Dražen Petrović (1964–1993): El «Genio de Šibenik» que Conquistó Europa y la NBA

Dražen Petrović (1964–1993): El «Genio de Šibenik» que Conquistó Europa y la NBA

Primeros pasos en el baloncesto: un talento prometedor

Dražen Petrović nació el 22 de octubre de 1964 en Šibenik, una ciudad costera de Dalmacia, Croacia, que más tarde lo vería elevarse a la cima del baloncesto mundial. Hijo de Jolle, un abogado criminalista que más tarde sería jefe de policía, y Bizerka, Dražen comenzó a forjar su destino en una familia con una fuerte disciplina y un marcado sentido de la ética. Desde joven, mostró un carácter determinado y competitivo, cualidades que se verían reflejadas en su desempeño deportivo.

Su hermano mayor, Aleksandar, conocido como Aza, jugaba al baloncesto y fue quien introdujo a Dražen en este deporte, influenciando profundamente su carrera. Aza no solo le enseñó las habilidades básicas del baloncesto, sino que también le transmitió el espíritu competitivo que más tarde definiría a Dražen. A pesar de tener una malformación congénita en la cadera que podría haber puesto en peligro su futuro deportivo, Dražen no se dejó vencer. Desde su infancia, se acostumbró a jugar de forma solitaria, manejando el balón en cada momento disponible, lo que fortaleció su técnica y desarrollo físico.

A los 10 años, se unió al equipo de baloncesto de su colegio, un paso importante que lo catapultó rápidamente hacia el equipo de su ciudad natal, el Sibenka Šibenik. Aunque inicialmente solo fue llamado para ayudar en los entrenamientos, su extraordinario talento no tardó en ser reconocido, y en poco tiempo logró ganarse un lugar en el quinteto titular, bajo la supervisión del entrenador-jugador Moka Slavnić, una figura que marcaría profundamente la carrera de Dražen. Este primer contacto con el baloncesto profesional le permitió empezar a desarrollar la mentalidad ganadora que lo acompañaría el resto de su vida.

En 1978, a la edad de 14 años, Dražen ganó la medalla de bronce en el Campeonato Juvenil de Yugoslavia, un primer gran logro que lo catapultó a la escena nacional. Al año siguiente, ya era parte del primer equipo de Sibenka, un hito que solo unos pocos adolescentes lograban alcanzar en el baloncesto yugoslavo. A pesar de su juventud, su juego ya mostraba destellos de la grandeza que alcanzaría en el futuro, combinando su habilidad técnica con un físico imponente para su edad. Durante esta etapa, también empezó a cultivar una rutina que marcaría su vida: cada mañana, antes de ir a clase, se proponía anotar 1,000 canastas, una obsesión que hablaba de su disciplina y ansias de superación.

A nivel internacional, su rendimiento no pasó desapercibido. En 1980, con apenas 16 años, participó en el Campeonato Europeo Juvenil en Split, donde la selección yugoslava de la categoría sub-18 logró el segundo puesto. Durante el torneo, Dražen destacó como uno de los mejores jugadores, lo que le valió el reconocimiento de ser incluido en el quinteto ideal del campeonato, junto a otros jóvenes talentos europeos como Jordi Villacampa. Esta participación no solo lo consolidó como uno de los grandes prospectos del baloncesto europeo, sino que también le permitió acercarse a la élite del baloncesto yugoslavo.

A lo largo de su adolescencia, Dražen continuó desarrollándose como una pieza clave del baloncesto yugoslavo. En 1983, ya en su etapa en la Cibona de Zagreb, comenzó a destacarse en las competiciones europeas, un salto cualitativo importante en su carrera que lo posicionaba como uno de los mejores jugadores de Europa. Su éxito a nivel juvenil no solo lo llevó a representar a Yugoslavia, sino que lo convirtió en una estrella a nivel de clubes, llevando a la Cibona a alcanzar grandes logros en la Copa de Europa y la Liga Yugoslava.

Durante su primera temporada en el primer equipo de Cibona, Dražen comenzó a deslumbrar a los aficionados con su capacidad anotadora y su versatilidad en la cancha. Su gran habilidad para leer el juego, junto con una mecánica de tiro letal y un manejo del balón extraordinario, lo hicieron destacar rápidamente en la liga local y en las competiciones internacionales. Para 1984, ya era reconocido como uno de los jugadores más prometedores en el baloncesto europeo, y la afición del Real Madrid no tardó en fijarse en él tras una histórica exhibición en la que anotó 44 puntos en la cancha madrileña.

El joven Dražen era un jugador que no solo desbordaba talento, sino que también era imparable en su búsqueda de la perfección. Su dedicación y su ética de trabajo, heredadas de su familia y su hermano Aza, lo llevaron a superar limitaciones físicas y personales, convirtiéndolo en una figura única. Ya no era solo una promesa, sino una realidad que conquistaba a Europa con su juego.

Ascenso en Europa: la consolidación de un genio

A mediados de la década de los 80, Dražen Petrović se consolidó como uno de los mejores jugadores de Europa, un ascenso meteórico que no pasó desapercibido para los aficionados al baloncesto de todo el continente. Después de su exitoso paso por el Sibenka y de su debut con la selección yugoslava, Petrović dio el salto definitivo a la Cibona de Zagreb, un club que se convertiría en el escenario de su consolidación como estrella internacional.

La llegada de Dražen a la Cibona fue, sin duda, el inicio de una era dorada para el baloncesto yugoslavo. En 1984, el club zagrebense ya era uno de los más prestigiosos de la antigua Yugoslavia, pero la incorporación de Petrović a sus filas supuso un impulso sin igual para el equipo. Junto a él, jugadores como su hermano Aleksandar «Aza» Petrović, Zoran Savić y Dražen Dalipagić conformaron una plantilla que dominó el baloncesto yugoslavo en los años siguientes.

En su primera temporada con la Cibona, Dražen rápidamente se ganó el reconocimiento como uno de los mejores jugadores del baloncesto europeo. En 1985, el equipo alcanzó la gloria al conquistar la Copa de Europa (actualmente conocida como la Euroliga), un título que le permitió a Petrović mostrar su talento al mundo. En la final, que tuvo lugar en Atenas, Dražen anotó 36 puntos, llevando a su equipo a una victoria sobre el Real Madrid por 87-78. Ese partido no solo marcó la primera gran victoria europea de Cibona, sino que consolidó a Petrović como una de las figuras más prometedoras del baloncesto mundial.

Su éxito en la Copa de Europa de 1985 no fue un hecho aislado. Al año siguiente, la Cibona volvió a consagrarse campeona de Europa, esta vez derrotando al Zalgiris Kaunas de Arvidas Sabonis. En esa ocasión, Dražen no solo volvió a ser el máximo anotador, sino que demostró su evolución como jugador, capaz de dominar no solo en el plano ofensivo, sino también de ser un líder en la cancha, controlando el ritmo de juego y marcando el tempo en los momentos cruciales.

A nivel de selecciones, Dražen continuó cosechando éxitos. En 1985, formó parte del equipo yugoslavo que ganó el Campeonato Mundial de Baloncesto en España, obteniendo la medalla de bronce. Durante ese torneo, Petrović fue una de las piezas clave, anotando de manera impresionante y demostrando su capacidad para brillar en la escena internacional. Aunque Yugoslavia no logró el oro, la participación de Petrović sirvió para consolidarlo como un referente del baloncesto mundial.

Sin embargo, su ascenso en Europa no estuvo exento de dificultades. A pesar de su creciente popularidad, las tensiones internas y la competencia feroz entre los equipos más grandes de Europa marcaron la pauta. Los enfrentamientos con el Real Madrid, por ejemplo, fueron frecuentes y muy disputados. Aunque el equipo español, históricamente uno de los más exitosos del continente, era un rival formidable, la Cibona de Dražen se mantuvo firme, logrando una victoria tras otra en la Copa de Europa y en otras competiciones internacionales.

La actuación más destacada de Dražen Petrović durante esta etapa fue sin duda su increíble rendimiento en la Copa del Mundo de 1986, donde lideró a Yugoslavia hasta la medalla de bronce. A pesar de que la selección yugoslava no alcanzó el oro, la actuación de Dražen en ese campeonato mundial lo consolidó definitivamente como el mejor jugador europeo de la época, un estatus que mantuvo hasta el final de su carrera.

En 1987, Petrović se encontraba en la cúspide de su carrera en Europa. Había ganado prácticamente todo lo que había en su camino: títulos nacionales, Copas de Europa y reconocimiento internacional. Fue en ese mismo año cuando se dio a conocer la noticia de que Dražen sería reclutado por un equipo estadounidense, lo que abrió las puertas de la NBA para él. Sin embargo, antes de que pudiera dar el salto a la liga más prestigiosa del mundo, su último gran desafío en Europa se dio con la selección yugoslava en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988.

En los Juegos Olímpicos de Seúl, Petrović tuvo la oportunidad de enfrentarse a los mejores jugadores del mundo, incluidos los estrellas de la NBA. Aunque Yugoslavia no logró ganar la medalla de oro, la participación de Dražen fue ejemplar, consolidando su reputación de ser uno de los mejores jugadores del planeta. Tras este torneo, la decisión de saltar al baloncesto estadounidense parecía inevitable.

La victoria más significativa de esta etapa fue, sin duda, el Campeonato de Europa de 1989, celebrado en Zagreb. Petrović llevó a Yugoslavia a la medalla de oro, imponiéndose en la final a Grecia por un contundente 98-77. Fue su último gran éxito con la selección yugoslava, ya que la situación política de su país, sumido en una creciente tensión debido a la guerra civil que se avecinaba, haría imposible la continuidad de la antigua Yugoslavia como una entidad unificada en el baloncesto internacional.

El paso a la NBA: enfrentándose a la élite mundial

La década de los 80 marcó un hito en la historia del baloncesto europeo, y Dražen Petrović fue una de las principales figuras que allanaron el camino para la futura generación de jugadores europeos en la NBA. Tras haber ganado casi todo en Europa, la transferencia de Dražen a la liga estadounidense representaba un paso natural en su carrera. Pero este movimiento no solo cambiaría su vida, sino también la forma en que se veía el baloncesto en Europa y la manera en que los jugadores de este continente serían percibidos por los cazatalentos de la NBA.

En 1986, mientras brillaba en la Cibona de Zagreb, Dražen fue seleccionado por los Portland Trail Blazers en la tercera ronda del draft de la NBA, en el puesto 60. Este no era un lugar destacado, pero el talento de Petrović ya era evidente para todos los observadores del baloncesto europeo, que veían en él a un jugador excepcional, un escolta tirador de clase mundial que había dominado las canchas de Europa. Sin embargo, el sueño de la NBA parecía aún lejano, dado que Dražen prefería mantenerse en Europa para seguir desarrollándose.

Sin embargo, la tentación de jugar en la liga más importante del mundo era fuerte. En 1989, tras ganar todos los títulos europeos posibles, y tras el frustrado intento de fichar por el Barcelona, Petrović decidió finalmente dar el salto a la NBA, firmando con los Portland Trail Blazers. La situación se complicó un poco debido a las normativas legales sobre transferencias de jugadores europeos, pero el 28 de octubre de 1986, tras recibir el visto bueno de la liga, Dražen Petrović se trasladó finalmente a los Estados Unidos.

En su primera temporada en la NBA, Dražen enfrentó varios desafíos. Primero, tuvo que adaptarse a un nuevo estilo de baloncesto mucho más físico y competitivo que el europeo, y además, sufrió una lesión en la espalda que limitó su tiempo de juego. Los Portland Trail Blazers no aprovechaban plenamente su talento, ya que el entrenador Rick Adelman apenas le dio minutos en la cancha, lo que fue un frustrante comienzo para Dražen en la NBA. Sin embargo, este período de adaptación no fue en vano, ya que sirvió como base para la temporada siguiente.

Petrović, sin embargo, no se dejó amedrentar por las dificultades. En 1990, su destino cambió al ser traspasado a los New Jersey Nets en un intercambio que implicó también a otros jugadores y un acuerdo a tres bandas entre los Blazers y los Denver Nuggets. Fue en los Nets donde Dražen se consagró como estrella de la NBA. Bajo el liderazgo del entrenador Chuck Daly, Dražen encontró finalmente su lugar en la NBA, desarrollando su estilo de juego y demostrando por qué se le consideraba uno de los mejores escoltas de Europa. En su primer año con los Nets, promedió más de 10 puntos por partido en 61 encuentros, mejorando significativamente su rendimiento respecto a su etapa en Portland.

La temporada 1990-91 fue clave para Dražen. Logró elevar su promedio de anotación y su influencia en la cancha, convirtiéndose en una pieza fundamental del equipo. Su juego era elocuente: un gran dominio del balón, una rapidez sorprendente y un lanzamiento de tres puntos imparable. Su capacidad para anotar, incluso en situaciones de alta presión, le dio a los Nets una gran ventaja en los partidos. Además, su rendimiento en la NBA no pasó desapercibido: se convirtió en un referente para los jugadores europeos que soñaban con hacer carrera en la NBA.

Una de las actuaciones más memorables de Dražen durante esta época fue su récord personal de anotación, logrado el 16 de marzo de 1991, cuando anotó 27 puntos frente a los Washington Bullets. Esa noche demostró que era capaz de competir de igual a igual con los mejores jugadores del mundo. Este tipo de actuaciones no solo le dieron confianza, sino que también empezaron a hacerle ganar respeto en la liga.

Además, en ese mismo año, Dražen Petrović fue seleccionado para participar en el Concurso de Triples del All-Star Weekend, un logro impresionante para un jugador europeo que aún no había alcanzado el estatus de superestrella. Aunque no pudo competir en el All-Star Game debido a las decisiones de los votantes y la negativa de los directivos de la NBA, su inclusión en el concurso de triples demostró que su estatus de estrella estaba en pleno auge.

A pesar de las dificultades de adaptación, Dražen Petrović logró consagrarse en la NBA. En la temporada 1991-92, con 23.6 puntos por partido, llegó a ser uno de los máximos anotadores de la liga, y su presencia en la cancha aumentó significativamente la competitividad de los Nets. A esa altura, la NBA ya empezaba a ver a los jugadores europeos con otros ojos, y Petrović fue una de las figuras clave que ayudaron a cambiar la percepción de los jugadores del Viejo Continente en la liga estadounidense.

La NBA, que hasta ese momento había sido dominada por jugadores estadounidenses, empezaba a abrir sus puertas a Europa, y Dražen Petrović fue uno de los pioneros de este movimiento. De hecho, su llegada a la NBA marcó el comienzo de una nueva era para los jugadores europeos que, tras su éxito, comenzaron a ser más buscados por los equipos norteamericanos.

La última temporada de Dražen en la NBA fue la 1992-93, en la que alcanzó una de las medias de puntos más altas de su carrera. En 64 partidos con los Nets, Petrović dejó claro que su lugar en la historia de la NBA estaba más que asegurado. En esta temporada, alcanzó un hito personal al anotar 44 puntos en un partido contra los San Antonio Spurs, una de las mejores actuaciones de su carrera. A lo largo de la temporada, fue elegido como uno de los jugadores más destacados de la liga, demostrando que, a pesar de ser europeo, había alcanzado el nivel de los más grandes de la NBA.

La guerra civil y el sueño roto: un ícono en peligro

La carrera de Dražen Petrović fue innegablemente marcada por la combinación de su extraordinario talento y las tensiones políticas que atravesaba su país natal, Yugoslavia. En 1991, tras varias temporadas de éxito en la NBA y en Europa, la vida de Dražen dio un giro inesperado debido al contexto de la guerra civil yugoslava. Este conflicto, que dividió a la antigua Yugoslavia en varios estados independientes, también tuvo un impacto directo en el baloncesto, dejando a muchos de los mejores jugadores del país, como Petrović, enfrentados a un dilema: seguir representando a un país en guerra o formar parte de nuevas selecciones nacionales.

Antes de la disolución de Yugoslavia, Dražen Petrović fue una figura fundamental en la selección nacional, llevando a su equipo a la gloria en los Campeonatos Mundiales y Europeos. Sin embargo, con la escalada del conflicto, la unidad de la selección yugoslava se rompió, y los equipos que antes competían juntos en las competiciones internacionales fueron divididos. Petrović, como muchos de sus compatriotas, sintió la presión del momento y decidió representar a Croacia, el nuevo país independiente que surgió tras la disolución de Yugoslavia.

La Guerra de Independencia Croata, que comenzó en 1991, fue un conflicto sangriento que sumió a la región en un caos absoluto, y a pesar de la violencia que marcaba el día a día, Petrović se mantuvo firme en su amor por su patria. En este contexto, el baloncesto no solo era un deporte, sino también una forma de resistencia y de afirmar la identidad nacional croata. Dražen, como capitán de la selección croata, lideró a su equipo en el Campeonato de Europa de 1991, llevando a Croacia hasta la final, donde se enfrentaron a la recién nacida selección de Eslovenia, en un choque entre dos naciones recién independizadas.

La guerra y las tensiones políticas no fueron las únicas sombras que afectaron a Dražen en ese momento. En 1991, durante una serie de enfrentamientos entre las selecciones de Yugoslavia y Croacia, Petrović tuvo serias disputas con el nuevo entrenador de la selección yugoslava, Dušan Ivković. Las tensiones personales y políticas entre Dražen y el técnico derivaron en la decisión de Petrović de no unirse a la selección yugoslava para el Campeonato de Europa de 1991, una decisión que muchos de sus seguidores consideraron valiente, pero que también dejó una marca amarga en su carrera internacional.

En el mismo año, el baloncesto europeo vivió uno de los momentos más significativos en la historia del deporte: los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Para los jugadores de la NBA, el evento fue conocido por la histórica participación del «Dream Team» estadounidense, un equipo formado por leyendas de la NBA como Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, y Charles Barkley. En esa edición olímpica, Dražen Petrović y la selección croata, que solo había comenzado a consolidarse como equipo unos pocos años antes, ofrecieron una de las más valiosas lecciones de coraje y orgullo deportivo.

La final entre el Dream Team y Croacia fue uno de los momentos más esperados en la historia del baloncesto olímpico. Durante los primeros diez minutos del partido, Croacia, capitaneada por Dražen, ofreció una de las mejores resistencias que cualquier equipo europeo había hecho contra los Estados Unidos en ese entonces. Petrović, con una valentía descomunal, logró marcar un triple impresionante, el cual adelantó a su equipo por primera y única vez en el encuentro, justo frente a las narices de Michael Jordan. Esta jugada se convirtió en un símbolo del espíritu combativo de los croatas en una época de tensión política y social.

Aunque el Dream Team terminó llevándose la medalla de oro sin dificultades (108-60), la selección croata, con Petrović a la cabeza, logró la medalla de plata, un logro que, en ese contexto, fue más significativo de lo que cualquier medalla de oro podría haber sido. La imagen de Dražen Petrović liderando a su equipo con coraje y determinación se grabó en la memoria de los aficionados al baloncesto en todo el mundo, y su legado comenzó a forjarse como el de un verdadero ícono deportivo.

Sin embargo, la guerra y las dificultades sociales continuaban presionando sobre Dražen y su país. El baloncesto se convirtió en una válvula de escape para la juventud croata, pero la situación política seguía complicada. En este escenario, el regreso de Petrović a la NBA era cada vez más difícil. Aunque él mismo había dejado claro que su futuro en la NBA pasaba por una mayor competitividad, el deseo de contribuir al crecimiento del baloncesto europeo y de seguir representando a Croacia lo mantuvo comprometido con su país.

Por otro lado, el baloncesto estadounidense ya comenzaba a adaptarse a la presencia de jugadores internacionales, y la aparición de Dražen Petrović en los Nets fue clave para abrir las puertas a futuras generaciones de jugadores europeos en la NBA. A pesar de la guerra y las dificultades, Dražen continuó demostrando su capacidad de adaptación y su competencia en la liga estadounidense, hasta que su sueño de convertirse en uno de los grandes de la NBA se truncó de manera inesperada.

El legado de un genio: la tragedia de un talento que se apagó demasiado pronto

La vida y carrera de Dražen Petrović estuvieron marcadas por la brillantez, la competitividad feroz y una pasión inquebrantable por el baloncesto. Sin embargo, su historia tuvo un final trágico y prematuro, que dejó un vacío en el mundo del deporte, especialmente en el baloncesto europeo y la NBA. A tan solo 28 años, Dražen perdió la vida en un accidente de tráfico el 7 de junio de 1993, cuando viajaba por la autopista en dirección a Alemania para reunirse con la selección croata de baloncesto, que se preparaba para el Campeonato de Europa. El mundo del baloncesto se paralizó, y su muerte fue un golpe devastador para todos los que lo conocieron y admiraron.

La tragedia ocurrió tras un partido clasificatorio para el Europeo de 1993, en el que la selección croata, con Petrović como capitán, logró avanzar al torneo principal. Dražen había mostrado señales de cansancio y frustración con el poco nivel competitivo de los Nets en la NBA, pero su amor por el baloncesto y su país lo mantenían firme en su propósito de seguir luchando. De hecho, en ese mismo verano, había sido invitado por el presidente de los New Jersey Nets, a pesar de sus problemas de rendimiento en la NBA, a continuar su carrera en los Estados Unidos. Petrovic también había negociado con otros clubes europeos como el Benetton Treviso o el Olympiakos, pero el destino, lamentablemente, no le permitió completar ninguno de esos sueños.

El accidente ocurrió cuando Dražen viajaba junto a dos amigas en su coche por una carretera alemana. El coche en el que viajaban fue impactado por otro vehículo que, aparentemente, se desvió de su carril. La tragedia dejó a la familia de Petrović y a todos los aficionados al baloncesto en un profundo estado de conmoción. La noticia de su muerte fue rápidamente difundida por medios internacionales, y el mundo del baloncesto rindió un emotivo tributo a uno de los jugadores más grandes que Europa había producido.

El impacto de la muerte de Dražen fue inmediato y profundamente sentido en el mundo del baloncesto. En Croacia, su funeral se convirtió en un evento nacional, y miles de personas se congregaron en las calles de Zagreb para rendirle homenaje. La selección croata, que había logrado medallas olímpicas y había ganado el respeto mundial bajo su liderazgo, sufrió enormemente por la pérdida de su capitán, pero también la NBA le rindió tributo. Los New Jersey Nets retiraron el número 3, que Dražen había vestido con orgullo, y este se convirtió en el primer y único número retirado por un jugador europeo en la historia de la franquicia. Fue un gesto que habló de la grandeza y el impacto que Dražen había dejado en la liga estadounidense.

La figura de Dražen Petrović, conocida en todo el mundo como el “Genio de Šibenik”, trascendió las fronteras del baloncesto. Fue una inspiración para generaciones de jóvenes jugadores en Europa, quienes vieron en él a alguien que había conquistado el sueño americano y que, a pesar de las adversidades, mantuvo su autenticidad y su amor por el juego. En Europa, su legado fue igualmente duradero. Los aficionados de la Cibona de Zagreb y de la selección croata nunca olvidaron sus hazañas, y su nombre se convirtió en un símbolo del baloncesto europeo, tanto dentro como fuera de las canchas.

Tras su muerte, la Cibona de Zagreb, su club de toda la vida, retiró el número 10, que Dražen había usado con orgullo, asegurando que nadie más pudiera vestirlo en su honor. Además, el estadio del club fue renombrado como el Centro de Baloncesto Dražen Petrović, un testimonio de la influencia perdurable del jugador en su ciudad natal y en el deporte en general. En los Estados Unidos, los New Jersey Nets también rindieron un homenaje póstumo, colgando su número 3 en lo más alto del Meadowlands Arena, lo que lo convirtió en el primer jugador europeo en recibir tal distinción en la NBA.

En Suiza, el Museo Olímpico de Lausanne erigió una estatua de Dražen Petrović en reconocimiento a su legado, y el Trofeo Dražen Petrović, entregado anualmente en su honor, se convirtió en uno de los máximos galardones del baloncesto europeo. De hecho, en su ciudad natal de Šibenik, su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinaje para los aficionados al baloncesto, donde cada año se recuerdan sus logros y su insaciable deseo de superación.

Aunque su vida fue truncada en su mejor momento, Dražen Petrović dejó una huella imborrable en la historia del baloncesto. Su estilo de juego, su ética de trabajo y su carácter competitivo lo convirtieron en un ícono que trascendió más allá de los logros en la cancha. Su imagen, desgarbada pero llena de energía, con los brazos largos y su movimiento característico, es recordada por los aficionados como una de las más fascinantes de la historia del baloncesto europeo. En la NBA, su llegada significó la apertura de las puertas para muchos otros jugadores europeos, y su legado perdura hoy como un ejemplo de lo que un jugador europeo puede lograr en el más alto nivel del baloncesto mundial.

Dražen Petrović será siempre recordado como el jugador que cambió la percepción del baloncesto europeo, que llevó a su selección a la gloria olímpica, y que, con su pasión y talento, dejó un legado que sigue inspirando a los jóvenes en todo el mundo. A pesar de su trágica muerte, su nombre continúa siendo sinónimo de excelencia, dedicación y amor al deporte.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Dražen Petrović (1964–1993): El «Genio de Šibenik» que Conquistó Europa y la NBA". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/petrovic-drazen [consulta: 16 de octubre de 2025].