Zola, Émile (1840-1902).
Escritor francés, nacido en París el 2 de abril de 1840 y fallecido en su ciudad natal el 29 de septiembre de 1902, que está considerado una de las figuras más importantes de la literatura francesa de todos los tiempos y el mejor representante del Naturalismo.
Vida
Era hijo de un ingeniero de origen italiano que murió cuando el pequeño Émile sólo contaba siete años; a partir de entonces, su familia pasó grandes apuros económicos.
Pasó toda su infancia en el sur de Francia, pues allí se había instalado su familia con motivo del trabajo del padre. En 1858 regresó a París decidido a vivir de la literatura, y encontró un empleo en la prestigiosa editorial Hachette.
Al tiempo que trabajaba en esta empresa dedicada a los libros, Émile Zola comenzó a publicar sus primeros artículos en periódicos y revistas, con los que se dio a conocer como escritor y crítico literario. Entretanto, se dedicaba también a escribir su primera novela, Teresa Raquin, que no fue publicada hasta 1867.
Pronto fue muy conocido y respetado por sus polémicas ideas sobre el arte y la literatura. En sus artículos, defendió brillantemente a Manet y al resto de los Las valientes innovaciones de los pintores impresionistas causaron el rechazo de la crítica y el público.>pintores impresionistas.
Además, se convirtió en el gran defensor del Naturalismo, primero con razones y análisis (o sea, en la teoría), y luego con sus propios escritos literarios (es decir, llevó a la prácticas esas teorías). Atacó a los escritores que aún conservaban restos del Romanticismo, corriente que, a su juicio, estaba ya muy desfasada (aunque había triunfado en todo el mundo durante la primera mitad del siglo XIX).
Se hizo muy famoso por sus novelas naturalistas, aunque también le salieron muchos enemigos. Había críticos y lectores a los que ofendía la crudeza y la naturalidad con que Zola describía al ser humano, sin ocultar sus aspectos más sucios, violentos, miserables (en general, ninguno de sus vicios y defectos).
Pero su auténtico protagonismo en la vida social del país tuvo lugar en 1898, cuando publicó en el diario L'Aurore el famoso artículo "J'accuse...!" ("¡Yo acuso...!"). En él defendía al capitán Dreyfus, un militar del ejército francés que había sido injustamente condenado, tras haber sido acusado de traición. Zola denunciaba que se le había perseguido por ser judío, pues por aquellos años había un fuerte sentimiento antisemita (o sea, contrario a los judíos) en toda Francia.
Al atacar con dureza al Gobierno y a la Justicia, Zola fue condenado a un año de cárcel. Para evitar su prisión, huyó a Inglaterra, en donde permaneció durante un año. Pero consiguió que el caso de Dreyfus fuera revisado por los jueces. Finalmente, en 1906 se reconoció la inocencia del capitán judío, pero por aquel entonces, Zola ya llevaba muerto cuatro años.
Zola murió a causa de una intoxicación por los gases venenosos (monóxido de carbono) producidos por una chimenea en mal estado. Su muerte se presentó como un accidente, sin embargo, muchos de sus lectores sospecharon que la mala combustión de ese fuego podía haber sido provocada por sus enemigos, pues su valiente protagonismo en el caso Dreyfus había molestado a muchos poderosos.
Obra
Las novelas de Émile Zola fueron, al mismo tiempo, motivo de escándalo y admiración: unos se horrorizaban ante su cruda y desnuda descripción de la realidad, y otros admiraban profundamente la capacidad del autor para reflejar la sociedad y la naturaleza humana.
Con él triunfó plenamente el Naturalismo y Francia, y a él imitaron otros muchos escritores de Europa, fascinados por sus teorías. Aspiraba a producir una literatura que tuviera en cuenta todas las aportaciones recientes de la Ciencia (por ejemplo, la teoría de la evolución de las especies, de Darwin). Y, al mismo tiempo, se preocupaba sinceramente por los problemas políticos y sociales de su época.
Con ese fondo científico (y con otras ideas de su tiempo, como la filosofía positivista, que pretendía comprender las cosas objetivamente, tal y como son), Zola intentó reflejar el espíritu humano en todos sus aspectos, incluidos los más desagradables. Así fijó las bases del Naturalismo.
Aunque es recordado principalmente por sus novelas, Zola cultivó todo los géneros literarios: relato, teatro, poesía, ensayo, crítica literaria, etc.
Narrativa
Zola es una de las grandes figuras de la narrativa universal, debido más a la importancia histórica de su defensa del Naturalismo que a la calidad literaria de sus novelas. Esto no quiere decir que sus obras sean malas, sino que, en la actualidad, conservan principalmente el valor de haber creado una nueva corriente que triunfó en casi todo el mundo a finales del XIX (el Naturalismo).
Su primera novela importante fue Teresa Raquin (1867), en la que ya se aprecian las primeras muestras de su estilo naturalista, que supera la dureza del mero realismo.
Luego, ya plenamente convencido de la necesidad de contar con los descubrimientos científicos y los avances filosóficos más importantes de su tiempo, Zola se propuso hacer un minucioso estudio del ser humano y la sociedad en la que vive.
Según sus teorías, en la forma de ser de un hombre influyen numerosos factores: el lugar en el que nace, la educación que recibe, el ambiente de su familia, las enfermedades que hereda de sus mayores, etc.
Para plasmar estas ideas en su obra literaria, decidió escribir un monumental ciclo de novelas protagonizado por una misma familia, los Rougon-Macquart. Es la serie conocida como Los Rougon-Macquart, historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio.
Con este conjunto impresionante de novelas, Zola aspiraba, además, a convertirse en el gran "historiador literario" de su época (el segundo imperio y la tercera república), del mismo modo que Balzac había sido el gran novelista francés que había plasmado la historia del período anterior.
El ciclo sobre los Rougon-Macquart comprende veinte novelas; entre ellas, cabe destacar: La fortuna de los Rougon (1871), El vientre de París (1873), La taberna (1877), Nana (1880), Por-Bouille (1882), El paraíso de las damas (1883), Germinal (1885), La bestia humana (1890), El desastre (1892) y El doctor Pascal (1893)
Zola publicó otras muchas novelas además del ciclo de Rougon-Macquart. Entre ellas, cabe destacar la trilogía Las tres ciudades, en la que atacaba duramente a la Iglesia católica. Está compuesta por las narraciones tituladas: Lourdes (1894), Roma (1896) y París (1898).
Poco antes de morir, empezó una tetralogía, de la que sólo aparecieron estos tres títulos: Fecundidad (1899), Trabajo (1901), Verdad (1903). Zola murió antes de empezar a escribir la cuarta novela de este ciclo, que iba a titularse Justicia.
Es importante recordar, por último, el libro de relatos titulado La veladas de Médan (1880), que contiene narraciones breves de Zola y de otros grandes autores que compartían sus mismos gustos y teorías literarias, como Maupassanty Huysmans. En la actualidad, se considera una especie de manifiesto (o declaración de ideas y principios) de los naturalistas.
Época y estilo
El Naturalismo nace de la corriente realista, y explota al máximo las propuestas del Realismo. En su afán por describirlo todo con rigor y objetividad, los naturalistas intentan presentar al hombre "al natural", con todos los defectos y las malas costumbres que le acompañan.
Zola puso mucho interés en demostrar que el escritor debe contar también estos aspectos más desagradables. En su caso, muchas de sus escenas más crudas tienen una intención de denuncia: fue uno de los pocos autores que, en su tiempo, se fijó en los problemas sociales y políticos, e intentó reflejarlos en su obra para llamar la atención sobre ellos.
Su estilo es tosco y duro, poco elegante en muchas ocasiones. El autor va sin rodeos a lo que quiere decir, y lo nombra con toda su crudeza y objetividad.