Pedro de Alcántara Téllez Girón y Guzmán, Duque de Osuna (1574–1624): Nobleza, Ambición y Caída en la Historia de España
Introducción: El Duque de Osuna en el contexto histórico
Pedro de Alcántara Téllez Girón y Guzmán, conocido como el Duque de Osuna, fue una figura clave en la nobleza española de finales del siglo XVI y principios del XVII. Nació en Osuna, Sevilla, el 17 de diciembre de 1574, en una familia de alto rango. Su vida estuvo marcada por sus ambiciones personales, su importante rol como virrey en Sicilia y Nápoles, y su posterior caída en desgracia, un reflejo de los complejos juegos políticos de la España de los Austrias.
Su historia se desarrolla en un contexto europeo convulso, en pleno auge de los Habsburgo en España, cuando las monarquías europeas competían por el poder, tanto en el campo de batalla como en el ámbito diplomático. La España de Felipe III, su reinado bajo la tutela del valido Duque de Lerma, y los crecientes conflictos con potencias como el Imperio Otomano y las repúblicas italianas, ofrecen el trasfondo perfecto para comprender la importancia y las tragedias de esta figura histórica.
A lo largo de su vida, Osuna fue conocido por su valía militar, su astucia política, y sobre todo, por su ambición, que lo llevó a ganar y perder importantes posiciones de poder. El Duque de Osuna fue, sin duda, uno de los personajes más complejos de su época, cuyos logros y errores reflejan las contradicciones de un período histórico cargado de rivalidades, guerra y lucha por el poder.
1. Orígenes y formación de un joven noble
1.1. Familia y primeros años
Pedro de Alcántara Téllez Girón y Guzmán nació en el seno de una familia de la alta nobleza sevillana. Su padre, Juan Téllez Girón, fue el primer marqués de Peñafiel y el segundo duque de Osuna, un título que Pedro heredaría después de su muerte. Su madre, Ana María de Velasco, pertenecía a una rama de la nobleza castellana, lo que proporcionó a Pedro un sólido linaje de prestigio. Sin embargo, la temprana muerte de su madre dejó una marca en su vida, llevándose la figura materna cuando él apenas era un niño.
A la edad de cuatro años, Pedro se trasladó a Nápoles junto a su padre, quien desempeñaba allí el cargo de virrey. Durante su estancia en la ciudad italiana, su abuelo, el primer duque de Osuna, tuvo un papel crucial en su formación. Además de la influencia directa de su familia, la educación de Pedro estuvo a cargo del prestigioso humanista italiano Andrés Savone, quien le enseñó latín y otras disciplinas clásicas. Pronto se destacó por su impresionante memoria, que le permitió aprender rápidamente y destacarse entre sus contemporáneos.
Un episodio famoso de su juventud ocurrió en 1585, cuando Pedro, con apenas diez años, demostró su prodigiosa memoria. Durante un sermón del fraile franciscano, el joven Téllez Girón logró memorizar la totalidad de la predicación y, al día siguiente, sorprendió al mismo fraile al recitar su sermón palabra por palabra, lo que dejó una gran impresión en los asistentes. Este talento no pasó desapercibido para su familia, quienes vieron en él una mente prodigiosa destinada a grandes logros.
1.2. Formación intelectual y personal
A pesar de su inclinación hacia las letras y el estudio, Pedro de Alcántara Téllez Girón también demostró un carácter impulsivo y aventurero que se apartaba de las estrictas normas de la nobleza. Cuando su abuelo, el primer duque de Osuna, falleció en 1590, Pedro pasó a ser tutelado por su padre, quien carecía de la misma capacidad de liderazgo que su progenitor. El joven, lejos de centrarse en los estudios o en las actividades propias de la nobleza, comenzó a involucrarse en escándalos y comportamientos desordenados.
En su juventud, la vida de Pedro fue una mezcla de brillantes momentos de intelecto y actitudes rebeldes que lo alejaron de la imagen ideal del noble. Se le asoció con las fiestas, los juegos y las bromas, así como con un carácter audaz, a veces hasta temerario. Esta actitud le permitió formar una leyenda entre la aristocracia sevillana, una fama que se consolidó a través de la comedia Las mocedades del duque de Osuna, escrita por Cristóbal de Monroy y Silva, que recogió sus andanzas juveniles.
A pesar de sus escándalos, en 1593 contrajo matrimonio con Catalina Enríquez de Ribera, hija de la noble familia de los duques de Uceda, lo que consolidó aún más su posición en la nobleza española. Sin embargo, su comportamiento no cambió, y en 1595, a los 21 años, fue desterrado de Sevilla debido a sus frecuentes altercados con otros nobles. Aunque se refugió en la Puebla de Cazalla, los escándalos no cesaron, y en 1600 fue encarcelado en Arévalo, lo que marcó un punto bajo en su vida.
2. Ascenso a la nobleza y primeras responsabilidades
2.1. Carrera militar y primeros éxitos
A pesar de su juventud turbulenta y las múltiples excentricidades que caracterizaban su vida, Pedro de Alcántara Téllez Girón dio un giro significativo hacia una carrera militar que cambiaría el rumbo de su vida. Tras ser liberado de sus años de destierro y encarcelamiento, el joven Osuna se unió a las fuerzas del archiduque Alberto, un líder militar de los Países Bajos. Al principio, se alistó como soldado raso, en un puesto humilde, pero su determinación y su carácter audaz pronto lo catapultaron a la cima.
El Duque de Osuna demostró ser un soldado disciplinado y valiente. En los campos de batalla de Flandes, durante la Guerra de los Ochenta Años, fue reconocido por su valentía, llegando incluso a recibir una grave herida de arcabuz, un testimonio de la ferocidad con la que se enfrentaba a sus enemigos. Su capacidad para inspirar respeto entre sus compañeros fue puesta a prueba en varias ocasiones, particularmente durante uno de los más dramáticos episodios de su carrera. En medio de una rebelión en el campamento, donde se produjeron motines entre las tropas, Pedro, sin temor, se enfrentó solo a los sublevados y logró sofocar la insurrección, lo que le valió una promoción a comandante de caballería.
A lo largo de su tiempo en Flandes, Téllez Girón fue ascendido gradualmente y se ganó una reputación de firmeza y coraje. Sus victorias en el campo de batalla, junto con su habilidad para mantener a las tropas en orden, no pasaron desapercibidas. En reconocimiento a sus méritos, el rey Felipe III lo nombró virrey de Sicilia en 1610. A esta posición llegó después de haber hecho una sólida carrera militar y haber adquirido la confianza de la corte española. Sin embargo, no solo fue su éxito en las batallas lo que le permitió ascender, sino también sus conexiones con figuras influyentes, como su suegro, el Duque de Uceda, y el propio valido del rey, el Duque de Lerma, quienes desempeñaron un papel decisivo en su nombramiento.
2.2. Nombramiento como virrey de Sicilia
En 1611, Pedro de Alcántara Téllez Girón asumió el virreinato de Sicilia, un territorio estratégico para la corona española. Desde el principio de su mandato, el Duque de Osuna demostró un liderazgo eficaz, tanto en la administración política como en la organización militar. Su gobernanza en la isla fue altamente apreciada, incluso por sus detractores en la corte española. Se le reconoció por su habilidad para restaurar el orden en Sicilia, que había sido golpeada por las incursiones de corsarios y la amenaza constante del Imperio Otomano en el Mediterráneo.
Una de sus primeras medidas fue inspeccionar y reforzar la flota de galeras que defendía las costas sicilianas. Al realizar una inspección en los astilleros, descubrió varias galeras en mal estado y ordenó su reparación inmediata. Bajo su liderazgo, la flota de Sicilia se convirtió en una fuerza formidable que logró repeler con éxito los ataques enemigos. Además, en su mandato se consiguió erradicar la amenaza de los corsarios turcos, quienes operaban con impunidad en el Mediterráneo.
En el campo terrestre, el Duque de Osuna también fue efectivo. Organizó una serie de reformas en la infantería y envió refuerzos a la región del Piamonte, donde la monarquía española luchaba contra las tropas francesas y los sabaudianos. Este apoyo a las campañas italianas reforzó aún más su imagen como un líder militar de gran capacidad. Además, Osuna se mostró preocupado por la economía de la isla y puso en marcha medidas para frenar la circulación de moneda falsa, un problema recurrente en Sicilia en ese entonces.
Su éxito en Sicilia fue tan notable que el Parlamento de la isla le concedió una serie de donativos y elogios por su eficiente gobierno. Se decía que tanto el rey Felipe III como los miembros del Consejo de Italia reconocían su destreza como gobernante y comandante militar. Estos logros consolidaron la figura de Pedro de Alcántara Téllez Girón como uno de los virreyes más destacados de su tiempo.
3. El virreinato de Nápoles y la consolidación de poder
3.1. El ascenso a virrey de Nápoles
El ascenso de Pedro de Alcántara Téllez Girón a virrey de Nápoles fue la culminación de su exitosa carrera en Sicilia, pero también el resultado de intrincadas maniobras políticas. Tras el éxito de su gobierno en Sicilia, Osuna ganó la confianza de la corte de Madrid, lo que le permitió aspirar a un cargo aún más prestigioso. En 1615, el Duque de Osuna fue nombrado virrey de Nápoles por el rey Felipe III, gracias en gran parte a las recomendaciones de su suegro, el Duque de Uceda, y de su amigo cercano, el poeta Francisco de Quevedo, quien se convirtió en su secretario personal.
Aunque Pedro de Alcántara había alcanzado el máximo honor que podía obtener un noble al ser nombrado virrey, no fue un ascenso inmediato. Debido a una antigua herida de arcabuz recibida durante su tiempo en los Países Bajos, Osuna retrasó su llegada a Nápoles y no asumió formalmente su nuevo cargo hasta principios de 1616. Este retraso no minó la expectación que su nombramiento había generado en la población napolitana, que esperaba que el nuevo virrey fuera tan eficiente y popular como lo había sido en Sicilia.
A su llegada a Nápoles, Pedro de Alcántara encontró una ciudad llena de expectativas, y a pesar de los conflictos internos, el pueblo napolitano acogió con esperanza a su nuevo líder. La fama que Osuna había ganado en Sicilia, especialmente por su valentía y capacidad para restaurar el orden, le precedía. Los napolitanos esperaban que él fuera capaz de resolver sus propios problemas, como las tensiones entre la nobleza local y la creciente amenaza de los corsarios turcos, que afectaban la seguridad de la ciudad.
3.2. Reformas y estrategias de gobierno
Una de las primeras acciones de Osuna en Nápoles fue reforzar la armada local, que se había visto deteriorada en los últimos años debido a la falta de recursos y la creciente amenaza otomana. Tal como hizo en Sicilia, el Duque de Osuna impulsó la construcción de nuevos galeones, que hasta ese momento no se utilizaban habitualmente en el Mediterráneo. Estos galeones le dieron una ventaja decisiva al enfrentar las flotas venecianas y las incursiones turcas, asegurando la supremacía española en la región.
Osuna también demostró gran habilidad diplomática al establecer alianzas estratégicas con otros gobiernos italianos. Mantuvo contactos estrechos con el marqués de Villafranca, gobernador de Milán, y el marqués de Bedmar, embajador en Venecia. A través de estos contactos, Osuna intentó consolidar el dominio español sobre Italia, aprovechando la debilidad de las repúblicas italianas y la creciente rivalidad con Venecia. Además, a través de su intervención en los asuntos italianos, el Duque de Osuna buscó frenar la influencia veneciana, que estaba aliada con los Países Bajos rebeldes.
Una de las características más destacadas del gobierno de Osuna en Nápoles fue su enfoque en la justicia y el orden. No se limitó a delegar las funciones judiciales, sino que él mismo se encargaba de supervisar el funcionamiento de los tribunales, asegurándose de que se impartiera justicia de manera rápida y eficiente. Era conocido por recorrer las calles de Nápoles para escuchar las quejas de la gente, y sus visitas a las cárceles para verificar las condiciones de los prisioneros se convirtieron en una práctica habitual.
Gracias a estas reformas y a su cercanía con el pueblo, el Duque de Osuna gozó de un considerable respeto y popularidad entre la población napolitana. No obstante, las tensiones internas de la nobleza local y las conspiraciones de sus rivales en la corte de Madrid comenzaron a hacer mella en su gobierno. Aunque en un principio la situación parecía prometedora, los enemigos de Osuna, tanto en Italia como en España, no tardaron en hacerle frente, lo que marcaría el principio de su caída.
4. Caída en desgracia y últimos años
4.1. El ascenso de Olivares y la caída de Osuna
La caída en desgracia de Pedro de Alcántara Téllez Girón comenzó con la muerte de Felipe III en 1621. La llegada al trono de su hijo, Felipe IV, marcó un cambio significativo en la política de la corte española. Con Felipe IV también llegó al poder un nuevo valido: el conde-duque de Olivares, un hombre ambicioso que pronto se convirtió en la figura más influyente de la corte. Olivares, a diferencia de su predecesor, no tenía afinidades con Osuna y, de hecho, veía en su creciente popularidad un desafío a su propio poder.
En cuanto Felipe IV asumió el poder, el conde-duque de Olivares se propuso consolidar su influencia política y eliminar a aquellos que pudieran representar una amenaza para su posición. Esto incluyó a figuras como el Duque de Osuna, quien, debido a su destacado gobierno en Sicilia y Nápoles, gozaba de gran prestigio tanto en la corte como entre las clases altas de la sociedad. Olivares, temeroso de que Osuna pudiera convertirse en un rival político, inició una campaña para desprestigiarlo.
En 1620, Osuna regresó a España tras su mandato en Nápoles, con la intención de justificar sus decisiones y aclarar cualquier malentendido sobre su gobierno. Sin embargo, su llegada coincidió con la consolidación del poder de Olivares, quien rápidamente lo acusó de gastos ostentosos y corrupción, basándose en la ostentación de riquezas que tanto él como su esposa, descendiente de Hernán Cortés, habían mostrado. Los cargos de malversación de fondos y de lujo excesivo fueron presentados como pruebas de la ineptitud de Osuna para gobernar. A pesar de la falta de pruebas claras, Olivares usó estos cargos como excusa para atacar a su rival.
4.2. El proceso y la muerte
El Duque de Osuna no respondió con la misma astucia que había demostrado en sus años de poder. En lugar de defenderse activamente de las acusaciones, optó por una postura desafiante, convencido de que sus servicios a la Corona y su honor personal bastaban para limpiar su nombre. Esta falta de defensa activa fue malinterpretada por sus jueces y, en última instancia, fue vista como un signo de culpabilidad. Fue arrestado y encarcelado en la fortaleza de la Alameda, en Madrid, a principios de 1621, mientras el conde-duque de Olivares preparaba su caída definitiva.
Su encarcelamiento fue una gran sorpresa para la opinión pública. Muchos en la corte y fuera de ella se mostraron sorprendidos por la rapidez con la que Olivares había logrado despojar al Duque de Osuna de su poder. No se tuvieron en cuenta sus brillantes servicios en Italia ni la apreciación que muchos tenían de su gobierno. Su esposa, la duquesa de Osuna, se trasladó a la corte para intentar defender a su marido, entregando al rey un memorial en su favor. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la duquesa y de varios defensores, Osuna continuó siendo víctima de la campaña de desprestigio organizada por Olivares.
Durante su encarcelamiento, Osuna sufrió severos problemas de salud, agravados por las duras condiciones de prisión. Fue trasladado a la casa de Don Íñigo de Cárdenas, en las afueras de Madrid, donde su salud mejoró levemente, solo para ser reincarcelado posteriormente. El estrés y las enfermedades lo debilitaron considerablemente, y, finalmente, el 25 de septiembre de 1624, Pedro de Alcántara Téllez Girón y Guzmán murió en su prisión, víctima de la gota y otras complicaciones derivadas de su encarcelamiento.
Pocos días después de su muerte, el rey Felipe IV, que hasta entonces había estado distanciado de los problemas de Osuna, escribió una carta de condolencia a su hijo, lo que revelaba la hipocresía del poder. Por otro lado, su fiel amigo Francisco de Quevedo, quien había sido su secretario personal, le dedicó cuatro sonetos fúnebres, una muestra del cariño y respeto que sentía por él.
MCN Biografías, 2025. "Pedro de Alcántara Téllez Girón y Guzmán, Duque de Osuna (1574–1624): Nobleza, Ambición y Caída en la Historia de España". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/alcantara-tellez-giron-y-guzman-pedro-de-duque-de-osuna [consulta: 16 de octubre de 2025].