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Biografía

Turena, Henri de la Tour d'Auvergne, Vizconde de (1611-1675).

Militar francés, nacido el 11 de septiembre de 1611 en Sedan y muerto el 27 de julio de 1675 en Sasbach (Baden, Alemania). Considerado como uno de más importantes jefes militares de la historia de Francia, sus triunfos durante la fase final de la Guerra de los Treinta Años, así como en los diversos conflictos bélicos provocados por la política imperialista de Luis XIV, le convirtieron en uno de los hacedores de la hegemonía francesa en la segunda mitad del siglo XVII.

Nacido en el seno de uno de los linajes aristocráticos más influyentes de la corte, Turena era el segundo hijo del protestante duque de Bouillon, Henri de la Tour d'Auvergne, mariscal de Francia, y de su segunda esposa, Elisabeth de Nassau, hija del estatúder de los Países Bajos, Guillermo I el Taciturno. En 1625, a la muerte de su padre, fue enviado a Holanda junto a sus tíos maternos, los príncipes Mauricio y Federico Enrique de Orange-Nassau, con el fin de iniciar la carrera militar. Al poco tiempo fue nombrado capitán, y participó en diversas acciones contra los españoles a las órdenes de sus tíos. En 1630 regresó a Francia para incorporarse al ejército como coronel de infantería, pero, dos años después, volvió junto a su tío Federico Enrique para combatir en las filas protestantes. Cuando, en 1635, comenzó la fase final de la Guerra de los Treinta Años, Turena se unió al ejército francés, sirviendo en el frente renano como mariscal de campo bajo el mando del cardenal de La Valette. Se destacó en la dirección de la retirada de tropas entre Mainz y Metz y, durante el asalto a Saverne, en 1636, resultó herido de cierta gravedad. Al año siguiente regresó a Flandes, con la misión de reclutar mercenarios en la región de Lieja. En 1638, de vuelta a Renania, se unió al ejército del príncipe Bernardo de Sajonia-Weimar en el sitio de Brisach. Turena se encargó de la dirección del asalto, ganando fama por lo arriesgado de sus maniobras. Desde el frente renano pasó a Italia, donde combatió con éxito durante el verano de 1640. Esta campaña culminó con la toma de Turín, en septiembre, que aumentó el renombre de Turena.

Durante 1642, en el marco de la guerra contra España y de la rebelión secesionista catalana contra la política del conde-duque de Olivares, Turena dirigió las operaciones de conquista de Perpiñán. En esos momentos salió a la luz la conspiración del duque de Cinq Mars, favorito del rey, contra el cardenal Richelieu, en la que estaba implicado el duque de Bouillon, hermano mayor de Turena. Pese al arresto de su hermano, Turena expresó su adhesión a Richelieu y a Luis XIII. A la muerte de éste, en 1643, la reina regente, Ana de Austria, le confió el mando sobre el ejército de Italia. Sin embargo, las intrigas del duque de Bouillon hicieron sospechar al cardenal Mazarino, ministro principal de la regencia, de la lealtad de Turena. Mazarino se negó a enviarle tropas de refresco y Turena fue incapaz de articular una campaña efectiva en Italia, con un ejército muy disminuido. A pesar de las sospechas de Mazarino, la fidelidad demostrada por Turena hacia la regente y sus éxitos en la conquista del Rosellón le valieron el ascenso a mariscal de Francia en mayo de 1643, por decisión de la reina.

En diciembre de ese año le fue encomendada la dirección del ejército francés en Alemania, que había sufrido una severa derrota en la Selva Negra. Turena consiguió reorganizar este maltrecho ejército, de apenas diez mil hombres, con el que emprendió una exitosa campaña. La falta de efectivos le obligó a evitar la batalla en campo abierto y a desarrollar una guerra de asolamiento en el interior de Alemania. En 1644 recibió el refuerzo de un ejército poco numeroso mandado por el príncipe de Condé, quien asumió el mando de las operaciones en virtud de su superioridad nobiliaria. El ejército conjunto de Turena y Condé se enfrentó a los alemanes en Friburgo. Después de tres días de intenso fuego artillero, los alemanes se vieron obligados a retirarse del valle del Rin, que quedó enteramente bajo dominio francés. En septiembre, Condé y Turena ocuparon Philippsburg y extendieron su dominio militar a todas las ciudades del valle del Rin hasta Bingen, en el norte. En 1645, en un intento de unirse al ejército sueco aliado de Francia que operaba en el sur, Turena avanzó hacia Würtemberg. Pero, en mayo, el ejército bávaro emprendió una rápida ofensiva que cogió por sorpresa al mariscal. Turena no pudo evitar que los bávaros diezmaran sus filas, perdiendo a más de la mitad de sus hombres en el campo de Marienthal. El resto del ejército se retiró hacia el norte, reforzado por las tropas de Condé, que Mazarino había enviado en su ayuda. El ejército conjunto de Turena y Condé inició entonces una contraofensiva, derrotando a los bávaros en la Batalla de Nördlingen. Ello dejó expedito a los franceses el camino hacia el Danubio. Sin embargo, la gran cantidad de bajas de infantería en las operaciones de Marienthal y Nördlingen impidió a Turena y Condé seguir avanzando con garantías y forzó su repliegue hacia las bases francesas en Renania.

Durante la campaña de 1646, Turena consiguió llevar a la práctica su proyecto de unirse a las fuerzas suecas mandadas por el mariscal Wrangler, vencedor de los imperiales en la batalla de Jankowitz (1645). El ejército francés cruzó el Rin por Basilea y, junto a las tropas suecas, eludió el encuentro con el ejército bávaro-austríaco, acampado en el Main, para emprender la marcha hacia el Danubio. Las tropas de Wrangler y Turena amenazaron Augsburgo y Múnich, lo que forzó al elector Maximiliano I de Baviera a iniciar negociaciones de paz con Francia. El armisticio de Ulm de 1647 deshizo la alianza entre Maximiliano I y el emperador Fernando III de Habsburgo. Tras la firma de este tratado, el cardenal Mazarino ordenó a Turena marchar con su ejército hacia Luxemburgo, para proteger las fronteras nororientales de Francia. Al alcanzar los Vosgos, las tropas bávaras que marchaban junto a los franceses volvieron grupas y cruzaron de nuevo el Rin. Turena se vio obligado a regresar e internarse en Alemania, consiguiendo finalmente que la mayor parte de los caballeros bávaros volviera al servicio de Francia. En 1648 Maximiliano I rompió el armisticio al restablecer su antigua alianza con el emperador. Turena fue nuevamente enviado al sur de Alemania, donde se unió a las tropas suecas de Wrangler. El ejército franco-sueco marchó sobre el Danubio e infligió una derrota definitiva a los alemanes en Züsmarshausen, lo que significó el final de las pretensiones imperiales. Turena y Wrangler continuaron avanzando hacia Viena, cuyas puertas amenazaban cuando llegó la noticia de la firma del armisticio en Osnabrück. En octubre de 1648, el congreso de Westfalia puso fin a la Guerra de los Treinta Años.

En 1649 estalló en Francia la rebelión conocida como Fronda de los Príncipes (véase Guerras de la Fronda) contra el gobierno absolutista de Mazzarino. La participación en la insurrección del duque de Bouillon y de la duquesa de Longueville, íntima amiga de Turena, empujó a éste a alinearse en el bando rebelde. Al iniciarse la rebelión, Turena escapó a Holanda, para regresar a París en mayo de 1649 bajo la protección del príncipe de Condé, que dominaba la capital. En enero de 1650 Mazarino recuperó el control sobre el gobierno e hizo arrestar a Condé. Ello obligó de nuevo a Turena a abandonar París para reunirse en Stenay (Champaña) con Madame de Longueville, hermana de Condé. Tras la firma de una alianza con España, Turena se puso al frente del ejército rebelde en Champaña, combatiendo junto a los españoles. Fue derrotado por las fuerzas realistas al mando del mariscal Plessis-Praslin en Rethel, donde estuvo a punto de perder la vida. En mayo de 1651, la retirada de Mazarino de París para facilitar la paz y la liberación de Condé hizo posible el regreso de Turena a la capital. Desde ese momento se mantuvo apartado de las intrigas políticas y abandonó a Condé, quien, desde sus bases en el suroeste, había desencadenado la llamada Fronda de Condé (véase Guerras de la Fronda), entre 1651 y 1653. En marzo de 1652, la mediación del duque de Bouillon ante la reina Ana permitió a Turena regresar a la corte. La regente le puso al frente de una de las dos divisiones del ejército realista que combatían a Condé en el Loira. Turena pasó así a dirigir la reacción monárquica contra los rebeldes. Sus campañas de 1652-1653 en el Loira, París y Champaña salvaron a la monarquía de Luis XIV y permitieron el restablecimiento del poder real sobre los principios del absolutismo preconizado por Richelieu y Mazarino. Turena convenció a la reina para que se refugiara con su hijo en Poitiers, mientras él defendía la capital del asedio de Condé, quien esperaba el apoyo de un ejército español procedente de Flandes. Tras una primera derrota frente a los rebeldes ante los muros de París, Turena obtuvo la victoria definitiva sobre Condé en la batalla del barrio de Saint-Antoine. De esta forma, la reina regente y el joven Luis XIV pudieron regresar triunfalmente a París.

Tras la derrota de los frondistas, el ejército francés volvió a la lucha contra los españoles en la frontera septentrional. En 1654, el ejército al mando de Turena rechazó a las tropas españolas que sitiaban Arras en una acción espectacular en la que los franceses tomaron tres líneas de trincheras. Cuatro años después, Turena consiguió en la batalla de las Dunas el triunfo que puso fin a la guerra con España y que abrió al ejército francés el camino hacia los Países Bajos. El mariscal se adentró con sus tropas en Flandes, ocupando Ypres y amenazando Bruselas y Gante. Estas operaciones permitieron a Luis XIV negociar la paz de los Pirineos desde una posición de fuerza. En abril de 1660, el monarca elevó a Turena al cargo extraordinario de mariscal general de los campos y ejércitos del rey, escalón previo a su nombramiento como condestable de Francia, lo que implicaba su conversión al catolicismo. En 1667 se le encomendó la dirección de la campaña de ocupación de los Países Bajos españoles en el contexto de la Guerra de Devolución. Al año siguiente —después de la muerte de su esposa, la ferviente protestante Charlotte de Caumont, con la que se había casado en 1651— Turena se convirtió al catolicismo. Pero la decisión de Luis XIV de ostentar personalmente el mando supremo del ejército frustró las ambiciones del mariscal de convertirse en condestable. Cuando en 1672 Francia declaró la guerra a las Provincias Unidas, el rey acompañó a Turena al frente de la tropas francesas. En el transcurso de dicha contienda (1672-1674), Turena dirigió las operaciones en el valle del Rin, al mando de un reducido ejército de 16.000 hombres. Pese a la falta de efectivos, las campañas alemanas de 1672-1675 dieron al mariscal algunos de sus más sonados éxitos militares. Contra su costumbre táctica de preservar en la medida de lo posible a sus tropas, esta vez Turena presentó batalla campal en diversas ocasiones. En enero de 1673 sus triunfos habían conseguido romper temporalmente la alianza alemana y forzado al elector Federico Guillermo de Brandeburgo a negociar con Francia. Poco después, una audaz campaña contra la fuerzas del emperador Leopoldo I abrió a Turena las puertas de Bohemia. Pero el ministro de la guerra francés, Louvois, se negó a enviarle refuerzos para emprender una acción decisiva contra Praga y le ordenó que regresara a Alsacia. Leopoldo I aprovechó este repliegue para romper el control francés sobre la baja Renania tras recuperar Bonn. En 1674, un gran ejército alemán avanzó por el valle del Rin, amenazando Alsacia. En junio, Turena derrotó a la vanguardia alemana en Sinzheim, pero la inferioridad numérica de sus efectivos le obligó a internarse en el Palatinado, región que asoló. En septiembre volvió a cruzar el Rin, ante la imposibilidad de afrontar el avance del ejército imperial. A fines del invierno de 1674, Turena llevó a cabo su más famosa marcha: avanzó con su ejército desde la parte meridional de los Vosgos y, en enero de 1675, apareció frente a Turckheim, obligando a los imperiales a retirarse al otro lado del Rin. De esta forma, Alsacia quedó nuevamente bajo control francés. En la cima de su carrera militar, Turena murió de resultas de las heridas sufridas por un disparo de cañón durante la batalla de Sasbach, cuando su ejército se enfrentaba al del mariscal italiano Montecuccoli por el control de Estrasburgo. Su cuerpo fue enterrado con todos los honores en el panteón real de Saint-Denis, si bien posteriormente fue trasladado a los Inválidos de París.

Bibliografía

  • ANDRÉ, L. Luis XIV y Europa. México, 1957.

  • MICHAUD, C. L'Europe de Louis XIV. París, 1973.

  • PICAVET, C. G. Les derniers années de Turenne, 1660-1675. París, 1919.

  • ROY, J. Turenne. París, 1884.

  • WEYGARD, M. Turenne, Marshal of France. Londres, 1929.

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma