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ReligiónBiografía

Valdo, Pierre o Vaux, Pierre de (ca.1140- ca.1218).

Heresiarca francés nacido hacia 1140 en Vaux, en las proximidades de Lyon, y muerto hacia 1218. Líder espiritual de los valdenses que predicó la pobreza como medio de llegar a Dios.

Contexto histórico-religioso

Desde el siglo X, el cada vez mayor abismo abierto entre la riqueza del alto clero y el desamparo del pueblo al que decía servir, unido a la relajación de las costumbres de los clérigos que contrastaban con la estricta moral que predicaban, se convirtió en un escándalo tal que se empezaron a levantar voces que demandaban una reforma profunda en el seno de la Iglesia de Roma.

El mayor conocimiento de la Biblia, y sobre todo del Nuevo Testamento, influyó decisivamente en muchos cristianos, tanto clérigos como laicos, para adoptar el ideal de vida de los Apóstoles e imitar a Cristo. Pero éste sentimiento, en principio inofensivo, se tradujo en el deseo de una vuelta a la vida en común de las comunidades cristianas primitivas, y a la renuncia a la propiedad privada; esto suponía un evidente peligro para el orden establecido, tanto para las autoridades laicas como para la propia Iglesia católica, cuya organización, poder y jerarquía peligraba ante tales ideales. En esos momentos, como pura reacción, se valoraba en extremo cualquier signo o demostración de pobreza e indigencia. El pobre y el desamparado acabó así convirtiéndose, entre determinadas comunidades, en una especie de elegido de Dios, en la imagen misma de Cristo, quien había querido encarnarse en una naturaleza pobre.

Ya en el siglo XI aparecieron predicadores itinerantes que practicaban la pobreza mendicante en contraposición al creciente poder de las altas jerarquías católicas y que profesaban doctrinas contrarias a los dogmas católicos. Entre el 1022 y el 1025 estallaron diversos focos de herejías en Orleans, en Arrás, en Lombardía, en Aquitania, en Goslar (Alemania), pero aún de carácter local y con poca repercusión fuera del foco de nacimiento. Las grandes herejías llegarían en el siglo siguiente.

Desde comienzos del siglo XII se sucedieron por todo el Occidente europeo diversos movimientos populares que tuvieron como nexo de unión que cuestionaban la riqueza y poder alcanzado en esos tiempos por la Iglesia Católica, la cual había salido considerablemente reforzada de su puja con el Imperio Germánico, conocida historiográficamente como la Querella de las investiduras.

En el siglo XII la mayor parte de los movimientos disidentes tuvieron en común una interpretación distinta de la oficial en relación con los sacramentos, los dogmas y los ritos, y una contestación al poder y riqueza de la jerarquía eclesiástica. La relajación de las costumbres morales del clero, su bajo nivel intelectual y su poca dedicación a las labores propias de su cargo, la riqueza del episcopado y el relajamiento en la observancia de la regla de las órdenes monásticas fueron los motivos principales de la crítica de los herejes contra la riqueza de la Iglesia y su organización administrativa. Entre estos movimientos disidentes del siglo XII destacan los Pobres de Lyon, fundados hacia 1173 por el rico mercader Pedro Valdo y cuyo principal foco de acción estuvo centrado en el sur de Francia, Aragón y el noroeste de Italia.

Quizá el éxito de Pierre Valdo, que marca la diferencia con los anteriores movimientos disidentes con la iglesia Católica, se deba a que supo conectar con el despertar religioso de la burguesía urbana, en franco desarrollo en la Plena Edad Media. Pero al mismo tiempo, Pierre Valdo, logró captar a las capas sociales más desfavorecidas, los campesinos, los artesanos y los pobres de las ciudades.

Vida de Pierre Valdo

Poco se conoce de su biografía a parte de que antes de dedicarse a la predicación de su doctrina era un rico comerciante de la ciudad de Lyon. Durante la terrible hambruna de la década de 1170 (quizá en el año 1173 o 1176), en Lyon, Pierre Valdo sufrió una importante transformación. Ya fuese debido a la influencia de los sermones de los monjes errantes que visitaban la ciudad, ya por que sufriese una visión o, tal y como cuenta una vieja tradición, tras escuchar a un juglar la historia de la vida de San Alejo; lo cierto es que abandonó su opulenta vida, hizo ingresar a sus hijas en un convento, se dedicó a estudiar las Sagradas Escrituras en profundidad y a cumplir el precepto evangélico: "Si quieres ser perfecto ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres", para lo que vendió sus bienes y los repartió entre los pobres de la ciudad. Rápidamente se reunieron entorno a él los más desfavorecidos de la Lyon; por lo que sus seguidores fueron conocidos en un principio como los pobres de Lyon.

Pierre Valdo no llegó nunca a crear una nueva doctrina dogmática, se limitó tan solo a criticar las desviaciones y los vicios de la Iglesia Católica y a intentar regresar al viejo ideal apostólico de la Iglesia Primitiva. No fundó una nueva iglesia, aunque dirigió a sus seguidores con una violencia dictatorial y un sistema jerárquico muy desarrollado. Sus dogmas se fundamentaban en las tradiciones orales del pueblo y en las ideas más populistas que recorrían las clases desfavorecidas de Europa en el bajo medievo. Concedió a las mujeres una considerable libertad de acción y las igualó a los hombres en las labores de predicación, lo que chocaba profundamente con la prohibición católica del sacerdocio femenino. Formó una congregación espiritual de laicos que tenían como principal misión evangelizar a los pobres y que adoptaron como estilo de vida la más absoluta de las pobrezas. Para llevar a cabo sus prédicas, Pierre Valdo y sus discípulos tradujeron algunos pasajes de la Biblia a lengua vulgar, utilizando para la evangelización tanto a hombres como a mujeres independientemente de su preparación, pero teniendo en cuenta los méritos de su vida austera y su facilidad para hacerse con la atención del auditorio. Esto provocó el apoyo de grandes masas de población en muy poco tiempo. Los valdenses, huyendo de los opulentos ritos y liturgias de la Iglesia, celebraban sencillas reuniones en las que todos los fieles, bajo la guía de los presbíteros, leían la Sagrada Escritura para finalizar con una oración colectiva.

Gracias a su doctrina de abandono de la riqueza, no violencia y de crítica frontal contra las jerarquías eclesiásticas y la corrupción de la Iglesia Católica; así como las declaraciones contra el Estado y a favor de la desobediencia civil, Pierre de Vaux, logró reunir a numerosos discípulos. Predicaba que cada fiel podía desempeñar por sí mismo las funciones que realizaban los sacerdotes católicos, por lo que estos y el resto de la jerarquía católica eran prescindibles.

Los seguidores de Valdo pronto empezaron a extenderse y a entrar en contacto con otros grupos franceses y extranjeros, particularmente en Italia, donde fueron apoyados por los antiguos seguidores de las herejías dualistas. El dualismo irrumpió en la Europa medieval procedente de los cultos mistéricos orientales, tales como el zoroastrismo o el maniqueísmo. En este sentido el antecedente directo de las corrientes dualistas que se integraron en los Pobres de Lyon, habría que situarlo en los seguidores del sacerdote búlgaro Bogomil, que fueron conocidos como bogomilistas.

Algunos estudiosos han señalado, quizá acertadamente, la fuerte similitud que guarda la vida de Pierre Valdo con la de uno de los personajes más importantes de la iglesia Católica de la época, san Francisco de Asís. No obstante las doctrinas de Pierre Valdo estuvieron muy influenciadas, o al menos en consonancia con las herejías dualistas de un pasado cercano, como las de Pedro Bruys y Enrique de Lausana. También es destacable la consonancia entre las prédicas de Pierre de Valdo con las predicaciones que la orden cisterciense había hecho algunos años antes con el objeto de concienciar a los ricos de la existencia de la pobreza y de la necesidad de prestarles su ayuda en consonancia con los dicho por Jesús de Nazaret.

El enfrentamiento de Pierre de Valdo con la Iglesia Católica

Debido, entre otras cosas, a la liberalización de la evangelización, a la inclusión de las mujeres en la misma, y a las críticas vertidas sobre las jerarquías eclesiásticas, los valdenses entraron en conflicto con los dirigentes católicos. Hasta ese momento la Iglesia Católica se atribuía en solitario la potestad de la evangelización, y pese a reconocer la ortodoxia de Valdo y sus seguidores, no estaba dispuesta a admitir que algunos de ellos pudiese igualar, y mucho menos superar, en erudición a los predicadores católicos.

Entre el 5 y el 19 de marzo de 1179 se celebró el III Concilio de Letrán. En el concilio se fijaron las normas a seguir para la elección del pontífice, se redactaron medidas de disciplina eclesiástica, se condenaron posiciones heréticas y, se trató de solucionar la complicada cuestión del Dominium Mundi. Fue un concilio altamente reformador en el que se condenaron prácticas como la simonía y se inculcó la pobreza a los monjes y la continencia a los clérigos. Por otra parte, se lanzaron anatemas contra los cátaros y los patarinos. Al concilio asistió una delegación de los pobres de Lyon, los cuales presentaron su traducción de la Biblia y solicitaron su aprobación al concilio. Aprobación que les fue negada, aunque sus doctrinas no fueron condenadas. Pese a que en un principio, parece ser, que el papa Alejandro III simpatizó con las teorías de Pierre Valdo sobre la pobreza, los ataques de éste contra la jerarquía católica acabaron provocando que el Concilio prohibiese tanto a Pierre Valdo como a sus seguidores, predicar sin el permiso episcopal previo, lo que en la práctica equivalía a limitar de forma muy significativa sus prédicas, ya que pocos obispos estaban dispuestos a aceptar las críticas de Valdo sobre sus opulentos estilos de vida.

Desde este momento, los enfrentamientos entre los valdenses y la autoridad eclesiástica se sucedieron ininterrumpidamente hasta que, ante la persistencia de Valdo y el continuo crecimiento de sus seguidores, en 1184 el Concilio de Verona, presidido por Lucio III, dictó la excomunión tanto para Pierre Valdo como para todos sus seguidores y se declaró su doctrina como herética y contraria a la fe. Por esas fechas se produjo la fusión entre los denominados Pobres de Lyon y los humillados de Lombardia, adoptando ambos desde ese momento el nombre de valdenses. La condena de herejía y excomunión fue ratificada en el IV Concilio de Letrán en 1215.

Los valdenses se expandieron especialmente por Aragón (con las predicaciones de Durán de Huesca), donde el rey Pedro II los reprimió con severidad, llevando a algunos de ellos a la hoguera, y Lombardía, donde alcanzaron un gran poder y donde sus postulados radicales continuaron vigentes hasta bien entrado el siglo XIII; Suiza, Austria, Bohemia, Brandemburgo, Polonia e incluso Hungría. Pero a la muerte de Pierre Valdo en el 1218 sus seguidores se dividieron en diferentes grupos, con una escisión principal entre los lombardos y los franceses, entre radicales y moderados respectivamente. Estos últimos se quedaron cada vez más aislados y fueron perdiendo fuerza a favor de la corriente lombarda.

Mientras que los valdenses lombardos vivían en comunidades de trabajadores, obligaban a los nuevos miembros a desenvolverse en los oficios manuales y formaban sus propias comunidades eclesiásticas, los valdenses franceses creían en la iglesia invisible de Cristo por lo que permitían a sus miembros que asistieran a los ritos de la Iglesia Católica y aceptaban parcialmente algunos de los sacramentos, santos así como la veneración a María.

Cuando Inocencio III alcanzó el solio pontificio, se propuso intentar que volviese a la obediencia ortodoxa la rama moderada del valdismo, hecho que logró con la "reconversión" de uno de los principales predicadores valdenses: el hispano Durán de Huesca (1206). Con el fin de que los célibes laicos pudiesen seguir con una vida de pobreza, castidad y oración, Inocencio III aprobó su conversión en una especie de órdenes menores que, posteriormente, serían absorbidas por la fuerza de franciscanos y dominicos. Los valdenses radicales, en cambio, fueron objeto de una implacable persecución por parte de la Iglesia católica, apoyada por los poderes seculares, los cuales los veían como agentes peligrosos y desestabilizadores. Muchos de estos radicales pasaron posteriormente a engrosar las filas de movimientos como el dirigido por Jan Hus e incluso, se ha supuesto, que muchos de ellos fueran parte de la base popular sobre la que se asentó la Reforma Protestante del siglo XVI.

Para muchos autores, la gran relevancia de las doctrinas de Pierre Valdo de Lyon radicaba en su contribución a sustentar las bases populares del que sería el gran movimiento herético de la Edad Media, el catarismo, aparecido algunos años después en las mismas comarcas del Languedoc, Albi y Aquitania.

Todas estas corrientes que predicaban el retorno a la pobreza y a la forma de vida de las comunidades de primeros cristianos, acabaron por cuajar en el seno de la propia Iglesia, el espíritu de pobreza acabó por dar lugar, a comienzos del siglo XIII, al nacimiento de las órdenes mendicantes.

Bibliografía

  • MITRE, E. & GRANDA, C.- Las grandes herejías de la Europa cristiana. (Madrid, Istmo: 1983).

JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez