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HistoriaBiografía

Tyler, Wat (¿-1381).

Líder revolucionario inglés, nacido en el condado de Essex en fecha desconocida y muerto en Smithfield, Londres, el 15 de junio de 1381. Dirigió la rebelión campesina de 1381, el primer gran movimiento social de la historia inglesa.

De nombre completo Walter Tyler, su biografía permanece en la oscuridad hasta el momento de la rebelión. Según la crónica de Jean Froissart, adquirió cierta experiencia militar en Francia. Sin duda, tenía dotes como orador y organizador y un carisma capaz de movilizar a la inmensa y anárquica multitud en rebeldía.

La revuelta campesina estalló en Brentwood (Essex) el 30 de mayo de 1381, a causa del aumento de los impuestos y del establecimiento de un estatuto de los Trabajadores muy oneroso para la población campesina. Pronto se propaló por todo Essex y Kent. Se desconoce si Tyler participó en el ataque a la fortaleza de Dartford (Kent) y al castillo de Rochester entre el 5 y el 6 de junio. Pero, el día 7, apareció ya como cabecilla de los rebeldes en Maidstone. Durante los dos días siguientes, los rebeldes se hicieron con el control de ambos condados, destruyendo castillos y quemando archivos señoriales. El día 10, Tyler dirigió la marcha campesina sobre Canterbury, que fue tomada sin resistencia. El palacio arzobispal fue saqueado, los archivos del condado quemados y las prisiones abiertas. Entre los liberados se encontraba el predicador errante John Ball, que se convertiría en líder espiritual del movimiento campesino.

El día 11, los rebeldes partieron hacia Londres para presentar sus reivindicaciones ante el rey Ricardo II. Al atardecer del 12 de junio, los campesinos de Kent (unos 50.000, según las fuentes) acamparon en los suburbios al sur de la capital. Varios grupos consiguieron entrar en la ciudad con el apoyo de sus habitantes. El palacio arzobispal fue saqueado y de nuevo se abrieron las prisiones. Al mismo tiempo, las bandas llegadas desde Essex se aproximaron a la ciudad por el norte, sin conseguir entrar en ella por estar izado el puente de la Torre.

La corte estaba sumida en un completo desorden. El rey, que apenas contaba catorce años, era incapaz de tomar una decisión y se encontraba desprotegido ante la falta de efectivos militares en la capital. Sólo el alcalde de Londres, William Walworth, parecía decidido a enfrentarse a los rebeldes y envió a algunos de sus oficiales a exigir a los campesinos que se retiraran. Pero uno de estos oficiales, John Horne, prometió a Tyler la ayuda de la población de la ciudad.

El día 13, la multitud se reunió en la ribera izquierda del Támesis, a la espera del rey, que apareció en una barca, rodeado por sus consejeros menos impopulares, con la intención de arengar a los rebeldes. Pero éstos le exigieron de inmediato que bajara a tierra. Aunque los campesinos proclamaban su lealtad a la monarquía y demostraban un respeto temeroso hacia Ricardo, los consejeros temían por la vida del rey y dieron media vuelta sin que mediara ningún acto hostil por parte de la multitud.

A partir de ese día, los rebeldes comenzaron a sufrir la falta de avituallamiento. Para abastecerse, necesitaban entrar en la ciudad. Al parecer, fueron oficiales municipales quienes abrieron la pasarela de la Torre de Londres para permitir la entrada de la multitud. En la ciudad, el pueblo acogió con simpatía a los campesinos, entre los que Tyler mantenía una estricta disciplina para evitar pillajes indiscriminados. Una vez en las calles de Londres, Tyler dirigió a sus seguidores hacia el espléndido palacio Savoy, propiedad del impopular tío del rey, Juan de Gante. El palacio fue quemado hasta los cimientos, pero los saqueadores fueron ejecutados por orden de Tyler. Después, los rebeldes atacaron el Temple, perteneciente a la orden de los caballeros de San Juan de Jerusalén, cuyo prior era el odiado Robert Hales, tesorero del rey. Las cárceles fueron abiertas y las casas de los ricoshombres saqueadas. Al atardecer, los campesinos se agruparon alrededor de grandes hogueras frente a la Torre para pasar la noche.

Mientras tanto, Tyler y otros cabecillas se reunieron en casa de un rico caballero londinense, Thomas Farringdon, ganado para la revuelta, a fin de preparar una lista de proscritos. Esa noche se reunió también el Consejo real para discutir qué debía hacerse con los rebeldes. Según la crónica de Froissart, Walworth propuso atacar por sorpresa a los campesinos mientras dormían, pero otros consejeros se opusieron, argumentando que la matanza de los rebeldes podía provocar una rebelión generalizada de la población londinense. Finalmente, el Consejo aprobó celebrar al día siguiente una nueva entrevista entre Ricardo y los rebeldes, en el prado de Mile End. El viernes 14, muy temprano, el rey hizo su aparición frente a la inmensa multitud. Para ganar tiempo, aceptó todas las reclamaciones que le presentó Tyler: abolición de la servidumbre, liberación de los colonos, reducción del censo anual a cuatro denarios por acre para los campesinos colonos, supresión de todas las restricciones de compra y venta y amnistía general para los rebeldes. Estos cinco puntos aparecen en todas las fuentes, pero otras añaden reivindicaciones de carácter más político: libertad de trabajo, castigo regular a los traidores a la corona, liberación de todos los prisioneros y promesa por parte de la monarquía de gobernar con el consejo del común.

Para demostrar que tomaba a los rebeldes bajo su protección, Ricardo entregó una bandera real a un representante de cada condado. De inmediato varias decenas de amanuenses comenzaron a preparar las cartas de libertad y amnistía a favor de quienes las reclamaban. El Consejo esperaba que los rebeldes se dispersarían una vez que las cartas estuvieran en su poder. Sin embargo, repentinamente, Tyler y algunos de sus seguidores se lanzaron hacia la Torre, cuyo puente estaba bajado en señal de confianza. El arzobispo de Canterbury y el tesorero Hales, que se hallaban refugiados en la capilla, fueron decapitados, al igual que algunos otros cortesanos. Los rebeldes fueron finalmente expulsados de la Torre, que quedó de nuevo clausurada.

Las cartas de amnistía hicieron emprender el camino de vuelta a sus hogares a muchos de los rebeldes. Pero no a todos. Los que quedaron continuaron asaltando y saqueando las casas de los caballeros de Londres. El sábado 15, los rebeldes salieron al encuentro del rey cuando éste regresaba con su corte de escuchar misa en Westminster. Se acordó celebrar una nueva entrevista en Smithfield, una gran plaza situada extramuros, al noroeste de la ciudad. Los relatos acerca de este segundo encuentro entre el rey y los campesinos difieren notablemente. Al parecer, Ricardo y sus cortesanos se situaron frente a la iglesia de San Bartolomé, mientras la multitud se apiñaba en el otro extremo de la plaza, dejando un amplio espacio de tierra de nadie. Tyler se adelantó a caballo, echó pie a tierra y estrechó la mano del rey. Según las crónicas, iba armado con una daga, signo de su desconfianza.

A petición del rey, Tyler presentó sus nuevas reivindicaciones: derogación de todas las leyes excepto del estatuto de Winchester (1285), que confiaba al pueblo el mantenimiento de la paz; supresión de la puesta fuera de la ley, que afectaba los trabajadores huidos; renovación de la abolición de la servidumbre; obligación para los señores de distribuir entre sus colonos los derechos de uso de los bosques; confiscación de los bienes eclesiásticos y, una vez asegurada la subsistencia digna del clero, su reparto entre los fieles; y reducción de los obispados ingleses a uno solo (que, en la mente de los rebeldes, posiblemente debía entregarse a John Ball). Ricardo respondió que otorgaría todo aquello que pudiera conceder legalmente. Esta tibia respuesta debió de causar cierta inquietud entre la multitud. Para refrescarse, Tyler bebió una pinta de cerveza ante el rey y volvió a montar. Entonces estalló un altercado entre él y un caballero de Kent, que se intercambiaron insultos y golpes. El alcalde Walworth, protegido por una coraza disimulada bajo sus vestiduras, atacó a Tyler, que cayó herido de muerte. Según otras versiones, Tyler, herido, fue llevado por sus seguidores al hospital de San Bartolomé, adonde le siguió Walworth, que le decapitó sin contemplaciones. Parece lo más probable que este desenlace formara parte de un plan del Consejo para eliminar a Tyler y provocar la confusión entre la multitud rebelde, que, privada de su cabecilla, sería presa fácil del ejército real que ya entonces se hallaba reunido a las afueras de Londres. En efecto, la muerte de Tyler significó el fin de la rebelión, que fue duramente reprimida en las semanas siguientes.

Bibliografía

  • ASTON, M.E. "Lollardy and Sedition, 1381-1431", en Past and Present, 17 (1960), pp. 1-44.

  • KERSTEVEN, G.R. The peasants' revolt. Londres, 1965.

  • MOLLAT, N. Y WOLFF, Ph. Uñas azules, jacques y ciompi. Las revoluciones populares en Europa en los siglos XIV y XV. Madrid, 1976.

Autor

  • Victoria Horrilllo Ledesma