Alday y Aspée, Manuel de (1712-1789): El obispo que transformó la iglesia de Santiago de Chile
Manuel de Alday y Aspée (1712-1789) fue una figura clave en la historia de la iglesia católica en Chile, reconocido por su labor como obispo de Santiago. Su vida estuvo marcada por su profundo conocimiento del Derecho y la Teología, y su férrea dedicación a la edificación de la Catedral Metropolitana de Santiago. Además, su participación en eventos cruciales como la expulsión de los jesuitas y el Concilio de Lima dejó un legado que perdura hasta el día de hoy.
Orígenes y contexto histórico
Manuel de Alday y Aspée nació en 1712 en Concepción, Chile, en una familia de origen vasco. Sus padres, José Alday y Ascarrunz y Josefa de Aspée Ruiz de Berecedo, habían emigrado de España a América a finales del siglo XVII, asentándose en Chile. Creció en un contexto social y religioso que influyó de manera decisiva en su futura carrera eclesiástica.
Desde joven, Alday se mostró como un estudiante dedicado. Ingresó al Convictorio de San José en Concepción, donde comenzó sus estudios de Filosofía y Teología. Más tarde, se trasladó a Lima en 1732, donde se matriculó en el Colegio Real de San Carlos, una institución destinada a los hijos de las clases aristocráticas. Fue en Lima donde obtuvo su grado en Derecho en 1739 y su doctorado en Derecho civil y canónico en la Universidad Mayor de San Marcos. Tras su graduación, Alday regresó a Chile y comenzó a trabajar como abogado de la Real Audiencia de Chile, al tiempo que se ordenaba sacerdote en 1740 y obtenía un doctorado en Teología en 1741.
Su sólida formación académica y su habilidad para combinar el Derecho y la Teología le valieron un ascenso rápido dentro de la jerarquía eclesiástica. En 1753, fue nombrado canónigo doctoral, una posición clave en la iglesia que lo consolidó como una figura respetada y admirada.
Logros y contribuciones
En 1755, tras la vacante del obispado de Santiago, el Cabildo eclesiástico de la ciudad propuso a Alday para ocupar el cargo. Aunque inicialmente se mostró reacio a aceptar la responsabilidad, su destreza como abogado y su amplia formación religiosa convencieron a las autoridades eclesiásticas. El rey Fernando VI aprobó su nombramiento, y el Papa Benedicto XIV lo ratificó en Roma. Así, en 1755, Manuel de Alday fue nombrado obispo de Santiago, cargo que mantuvo hasta 1778.
La construcción de la Catedral Metropolitana de Santiago
Una de las mayores contribuciones de Alday fue su dedicación a la construcción de la Catedral Metropolitana de Santiago. La construcción de la iglesia, iniciada en 1745, había sufrido numerosos contratiempos, incluido el colapso de los templos anteriores. Alday continuó y consolidó los esfuerzos de sus predecesores para edificar un templo digno de la ciudad. Bajo su liderazgo, la Catedral de Santiago alcanzó un gran avance en su construcción, dejando una huella perdurable en la ciudad y en la historia religiosa de Chile.
La creación de instituciones benéficas
A lo largo de su vida, Alday mostró un compromiso firme con el bienestar de los más necesitados. En 1759, solicitó la autorización del rey para construir un hospicio para huérfanos, una institución que marcaría el inicio de su preocupación por las causas sociales. En 1782 fundó el Hospital San Borja, una obra que mejoró significativamente las condiciones de salud en Santiago. Alday también luchó por una educación adecuada y estuvo muy involucrado en la administración de las instituciones eclesiásticas de su diócesis.
Momentos clave de su vida
La expulsión de los jesuitas (1767)
Uno de los eventos más trascendentales en la vida de Manuel de Alday fue la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. Aunque Alday sentía un profundo respeto y afecto por los jesuitas, la orden de expulsión dictada por Carlos III fue una decisión que él tuvo que aceptar debido a la autoridad regia. En su actuación, Alday convocó al clero diocesano y, con una actitud compasiva, les explicó la situación, tratando de defender la causa de los jesuitas. No obstante, no se opuso al decreto, entendiendo la legitimidad de la decisión tomada por la Corona.
Esta expulsión significó una pérdida significativa para la diócesis de Santiago, que perdió a 120 sacerdotes jesuitas. Además, varios colegios y obras educativas tuvieron que cerrarse debido a la falta de personal capacitado para sustituirlos.
El Concilio de Lima (1771)
En 1771, Manuel de Alday fue convocado a participar en el Concilio Provincial de Lima, una reunión eclesiástica de gran relevancia convocada por el arzobispo Diego Antonio de Parada, a instancias del rey Carlos III. Durante este evento, Alday desempeñó un papel fundamental. Fue el encargado de hacer el discurso inaugural y redactar un estudio sobre las competencias del Concilio y los puntos a tratar. Su obra, la Disertación sobre las verdaderas y legítimas facultades del Concilio Provincial, fue muy bien recibida por los asistentes, quienes valoraron su conocimiento profundo tanto en teología como en jurisprudencia. Este evento consolidó aún más su posición como una de las figuras más eruditas de su tiempo.
La oposición a las modas y el teatro
Además de su implicación en asuntos religiosos y sociales, Alday también intervino en cuestiones relacionadas con la moral pública. En 1778, prohibió la apertura de un teatro en Santiago, considerándolo una fuente peligrosa de pecado. También se opuso firmemente a las nuevas modas en la vestimenta femenina, defendiendo una moral estricta y conservadora. Estas acciones reflejaron su visión de un Santiago regido por los principios tradicionales de la iglesia.
Relevancia actual
El legado de Manuel de Alday perdura en la historia de la iglesia de Santiago de Chile y en la sociedad chilena en general. Su trabajo en la edificación de la Catedral Metropolitana, su participación en el Concilio de Lima y su fundación de instituciones benéficas son testamentos de su dedicación al bienestar de la comunidad. Además, su figura sigue siendo estudiada por aquellos interesados en la historia de la iglesia en Chile, su papel en los conflictos políticos y religiosos de la época, y su influencia en la cultura chilena.
El impacto de Alday no se limita únicamente a sus acciones concretas; también dejó una profunda huella en la organización de la iglesia en Chile. Su trabajo ayudó a sentar las bases para una estructura eclesiástica más cohesionada y organizada, y su influencia se extiende más allá de su época, guiando las futuras generaciones de religiosos y laicos en su relación con la fe y la moral.
Momentos clave de su vida:
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1755: Nombramiento como obispo de Santiago.
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1763: Convocatoria de un sínodo diocesano en Santiago.
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1767: Expulsión de la Compañía de Jesús.
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1771: Participación en el Concilio de Lima.
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1778: Prohibición de la apertura de un teatro en Santiago.
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1782: Fundación del Hospital San Borja.
El impacto de Manuel de Alday y Aspée como obispo de Santiago, su implicación en decisiones cruciales para la iglesia y su devoción por la mejora social y educativa continúan siendo una referencia fundamental en la historia religiosa y social de Chile.