EmilioOliva Tornell (1938–VVVV): El Chamaco de Chiclana, la Leyenda que Dejó Su Huella en el Toreo
Emilio Oliva Tornell (1938–VVVV): El Chamaco de Chiclana, la Leyenda que Dejó Su Huella en el Toreo
Los Primeros Años y el Camino hacia la Fama Taurina
Orígenes y Primeros Pasos en el Toreo
Emilio Oliva Tornell, conocido en el mundo taurino como El Chamaco de Chiclana, nació el 14 de agosto de 1938 en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera, una ciudad que se ha destacado por su tradición taurina. Desde su más temprana infancia, el ambiente que le rodeaba estuvo marcado por la cultura del toro, con figuras de la talla de Antonio Ordóñez y Jaime Ostos como referentes cercanos. En este caldo de cultivo, Emilio Oliva no tardó en sentir una profunda conexión con la tauromaquia, aspirando a convertirse en una gran figura del toreo.
Chiclana, cuna de numerosos toreros, fue el lugar donde el joven Emilio dio sus primeros pasos. Desde su niñez, el destino le pareció marcado por la arena, pues el sonido de los cantes y los ecos de las plazas de toros se colaban en su vida diaria. Su deseo de convertirse en torero fue casi inmediato, y en cuanto pudo, comenzó su formación como novillero en el seno de este ambiente cargado de historia y tradición.
Los Primeros Logros Novilleriles
Emilio Oliva comenzó a dar sus primeros pasos en el toreo a nivel profesional en 1957, cuando debutó en la vecina localidad de San Fernando, Cádiz. En ese primer festival, lució el terno de alamares, un símbolo de los novilleros que se lanzaban con valentía a los ruedos, demostrando que, a pesar de su juventud, ya poseía la tenacidad y el valor necesario para emprender el camino hacia la profesionalización.
En sus primeros años, la trayectoria de Oliva estuvo marcada por la exigencia y el sacrificio. Tras su debut en San Fernando, comenzó a participar en numerosas novilladas sin picadores, que le ayudaron a ganar experiencia y reconocimiento. La temporada de 1960 fue especialmente significativa, ya que ese año toreó en un total de veintidós novilladas, entre las que destaca su presentación en la madrileña plaza Monumental de Las Ventas. Aquella tarde, Oliva demostró su arrobo y su indiscutible valor, enfrentándose a toros de la ganadería de Joaquín Buendía con una entrega inusitada, lo que dejó una huella indeleble en la afición madrileña.
Superando la Adversidad: El Primer Gran Percance
La carrera de El Chamaco de Chiclana no estuvo exenta de dificultades. En junio de 1961, sufrió una grave cornada en la plaza de toros de Algeciras, que le causó una rotura de la arteria femoral. Este trágico percance no fue el único que sufrió en sus inicios, ya que antes había sido herido en el escroto durante una faena en El Puerto de Santa María. Sin embargo, a pesar de estos dolorosos episodios, Emilio Oliva no se amilanó. Su carácter fuerte y su pasión por el toreo le hicieron superar estas heridas, las cuales, lejos de ser un obstáculo, se convirtieron en una motivación para continuar luchando por su sueño.
La Alternativa y El Reconocimiento Inicial
La gran oportunidad de Oliva llegó en 1962, cuando recibió la alternativa en la plaza de toros de El Puerto de Santa María, un escenario clave para la tauromaquia de la época. Fue el 14 de agosto de 1962, en un festejo nocturno en el que actuaron como padrino el torero Antonio Ordóñez y como testigo Jaime Ostos, dos de los grandes nombres del momento. Fue una noche histórica para Oliva, ya que, en su debut como matador de toros, cortó dos orejas a su primer toro, lo que no solo le dio el título de matador, sino que también desató el fervor de la afición, en especial la de sus paisanos, quienes veían en él una nueva esperanza del toreo gaditano.
Este éxito temprano permitió a Emilio Oliva continuar con su carrera en el circuito profesional, y en la misma temporada de 1962 toreó en otras cinco plazas. Sin embargo, a pesar de la gran promesa que mostraba, los contratos no se multiplicaron de inmediato. A veces, el azar o la falta de apoyo suficiente jugaban en contra de los jóvenes toreros, lo que hizo que Oliva solo pudiera realizar trece paseíllos durante el siguiente año.
La Consagración, los Éxitos y los Obstáculos en su Carrera
El Camino de la Consagración: Éxitos y Retos en la Década de los 60
A pesar de los altibajos que marcaron sus inicios, Emilio Oliva estaba decidido a superar cualquier obstáculo y consolidarse como una gran figura del toreo. Tras la alternativa, su camino estuvo lleno de sacrificios y esfuerzo continuo. En 1963, tras una campaña de novilladas que le permitió afianzarse en la élite del toreo, Emilio se presentó en Madrid con el objetivo de confirmar su doctorado taurino. La tarde del 12 de octubre de ese mismo año se convertiría en uno de los episodios más dolorosos de su carrera. Oliva se enfrentaba a un toro de la ganadería de Flores Albarrán, y la expectación era grande, pero el destino le tenía preparado un golpe devastador.
El torero chiclanero sufrió una cornada grave al enfrentarse al segundo toro de su lote, un sobrero de la ganadería El Jaral de la Mira. La herida que sufrió fue una de las más terribles que se han producido en la plaza de toros de Las Ventas. El asta penetró en su cavidad peritoneal, y el diagnóstico médico fue inmediato: la vida de Emilio Oliva estaba en grave peligro. En medio de este dramático momento, la fuerza de voluntad de Oliva se puso de manifiesto. El torero contrajo matrimonio in articulo mortis durante esa misma noche, presagiando que no llegaría al día siguiente. Sin embargo, los médicos, con una pericia excepcional, lograron salvarle la vida, y tras una larga recuperación de casi dos meses, Emilio Oliva se reintegró a la vida taurina con una determinación sorprendente.
Bodas en la Cama de Hospital y su Asombrosa Recuperación
La milagrosa recuperación de Emilio Oliva sorprendió a todos. Su capacidad de resistencia y su deseo de seguir adelante con su carrera fueron inquebrantables. Apenas medio año después de la trágica cogida, Oliva volvió a enfrentarse a los toros. El 25 de abril de 1964, toreó en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, una de las plazas más prestigiosas del mundo. El resultado de aquella tarde fue un clamoroso éxito: Emilio Oliva salió a hombros por la Puerta del Príncipe después de cortar tres orejas. Esta victoria no solo marcó su regreso triunfal a los ruedos, sino que también confirmó su lugar como uno de los toreros más valientes y prometedores de su generación.
Después de este espectacular regreso, Oliva continuó toreando en importantes plazas, y a medida que pasaban los años, su nombre se consolidaba en el panorama taurino. En 1965 y 1966, continuó aumentando su número de corridas, con una temporada 1966 en la que llegó a torear un total de 26 festejos, su máximo de toda su carrera. Aunque su protagonismo en los carteles crecía, su camino no estuvo exento de nuevos desafíos. Cada vez que parecía haber superado un obstáculo, el destino le presentaba otro. Sin embargo, la capacidad de Oliva para sobreponerse a las adversidades era notable, y su figura seguía creciendo.
Picos y Valles en la Carrera de Emilio Oliva
En 1967, Emilio Oliva alcanzó uno de los momentos más culminantes de su carrera al cortar las dos orejas en la plaza de Las Ventas, en Madrid, durante un festejo celebrado el 18 de julio. Este éxito supuso una gran consagración en la plaza más exigente de todas. El torero chiclanero estaba en su mejor momento, pero la sombra de los peligros del toreo acechaba constantemente.
El 7 de abril de 1968, durante una corrida en Madrid, Emilio Oliva sufrió una cornada en el pecho que, nuevamente, puso en riesgo su vida. Esta nueva herida, que llegó en un momento clave de su carrera, marcó el principio del fin para el torero. A pesar de la gravedad de la lesión, la pasión de Oliva por el toreo no desapareció, y continuó toreando, aunque ya no con la misma frecuencia ni con la misma intensidad de años anteriores.
La Decadencia de su Carrera y la Retirada
A lo largo de los años siguientes, la salud de Emilio Oliva sufrió las secuelas de las múltiples cogidas que había sufrido en su carrera. Su rendimiento en los ruedos empezó a declinar, y con ello, su presencia en las grandes plazas fue reduciéndose. En 1972, después de haberse vestido de luces en solo dos ocasiones durante esa temporada, Emilio Oliva decidió retirarse oficialmente de los ruedos. La decisión de poner fin a su carrera profesional no fue fácil, pero el torero entendió que era el momento de dar un paso atrás, especialmente después de tantos años de sacrificios y de haber sufrido numerosos percances.
A pesar de su retirada, Emilio Oliva continuó vinculado al mundo del toreo. Participó en varios festivales taurinos, como el que se celebró en Chiclana en 1974 en su honor, y siguió de cerca las trayectorias de sus hijos, Emilio, David y Abel Oliva Baró, quienes también se adentraron en el mundo taurino y continuaron el legado familiar.
El Legado de Emilio Oliva: El Chamaco de Chiclana
El legado de El Chamaco de Chiclana no solo se mide por los triunfos obtenidos en el ruedo, sino también por la huella que dejó en la historia del toreo. Su valentía, su arrojo y su capacidad para superar las adversidades se convirtieron en símbolos de lo que debe ser un verdadero torero. A lo largo de su carrera, Emilio Oliva demostró que el valor no solo se mide por la destreza con el capote o la espada, sino por la fortaleza interior para enfrentarse a los desafíos más duros.
Además, la familia Oliva continúa ligada a la tauromaquia, con sus hijos siguiendo los pasos de su padre y manteniendo vivo el apellido en los carteles taurinos. El Chamaco de Chiclana no solo fue un matador de toros, sino un referente de la cultura taurina, cuyo espíritu sigue vivo tanto en los ruedos como en la memoria de los aficionados.
MCN Biografías, 2025. "EmilioOliva Tornell (1938–VVVV): El Chamaco de Chiclana, la Leyenda que Dejó Su Huella en el Toreo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/oliva-tornell-emilio [consulta: 18 de octubre de 2025].