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CineBiografía

Weir, Peter (1944-VVVV)

Director de cine australiano, nacido en Sidney (Nueva Gales del Sur), el 21 de agosto de 1944.

Vida

Estudiante universitario, decidió cortar con sus estudios de Arte y Derecho para dedicarse a viajar, actividad de la que va a sacar una gran afición por el mundo audiovisual. A finales de los sesenta y principios de los setenta realiza cortos en abundancia, trabajos para televisión y entra en el Film Australia en donde desarrolla tareas de ayudante de producción y de cámara, un periodo de aprendizaje que le permitirá dar el salto al largometraje.

Su primera obra Carretera sin retorno (1974), que como su propio indica se centra en el mundo del automóvil, un tema que con diferentes enfoques ha sido muy del agrado de algunos cineastas australianos. No obstante, la película que le da a conocer es Picnic en Hanging Rock (1975), que narra un suceso en parte verídico, ocurrido en Australia: un grupo de chicas de un colegio desaparecieron de manera inexplicable un día que se encontraban de excursión en el lugar que da origen el título del film. Weir consiguió una historia intrigante, llena de enigmas y por momentos angustiosa que, sin ser específicamente un film de terror, recuerda bastante a otros filmes del género.

Un paso más hacia su reconocimiento internacional lo da con Gallipoli (1981), en la que se cuenta los orígenes y desarrollo de la famosa batalla de la Primera Guerra Mundial, en que tropas australianas del ejército aliado fueron duramente batidas en las playas de Gallipoli, en la costa turca. La historia se centraba en la descripción de la experiencia de dos muchachos, deportistas y amigos que pierden la vida en la batalla. Weir demostró con este film que era capaz de manejar no sólo una historia sino también los entresijos de una producción importante.

Abiertas las puertas del éxito, y para confirmar que no era algo ocasional se embarca en El año que vivimos peligrosamente (1982), historia centrada en la revolución de Indonesia del año 1965, a medias un documento histórico y profesional, salpicado con las historias propias de los protagonistas. La industria de Estados Unidos fijó su atención en el director australiano, y éste se trasladó a Hollywood, donde supo acomodarse a las técnicas y ambientes de trabajo allí reinantes. Fruto de esta aceptación fueron varias películas importantes, que además tuvieron una excelente acogida comercial.

Único testigo (1985), fue un buen policíaco, centrado en la secta amish, que sabía mezclar la descripción de la peculiar forma de vida de esa gente, con una historia de amor muy clásica. Narrada con gran intensidad, contaba con un Harrison Ford convertido ya en estrella internacional y una Kelly McGillis, que pocas veces ha estado más bella. El propio Harrison Ford se animó a que Peter Weir le dirigiese en la adaptación de una novela de gran éxito que fue La costa de los mosquitos (1986), película que no tuvo tan buen resultado y pasó sin pena ni gloria.

Vino luego la que está considerada por la crítica, hasta ahora, como su mejor película: El club de los poetas muertos (1989). Concebida en principio como una típica película de colegiales, en una institución de elite, a la que llega un profesor con una novedosa forma de enseñar y comunicarse con sus alumnos, la obra de Weir iba más lejos al presentarnos las relaciones personales, las angustias y las aficiones de los distintos chicos, que son obligados a ser algo que no desean -con la consiguiente frustración de sus aspiraciones- y que muchas veces acaban de manera trágica. Con un Robin Williams contenido y en buen actor y un grupo de chicos jóvenes perfectamente adecuado a sus papeles, Weir acertaba a entrelazar lo cómico con lo trágico, lo melancólico con alegre. El director supo conectar con un ambiente social donde la libertad era reprimida por los hábitos sociales y conseguía hacer del grupo de muchachos y de su profesor, un referente social.

Como suele ocurrir, a un gran éxito siguió un periodo no tan atractivo. Matrimonio de conveniencia (1990), comedia destinada a arrasar en taquilla, tuvo un éxito relativo. La pareja protagonista estaba formada por Gerard Depardieu, que intentaba su aventura americana, y Andie MacDowell, no consiguió la química necesaria para reeditar la tradición de las antiguas comedias de pareja tradicionales en el cine americano.

En 1993 se produjo un fracaso en la carrera de Weir, como fue el rodaje de Sin miedo a la vida, donde volvía intentaba un melodrama, que no lograba sostenerse y que para muchos críticos supone su peor trabajo. A pesar de todo Weir es un hombre en plena madurez del que cabe esperar todavía una trayectoria importante.

Desde hace unos años el cine australiano se viene incorporando a los circuitos internacionales gracias a una serie de películas, tanto en cine como en televisión, que muestran que su grado de producción y capacidad narrativa está a la altura de otras naciones con más escuela en el mundo cinematográfico. De hecho, aunque se apoye en esquemas norteamericanos, se puede hablar de un cine australiano que tiene sus propias especificidades o, por lo menos, las busca.

Filmografía

Cortometrajes:

1967: Count Vim’s Last Exercise.
1968: The Life and Times of The Rev; Buck Shotte.
1970: Michael.
1971: Homesdale (y actor).
1972: Incredible Florida.
1973: What Ever Happened to Green Valley?

Largometrajes:

1974: Carretera sin retorno (y argumento y coguión).
1975: Picnic en Hanging Rock.
1977: La última ola (y argumento y coguión).
1981: Gallipoli (y argumento).
1982: El año que vivimos peligrosamente (y coguión y productor).
1985: Único testigo.
1986: La costa de los mosquitos.
1989: El club de los poetas muertos.
1990: Matrimonio de conveniencia (y guión y productor).
1993: Sin miedo a la vida.
1998: El show de Truman.
2003: Master and Commander: Al otro lado del mundo.
2010: Camino a la libertad.

Trabajos para televisión:

1976: Luke’s Kingdom (serie).
1979: The Plumber (y argumento y guión).
1996: La mémoire retrouvé (actor).

Autor

  • Santiago Sánchez González