Nicolás Achúcarro y Lund (1880-1918): Pionero de la neuropsiquiatría en España
Nicolás Achúcarro y Lund (1880-1918) ocupa un lugar de honor en la historia de la medicina española. Médico bilbaíno, investigador apasionado y pionero de la neuropsiquiatría, desarrolló una carrera brillante que, aunque truncada prematuramente a los 38 años, dejó una huella duradera en la neurociencia internacional. Su vida académica y profesional estuvo marcada por el contacto directo con grandes figuras de la ciencia europea como Santiago Ramón y Cajal, Emil Kraepelin y Alois Alzheimer. Además, supo integrar la tradición científica española con los avances más modernos de la medicina alemana y francesa, lo que lo convirtió en un investigador de referencia en su época.
Orígenes y entorno familiar
Bilbao, cuna de un futuro científico
Nicolás Achúcarro nació en Bilbao en 1880, en el seno de una familia intelectual que fomentó su educación desde los primeros años. La capital vizcaína, en plena transformación industrial y cultural, ofrecía un ambiente propicio para el surgimiento de figuras con inquietudes académicas y científicas.
La familia Achúcarro valoraba el estudio y el cultivo de las ideas, un factor decisivo en la posterior trayectoria del joven Nicolás. Desde su infancia mostró inclinaciones hacia el conocimiento científico y literario, rasgos que se reforzaron con su paso por instituciones educativas de prestigio.
Formación escolar y el magisterio de Unamuno
Su primera etapa académica transcurrió en el Instituto Vizcaíno de Bilbao, donde recibió una formación humanista y científica de calidad. Allí tuvo como profesor a Miguel de Unamuno, uno de los grandes intelectuales de la época, que lo marcó con su espíritu crítico y su visión profunda de la cultura. Esta influencia temprana le otorgó una mirada amplia y reflexiva que mantendría a lo largo de su vida.
Posteriormente, completó estudios en el Gymnasium de Wiesbaden (Alemania). Esta experiencia internacional fue fundamental, no solo por el perfeccionamiento del idioma alemán, sino también porque le permitió entrar en contacto directo con la tradición científica centroeuropea, en la que se gestaban avances decisivos en medicina, neurología y psiquiatría.
Estudios universitarios en Madrid
Ingreso en la Universidad de Madrid
En 1897, Achúcarro se trasladó a la capital española para iniciar la carrera de Medicina en la Universidad de Madrid. En esta etapa entró en contacto con algunos de los principales científicos del país:
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Santiago Ramón y Cajal, profesor de histología y figura ya reconocida por sus descubrimientos en neurociencia.
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Federico Olóriz, especialista en anatomía, bajo cuya dirección Achúcarro destacó en el estudio de la morfología.
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José Gómez Ocaña, catedrático de fisiología, que lo introdujo en la experimentación y despertó su interés por el funcionalismo endocrino.
Primeras inclinaciones científicas
Aunque su relación con Cajal en esos años iniciales fue limitada, Achúcarro encontró en Gómez Ocaña un mentor cercano. En su laboratorio comenzó a experimentar y a interesarse por la fisiología, sentando las bases de su posterior orientación hacia la investigación neuropsiquiátrica.
Durante su paso por la universidad, Achúcarro obtuvo diversos premios en anatomía gracias a sus brillantes resultados académicos. Estas distinciones evidencian su temprana capacidad para el análisis detallado y la observación rigurosa, competencias que lo acompañarían durante toda su carrera.
Crítica al ambiente científico español
En sintonía con la sensibilidad crítica de la Generación del 98, Achúcarro consideraba que la ciencia española vivía un momento de atraso respecto a otros países europeos. Su lectura constante de revistas científicas alemanas reforzó esta visión y lo llevó a plantearse la necesidad de completar su formación en centros extranjeros de mayor nivel.
Experiencia en el extranjero: Alemania, Francia e Italia
Universidad de Marburg
En 1899, tras aprobar los dos primeros cursos en Madrid, se trasladó a la Universidad de Marburg (Alemania). Allí perfeccionó su formación en patología general, fisiología y bioquímica durante medio año. Esta experiencia confirmó la calidad de la ciencia alemana y fortaleció su decisión de proyectar su carrera hacia un ámbito internacional.
París: la neurología clásica francesa
Finalizados sus estudios de medicina en Madrid en 1904, Achúcarro viajó a París, donde asistió a las clínicas de algunos de los discípulos más prestigiosos de Jean-Martin Charcot:
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Pierre Marie, en La Salpêtrière.
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Joseph Babinski, en La Pitié.
Con ellos absorbió la solidez de la neurología francesa, caracterizada por un fuerte componente anatomopatológico y clínico. Esta etapa reforzó su orientación hacia la neurología y la psiquiatría.
Florencia: escuela italiana de psiquiatría
En 1905 se trasladó a Florencia, donde estudió con Ernesto Lugaro y Eugenio Tanzi, dos grandes referentes de la psiquiatría italiana. Allí perfeccionó sus conocimientos en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mentales, integrando perspectivas novedosas sobre la relación entre cerebro, conducta y trastornos psiquiátricos.
Múnich: encuentro decisivo con Kraepelin y Alzheimer
La etapa más influyente en su formación se produjo en Múnich (1905-1908). Durante casi tres años trabajó junto a dos de las figuras más relevantes de la neuropsiquiatría moderna:
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Emil Kraepelin, creador de una clasificación sistemática de las enfermedades mentales, cuya nosología sentó las bases de la psiquiatría contemporánea.
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Alois Alzheimer, descubridor de la enfermedad que lleva su nombre, que le transmitió la importancia de la especificidad histopatológica en las psicosis.
El contacto con ambos consolidó la vocación investigadora de Achúcarro, orientándolo hacia el estudio histológico y anatomopatológico del sistema nervioso.
Primeros trabajos y reconocimiento internacional
Dirección en Estados Unidos
En 1908, el propio Alzheimer lo recomendó al gobierno estadounidense para organizar y dirigir el departamento anatomopatológico del Manicomio Federal de Washington. Esta responsabilidad le permitió acceder a recursos de investigación excepcionales y gozar de gran independencia científica. Permaneció allí casi dos años, produciendo trabajos que reforzaron su prestigio internacional.
Regreso a España
En 1910, decidió regresar a su país, motivado por razones personales y profesionales. En Madrid:
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Ejerció como neuropsiquiatra en la práctica privada.
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Obtuvo una plaza en el Hospital General.
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Colaboró con Ramón y Cajal, quien lo incorporó a su laboratorio.
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Desde 1912 dirigió el laboratorio creado por la Junta de Ampliación de Estudios, dedicado a formar médicos que más tarde ampliarían conocimientos en el extranjero.
En este centro formó a una generación de investigadores que prolongarían su legado, entre ellos Pío del Río-Hortega, Gonzalo Rodríguez Lafora, Felipe Jiménez de Asúa y Luis Calandre.
Aportaciones científicas principales
El estudio de las “células en bastoncito”
Uno de sus primeros campos de investigación fue el de las llamadas “Stäbchenzellen” o células en bastoncito, descubiertas por Franz Nissl en 1898 en cerebros de pacientes con parálisis general.
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En su tesis doctoral sobre la rabia (1906) y en artículos posteriores (1908-1909), Achúcarro propuso que estas células eran una forma de adaptación de las neuronas piramidales en degeneración.
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Realizó experimentos en conejos, donde provocó lesiones cerebrales y demostró que las células en bastoncito fagocitaban los productos de desintegración neuronal.
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Concluyó que no eran elementos patognomónicos de la parálisis general, sino una respuesta más amplia a procesos inflamatorios cerebrales.
Este hallazgo abrió camino al entendimiento de los mecanismos de defensa y regeneración en el sistema nervioso.
El método del tanino y la plata amoniacal
Preocupado por perfeccionar las técnicas de tinción del tejido nervioso, Achúcarro desarrolló en 1911 el método del tanino y la plata amoniacal.
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Permitía colorear con claridad la neuroglia y la sustancia fundamental del tejido conectivo, sobre todo la reticulina.
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Gracias a esta técnica, pudo estudiar las lesiones vasculares en la parálisis general progresiva.
Este método se convirtió en una herramienta clave para la histología del sistema nervioso y supuso un avance notable respecto a los procedimientos anteriores.
Investigaciones sobre la microglía y los astrocitos
El método del tanino tenía limitaciones en el estudio de la microglía, por lo que Achúcarro adoptó el método del oro-sublimado publicado por Cajal en 1913. Con él, junto a su discípulo Miguel Gayarre, realizó investigaciones pioneras sobre:
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Cambios en los astrocitos en la parálisis general y la demencia senil.
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Procesos regresivos de los astrocitos hasta transformarse en residuos gliofibrilares ensortijados.
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Relación entre alteraciones neuronales y gliales, confirmando y ampliando observaciones de Alzheimer.
Estas investigaciones contribuyeron a consolidar el papel de la glía como elemento fundamental en la patología del sistema nervioso.
El concepto de “glioarquitectonia”
Hasta inicios del siglo XX, se hablaba de citoarquitectonia para describir la disposición de las neuronas en el cerebro. Achúcarro introdujo el término glioarquitectonia (1913) para referirse a la organización estratificada de la neuroglia.
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Estudió esta disposición en el asta de Ammon y en la fascia dentada del hipocampo humano, así como en cerebros de diversos animales.
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Demostró que la organización glial guarda correspondencia con la distribución neuronal.
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Estableció diferencias en la neuroglia de especies más avanzadas filogenéticamente, como humanos y primates.
Esta idea amplió de forma decisiva la comprensión de la arquitectura cerebral.
Hipótesis de la neuroglia como glándula endocrina intersticial
En 1915, Achúcarro publicó un trabajo en el que defendía que la neuroglia protoplasmática podría funcionar como una glándula endocrina intersticial del sistema nervioso.
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Basó su hipótesis en la observación de granulaciones citoplasmáticas, el carácter alveolar del citoplasma glial y la existencia de apéndices en contacto con vasos sanguíneos.
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Propuso que estos apéndices vertían sustancias al torrente circulatorio.
Aunque posteriormente esta teoría fue descartada, el debate que generó permitió avances en el estudio estructural y funcional de la glía.
Alteraciones del ganglio cervical simpático
En 1913, Achúcarro investigó las alteraciones del ganglio cervical superior en diversas enfermedades mentales.
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Relacionó el sistema simpático con la vida afectiva, planteando un vínculo entre anatomía y psicopatología.
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Descubrió la degeneración vacuolar, una lesión de soma y dendritas simpáticas, semejante a la observada en otras enfermedades nerviosas como la idiocia amaurótica juvenil.
Este hallazgo aportó nuevas perspectivas en la relación entre sistema nervioso periférico y trastornos psiquiátricos.
Discípulos y escuela científica
El prestigio de Achúcarro se consolidó no solo por sus investigaciones, sino también por su capacidad de formar discípulos que prolongaron y enriquecieron su legado. En el laboratorio de la Junta de Ampliación de Estudios, bajo su dirección desde 1912, trabajaron figuras que serían fundamentales en la historia de la neurociencia española:
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Pío del Río-Hortega: descubridor de la microglía, considerado uno de los “tres grandes” junto a Cajal y Achúcarro.
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Gonzalo Rodríguez Lafora: pionero en la neuropatología, identificó la enfermedad de Lafora.
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Felipe Jiménez de Asúa, José Miguel Sacristán, Luis Calandre y Miguel Gayarre, todos ellos con aportaciones significativas en neurología, psiquiatría e histología.
Esta escuela se convirtió en el germen de la neurociencia española moderna, conectando directamente con la tradición de Cajal.
Últimos años y fallecimiento
A pesar de su intensa actividad investigadora, la salud de Achúcarro se deterioró rápidamente. A los 38 años enfermó gravemente, probablemente de un linfoma de Hodgkin, y murió en 1918 en su residencia de Heguri, tras meses de sufrimiento.
Su muerte temprana truncó una trayectoria que prometía aún mayores descubrimientos, pero el trabajo ya realizado fue suficiente para situarlo entre los grandes pioneros de la neurología y la psiquiatría.
Legado científico e influencia
Impacto en la neurociencia española
Achúcarro logró conectar la ciencia española con las corrientes más avanzadas de Europa y Estados Unidos. Gracias a su labor, España se integró en el mapa internacional de la investigación neurológica.
Reconocimiento internacional
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Sus métodos y observaciones fueron citados y utilizados por investigadores de todo el mundo.
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Sus discípulos continuaron publicando en revistas internacionales, consolidando su prestigio.
Obras y publicaciones principales
Entre sus trabajos destacan:
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“Sur la formation des cellules à battonet…” (1908).
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“Cellules allongées et Stäbhenzellen…” (1909).
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“Nota sobre la estructura y función de la neuroglia…” (1913).
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“Alteraciones del ganglio cervical superior en algunas enfermedades mentales” (1914).
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“Contribución al estudio gliotectónico de la corteza cerebral” (1914).
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“De l’évolution de la néuroglie…” (1915).
Conclusión
La obra de Nicolás Achúcarro y Lund representa un puente entre la medicina española y la ciencia internacional del siglo XX. Sus investigaciones sobre la neuroglia, la histopatología cerebral y la organización del sistema nervioso fueron fundamentales para el desarrollo de la neurociencia moderna.
Más allá de sus propios hallazgos, su verdadero legado radica en haber formado a una generación de discípulos que prolongaron sus ideas y situaron a España en la vanguardia de la neurología mundial. A pesar de su vida corta, su influencia se mantiene viva en la historia de la medicina y la neurociencia.
MCN Biografías, 2025. "Nicolás Achúcarro y Lund (1880-1918): Pionero de la neuropsiquiatría en España". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/achucarro-y-lund-nicolas [consulta: 28 de septiembre de 2025].