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LiteraturaPinturaBiografía

Urgell e Inglada, Modesto (1839-1919)

Pintor español, nacido en Barcelona el 13 de julio de 1839 y fallecido en la misma ciudad el 3 de abril de 1919. Tras intentar dedicarse al teatro y llegar a actuar en el Teatro de Santa Cruz de Barcelona, la prohibición familiar de seguir por ese camino lo llevó a dedicarse a la pintura. Estudió en la Escuela de San Jorge de su ciudad natal. Son años en los que alternó con la juventud artítica y bohemia de Barcelona. Comenzó a destacar como dibujante antes que como pintor.

Posteriormente, su familia, que gozaba de buena posición económica, le pagó una larga estancia en París, en la que trabó conocimiento con Courbet. desde 1896, fue profesor de paisaje en la Escuela de Bellas Artes. Fue fundador de la Sociedad Artística y Literaria de Cataluña, así como del Museo Artístico y Arqueológico de Gerona. Durante los últimos años de Isabel II cuando, tras abdicar en su hijo, decidió establecerse en París, Urgell recibió varios encargos de la reina desterrada con destino a su palacio parisino. Su carácter, aristocráticamente displicente, se agrió en sus últmios años, volcándose en diatribas contra los jóvenes pintores modernistas.


También se dedicó a la literatura, con especial interés por el teatro. A esta faceta responden títulos como Turbonada (1870), Lluny dells ulls (1898), Un terrós de sucre (1898), ¡Añoranza! (1899) o ¡Miedo! (1908), así como el volumen de memorias El Murciélago. La suma de sus aficiones por la literatura y el dibujo se plasma en su album Catalunya, en el que aparecen más de cien dibujos, algunos reproducciones de sus cuadros, acompañados de textos que él mismo escribió. El libro fue un intento de responder a las críticas que se le hacían de que pintaba siempre lo mismo.


Como pintor, vendió mucho y bien, lo que le permitió llevar una vida holgada y cómoda. Su presencia en la vida pública de la Barcelona del cambio de siglo debió de ser importante y frecuente. Así, lo encontramos como mantenedor en los Juegos Florales de 1902.


Destacó, sobre todo, como paisajista, especialmente por sus atardeceres, que lo sitúan a medio camino entre el paisajismo romántico y el impresionista. Aficionado a la naturaleza, recorrió toda Cataluña buscando paisajes que llevar al papel. Concurrió a todas las Exposiciones Nacionales desde 1864 hasta un año antes de su muerte. Obtuvo galardones en las de 1876 (segunda medalla por Toque de oración, paisaje rural que ha llegado a ser calificado como "el primer paisaje de la escuela española contemporánea" en el que aparece una ermita rural al atardecer; los colores y la luz están tratados con gran sensibilidad) y 1892 (medalla de segunda clase por un Paisaje) y las Universales de París, Munich, Filadelfia, Berlín, Bruselas (medalla única) y Chicago entre otras. En 1892, se dio la coincidencia de que obtuviera medalla de oro en todas aquellas a las que concurrió, entre ellas la de bruselas, en la que fue el único español premiado.


Destacan de su obra, además del ya citado Toque de oración, Costas de Cataluña, Antes de la tormenta, Los Pinos del Abad , Al caer la tarde o El Pedregal pueblo civilizado. De sus frecuentes paisajes de cementerios, que le fueron criticados y que, según indicó, iban encaminados a enterrar los muchos "muertos" que se enviaban a las exposiciones nacionales, destacaremos el titulado ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! de evidente resonancia becqueriana.

Autor

  • Gerardo Fernández San Emeterio