Esquiaqui, Domingo (1740-1820). El ingeniero que transformó Bogotá en el siglo XVIII

Domingo Esquiaqui, nacido en Nápoles en 1740 y fallecido en Bogotá en 1820, fue un ingeniero italiano que dejó una huella indeleble en el desarrollo urbano de la ciudad de Bogotá a fines del siglo XVIII. Con una carrera marcada por su dedicación a las obras públicas y la infraestructura de la capital del Virreinato de la Nueva Granada, su legado se encuentra plasmado en algunas de las construcciones más emblemáticas de la época. A través de su trabajo, Esquiaqui se consolidó como una figura clave en la historia de la ingeniería colombiana, realizando intervenciones cruciales en la arquitectura y la urbanización de la ciudad.

Orígenes y contexto histórico

Domingo Esquiaqui nació en Nápoles, Italia, en 1740. Su formación como ingeniero y su vinculación con el Ejército español lo llevaron a embarcarse en una carrera que lo llevaría al continente americano. Ingresó al Ejército español, donde alcanzó el rango de teniente coronel de Artillería, lo que le permitió adquirir experiencia en labores relacionadas con la construcción y la ingeniería. En su paso por el Ejército, fue destinado al Nuevo Reino de Granada, territorio que hoy corresponde a Colombia.

Su llegada a la Nueva Granada se produjo durante el gobierno del virrey Antonio Caballero y Góngora (1782-1789), quien fue responsable de las reformas y transformaciones que marcaron el período de su mandato. La carrera de Esquiaqui en la región comenzó con una intervención crucial: el 26 de mayo de 1786, participó en el combate contra el incendio del palacio virreinal en Bogotá, una de las catástrofes más importantes de la época. Este evento marcó el inicio de su vinculación con el gobierno virreinal y la administración de obras públicas en Bogotá.

Logros y contribuciones

Desde su llegada a Bogotá, Esquiaqui se convirtió en una figura clave en la realización de algunas de las obras más significativas de la ciudad. Su labor como arquitecto y constructor fue fundamental para la reconstrucción de los edificios destruidos por el terremoto de 1785, como las torres de El Rosario, la Tercera, San Francisco y la catedral. Este terremoto, que afectó profundamente la infraestructura de la ciudad, dejó grandes huellas en Bogotá, y Esquiaqui se encargó de la demolición de las estructuras dañadas y la reparación de las que aún eran funcionales. El trabajo de restauración incluyó la adición de refuerzos de madera a algunas de las iglesias y edificios más importantes de la ciudad.

En la misma línea, Esquiaqui desempeñó un papel fundamental en la reconstrucción de la catedral y la restauración de los edificios cercanos al palacio virreinal, los cuales también resultaron gravemente afectados por el incendio del 26 de mayo de 1786. Gracias a su intervención, varios de estos edificios recuperaron su estructura y funcionalidad.

Además de la restauración de la infraestructura dañada, Esquiaqui fue responsable de varios proyectos de nueva construcción en la ciudad. El virrey Gil y Lemos (1789) le encargó la realización de varios proyectos, entre ellos la construcción de un nuevo cementerio en La Pepita, después de que la cédula real de 1787 prohibiera los enterramientos dentro de los templos. Este cementerio marcó un importante paso en la modernización de la ciudad, al igual que la creación de un plano detallado de Bogotá en 1791 por orden del virrey Ezpeleta (1789-1797). Este plano, aunque solo se conserva una copia, representaba un paso significativo hacia una planificación urbana más organizada para la capital del virreinato.

Esquiaqui también participó en la construcción del teatro de Bogotá, inaugurado el 7 de octubre de 1793, que fue uno de los principales centros de cultura y entretenimiento de la ciudad en su época. Otro de sus logros fue la dirección de la construcción de la fachada de la casa para las oficinas de Hacienda y Aduanas, un proyecto clave en la administración colonial.

Momentos clave

A lo largo de su carrera, Esquiaqui ejecutó importantes proyectos de ingeniería, destacándose especialmente dos obras trascendentales: el puente de los Micos y el puente del Común. El primero se construyó sobre el río Serrezuela en el antiguo camino hacia el occidente, mientras que el segundo se erigió sobre el río Funza o Bogotá, cerca de Chiquinquirá. Este último puente, mandado a construir por el virrey Ezpeleta, fue una de las infraestructuras más costosas de la época, con una inversión que alcanzó los cien mil pesos. El puente del Común fue inaugurado el 31 de diciembre de 1792 y se convirtió en la salida principal hacia el norte de Bogotá durante muchos años, siendo una de las arterias más importantes para el comercio y el transporte.

Uno de los proyectos que Esquiaqui no pudo llevar a cabo, aunque sí diseñó, fue la construcción de una vía del camino del Norte, que iba desde San Diego hasta el cerro Torquita, y desde allí hasta el nuevo puente del Común. Este proyecto, que Esquiaqui calculó en 4.000 pesos, nunca fue completado debido a las dificultades económicas y a la posterior irrupción de la revolución independentista, que interrumpió la ejecución de las obras. Sin embargo, los planos que elaboró siguen siendo un testimonio de su visión de modernización para la región.

Relevancia actual

El legado de Domingo Esquiaqui se extiende más allá de las obras físicas que dejó en Bogotá. A través de su trabajo, contribuyó al desarrollo urbano y arquitectónico de una ciudad que estaba en plena transformación durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX. Su contribución a la ingeniería colombiana no solo se limita a las construcciones que llevó a cabo, sino también a la forma en que sus proyectos sentaron las bases para la modernización de la infraestructura del país.

A lo largo de su vida, Esquiaqui fue un testigo cercano de los cambios históricos que se produjeron en la región, incluyendo el movimiento de independencia. A pesar de sus orígenes europeos, se unió a la causa patriota durante el estallido del movimiento independentista de 1810, lo que le permitió vivir el triunfo de Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá y ver el cambio de rumbo en la historia de la región.

Al final de su vida, ya octogenario, Esquiaqui murió en Bogotá en 1820, un año que marcó el fin de una era para el Virreinato de la Nueva Granada y el inicio de una nueva etapa para Colombia. Su legado perduró a través de las obras que transformaron la ciudad y que siguen siendo una referencia clave en la historia de la ingeniería y la arquitectura colombiana.

Bibliografía

BATEMAN, A. D.
Páginas para la Historia de la Ingeniería Colombiana.
Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, 1972.

ORTIZ, S. E.
Nuevo Reino de Granada. El Virreinato.
Bogotá, Historia Extensa de Colombia, 1970.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Esquiaqui, Domingo (1740-1820). El ingeniero que transformó Bogotá en el siglo XVIII". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/esquiaqui-domingo [consulta: 28 de septiembre de 2025].