Urgoti y Achúcarro, Nicolás María de (1869-1951)
Empresario español nacido en Madrid el 27 de octubre de 1869, ciudad que le vio morir el 8 de octubre de 1951. Estudió en los Escolapios de Tolosa tras una sucesión de tragedias familiares. Más tarde cursó estudios en la Universidad Politécnica de Madrid, Ingeniería de Caminos, en la que se licenció en 1892.
Su primer trabajo fue en una fábrica de papel de Cadagua, en las Encartaciones. Allí ocupó el puesto de Ingeniero. Aunque no sabía nada del puesto que desempeñaba, muy pronto se dio cuenta de las dificultades por las que pasaba en esa época el sector papelero. El motivo de esta crisis fue que el sector comenzó a modernizarse con su consiguiente aumento de producción, pero la demanda seguía siendo la misma, lo que provocó un ahogamiento del mercado.
Como ingeniero de la fábrica, Urgoiti recibió el encargo de realizar un estudio sobre la viabilidad de una fusión para hacer frente a la crisis. De su estudio surgió La Papelera Española (constituida por la fusión de once fábricas, inicialmente, aunque al final sólo quedaron cuatro) en la que desempeñó el cargo de director general desde 1901. Sin embargo hubo grandes problemas al comienzo de la Papelera Española. Se adoptaron soluciones críticas como no repartir dividendos, así como la intervención del Banco Urquijo, que ayudaron a solventar la situación a partir de 1908.
A esta situación hay que añadir que sus principales clientes se convirtieron en sus mayores enemigos, ya que desde muy pronto surgieron críticas desde la prensa que más tarde creó su papelera, con lo que también se convirtieron en competidores.
En el año 1912 Urgoiti inauguró la fábrica modelo de Rentería. Aquí se fabricaban tanto pasta como papel. Además, este año fue el primero en que se volvieron a repartir dividendos desde hacía siete años. Aunque la producción había aumentado y el coste había descendido, el mercado estaba repartido entre varias fábricas, con lo que la Papelera perdió cuota de mercado. La posibilidad inminente de una lucha de precios llevó a todas las fábricas de papel a llegar a un acuerdo en enero de 1914. Fruto de este acuerdo nació la Central Papelera, una central de ventas que sindicaba la producción.
Con la llegada de la Primera Guerra Mundial se encareció la materia prima, la producción de papel disminuyó y su precio se triplicó. Sin embargo, las exportaciones y los beneficios comenzaban a acumularse. Mientras subía la Papelera Española, los periódicos seguían en su contra por la subida del precio del papel. En este contexto, Urgoiti decidió dirigir la revista Nuevo Mundo y fundar Prensa Gráfica Española.
Con la idea muy clara de cómo debe ser un periódico moderno, Urgoiti también fundó Tipográfica Renovación (el 100% de las acciones fueron de la Papelera Española) y el Sol C.A., cuya propiedad se cedió al periódico. El 1 de diciembre de 1917 salió a la calle el primer numero de El Sol.
Inmerso en el negocio editorial fundó el 1 de julio de 1918 Calpe (Compañía Anónima de Librerías, Publicaciones y Ediciones) con vistas a ampliar el negocio a América Latina, un mercado muy poco explotado por los españoles.
Antes de que acabara la Primera Guerra Mundial, Urgoiti auguró problemas para la Papelera Española. Para evitar nuevas fusiones, promovió la creación de tres nuevas sociedades: la Sociedad Cooperativa de Fabricantes de Papel (compañía de materias primas), los Almacenes Generales de Papel y la Sociedad Arrendataria de los Talleres de Manipulación (transformación de papel en productos elaborados). En las tres sociedades la participación de la Papelera superaba el 50% del accionariado. Con los intereses de la Papelera Española cubiertos, Urgoiti decidió presentar su dimisión ante el consejo de administración a finales de 1919.
Pero, debido a una crisis depresiva, Urgoiti se vio obligado a retirarse de la vida pública. Cuando recuperó la salud y volvió al trabajo, la situación de la Papelera Española no era buena, tenía deudas contraídas por El Sol y Calpe, cuya dirección asumió en 1923; tardó cinco años en volver a recuperar la empresa. Debido a la continuidad de los problemas, tuvo que aceptar la separación de Calpe y su fusión con Espasa (con quien había llegado a un acuerdo de realizar la enciclopedia Espasa-Calpe dos años antes).
El otro problema que tenía Urgoiti era la desvinculación de El Sol con la Papelera. Así, decidió abandonar la dirección de ésta en 1920. A partir de entonces se dedicó por entero al periódico. Los beneficios obtenidos se dedicaron a solventar la deuda con la Papelera, que se liquidó con la cesión de 386 acciones de El Sol. Este periódico había manifestado la necesidad de convocar elecciones y esta actividad no era buena para los beneficios estatales que estaba recibiendo la Papelera. La única salida fue la venta de las acciones que tenían tanto la Papelera como Urgoiti y su familia.
En marzo de 1931 Urgoiti se despidió definitivamente del periódico. Pero decidió, pocos días después de su dimisión, crear con el dinero de la venta de las acciones la revista Crisol y preparar la salida de un nuevo periódico, La Luz. Al proclamarse la República intentó de nuevo hacerse con El Sol, pero no encontró apoyo político. Su inmersión en la política fue tan corta como poco productiva. La emisión del primer número de La Luz estaba prevista para enero de 1932; sin embargo, este hecho se vio truncado por una crisis.
Con una salud muy deteriorada, el 25 de junio de 1932 fue trasladado a un sanatorio mental en Suiza. Permaneció allí hasta 1939, fecha en la que regreso de nuevo a Madrid. Los últimos años de su vida los pasó intentando escribir una autobiografía que nunca acabó.
RUF