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PinturaBiografía

Uccello, Paolo di Dono (1397-1475).

Pintor italiano, nacido en Arezzo en 1397, cuya última noticia es su testamento fechado en Florencia en 1475. Hombre solitario y poco común, a su afición a los pájaros se debe, según la información ofrecida por Vasari, su apodo de Ucello. Su verdadero nombre era Paolo di Dono. Su actividad como pintor fue fecunda pero en la actualidad conservamos pocas obras y en muchos de los casos en un mal estado.

No se tienen referencias documentadas sobre su formación y sus primeras actividades artísticas. Algunos investigadores afirman que probablemente estaba vinculado al círculo de Gherardo Starmina y Lorenzo Monaco, de quienes recibió una formación dentro del gótico final. Mientras que otros autores piensan que su educación tuvo lugar en el taller de Ghiberti junto a Donatello, e igualmente apuntan que pudo trabajar en el taller de Brunelleschi. Lo cierto es que en 1407, según documentos, se encontraba en Florencia actuando como ayudante de Ghiberti en la primera puerta del Baptisterio.

De esta primera época es una Anunciación pintada en la Capilla Carnesecchi en Santa María Maggiore, hoy desaparecida. En ella ya planteaba una complicada estructura en perspectiva, tema que le obsesionó durante toda su actividad pictórica.

En 1415 aparece inscrito como pintor y un año después realizó el tabernáculo de los Lippi (Museo de los Uffizi), obra todavía muy ligada al gótico y con fuertes influencias de su maestro Gherardo Starmina.

En 1425 se estableció en Venecia donde trabajó en los mosaicos de la fachada de la basílica de San Marcos, realizó una figura de San Pedro, igualmente desaparecida y cuya única referencia se encuentra en un cuadro realizado por Gentile Bellini.

En 1431 regresó a Florencia, es el año en que realizó el luneto de la Creación del Claustro Verde (Chiostro Verde) de Santa María Novella con temas del Génesis: la creación de los animales, la de Adán, la de Eva y la representación del pecado original. Es un conjunto donde se observa, junto a tendencias góticas, como la yuxtaposición de escenas, una fuerte influencia de Ghiberti. Esta obra se encuentra muy dañada debido a los bombardeos de 1940 y a una inundación sufrida en 1966.

Entre 1436 y 1445 era considerado como uno de los mejores pintores de la ciudad de Florencia, por lo que se le encargaron las obras de la Catedral; en ella realizó el monumento ecuestre al condotiero Giovanni Acuto (nombre italiano del inglés John Hawkwood, condotiero al servicio de Florencia). Es una obra aparatosa en la que Ucello, con gran maestría y un perfecto conocimiento de la perspectiva brunelleschiana, trató de conseguir la sensación escultórica, mediante la utilización de la monocromía. Esta obra se inserta plenamente dentro de la estética renacentista, y de la preocupación del autor por los temas laicos, y es una representación anterior a las grandes estatuas ecuestres de Donatello y Verrocchio.

En este mismo año trabajó en Prato donde realizó la decoración pictórica de la capilla de la Asunta, en la catedral; en ella representa historias de la vida de la Virgen y de San Esteban, y figuras de virtudes y santos. Conserva, todavía, un cierto gusto gotizante aunque presenta un nuevo interés por mostrar aspectos psicológicos de los personajes, propio del Renacimiento.

De nuevo en Florencia, en torno a 1439, es probable que pintara el ciclo de Historias de los Santos Monjes, de San Miniato al Monte, pinturas descubiertas en 1930, muy dañadas y fragmentadas, de las que es difícil establecer un juicio crítico. En 1443 realizó, también para la Catedral, la esfera de las horas, la decoración para el reloj en la que representa cuatro vigorosas y visionarias cabezas de profetas en los ángulos. Hasta 1445 trabajó, junto a Ghiberti, Donatello y Andrea del Castagno, en los cartones para las vidrieras redondas de la Catedral con los temas de La Resurrección, Anunciación y La Natividad.

En 1445, llamado por Donatello se estableció en Padua donde pintó los frescos de la Casa Vitaliani, con el tema de los Gigantes, pinturas desaparecidas pero que fueron vistas por Mantegna sobre el que ejercieron una importante influencia. En 1446 apareció nuevamente en Florencia donde, en 1450, realizó las Escenas de la Vida de Noé, nuevamente para el Claustro Verde de Santa María Novella; realizó tres escenas El sacrificio y la Embriaguez de Noé, en la parte baja, y en la parte superior la escena del Diluvio, donde plasmó una visión trágica.
En 1452 contrajo matrimonio con Tommasa Malifici, con la que tuvo dos hijos, uno de ellos también pintor.

De 1456, aproximadamente, es una de sus más importantes obras, los paneles para la estancia del Palacio Médicis donde, con motivo de los honores rendidos a Nicolás Tolentido, por conseguir la victoria de Florencia sobre Siena, realizó una serie de pinturas que representan las Batallas de San Romano, de las que se conservan tres paneles que en la actualidad se encuentran uno en el Louvre, otro en los Uffizi, y otro en la National Gallery de Londres.
De esta misma época son sus dos versiones de San Jorge y el Dragón, conservadas una en la National Gallery de Londres y la otra en el Museo Jacquermat-André de París.

San Jorge luchando con el dragón. Paolo Ucello. National Gallery. Londres.

De 1460 es la Tebaida (Academia de Florencia), en la que hizo una interpretación de la vida eremítica. Entre 1465 y 1469 estuvo establecido en Urbino, con su hijo Donato, donde trabajó en el retablo mayor de la iglesia del Corpus Domini; sólo nos ha llegado la predela, donde se representa, en seis escenas, El milagro de la Hostia (Galería Nacional de Urbino). A los últimos años de su vida se atribuye la Caza Nocturna (Ashmolean Museum de Oxford), así como la tabla del Louvre Cinco fundadores del arte renacentista, atribuida a él y que muestra la consciencia sobre el papel histórico de su obra.

Existen, de su época florentina, una serie de pequeñas pinturas, que Vasari citaba como existentes en muchas mansiones florentinas, cuadros de difícil identificación y que la critica atribuye a alguno de sus discípulos. Idéntico problema se plantea con los frescos de la Capilla del l'Assunta en la Catedral de Prato. Asimismo existen una serie de dibujos para grandes espacios de mármoles de taracea y madera, que son planteados como auténticos cuadros.

Tradicionalmente se le había considerado un pintor de segundo orden, hasta cierto punto olvidado, y con grandes influencias del gótico. Sin embargo, en este siglo, investigaciones rigurosas sobre su figura y su arte lo muestran como uno de los principales artistas del Renacimiento, formando parte de la primera generación de los creadores del Renacimiento florentino, e incluso se le ha interpretado como autor coincidente con la vanguardia decorativa europea del siglo XIX.

Su obra se caracteriza, de forma general, por un interés en la definición de los volúmenes de lo representado, para lo que utiliza el nuevo elemento de la perspectiva, que conocía perfectamente y que se convertirá en el gran elemento de su experimentación, hasta el punto de aplicársele la leyenda, recogida por Vasari, de ser un artista absorto por el estudio de la misma, a la que consagraba todas sus noches, motivo por el cual fue objeto de la burla de Donatello, que le reprochaba perder el tiempo en vanas especulaciones geométricas.

La perspectiva fue utilizada por Ucello tanto en las propias figuras como en los objetos, sobre los que realizó un análisis directo, introduciendo las composiciones en ambiente irreales y fantásticos. Su investigación se centró también en el desarrollo de temas laicos tan propios de Renacimiento.

Las Batallas de San Romano, de 1456 aproximadamente, son uno de los mejores ejemplos de sus dos preocupaciones. Siempre habían sido consideradas como la representación de batallas medievales, pese a conmemorar un hecho contemporáneo a la vida del autor. Pero la crítica actual ha puesto de manifiesto que se trata de una representación festiva, los torneos medievales, desarrollados con motivo de lo conmemoración. Esta temática, propiamente renacentista, se inserta dentro de la preocupación por los temas laicos del autor. La representación se plantea desde el punto de vista del espectador que se encuentra en un plano más bajo que el escenario donde se están desarrollando los torneos. El paisaje, plano, reproduce el telón de fondo del escenario. La luz es general e idealizada y sirve, en su gradación, para la definición del espacio, creando un ambiente irreal y fantástico. La profundidad no se consigue mediante el juego de la perspectiva sino por la colocación en profundidad de determinados objetos, cada uno de ellos se estudia individualmente y se pone en relación con los demás.

Definición espacial, definición de los cuerpos y estudios lumínicos, son factores relacionados, en los que Ucello investigó a lo largo de toda su obra, siendo partícipe de los inicios de la secularización del arte del Renacimiento, hecho que queda perfectamente patente en sus obras de Batallas.

La Historia de la Hostia, pintada hacia 1469, es una escena inspirada en la representación de un Misterio, "el Milagro de la Hostia", presentado en París en 1444. Su interés se centra en la visión teatral, al igual que en las batallas, la escena se inserta en un escenario invisible, según la percepción del espectador. El espacio se representa mediante un esquema geométrico nada sencillo, utilizando la perspectiva caballera, y compartimentándolo mediante la inserción de una pared. La luz general marca un espacio idealizante, y está utilizada como un elemento de diferenciación espacial. En esta obra la figuración no corresponde a los estudios de perspectiva a los que suele someter sus creaciones. Francastel dijo de ella que era un claro retroceso en el conjunto de la obra del autor, más próximo a esquemas de representación del gótico internacional, donde las escenas no coinciden con la perspectiva. Sin embargo, aportan una complejidad difícil de valorar en un primer momento, con puntos de fuga múltiples, que varían en cada composición, conformando un espacio intelectual de colores arbitrarios.

Obra

Galería multimédia

Bibliografía

  • BERENSON, B.: Los pintores italianos del Renacimiento. (Barcelona, 1954).

  • BERGER, R.: El conocimiento de la Pintura. (Barcelona, 1976).

  • ENZINA, J. de la: Los Pintores italianos del Renacimiento. (México, 1949).

  • FLAIANO, E.: Paolo Ucello. (Barcelona, 1977).

  • POPE-HENNESSY, J.: El retrato en el Renacimiento. (Madrid, 1985).

  • SEBASTIAN, S.: Arte y Humanismo. (Madrid, 1978).

  • TONGIORGI-TOMASI, L.: Paolo Ucello. (Milán, 1971).

  • VASARI, G.: Vidas de Pintores, Escultores y Arquitectos ilustres. (Buenos Aires, 1945).

E. Alegre Carvajal.

Autor

  • Esther Alegre Carvajal. modificado