Manuel Urries, Conde de Ruiz de Castilla (ca. 1750-1812): Administrador español en los años de la independencia de Quito
Manuel Urries, conocido como el Conde de Ruiz de Castilla, fue una figura destacada de la administración colonial española en América. Nacido en Ortilla, Huesca, hacia 1750, Urries jugó un papel importante en los eventos políticos y sociales del Quito colonial a comienzos del siglo XIX. Su vida estuvo marcada por la lucha contra los movimientos independentistas, su participación en la represión de las insurrecciones, y su trágico final a manos del pueblo quiteño. Su historia refleja las tensiones y conflictos que precedieron la independencia de Ecuador y de otros territorios sudamericanos del dominio español.
Orígenes y contexto histórico
Manuel Urries nació en una época de fuerte convulsión en el Imperio Español, con una España que intentaba mantener su control sobre sus colonias en América. A pesar de no haber nacido en una familia de la nobleza más alta, su carrera política lo llevó a obtener grandes responsabilidades dentro del sistema colonial. Su vida comenzó en Ortilla, en la provincia de Huesca, lugar que lo vio crecer antes de embarcarse en una carrera administrativa que lo llevaría a América.
Hacia 1779, Urries viajó a Perú como parte de la administración española. Fue nombrado corregidor de las provincias de Chilque, Paruro y Masqués, y en esta época de su vida, se distinguió en el campo militar como coronel. Durante este período, luchó contra la insurrección encabezada por Tupac Amaru en 1780, un levantamiento indígena que puso en jaque el dominio colonial español en los Andes. La rebelión de Tupac Amaru II fue uno de los eventos más significativos en la historia de la región, y Urries tuvo un papel activo en sofocar este movimiento, un hecho que marcaría su relación con las luchas sociales y su postura como defensor del sistema colonial.
Logros y contribuciones
En 1790, Urries asumió el cargo de gobernador e intendente de las minas de Huancavelica, uno de los centros mineros más importantes del virreinato del Perú. Este puesto le permitió tener un control considerable sobre la producción de mercurio, un recurso clave para la extracción de plata en la región. Su administración en Huancavelica se centró en la mejora de las condiciones de las minas, aunque las tensiones sociales persistieron debido a la explotación y el maltrato hacia los trabajadores indígenas.
En 1802, Manuel Urries fue nombrado presidente de la Audiencia de El Cuzco, donde continuó consolidando su poder dentro de la estructura administrativa colonial. Su influencia en las áreas políticas y judiciales se extendió, y fue conocido por sus decisiones firmes y, a veces, autoritarias. Sin embargo, sería en Quito, a partir de 1808, donde su carrera alcanzaría un punto crucial, pues fue nombrado presidente de la Audiencia de Quito, en una época de agitación política que daría paso a los primeros movimientos independentistas en la región.
Conflictos y momentos clave
El nombramiento de Urries como presidente de la Audiencia de Quito se produjo en un momento de gran tensión en la región. Los intentos independentistas se estaban gestando, y los pueblos de Quito se alzaban contra el control español. En 1809, la ciudad vivió uno de los primeros levantamientos populares contra la monarquía española, conocido como el levantamiento del 8 de agosto de 1809. Este acontecimiento tuvo una enorme repercusión, ya que resultó en la creación de una junta local de gobierno con el Marqués de Selva Alegre como presidente.
El levantamiento fue reprimido con dureza. Urries, como representante de la autoridad colonial, fue depuesto tras la insurrección, y los rebeldes establecieron una junta con la esperanza de obtener mayor autonomía del imperio español. Sin embargo, la llegada de las fuerzas realistas a la ciudad en 1810 permitió el restablecimiento del poder de Urries, quien regresó a su cargo y, en un giro dramático, emprendió una represalia implacable contra los insurgentes y sus líderes.
Urries violó los acuerdos de amnistía que se habían establecido durante su regreso y mandó encarcelar a los dirigentes del levantamiento, un acto que incrementó las tensiones y animosidad en la ciudad. Entre estos líderes, estaba el Marqués de Selva Alegre, quien había sido uno de los principales protagonistas de la insurrección.
En los años posteriores, el descontento con la administración de Urries aumentó. En octubre de 1810, tras el fracaso de la junta que él mismo presidía, el país vivió nuevos movimientos independentistas. En este contexto, el hijo del Marqués de Selva Alegre, Carlos Montúfar y Larrea, llegó a Quito como comisionado regio para pacificar la ciudad. Sin embargo, su llegada coincidió con un momento de gran tensión: el 2 de agosto de 1810, un grupo de conspiradores intentó liberar a los prisioneros insurgentes asaltando el Cuartel Real de Lima. Este suceso desató una masacre en la que murieron más de doscientos civiles.
La caída de Ruiz de Castilla
A medida que la situación se agravaba, las fuerzas realistas que apoyaban a Urries comenzaron a desmoronarse. En medio de estos acontecimientos, Carlos Montúfar y Larrea luchó por restablecer el orden y la autoridad española, mientras los ciudadanos quiteños seguían resistiendo. La creciente violencia y el deseo de venganza de la población se hicieron evidentes, lo que culminó en los sucesos de octubre de 1811.
El 9 de octubre de 1810, la junta se rompió, y los líderes independentistas proclamaron la independencia de Quito, rechazando la autoridad de la Corona española. Esta proclamación de independencia fue un duro golpe para las autoridades coloniales y, en particular, para el propio Urries, quien, después de varios intentos de restablecer su gobierno, se retiró forzosamente a la localidad de La Merced. No obstante, su figura siguió siendo un símbolo del autoritarismo y la represión para muchos de los habitantes de Quito.
En el mes de octubre de 1812, Urries sufrió el rechazo absoluto de la población. Los residentes del barrio de San Roque, furiosos por la represión y las muertes ocasionadas bajo su mandato, lo arrestaron y lo golpearon brutalmente en las calles. Aunque las autoridades intervinieron para evitar su linchamiento, el maltrato al que fue sometido le costó la vida el 18 de octubre de 1812. El viejo Conde de Ruiz de Castilla murió como consecuencia de las heridas recibidas en este acto de justicia popular, y su muerte simbolizó el fin de su carrera y la aversión del pueblo hacia él.
Relevancia actual
La figura de Manuel Urries, Conde de Ruiz de Castilla, es recordada principalmente por su papel en la represión de los movimientos independentistas y su firme apoyo al sistema colonial español. Aunque fue considerado un hombre afable y caritativo por aquellos que lo conocieron, su actitud durante los momentos de la insurrección quiteña lo convirtió en un enemigo del pueblo, quien no le perdonó su involucramiento en la represión y la muerte de los próceres del 10 de agosto de 1809.
El legado de Urries refleja las tensiones de un periodo histórico de gran agitación política y social. Su vida y muerte son una representación de la lucha por la independencia de Ecuador y de toda América Latina. Si bien su figura quedó eclipsada por la de otros personajes más destacados de la independencia, su destino trágico sigue siendo un recordatorio de los costos humanos de las luchas por la autonomía frente al poder imperial.
Hoy, el Conde de Ruiz de Castilla es una figura que genera opiniones encontradas. Para algunos, es un representante de la autoridad colonial, mientras que para otros, su muerte simboliza el fin de una era y la afirmación de la voluntad popular de luchar por la libertad.
MCN Biografías, 2025. "Manuel Urries, Conde de Ruiz de Castilla (ca. 1750-1812): Administrador español en los años de la independencia de Quito". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/urries-manuel-conde-de-ruiz-de-castilla [consulta: 14 de julio de 2025].