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PolíticaDerechoBiografía

Talleyrand-Périgord, Charles Maurice de (1754-1838).

Príncipe de Benevento y célebre diplomático francés, nacido el 2 de febrero de 1754 en París y muerto el 17 de mayo de 1838 en la misma ciudad.

Hijo de Carlos Daniel de Talleyrand-Périgord y de Alejandra d'Antigny, destacó por su capacidad de supervivencia política, que le permitió ocupar cargos políticos durante la Primera República Francesa (véase Revolución Francesa), el Imperio Napoleónico, la Restauración borbónica y el reinado de Luis Felipe.

Miembro de una familia de la vieja aristocracia francesa, con escasas posibilidades económicas, su infancia es poco conocida. Criado en los suburbios de París, él mismo contaba que cuando tenía cuatro años tuvo un accidente por el que se quedó cojo, pero es probable que esta minusvalía se debiera a una malformación genética motivada por la consanguinidad de sus padres. Esta malformación fue la causa de que no pudiera realizar una carrera política y fuera destinado a la carrera eclesiástica.

A los ocho años de edad, Talleyrand ingresó en el Collège d'Harcourt de París, que abandonó a los quince años para convertirse en asistente de su tío Alejandro, que en esos momentos era coadjutor del obispo de Reims. El joven Telleyrand quedó profundamente impresionado por la lujosa vida que la carrera eclesiástica le ofrecía.

En 1770 ingresó en el seminario parisino de Saint Sulpice. Allí aprendió teología, pero lo que realmente le interesaba era la filosofía, fundamentalmente la de los pensadores progresistas contemporáneos. Expulsado del seminario en 1775 por su conducta, recibió sin embargo órdenes menores, por lo que pudo ser nominado ese mismo año por el rey para el cargo de abad de Saint-Denis, en Reims. En marzo de 1778 Talleyrand se graduó en Teología por la Sorbona y en diciembre del mismo año fue ordenado. Su tío Alejandro recibió al día siguiente el cargo de arzobispo de Reims, con la oposición del vicario general.

Talleyrand se comportó como un típico clérigo cortesano, pasaba más tiempo entre los lujos palaciegos que en la Iglesia. Sin embargo, su actitud en esos momentos era comedida, ya que su máxima aspiración consistía en alcanzar la dignidad obispal. El camino más rápido para lograr este objetivo era acceder al puesto de mediador en las relaciones entre la Iglesia y el Estado francés, puesto que además incluía un lugar en la Asamblea de clérigos. En 1780 presentó su candidatura a dicho puesto; se eligió a dos individuos, uno de los cuales era Talleyrand, que logró deshacerse de su adversario y ocupó el cargo en solitario hasta 1785.

Mostró gran energía en la defensa de los intereses del clero y en el mantenimiento de sus privilegios, que incluían la exención de impuestos; protegió igualmente las propiedades eclesiásticas y la jurisdicción eclesiástica en contra de los intereses de la corona.

Las reuniones de la Asamblea de clérigos le sirvieron para adquirir una buena experiencia en el debate y la oratoria, que aplicó a su vida política. En noviembre de 1788 fue finalmente nombrado obispo de Autun, puesto del que tomó posesión el 15 de marzo de 1789, a punto de producirse el estallido de la Revolución Francesa.

Cuando se reunieron los Estados Generales el 5 de mayo de 1789 (después de más de un siglo sin constituirse, la última vez fue en 1614), fue elegido diputado por su orden, con la intención de que preparase una lista de quejas. Haciendo gala de su versatilidad política y de su buen juicio para analizar los acontecimientos, transformó sus ideales: en su informe se consideraban las peticiones de una constitución que garantizase la igualdad entre los ciudadanos ante la ley y ante la fiscalidad, así como la abolición de los privilegios que tan enérgicamente él había defendido tan sólo cuatro años antes.

Al producirse la apertura oficial de los Estados Generales de Versalles, Talleyrand era el centro de atención de todas las miradas, pendientes de su próximo movimiento político. En el desarrollo de las siguientes sesiones, su influencia y su fama no dejaron de crecer. Fue él quien impulsó la idea de disolver los Estados y convocar una Asamblea Constituyente. Talleyrand urgió a la asamblea a derogar el diezmo y a nacionalizar los bienes de la Iglesia, que fueron usados para pagar la deuda del Estado. La ley de desamortización fue votada el 2 de noviembre de 1789 y su éxito convirtió a Talleyrand en el más revolucionario de los diputados, al extremo de que fue llamado el obispo de la Revolución.

Talleyrand se encargó de la reorganización del clero francés, sin contar con la autoridad papal; exigió al clero un juramento de lealtad hacia la nueva constitución republicana y transformó el método de elección de los obispos. El resultado de todo ello fue la inmediata excomunión de Talleyrand, hecho que no le inquietó en absoluto, debido a que en esos momentos ya había planeado abandonar la carrera eclesiástica debido a que ésta no satisfacía sus ambiciosas necesidades económicas.

En enero de 1791 renunció al obispado de Autun para ocupar el cargo de administrador del departamento de París. Ese mismo año fue enviado por el Gobierno a Londres, en calidad de ministro plenipotenciario, con el objeto de impedir la alianza entre el Reino Unido, Prusia y Austria contra Francia (Véase Guerras de la Coalición). En enero de 1792 llegó a Londres, donde se entrevistó con William Pitt con el fin de lograr la promesa por parte del primer ministro británico de respetar la integridad territorial de Francia. En marzo regresó a Francia sin una respuesta británica. Al mes siguiente volvió a Londres, esta vez junto con Chauvelin. En ese mismo mes, Francia declaró la guerra a Austria y a Prusia. Cuando las negociaciones con Inglaterra estaban a punto de dar resultado, el asalto al palacio de las Tullerías el 20 de junio provocó la ruptura de las conversaciones y la precipitada salida de Talleyrand del Reino Unido.

El derrocamiento de la monarquía el 10 de agosto y el asesinato de los presos monárquicos en septiembre enfrentó definitivamente a los gobiernos de Londres y París. Talleyrand tuvo que abandonar París; se retiró primero a Inglaterra, de donde pasó a Estados Unidos tras la invasión francesa de Bélgica y la ejecución de Luis XVI en enero de 1793, con la consiguiente declaración de guerra de Inglaterra a Francia. Talleyrand fue entonces el más antirrevolucionario de los emigrados franceses, igual que antes había sido el más revolucionario de los revolucionarios. Tras la caída de Robespierreen julio de 1794 y el fin del Terror, Talleyrand intentó sin éxito regresar a su país.

Hasta 1796 permaneció en Estados Unidos, donde logró reunir una importante fortuna especulativa. Regresó a Francia en septiembre de 1796, llamado a proposición de Chenier, y fue nombrado miembro del Instituto Nacional. Fue poco después encargado por el Directorio del ministerio de Relaciones Exteriores, actividad que no le impidió trabajar con todas sus fuerzas para conseguir la ruina de aquel gobierno y el triunfo del golpe de Estado de 18 brumario (Véase Napoleón).

Junto a Napoleón, convenció al Directorio de la necesidad de realizar una expedición a Egipto que acabó en fracaso. Fue el causante de la ruptura de relaciones entre Estados Unidos y Francia, a causa de un altercado con los delegados norteamericanos en París, a los que Talleyrand extorsionaba. Admitido su error, dimitió. En sus dos años como ministro amasó una ingente fortuna mediante la aceptación y exigencia de todo tipo de sobornos.

Poco después de la dimisión de Talleyrand, Napoleón regresó de Egipto y mediante un golpe de Estado se hizo con el poder y estableció el Consulado. Talleyrand fue repuesto en el ministerio el 22 de noviembre. Desde su cargo se preocupó por la pacificación de Europa y por ayudar a Napoleón en sus intentos de establecer la supremacía francesa en Italia, Alemania y Suiza. Firmó el Tratado de Luneville en 1801 con Austria y, al año siguiente, el de Amiens con el Reino Unido. En política interior trató de suavizar la represión hacia los monárquicos, los contrarrevolucionarios y los católicos; para eso último convenció a Napoleón de la necesidad de un concordato con la Santa Sede. Él mismo se encargó de redactarlo en 1801 y logró el consenso entre el Emperador y el recién electo Pío VII. En el ámbito personal, aprovechó el Concordato para casarse con su amante, Catherine Grand, mujer divorciada.

Pese a sus esfuerzos por mantener la paz, las ansias expansionistas de Napoleón hicieron imposible evitar el estallido de la guerra entre Francia e Inglaterra en mayo de 1803 (Véase Guerras de la Coalición), el nuevo estallido bélico alejó a Talleyrand del Emperador, no antes de que el primero ayudase al segundo en 1802 a establecer el Consulado vitalicio y diera, junto con Fouché, la voz de alarma ante los supuestos planes del duque d'Enghien de asesinar al Primer Cónsul. Pese a que el duque vivía en territorio neutral, Talleyrand no tuvo reparo en violar las leyes internacionales y secuestrarlo para llevarlo a París, donde fue juzgado y ejecutado. Esto consolidó el poder absoluto de Napoleón el 18 de mayo de 1804, cuando éste se proclamó Emperador y nombró a Talleyrand como Gran Chambelán por los servicios prestados.

A partir de 1805 las relaciones entre ambos dignatarios se deterioraron, Talleyrand perdió buena parte de su influencia. En agosto de 1807 presentó su dimisión, pero mantuvo la totalidad de sus cargos y rentas. Pese a la dimisión, colaboró con Napoleón siempre que éste lo llamó para tareas diplomáticas, como la Conferencia de Erfurt de 1808.

La creciente animadversión entre Napoleón y Talleyrand fue pública desde 1808. Este último, retirado en Valenzay, se dedicó a conspirar, junto con Fouché, contra el emperador e incluso entabló conversaciones con el zar Alejandro I. Talleyrand fue el encargado de acordar el matrimonio entre Napoleón y María Luisa de Austria, el cual pretendía asegurar la legitimidad dinástica de Napoleón.

Tras el desastre napoleónico en Rusia, el Emperador trató de que Talleyrand volviese al ministerio de Exteriores para pactar con las potencias europeas, pero éste se negó. Posiblemente ya estuviera pensando en la Restauración de los borbones en el trono de Francia. Cuando el 31 de marzo de 1814 los aliados entraron en París, Talleyrand se mostró ferviente defensor de la Restauración borbónica, como único medio para garantizar la paz en Europa, y persuadió al Senado para formar un gobierno provisional encabezado por él mismo. A continuación destituyó a Napoleón, para inmediatamente después llamar a Luis XVIII al trono francés.

El 13 de mayo de 1814, volvió a hacerse cargo del ministerio de Negocios Extranjeros, esta vez bajo los borbones; el rey, en pago a sus servicios lo nombró par de Francia. Poco después lo envió en calidad de ministro plenipotenciario al Congreso de Viena, en el que demostró toda su capacidad diplomática intentando dividir a los aliados en beneficio de Francia:T instó a Austria e Inglaterra a firmar una alianza con Francia para detener el expansionismo ruso y prusiano. En esta capital conoció la vuelta de Napoleón a Francia, y trabajó eficazmente para que las potencias aliadas invadieran cuanto antes su país, mientras duró el Imperio de los Cien Días.

Con el fracaso de los Cien Días y el regreso de Luis XVIII a Francia, Talleyrand fue restablecido en su ministerio, pero la animadversión de los ultrarrealistas, que no le perdonaron su compromiso con la República, lo apartó enseguida de la política ministerial. Siguió siendo miembro de la Cámara de los Pares y tomó parte en la oposición liberal contra Carlos X. Apoyó a la Revolución de 1830 que entronizó a Luis Felipe y colaboró con el nuevo régimen como embajador en Londres. Allí logró poner en marcha la Cuádruple Alianza entre España, Portugal, Inglaterra y Francia. Tras fracasar en su intento de anexionar parte del nuevo Estado de Bélgica, se retiró definitivamente de la política en 1835.
Talleyrand falleció en 1838, pocas horas después de reconciliarse con la Iglesia. Su cuerpo fue enterrado en el castillo de Valençay.

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Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez