Ricardo Torres Reina (1879–1947): «Bombita», el Torero de la Valentía y la Justicia Social
Orígenes y formación en el toreo
Ricardo Torres Reina, conocido en el mundo taurino como «Bombita», nació en Tomares, un pequeño pueblo de la provincia de Sevilla, el 20 de febrero de 1879. Esta época en España estaba marcada por un profundo cambio social y político, pues se encontraba en los últimos años del siglo XIX. La tauromaquia, un arte que forma parte integral de la identidad cultural española, gozaba de un enorme prestigio y era considerada una de las actividades más importantes en la vida social de las ciudades y pueblos de toda España. La figura del torero comenzaba a adquirir un simbolismo heroico, sobre todo entre las clases populares, para quienes el toreo representaba valentía, honor y lucha.
En Tomares, una localidad cercana a la ciudad de Sevilla, la tradición taurina estaba profundamente enraizada. Desde muy joven, Ricardo se vio rodeado por el bullicio de la fiesta taurina, y fue allí donde su destino estuvo marcado por la cultura local, especialmente porque su familia estuvo estrechamente vinculada con la tauromaquia. Sin embargo, más que una simple tradición familiar, el toreo se convirtió para él en una pasión que definiría su vida.
Orígenes familiares y primeros pasos en el toreo
Ricardo nació en una familia con una larga tradición taurina. Era el segundo de tres hermanos, siendo Emilio el mayor y Manuel, conocido más tarde como «Bombita III», el benjamín de la terna. La relación cercana con su hermano mayor, Emilio, quien ya se había establecido como torero, fue crucial para que Ricardo diera sus primeros pasos en el mundo de los toros. Aprovechando la apertura de caminos que su hermano le brindaba, Ricardo se introdujo en la profesión taurina desde temprana edad, algo muy común en las familias de toreros.
En sus primeros años, «Bombita» no solo vivió el toreo como una mera tradición, sino que también se formó de manera autodidacta, con una gran dosis de arrobo y valentía. Se unió a la cuadrilla de los Niños Sevillanos, un grupo de jóvenes toreros que, bajo la dirección de Juan Domínguez «Pulguita Chico», realizaban espectáculos taurinos en pequeños pueblos y en los alrededores de Sevilla. Esta cuadrilla fue clave para el desarrollo de su estilo, pues permitió a Ricardo enfrentarse a reses y practicar sus lances en un ambiente competitivo, aunque algo amateur, de tal forma que fue poco a poco perfeccionando su técnica y ganando notoriedad.
Primeras presentaciones y su incursión en Madrid
El salto de «Bombita» a las grandes plazas de toros se produjo en 1897, cuando hizo su primera presentación en Madrid, la capital del toreo. Fue el 3 de marzo de ese año cuando debutó en la Plaza de Las Ventas, lidiando novillos de la ganadería de don Tiburcio Arroyo, de Miraflores de la Sierra. A pesar de su juventud y su inexperiencia en las grandes plazas, Ricardo dejó una impresión favorable en los aficionados madrileños. La valentía con la que se enfrentó a los novillos y la habilidad para ejecutar lances sorprendieron al público, y rápidamente se convirtió en uno de los favoritos en los carteles de Madrid.
El debut en la capital no fue sencillo. Ricardo se enfrentó a un público exigente, pero lo hizo con una temeridad propia de su carácter. Durante su etapa de novillero, «Bombita» vivió muchas cogidas, algunas de ellas graves. Según los cronistas taurinos de la época, en los dos primeros años de su carrera, fue corneado en al menos dieciocho ocasiones. Era un torero que no temía enfrentarse a reses de gran peligro, lo que le llevó a ganarse el respeto de la afición, pero también a poner en riesgo su vida en cada corrida.
A pesar de la dureza de la profesión, la perseverancia de «Bombita» lo mantuvo en pie, y fue gracias a su arrobo y a su valentía inquebrantable que consiguió la consagración definitiva como matador de toros. Sin embargo, no fue una victoria sencilla. Los más cercanos a él, temerosos por su salud, le despedían con el mensaje de «que no sea mucho», dada la cantidad de cornadas que acumulaba. A pesar de estos temores, la fortuna le sonrió y su carrera en el toreo comenzó a despegar.
Consagración oficial en Madrid y Sevilla
El 24 de septiembre de 1899, Ricardo Torres alcanzó el momento decisivo en su carrera. En la Plaza de Las Ventas de Madrid, recibió la alternativa como matador de toros, un rito que le permitiría dejar de ser novillero y formar parte del selecto grupo de matadores. En esta ocasión, fue apadrinado por José García Rodríguez «Algabeño», quien le cedió el toro Cachucho, del Duque de Veragua, mientras que Domingo del Campo Alcaraz «Dominguín» actuaba como testigo. Con esta ceremonia, «Bombita» se integró oficialmente en la élite del toreo.
Cinco días después, el 29 de septiembre de 1899, su confirmación se produjo en su ciudad natal, Sevilla, en la famosa Plaza de la Maestranza. En esta ocasión, fue apadrinado por el legendario torero Rafael Guerra Bejarano, conocido como «Guerrita». A partir de ese momento, «Bombita» consolidó su posición como una de las figuras más destacadas de la tauromaquia, convirtiéndose en una estrella de los ruedos.
La temporada de 1900 fue una de las más productivas de su carrera. Toreó en noventa y nueve ocasiones, demostrando su destreza y ganando una multitud de seguidores. Sin embargo, sería en 1901 cuando alcanzaría su mayor apogeo. Durante esa temporada, especialmente en la Feria de San Isidro en Madrid, «Bombita» se presentó con una faena memorable que lo consolidó como uno de los grandes del toreo. La plaza de Madrid quedó rendida ante su valentía, y la famosa expresión «¡A los toros, que torea ‘el Bomba’!» comenzó a ser recurrente entre los aficionados.
En estos primeros años de su carrera, «Bombita» no solo demostró ser un torero valiente, sino también un innovador en cuanto a la manera de ejecutar los lances y las suertes. Su estilo fue caracterizado por la mezcla de arrobo y destreza, lo que le permitió diferenciarse de otros toreros contemporáneos.
Consagración como matador de toros y rivalidades
Consagración oficial en Madrid y Sevilla
La alternativa de Ricardo Torres «Bombita» en 1899 marcó un antes y un después en su carrera. Desde el momento en que se doctoró en la Plaza de Las Ventas de Madrid, bajo la tutela de José García Rodríguez «Algabeño», su nombre comenzó a figurar con fuerza en los carteles de las principales plazas de España. Esta consagración oficial fue la culminación de años de trabajo y sacrificio, y fue refrendada por su confirmación en Sevilla, en la Plaza de la Maestranza, el 29 de septiembre del mismo año. En esta ocasión, tuvo como padrino a Rafael Guerra Bejarano, «Guerrita», uno de los más grandes del momento, lo que fue un honor y un desafío al mismo tiempo.
La fama de «Bombita» creció rápidamente, pues se trataba de un torero con una habilidad excepcional para conectar con el público. Su toreo, cargado de valor y destreza, comenzó a ser reconocido en todo el territorio español y en Hispanoamérica, donde sus actuaciones pronto se extendieron. A lo largo de la temporada de 1900, toreó en noventa y nueve ocasiones, y cada vez que pisaba el ruedo, el fervor popular aumentaba. Su estilo, que combinaba arrobo y destreza, le valió el respeto de los aficionados más exigentes.
En 1901, su nombre ya se había establecido firmemente entre los grandes del toreo. La faena realizada durante la Feria de San Isidro en Madrid, en la que enfrentó a un toro de don Vicente Martínez, se convirtió en uno de los momentos más recordados de su carrera. La plaza quedó cautivada por la valentía de «Bombita» al ejecutar la suerte suprema, convirtiéndose en un referente para la afición madrileña y para los aficionados de todo el mundo taurino. Este momento de gloria no solo marcó su consagración definitiva, sino que también dio origen a una de las frases más populares del toreo de la época: «¡A los toros, que torea ‘el Bomba’!»
Rivalidades con figuras del toreo
En el universo taurino, las rivalidades entre toreros son un elemento esencial que ha dado forma a la historia de la tauromaquia. En el caso de «Bombita», una de las rivalidades más intensas y determinantes fue la que mantuvo con Rafael González Madrid, «Machaquito», un torero cordobés cuyo estilo contrastaba notablemente con el de «Bombita». Mientras que el toreo de «Bombita» se caracterizaba por su agilidad, destreza y el valor a toda prueba, «Machaquito» se inclinaba hacia un estilo más contundente, casi heroico, que enfatizaba la lucha feroz contra el toro. Esta diferencia de enfoques provocó una división en la afición, que se decantó entre quienes veían en «Bombita» la figura del torero habilidoso y valiente, y quienes preferían la dureza y el arrobo de «Machaquito».
A lo largo de los años, esta competencia se convirtió en un espectáculo en sí misma. En los ruedos, ambos toreros se disputaban la admiración del público, lo que provocaba una gran expectación antes de cada corrida en la que coincidían. Sin embargo, la rivalidad no solo se limitó a los ruedos, sino que también se extendió al ámbito de la prensa y de las conversaciones entre los aficionados. La afición, que se sentía dividida entre ambos estilos, vivió intensamente esta rivalidad, que contribuyó enormemente a la renovación de la pasión por el toreo en España y en América Latina.
Una de las características más notables de esta rivalidad fue que, a pesar de las diferencias, «Bombita» y «Machaquito» mantenían una relación de respeto mutuo. De hecho, fue «Machaquito» quien apoyó a «Bombita» en sus reivindicaciones laborales, lo que muestra un lazo más allá de la competencia profesional. No obstante, este enfrentamiento fue esencial para la historia de la tauromaquia, pues permitió que los aficionados se reconciliaran con la esencia del toreo, que no es solo el arte de dominar al toro, sino también de enfrentar la muerte con valentía y dignidad.
La controversia de los «Miuras» y la lucha por los derechos laborales
En 1909, Ricardo Torres «Bombita» se enfrentó a uno de los mayores retos de su vida, no en el ruedo, sino en el ámbito social y profesional. Fue en ese año cuando, con el apoyo de otros toreros, emprendió la lucha por mejorar las condiciones laborales de los matadores. El foco de su lucha fue el famoso «pleito de los miuras», en el que «Bombita» demandaba que los empresarios taurinos aumentaran los honorarios que se les pagaba a los toreros, especialmente cuando se lidiaba con reses de la ganadería de Miura, conocida por su peligrosidad y bravura.
El conflicto surgió cuando los empresarios, aprovechándose de la fama aterradora de los toros de Miura, aumentaban el precio de las entradas sin ofrecer un pago más justo a los toreros que se enfrentaban a estos animales tan temibles. «Bombita» denunció esta injusticia y exigió que se pagara una tarifa más alta a los matadores que lidiaban con toros de tan alto peligro. Aunque en un principio logró el apoyo de muchos de sus compañeros, pronto se encontró con la deserción de algunos de los toreros más populares, como Vicente Pastor y Rafael Gómez «El Gallo», quienes decidieron no unirse al pleito.
A pesar de la traición de algunos de sus colegas, «Bombita» no se rindió. Junto con «Machaquito», continuó luchando por la dignidad de los toreros, enfrentándose abiertamente a los empresarios taurinos. Su postura fue clara: los toreros debían recibir un trato más justo, especialmente cuando se enfrentaban a los toros más peligrosos. Este conflicto, aunque no resolvió completamente los problemas laborales en la tauromaquia, ayudó a abrir un camino hacia una mayor concienciación sobre los derechos de los toreros y la necesidad de mejores condiciones laborales en el ámbito taurino.
Iniciativas benéficas y laborales para los toreros
La faceta de Ricardo Torres «Bombita» como torero fue brillante, pero su impacto en la historia de la tauromaquia no se limitó a los ruedos. Desde sus primeros años de carrera, «Bombita» mostró un interés por mejorar las condiciones de vida y trabajo de sus compañeros toreros, especialmente aquellos menos favorecidos por la fortuna. Fue así como en 1909 fundó la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros, también conocida como el Montepío de Toreros. Esta institución tuvo un papel clave en la protección de los matadores de toros más pobres y vulnerables, ofreciendo asistencia económica y sanitaria en tiempos de necesidad.
El Montepío de Toreros no solo proporcionaba apoyo a los toreros en dificultades económicas, sino que también promovió la creación de un Sanatorio de Toreros, que se convirtió en un referente para la atención de los matadores que sufrían las graves consecuencias físicas de su profesión. Esta iniciativa reflejó el profundo compromiso social de «Bombita», quien entendió que los toreros, a pesar de ser figuras públicas admiradas, vivían bajo una constante amenaza de lesiones y pobreza.
A través de su activismo, Ricardo Torres «Bombita» se posicionó como una figura clave en la mejora de las condiciones laborales dentro del mundo taurino. Años antes de la formación de sindicatos o asociaciones de toreros más formales, «Bombita» y sus compañeros ya estaban luchando por una compensación más justa y por un trato digno para los que se jugaban la vida en el ruedo.
A pesar de sus logros dentro del toreo y fuera de él, Ricardo Torres «Bombita» tuvo que enfrentar la inevitable llegada del declive. En 1912, después de una temporada de destacadas actuaciones, comenzó a sentirse eclipsado por la irrupción de figuras más jóvenes como Joselito, quien dominó la escena taurina en la segunda década del siglo XX. El 19 de octubre de 1913, «Bombita» se despidió de los ruedos, celebrando su última corrida en Madrid.
Esa tarde, compartió cartel con los hermanos Rafael y José Gómez Ortega, «Los Gallos», y el lesionado Juan Belmonte, quien fue reemplazado por Antonio Boto Recatero, «Regaterín». La corrida resultó ser una despedida emotiva. Después de lidiar a Cigarrón, un toro de la ganadería de Salvador García de la Lama, «Bombita» se retiró a hombros de sus compañeros, recibiendo una ovación de parte del público que lo consideraba uno de los grandes toreros de su tiempo.
La retirada de «Bombita» no fue el fin de su influencia en el mundo taurino. Su dedicación a la mejora de las condiciones de vida de los toreros, junto con su lucha por los derechos laborales, le valió el reconocimiento de sus colegas y de la sociedad en general. En 1913, pocos días antes de su retiro definitivo, recibió la Cruz de la Beneficencia, una de las máximas distinciones sociales, en reconocimiento a su trabajo en pro de los toreros más desfavorecidos.
El impacto de su figura en la historia del toreo
La muerte de Ricardo Torres «Bombita» el 19 de enero de 1947 dejó un vacío significativo en el mundo taurino. A pesar de haberse retirado hacía más de tres décadas, su figura continuó siendo un referente tanto en la historia del toreo como en la lucha por los derechos de los toreros. Durante su vida, «Bombita» no solo se destacó por su valentía y destreza en el ruedo, sino también por su incansable trabajo en favor de los más necesitados y por su papel como pionero en la organización de toreros.
A lo largo de su carrera, «Bombita» lidiaría con un total de 1.262 toros en 692 corridas. Su legado no solo se mide en términos de sus triunfos taurinos, sino también por su labor social y su lucha por los derechos de los trabajadores del toreo. Fue uno de los últimos grandes toreros de la era clásica, cuya figura trascendió el arte del toreo para convertirse en un símbolo de la justicia social en una profesión tan peligrosa como fascinante.
El reconocimiento de su figura perduró más allá de su muerte, especialmente cuando se revisó su legado en la historia del toreo. Aunque su carrera se vio opacada por la irrupción de toreros como Joselito y Juan Belmonte, su influencia social y laboral sigue siendo una de las más importantes en el desarrollo de la tauromaquia moderna.
Cierre narrativo
Ricardo Torres Reina «Bombita» dejó una huella profunda en la historia del toreo, no solo por sus hazañas en el ruedo, sino también por su valentía fuera de él. Fue un pionero en la lucha por los derechos laborales de los toreros y un incansable defensor de la mejora de sus condiciones de vida. Su vida y su carrera son un ejemplo de dedicación, coraje y generosidad, tanto hacia su arte como hacia sus compañeros de profesión. A través de su figura, «Bombita» sigue siendo recordado no solo como un gran torero, sino también como un hombre que supo utilizar su éxito para cambiar la vida de aquellos que, como él, se jugaban la vida en el ruedo.
MCN Biografías, 2025. "Ricardo Torres Reina (1879–1947): «Bombita», el Torero de la Valentía y la Justicia Social". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/torres-reina-ricardo [consulta: 6 de octubre de 2025].