Portocarrero y Lasso de la Vega, Melchor (1636-1705): Un Virrey de Gran Legado en la Historia Colonial

Melchor Portocarrero y Lasso de la Vega, nacido el 4 de junio de 1636 en Madrid, fue un destacado político y administrador colonial español. A lo largo de su vida, su carrera estuvo marcada por una serie de logros y momentos claves que le aseguraron un lugar importante en la historia de la Nueva España y el virreinato del Perú. Su paso por estos cargos históricos tuvo un impacto significativo tanto en la administración política como en el desarrollo de la infraestructura y la economía de los virreinatos que gobernó. Falleció el 22 de septiembre de 1705 en Lima, dejando un legado que perduró más allá de su muerte.

Orígenes y Contexto Histórico

Melchor Portocarrero y Lasso de la Vega nació en una familia noble. Fue hijo de Antonio Portocarrero, el primer conde de la Monclova, y María de Rojas Manrique de Lara. Al morir su hermano mayor, Melchor heredó el título de conde de la Monclova, convirtiéndose en el tercer poseedor del título y adquiriendo también el de Grande de España. Esta ascendencia nobiliaria le abrió puertas en la Corte y le permitió avanzar en su carrera.

Su formación comenzó como menino de la Corte, lo que lo introdujo al mundo político y militar. Más tarde, optó por la carrera militar, sirviendo en la Real Armada. Participó en varios enfrentamientos bélicos clave, como el sitio de Arrás, la batalla de Villaviciosa en 1655 y la batalla de las Dunas de Dunkerque en 1658, en la que perdió el brazo derecho. A pesar de su discapacidad, Portocarrero siguió sirviendo a su país, incluso con un brazo artificial de plata, un símbolo de su determinación y coraje.

Durante su carrera, ocupó diversos cargos importantes, como capitán de jinetes, maestre de campo y teniente general de caballería. En 1680, fue promovido a consejero de guerra y miembro de la Junta de Indias, consolidando su poder y su influencia dentro de la administración colonial española.

Logros y Contribuciones

Virreinato de la Nueva España

En 1685, Portocarrero fue nombrado virrey de Nueva España, uno de los virreinatos más importantes del Imperio español en América. Llegó a Ciudad de México el 16 de noviembre de 1686, donde asumió oficialmente su cargo. Una de sus primeras preocupaciones como virrey fue la defensa del territorio de Texas, que estaba siendo amenazado por los franceses. Para contrarrestar esta amenaza, organizó una expedición militar en 1686, lo que resultó en la fundación del presidio de la Monclova. Este acto no solo fortaleció la presencia española en la región, sino que también facilitó la colonización, con la instalación de 150 familias en el área.

Portocarrero también se distinguió por sus esfuerzos en la mejora de la infraestructura en Nueva España. En particular, mandó construir un sistema de cañerías que traía agua de Chapultepec a Salto del Agua, lo que mejoró la calidad de vida en la Ciudad de México. Además, encargó al padre franciscano Manuel Cabrera la realización de obras de desagüe en el valle de México, contribuyendo a resolver problemas de inundación.

Virreinato del Perú

En 1688, tras su mandato en Nueva España, Portocarrero fue nombrado virrey del Perú. Asumió oficialmente el cargo en Lima el 15 de agosto de 1689. Su principal preocupación como virrey fue el problema económico que atravesaba la región debido a la decadencia de la producción minera. En particular, se ocupó de la situación de las minas de azogue de Huancavelica, que habían sido gravemente afectadas por un terremoto en 1687. Con el fin de aliviar la carga de los mitayos, dispuso una reducción en las jornadas de trabajo y aumentó los salarios de los mineros.

En Potosí, las minas de plata también se encontraban en declive. Portocarrero implementó reformas similares a las de Huancavelica, aumentando los salarios de los trabajadores y buscando mejorar las condiciones laborales. Sin embargo, a pesar de estas medidas, la producción minera siguió cayendo, lo que evidenció la dificultad de revertir la situación.

Por otro lado, Portocarrero también promovió la prosperidad del comercio en el virreinato, impulsado en gran parte por el tráfico de navíos en la ruta de Guayaquil, Panamá, Arica y Valparaíso. Esta expansión comercial motivó a la Corona a implementar nuevos impuestos para financiar las flotas y galeones de Indias, lo que generó protestas de los grandes comerciantes. Sin embargo, el Consulado de Lima logró retrasar estos impuestos mediante la entrega de donativos en 1690 y 1695.

Defensa y Fortalecimiento de Lima

Un aspecto fundamental del mandato de Portocarrero fue su enfoque en la defensa de los territorios coloniales. En 1696, tras el saqueo de Cartagena de Indias por un corsario francés, las tropas españolas bajo el mando de Juan Díaz Pimienta lograron reconquistar el puerto caribeño. A pesar de los esfuerzos de los corsarios, el virrey logró mantener la seguridad en sus territorios.

A nivel interno, uno de los primeros desafíos que enfrentó fue la reconstrucción de Lima, devastada por un fuerte terremoto en 1687. Bajo su administración, se reedificaron el palacio virreinal, la Catedral, la Real Audiencia y el Cabildo, contribuyendo al renacimiento de la ciudad. La remodelación de la Plaza de Armas, que quedó concluida en 1693, fue una de las obras más emblemáticas de su mandato.

Impulso a la Educación y la Religión

Portocarrero también hizo importantes aportes en el ámbito educativo y religioso. Durante su gobierno, se fundaron varias instituciones educativas, como el Colegio de San Buenaventura en Cuzco en 1691 y la Universidad de San Antonio Abad, que obtuvo el estatus de universidad en 1692. Además, en Lima se crearon nuevas cátedras en la Universidad de San Marcos, que permitieron un mayor acceso al conocimiento.

En el campo religioso, el virrey fomentó la creación de monasterios y beaterios, como el Monasterio del Carmen de Huamanga en 1690, y la fundación de los beaterios de las Nazarenas del Cuzco en 1695 y de las Indias Nobles de Nuestra Señora de Copacabana en Lima en 1698. La Inquisición también estuvo activa durante su gobierno, celebrando dos autos de fe importantes, uno en 1693 y otro en 1694, en los que fueron procesadas diversas personas por herejías y delitos religiosos. Entre los procesados, destacó Ángela Carranza, una beata de origen tucumano.

Relevancia Actual

El legado de Melchor Portocarrero y Lasso de la Vega como virrey de Nueva España y del Perú sigue siendo recordado por su influencia en la política, la economía y la infraestructura de los virreinatos. Su gestión fue crucial en la reorganización de Lima después del devastador terremoto y en la implementación de reformas que intentaron revitalizar la economía minera de la región.

Asimismo, su legado en el ámbito educativo y religioso dejó una huella perdurable en la historia colonial. Las instituciones fundadas y las obras realizadas bajo su gobierno continúan siendo testimonio de su compromiso con el desarrollo de los territorios bajo su mandato.

Portocarrero también estuvo involucrado en los primeros movimientos que marcarían la transición entre la Casa de Austria y la dinastía de los Borbones, lo que tuvo repercusiones políticas en toda la monarquía española. A lo largo de su carrera, dejó claro su compromiso con el fortalecimiento de la Corona y la preservación del orden colonial.

Bibliografía

  • CÉSPEDES DEL CASTILLO, Guillermo y MOREYRA PAZ-SOLDÁN, Manuel (eds.). Colección de cartas de virreyes: Conde de la Monclova. (Lima: 1955).

  • HANKE, Lewis. Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria. (Madrid: 1978).

  • TAURO, Alberto (ed.). Enciclopedia ilustrada del Perú. (Lima: 1987).

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Portocarrero y Lasso de la Vega, Melchor (1636-1705): Un Virrey de Gran Legado en la Historia Colonial". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/portocarrero-y-lasso-de-la-vega-melchor [consulta: 18 de octubre de 2025].