporáneos, el rey frecuentaba lugares y compañías poco apropiadas para un monarca, lo que contribuyó a su falta de autoridad.
El Gobierno en Manos de los Validos
Dado su estado de salud y sus limitadas capacidades, el joven rey Alfonso VI dejó la gestión del reino en manos de los ambiciosos validos de la corte. En primer lugar, fue el genovés Antonio de Sousa de Macedo quien asumió una posición de poder, y después el conde de Castelo-Melhor, un hombre ambicioso que utilizó su cercanía con el monarca para manipularlo y hacer avanzar sus propios intereses. Sin embargo, fue en 1662 cuando el conde de Castelo-Melhor logró convencer a Alfonso VI para que apartara a su madre, la reina Luisa, de la regencia y asumiera el poder por sí mismo. Este cambio de gobierno se convirtió en el inicio de un periodo de turbulencias políticas conocido como el «triunvirato», que consistía en una junta gobernante compuesta por el conde de Castelo-Melhor, el conde de Atouguia y el obispo de Oporto, Sebastián César de Meneses.
Este gobierno estuvo marcado por la lucha interna por el poder y por una serie de decisiones que favorecieron a algunos sectores de la aristocracia mientras que debilitaban el poder real. En este contexto, el reino de Portugal enfrentó una constante amenaza externa por parte de Felipe IV, rey de España, quien no dudó en intentar recuperar el control de Portugal, que había logrado su independencia poco más de una década antes.
Los Conflictos con España
A lo largo del reinado de Alfonso VI, España representó una constante amenaza para Portugal. En 1657, Juan José de Austria, hijo de Felipe IV, conquistó Olivenza, y en 1663, los ejércitos españoles tomaron la ciudad de Evora. No obstante, los portugueses, liderados por los condes de Vila Flor y Schomberg, lograron una victoria decisiva en la batalla de Ameixial en 1663, y en 1665, la victoria en la batalla de Montes Claros significó el fin de las ambiciones españolas de reconquistar Portugal. Estas victorias fueron cruciales para mantener la independencia del reino y para consolidar la imagen del monarca, aunque sus capacidades de liderazgo eran muy limitadas.
Las conversaciones de paz entre ambos países comenzaron en 1668, cuando el conde de Castelo-Melhor intentó negociar para que Galicia quedara bajo el control de Portugal. Sin embargo, la situación política en la corte portuguesa no tardó en cambiar, y el reinado de Alfonso VI comenzó a verse empañado por las intrigas y la creciente desconfianza hacia su persona.
La Influencia de Francia y la Nulidad Matrimonial
Uno de los eventos más significativos en la vida de Alfonso VI fue su matrimonio con María Francisca Isabel de Saboya, hija del duque de Nemours. Este matrimonio, que fue negociado por el conde de Castelo-Melhor en Francia, tuvo lugar en 1666, pero estuvo marcado por un escándalo. Aunque el matrimonio se celebró por poderes en La Rochela en julio de 1666, el matrimonio nunca fue consumado, lo que se convirtió en un problema para la reina, quien solicitó la nulidad del matrimonio en 1667. La falta de consumación de la unión fue reconocida públicamente, y Alfonso VI se vio obligado a declarar que nunca había tenido trato carnal con su esposa.
Al mismo tiempo, la reina María Francisca Isabel de Saboya se convirtió en una figura clave en la corte portuguesa, alineándose con los intereses de Luis XIV, rey de Francia. Su influencia en la corte fue tal que consiguió el derecho de asistir a los consejos de Estado. La situación política se complicó aún más cuando el hermano de Alfonso VI, el infante Pedro, comenzó a formar una facción contraria a los validos del rey, especialmente al conde de Castelo-Melhor. Este conflicto llevó a la deposición de Alfonso VI.
La Depresión y la Depostición
En enero de 1668, Alfonso VI fue depuesto en las Cortes y se entregó la regencia a su hermano Pedro. El rey fue confinado en el palacio bajo estricta vigilancia, pero debido al temor de que su presencia pudiera ser un foco de conspiraciones, fue trasladado a la isla de Terceira en 1669. Allí permaneció hasta 1674, cuando se descubrió una conspiración para liberarlo y trasladarlo a España, donde se planeaba casarlo con la viuda del rey Carlos II de España, Mariana de Austria, y utilizarlo como una figura para recuperar el trono de Portugal. Como resultado, Alfonso VI fue nuevamente trasladado, esta vez al castillo de Sintra, donde pasó los últimos años de su vida bajo estricta vigilancia.
Los Últimos Años y la Muerte
Alfonso VI pasó nueve años en Sintra, y durante ese tiempo su única actividad permitida era asistir a misa a través de una abertura en el coro de la iglesia del palacio, de modo que la población no pudiera verlo. Fue sepultado con gran solemnidad en la iglesia de los Jerónimos, y su hermano Pedro II lo sucedió en el trono. La figura de Alfonso VI permaneció marcada por su incapacidad para gobernar, las malas decisiones políticas y su trágico destino.
Alfonso VI de Portugal representa un caso de fracaso monárquico y de cómo las ambiciones de los validos y los conflictos internos pudieron minar la estabilidad de un reino. Su historia es la de un hombre que nunca fue capaz de cumplir con las expectativas de liderazgo de su pueblo, y que terminó siendo una figura distante en la política portuguesa del siglo XVII.
Bibliografía
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MCN Biografías, 2025. "Alfonso VI, Rey de Portugal (1643-1683): La Trágica Historia de un Monarca Incapaz". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/alfonso-vi-rey-de-portugal [consulta: 16 de octubre de 2025].