María Enriqueta Camarillo de Pereyra (1872–1968): La Voz Literaria que Cruzó Fronteras
Orígenes y Formación (1872–1898)
María Enriqueta Camarillo nació en 1872, en un México profundamente marcado por el Porfiriato, una etapa de transformación política y social bajo el largo mandato de Porfirio Díaz. Durante este período, el país experimentó avances en infraestructura y crecimiento económico, especialmente con la construcción de ferrocarriles y la inversión extranjera. No obstante, este progreso se alcanzó a costa de una notable desigualdad social y la represión de las clases populares, que culminaron en la Revolución Mexicana a principios del siglo XX.
La sociedad mexicana de la época estaba claramente estratificada. La alta burguesía, a la que pertenecía la familia Camarillo, disfrutaba de privilegios y acceso a la educación y la cultura, mientras que la mayoría de la población carecía de estas oportunidades. El país vivía una relativa estabilidad política bajo el régimen de Díaz, aunque las tensiones sociales eran palpables, y el creciente descontento popular comenzaba a fermentarse en las ciudades y los campos.
María Enriqueta, nacida en Coatepec, Veracruz, en el seno de una familia acomodada, fue testigo de este México convulso y al mismo tiempo privilegiado. Esta contradicción en la que creció, entre el confort de la burguesía y los vientos de cambio que soplaban en la nación, influyó profundamente en su obra literaria, que reflejó tanto la realidad social de su tiempo como los conflictos internos de la autora.
Orígenes familiares y entorno cultural: Un hogar literario
María Enriqueta fue hija de Alejo Camarillo, un destacado político y miembro de la burguesía mexicana, y Dolores Roa Bárcena, quien, aunque no publicó su trabajo literario, cultivaba una profunda pasión por la escritura. Desde pequeña, María Enriqueta estuvo rodeada de un entorno cultural estimulante, marcado por tertulias literarias y conversaciones con figuras destacadas de la literatura mexicana. Uno de sus mayores referentes fue su tío, José María Roa Bárcena, escritor y crítico literario de la segunda mitad del siglo XIX. Roa Bárcena se distinguió por sus relatos breves, donde recreaba leyendas indígenas y elementos del folklore mexicano, lo cual tuvo una gran influencia en la visión literaria de María Enriqueta.
A pesar de estar rodeada de influencias literarias, la joven María Enriqueta creció en un contexto donde la educación formal era limitada para las mujeres de su estatus. Las familias adineradas de la época, como la suya, daban prioridad a la formación cultural básica, pero rara vez ofrecían una educación académica formal, especialmente en campos como las ciencias o las letras. Las niñas y jóvenes de la alta burguesía eran preparadas para roles tradicionales en el hogar, y su educación se centraba en habilidades que las prepararan para el matrimonio: piano, pintura, algo de literatura, y nociones elementales de idiomas.
A pesar de este limitado acceso a una formación formal, María Enriqueta recibió una educación autodidacta que le permitió forjar su camino en la literatura. De este modo, su entorno familiar, con sus valores de alto nivel cultural, y la influencia de su madre y su tío, configuraron su perfil como escritora en una época en la que pocas mujeres tenían acceso a las mismas oportunidades.
Formación académica: De Coatepec a Ciudad de México
A la edad de siete años, la vida de María Enriqueta dio un giro importante cuando su familia se mudó a Ciudad de México debido a que su padre fue elegido Diputado Federal. Este cambio representó un choque cultural para la joven, que había crecido en el medio rural de Coatepec, donde disfrutaba de una vida tranquila y rodeada de naturaleza. La transición a la capital del país, llena de agitación y dinamismo, fue difícil para la pequeña María Enriqueta, pero resultó ser fundamental para su desarrollo intelectual y cultural.
En Ciudad de México, María Enriqueta tuvo acceso a una educación más amplia y a una vida más rica en estímulos culturales. Se matriculó en el Conservatorio Nacional de Música, donde se formó como pianista, una disciplina que desempeñó un papel significativo en su vida. A lo largo de ocho años, obtuvo el título de Maestra de Piano en 1895, pero fue la literatura lo que realmente le apasionó. El acceso a bibliotecas y librerías en la capital, donde podía sumergirse en los grandes autores del momento, fue esencial para su desarrollo literario.
Su paso por el Conservatorio Nacional de Música también la conectó con otros círculos intelectuales y artísticos de la capital. Además, María Enriqueta tuvo la suerte de conocer a destacados poetas y escritores de la época, quienes influirían en su futuro literario. A través de sus lecturas y su participación en diversos círculos literarios, se adentró en el Modernismo, el movimiento artístico y literario que estaba en pleno auge en Latinoamérica durante las últimas décadas del siglo XIX. Este movimiento, que destacaba por su innovación estética y su rompimiento con las formas tradicionales, influyó en gran medida en sus primeros escritos.
Primeros años literarios: El nacimiento de una escritora
A principios de la década de 1890, María Enriqueta empezó a colaborar con diversos medios literarios de México. En 1894, publicó sus primeros poemas en el periódico El Universal bajo el seudónimo de Iván Moszkowski. Los elogios de la crítica y la aceptación del público motivaron a la joven escritora a seguir adelante con su carrera literaria. A los pocos meses, abandonó su pseudónimo y comenzó a firmar sus obras con su propio nombre, lo que la consolidó como una de las escritoras emergentes del país. Su estilo poético, influenciado por el Modernismo, se caracterizaba por un lenguaje refinado, melancólico y cargado de simbolismos.
En la capital, María Enriqueta también empezó a publicar en revistas literarias como la Revista Azul, la cual fue un espacio importante para la difusión del Modernismo en México. La revista contaba con la colaboración de escritores destacados como Rubén Darío, quien, al igual que Amado Nervo, influyó notablemente en el estilo de María Enriqueta. A través de esta publicación y otras, la joven escritora logró un reconocimiento creciente en los círculos literarios, tanto dentro de México como en el resto de Hispanoamérica.
Este período de su vida marcó el inicio de una carrera literaria prometedora. La incursión de María Enriqueta Camarillo en el ámbito literario fue, además, una señal de los cambios sociales que empezaban a vivirse en México. A pesar de las restricciones de su entorno familiar y social, ella logró abrirse paso en el mundo de la literatura, un ámbito históricamente dominado por hombres, y cimentó las bases de lo que sería una carrera literaria internacionalmente reconocida.
Desarrollo Profesional y Reconocimiento (1898–1910)
Matrimonio y vida en la Ciudad de México
En 1898, la vida de María Enriqueta Camarillo dio un giro significativo cuando contrajo matrimonio con Carlos Pereyra, un historiador e hispanista mexicano que ya destacaba en el ámbito intelectual de la época. Este matrimonio no solo unió a dos grandes figuras del pensamiento mexicano, sino que también marcó una nueva etapa en la vida de la escritora. Durante este tiempo, el matrimonio se sumió en una vida intelectual activa, llena de proyectos culturales y literarios. Pereyra, además de su carrera académica, era un hombre profundamente comprometido con la política cultural del Porfiriato, lo que permitió a María Enriqueta seguir desarrollándose en un ambiente propicio para la creación literaria.
Si bien su vida personal había cambiado con el matrimonio, su carrera profesional continuó su ascenso. La poeta y narradora ya era reconocida como una de las voces más importantes de la literatura mexicana, y su fama comenzó a traspasar fronteras. En la Ciudad de México, su presencia en los círculos literarios y su trabajo en diversas publicaciones continuaron consolidando su lugar en la historia literaria del país.
Logros y publicaciones tempranas
Durante este período, María Enriqueta se dedicó de manera intensa a la poesía. Publicó profusamente en los periódicos y revistas más importantes de la época, entre ellos El Universal, El Mundo Ilustrado, El Espectador y El Diario, consolidando su figura como una de las poetas más relevantes de su tiempo. Su estilo modernista, influido por la obra de autores como Rubén Darío y Amado Nervo, se destacó por su lenguaje simbólico, melancólico y de gran refinamiento estético. La crítica literaria elogió sus composiciones, que se caracterizaban por una profunda introspección y una relación cercana con la naturaleza, algo que también se reflejó en su vida personal, especialmente en los recuerdos idílicos de su infancia en Coatepec.
En 1902, publicó su primer poemario, Las consecuencias de un sueño, un libro que reafirmó su posición en el panorama literario mexicano. Esta obra se destacó por su tratamiento delicado y simbólico de los temas relacionados con el sueño, la introspección y la búsqueda de un sentido más profundo de la realidad. En 1908, siguió con la publicación de Rumores de mi huerto, otro poemario que continuó explorando los mismos temas, pero con un enfoque más maduro, que reflejaba su crecimiento como escritora y su evolución estética.
Además de su labor como poeta, María Enriqueta también comenzó a incursionar en la narración de cuentos breves, un género en el que logró un notable éxito. Sus relatos, llenos de simbolismo y de un fino sentido de lo cotidiano, le otorgaron reconocimiento más allá de las fronteras de México, y varios de sus textos fueron traducidos a otros idiomas. A lo largo de estos años, la escritora se rodeó de figuras clave de la literatura mexicana, y su nombre comenzó a ser mencionado junto a los grandes de la literatura hispanoamericana.
El impacto de la Revolución Mexicana en su vida y obra
Aunque María Enriqueta Camarillo estaba bien establecida en la vida literaria mexicana, el cambio histórico que significó la Revolución Mexicana en 1910 tuvo un impacto profundo en su vida personal y profesional. Su esposo, Carlos Pereyra, fue nombrado diplomático, lo que llevó a la pareja a mudarse al extranjero. Este éxodo fue, sin duda, un punto de inflexión para la escritora, que se encontraba en pleno auge creativo en su país natal. La Revolución Mexicana, con sus disturbios y conflictos, representó una ruptura con la estabilidad que ella había conocido, y en el contexto de estos cambios políticos y sociales, la escritura de María Enriqueta adquirió un matiz más introspectivo y distante de los acontecimientos nacionales.
El exilio, sin embargo, no hizo más que fortalecer su carrera literaria. En Cuba, donde el matrimonio Pereyra se instaló en 1910, María Enriqueta encontró nuevos horizontes literarios. Aunque el país caribeño no era tan grande en términos culturales como México, los círculos intelectuales cubanos le ofrecieron un espacio en el que pudo seguir cultivando su creatividad. Además, la presencia de destacados intelectuales en la isla, como los poetas y narradores modernistas, permitió que la escritora mexicana continuara su desarrollo literario sin perder el contacto con las tendencias literarias de la región.
«Rosas de infancia»: La obra que marcaría generaciones
Uno de los hitos más importantes de la vida literaria de María Enriqueta Camarillo ocurrió en 1914, cuando publicó su libro Rosas de infancia, una obra que marcaría un antes y un después en su carrera. El libro estaba dirigido al público infantil y buscaba introducir a los niños mexicanos al mundo de la lectura. La obra fue un éxito rotundo, tanto en México como en otros países de habla hispana. Durante varias décadas, Rosas de infancia fue uno de los libros más utilizados en las escuelas mexicanas, donde se convirtió en una lectura obligatoria que marcó a varias generaciones de mexicanos.
La obra, compuesta por relatos sencillos pero profundamente conmovedores, presentaba a los niños como protagonistas de historias cargadas de sensibilidad y reflexión sobre la vida, la naturaleza y los valores fundamentales. El hecho de que esta obra fuera tan exitosa demuestra no solo la destreza narrativa de María Enriqueta, sino también su profunda comprensión del mundo infantil y su capacidad para conectar con la juventud de su tiempo.
A lo largo de la década de 1910, la escritora continuó publicando relatos, artículos literarios y poemas, consolidándose como una de las figuras más respetadas en la literatura mexicana y latinoamericana. Su obra, marcada por una estética modernista y una visión introspectiva del ser humano, se fue adaptando y evolucionando conforme a las circunstancias de su vida personal y los cambios políticos y sociales de su entorno.
Exilio y Producción Literaria en Europa (1910–1936)
Exilio en Cuba y Washington: La escritora fuera de México
El cambio de residencia de María Enriqueta Camarillo a Cuba en 1910 marcó el inicio de una serie de traslados internacionales que definirían los siguientes años de su vida. Su esposo, Carlos Pereyra, había comenzado a desempeñar funciones diplomáticas para el gobierno mexicano, lo que llevó a la pareja a vivir fuera de México. Durante su estancia en Cuba, aunque la situación política en la isla era diferente de la que se vivía en México, la Revolución Mexicana continuaba afectando al país, lo que sin duda repercutía en la vida y las decisiones de los exiliados. A pesar de ello, María Enriqueta aprovechó la oportunidad para sumergirse en los círculos intelectuales cubanos y continuar con su carrera literaria.
En Cuba, el contacto con los escritores y poetas locales, muchos de los cuales también estaban influenciados por el Modernismo, enriqueció su producción literaria. No obstante, la estadía en la isla fue breve, ya que el siguiente destino del matrimonio Pereyra fue Washington, Estados Unidos, donde Carlos fue designado primer secretario de la Embajada de México. En la capital estadounidense, María Enriqueta continuó escribiendo y se dedicó a la producción de varios relatos y artículos literarios que fueron publicados en periódicos y revistas internacionales.
El periodo en Washington fue, en cierto modo, un interludio entre los viajes más largos que seguirían en Europa. A pesar de que el entorno diplomático no le ofreció la misma vitalidad literaria que había experimentado en Cuba, la escritora continuó en contacto con otros autores y seguía de cerca las tendencias literarias en Hispanoamérica y Europa. Sin embargo, lo que realmente marcaría un punto de inflexión en su vida sería su mudanza a Europa, que, aunque no la buscó, se convirtió en su nuevo hogar por varias décadas.
Mudanza a Europa: Bruselas, Lausana y la Primera Guerra Mundial
En 1911, el matrimonio Pereyra se trasladó a Bruselas, Bélgica, debido al nombramiento de Carlos como Ministro Plenipotenciario en ese país. A este traslado, que parecía prometedor desde el punto de vista diplomático, le siguió el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un conflicto que cambiaría el rumbo de la vida de muchos intelectuales europeos y latinoamericanos, entre ellos María Enriqueta.
Los primeros años en Bruselas fueron difíciles, especialmente cuando, en 1914, las tropas alemanas invadieron la ciudad. La situación política se volvió peligrosa, y la Embajada Mexicana quedó aislada de las decisiones del gobierno de México, afectado por la Revolución. Ante la creciente tensión, el matrimonio Pereyra se vio obligado a abandonar Bélgica y buscar refugio en Lausana, Suiza, un país neutral en el conflicto.
En Lausana, aunque las dificultades de vivir en un país neutral durante una guerra mundial no fueron menores, María Enriqueta encontró un entorno más tranquilo que el de Bruselas. Fue en este refugio suizo donde la escritora aprovechó el tiempo para seguir desarrollando su trabajo literario. En particular, la belleza de algunas ciudades europeas como Brujas y Ginebra sirvió como fuente de inspiración para sus relatos y poesías, que tomaron un tono más reflexivo y melancólico, acorde con la calma del paisaje europeo.
El vínculo con Rufino Blanco-Fombona y la Editorial América
La llegada a Europa también facilitó el encuentro de María Enriqueta con uno de los intelectuales más relevantes de la época: el escritor y editor venezolano Rufino Blanco-Fombona, quien se encontraba exiliado en Madrid debido a la situación política de su país. Blanco-Fombona había fundado la Editorial América en la capital española, y fue gracias a su relación con él que la escritora mexicana pudo acercarse a los círculos literarios de Madrid y encontrar una plataforma para la difusión de su obra.
En Madrid, tanto María Enriqueta como su esposo comenzaron a colaborar con Blanco-Fombona, quien les ofreció apoyo y oportunidades para la publicación de sus obras. Esta etapa resultó crucial para su consolidación como autora internacional, ya que, además de sus libros, María Enriqueta empezó a recibir reconocimientos importantes en el ámbito literario europeo. Fue a través de la Editorial América que muchos de sus libros, tanto narrativos como poéticos, fueron difundidos en España y otros países de Europa.
Éxito literario en España: La novela y el reconocimiento internacional
En 1918, María Enriqueta obtuvo un gran reconocimiento literario cuando su relato «La revelación de las ánforas» ganó el primer premio en un concurso convocado por la prestigiosa revista Blanco y Negro, una de las publicaciones más influyentes de la época. Este premio marcó un hito en su carrera, ya que le permitió ganar visibilidad en los círculos literarios españoles e internacionales. Aprovechando este éxito, la escritora publicó su primera novela, Mirlitón, el compañero de Juan (1918), a la que siguió Jirón del mundo (1919). Ambas obras fueron bien recibidas, y su estilo narrativo, que combinaba elementos de la novela modernista con la introspección psicológica, comenzó a llamar la atención de críticos y lectores en Europa.
Además de su obra de ficción, María Enriqueta continuó escribiendo poesía y narraciones breves, publicando textos en revistas literarias como Blanco y Negro y otras publicaciones europeas. Su capacidad para adaptarse a diversos géneros literarios y su dominio tanto de la prosa como de la poesía le aseguraron una posición destacada entre los escritores latinoamericanos de su época.
Reconocimiento en Europa y América Latina
A lo largo de la década de 1920, la escritora consolidó su carrera en España y recibió numerosos premios y distinciones internacionales. Su novela El secreto (1922) fue galardonada con el Premio a la Mejor Novela Extranjera en París, un reconocimiento que destacó su creciente reputación como una de las escritoras más importantes de habla hispana. Este éxito fue solo el comienzo de una serie de premios y nombramientos honoríficos que la autora recibiría en los años venideros. Fue durante este período cuando María Enriqueta comenzó a ser reconocida no solo en España, sino también en países como Portugal, donde fue nombrada Socia Correspondiente del Instituto Histórico del Miño en 1930.
Regreso a México y Últimos Años (1948–1968)
Regreso a México: Reconocimiento tardío y la adaptación a una nueva realidad
En 1948, tras más de tres décadas de vida en el exilio, María Enriqueta Camarillo regresó a su tierra natal, México, con un profundo sentimiento de añoranza por el país que había dejado atrás en 1910. El regreso fue motivado, en parte, por el deseo de llevar los restos de su esposo, Carlos Pereyra, quien había fallecido en 1942, y cuyo cuerpo descansaba en España. Sin embargo, la legislación española prohibía la exhumación de cadáveres hasta que no hubiera transcurrido un lustro desde el fallecimiento, lo que retrasó aún más su regreso definitivo a México.
Cuando finalmente pudo regresar, ya con 76 años de edad, fue recibida con gran entusiasmo por sus compatriotas, quienes la honraron como una figura literaria emblemática. En México, se multiplicaron los homenajes y reconocimientos en su honor, y su nombre comenzó a ser sinónimo de literatura de calidad, no solo dentro del ámbito mexicano, sino también en el ámbito internacional. A pesar de su avanzada edad, María Enriqueta siguió colaborando en diversos periódicos y revistas, tanto en México como en Estados Unidos, donde continuó publicando artículos y colaboraciones literarias, consolidándose como una autora que ya había dejado una marca indeleble en la historia literaria de Hispanoamérica.
En este regreso a México, las muestras de admiración por su obra se vieron reflejadas en homenajes de diferentes instituciones culturales, y varios espacios públicos y escuelas fueron nombrados en su honor. Sin embargo, a pesar de la recepción positiva de sus compatriotas, la escritora vivió sus últimos años con una creciente sensación de olvido. El furor que había acompañado su retorno terminó desvaneciéndose con el tiempo, y la escritora, que había sido una figura prominente en los círculos literarios internacionales, pasó a ser una figura más del pasado. A pesar de ser nombrada Hija Predilecta de su ciudad natal, Coatepec, y recibir otros reconocimientos, la autora de Rosas de infancia experimentó una creciente precariedad económica.
Últimas publicaciones y vida en la vejez
Durante sus últimos años, María Enriqueta continuó trabajando en la literatura, aunque de manera más esporádica. Su producción disminuyó considerablemente, pero aún alcanzó a publicar algunos libros de gran valor. Entre las obras que publicó en la década de 1930 se encuentran Brujas, Lisboa, Madrid (1930), una crónica de viajes en la que relataba sus experiencias en Europa; y Del tapiz de mi vida (1931), un volumen autobiográfico que ofreció a sus lectores una visión más personal de su vida y su carrera literaria.
Además, su producción poética siguió siendo relevante durante estos años, aunque de manera más limitada. Publicó Rincones románticos (1922), Álbum sentimental (1926) y Poemas del campo (1935), libros que reflejan su estado emocional en ese entonces, un estado marcado por el desencanto de los últimos años de la vida y la distancia con sus años de mayor creatividad y éxito. Sin embargo, en sus textos más recientes se percibe un regreso a la reflexión y la nostalgia, dos características que definieron buena parte de su obra poética y narrativa.
Desgaste personal y económico: Un final solitario
A pesar de la admiración que la rodeó al final de su vida, María Enriqueta vivió sus últimos años en la más absoluta soledad. Durante la década de 1940 y principios de 1950, las autoridades mexicanas y las instituciones culturales le brindaron diversos reconocimientos, pero estos no fueron suficientes para mitigar la difícil situación económica que vivió la escritora en sus últimos años. La pensión vitalicia que el gobierno mexicano le concedió en reconocimiento a su trayectoria literaria no bastó para cubrir sus necesidades, y la autora se vio sumida en la pobreza. El silencio de sus compatriotas ante su situación, sumado a la falta de apoyo institucional en sus últimos años, condenó a María Enriqueta al olvido, a pesar de los méritos y la huella que dejó en la literatura mexicana e internacional.
El deterioro físico y la soledad fueron los compañeros de sus últimos días. En el umbral de sus 100 años, María Enriqueta Camarillo murió en Ciudad de México en 1968. Su fallecimiento pasó casi desapercibido para la mayoría de la sociedad mexicana, un final triste para una autora que, durante décadas, había sido una figura fundamental en las letras hispanoamericanas.
Legado y recuerdo: El olvido y la revalorización tardía
A pesar de haber sido reconocida como una de las grandes escritoras del México moderno, la figura de María Enriqueta Camarillo sufrió una desaparición paulatina de la memoria pública. Si bien sus obras, especialmente sus relatos y sus libros de literatura infantil, dejaron una marca importante en generaciones de lectores, el paso del tiempo ha oscurecido su memoria. Sin embargo, en años recientes, ha comenzado a revalorarse su figura dentro del contexto de la literatura femenina latinoamericana y la literatura modernista.
En la actualidad, la obra de María Enriqueta Camarillo se reconoce como parte esencial de la historia literaria de México y de Hispanoamérica, especialmente en el contexto de la literatura infantil y la prosa modernista. El legado que dejó, marcado por la belleza de su lenguaje, la profundidad de su visión y su habilidad para conectar con los lectores más jóvenes, sigue siendo una referencia para aquellos interesados en el estudio de las letras mexicanas del siglo XIX y XX.
MCN Biografías, 2025. "María Enriqueta Camarillo de Pereyra (1872–1968): La Voz Literaria que Cruzó Fronteras". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/camarillo-y-roa-maria-enriqueta [consulta: 29 de septiembre de 2025].