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LiteraturaBiografía

Taboada Terán, Néstor (1929-VVVV).

Narrador, profesor universitario y animador cultural boliviano, nacido en La Paz en 1929. Autor de una breve pero brillante producción narrativa que refleja a la perfección la historia y el presente de su pueblo (novela de ambiente colonial y novela minera), desarrolló además una fecunda labor de promoción y difusión de las jóvenes promesas literarias que le convirtió en uno de los intelectuales más queridos y respetados del panorama cultural boliviano del siglo XX.

Nacido en el seno de una familia humilde, a los tres años de edad quedó huérfano de padre (muerto en el transcurso de la Guerra del Chaco), por lo que desde niño se vio obligado a trabajar duramente para procurarse la sólida formación académica a la que aspiraba su innata curiosidad intelectual. Durante su primera juventud alternó los estudios nocturnos con el trabajo durante el día en calidad de linógrafo, lo que le permitió completar de forma autodidáctica sus primeros conocimientos, merced a la lectura de los textos que debía componer. Así, pronto sintió el despertar de una viva conciencia humanística que le llevó a interesarse, sobre todo, por el estudio de la literatura y la historia, al tiempo que emprendía sus primeros ejercicios de creación literaria y tomaba conciencia de la situación política de su pueblo. Como era de esperar, estas primeras preocupaciones políticas le llevaron a militar, en plena efervescencia juvenil, en el Partido de la Izquierda Revolucionaria, del que muy pronto se alejó para formar, en compañía de otros artistas e intelectuales escindidos, el Partido Comunista de Bolivia (1950). Contaba, a la sazón, el joven Néstor Taboada veintiún años de edad, y tal vez fuera esta prematura entrega a la militancia activa, tan sincera como impulsiva, la misma causa que pronto le condujo a abandonar las filas del partido para continuar su lucha radical contra la injusticia desde su propia conciencia individual, usando como únicas armas su honradez intelectual y su valiente producción literaria.

En efecto, ya por aquellos años de exaltadas inquietudes políticas se había dado a conocer también como escritor, por medio de un bello relato que, bajo el título de Claroscuro (La Paz: Ed. Artística, 1948), le había hecho merecedor del primer premio de un prestigioso concurso literario convocado entre los estudiantes bolivianos. La fama que reportó a Néstor Taboada este temprano galardón se acrecentó sobremanera cuando Claroscuro salió de los tórculos apadrinado por un prólogo de Nicolás Fernández Naranjo, por aquel tiempo considerado como una de las figuras más lúcidas de la intelectualidad boliviana, quien mostró su clarividencia crítica al prefijar en su análisis del relato los principales ingredientes temáticos que, a la postre, habrían de caracterizar toda la producción narrativa del escritor de La Paz: la pasión del sentimiento amoroso, el dolor impotente ante las muertes trágicas y la voluntad de dejar un crudo testimonio del sufrimiento de las clases menos favorecidas.

Surgía, pues, desde esta coordenadas bien intuidas por Fernández Naranjo, un joven escritor que, en la línea de casi todos sus colegas hispanoamericanos del momento, se sumaba consciente y voluntariamente a ese movimiento de denuncia social que discurría por los cauces estéticos de un renovado y vigoroso realismo. Sin embargo, a pesar de estos prometedores comienzos, la trayectoria literaria de Néstor Taboada Terán no halló continuidad hasta doce años después de la publicación de Claroscuro, cuando el ya respetado intelectual paceño -presente, entretanto, en las principales revistas culturales de Bolivia- dio a la imprenta su primera novela extensa, presentada bajo el título de El precio del estaño (La Paz: Ed. Juventud, 1948).

Dentro de esa veta realista marcada por las preocupaciones sociales, Néstor Taboada relató en esta novela la masacre minera de Catavi, ocurrida a finales de 1942. Se sumaba, así, el narrador de La Paz a esa corriente de la literatura boliviana contemporánea denominada "novela minera", inaugurada por Óscar Cerruto en su narración Aluvión de fuego (1935), y prolongada y sostenida por otras obras como Metal del diablo (1946), de Augusto Céspedes.

Un año después de la aparición de El precio del estaño, Néstor Taboada volvió a los anaqueles de las librerías con otra interesante denuncia de la injusticia social, plasmada en la novela Indios en rebelión (La Paz: Ed. Los Amigos del Libro, 1961). Como fácilmente se desprende de este título, ahora las reclamaciones de justicia e igualdad que alentaban por aquellos años la narrativa del escritor de La Paz venían referidas a la población indígena y a las penosas condiciones en que se desarrollaba su subsistencia.

No obstante, y a pesar de la publicación de estas dos magníficas novelas, por aquel tiempo las ocupaciones centrales de Néstor Taboada no se ceñían exclusivamente a la creación literaria. En efecto, el animoso talante humanista que le había impulsado desde su temprana juventud le permitió calibrar la importancia del papel desempeñado por las revistas literarias y otras publicaciones culturales a la hora de promocionar a los jóvenes creadores y difundir sus ideas y sus obras; y así, durante su permanencia, en calidad de director, en el Departamento de Cultura de la Universidad Técnica de Oruro, Néstor Taboada asumió también la dirección de su órgano oficial de expresión, la prestigiosa revista Cultura Boliviana, que bajo sus líneas directrices se convirtió en una de las principales fuentes de difusión de la literatura boliviana contemporánea. Al mismo tiempo, desde sus páginas acometió la revisión y valoración de la anterior tradición literaria de su pueblo, en una impresionante labor de crítica y análisis de antiguos y jóvenes valores que le situó a la cabeza de la intelectualidad del país, al que representó en numerosos encuentros internacionales de críticos y escritores, tanto en Europa como en el resto de los países hispanoamericanos. Asimismo, divulgó sus saberes por medio de gran cantidad de cursos, seminarios y conferencias, y alcanzó a expresarse a través de otros muchos medios que, como las revistas Pueblo y Cultura y Letras Bolivianas, también quedaron durante algún tiempo bajo su dirección.

Este papel preeminente de Néstor Taboada en los foros y cenáculos bolivianos de los años sesenta se vio bruscamente interrumpido en 1972, a raíz de la reciente llegada al poder del general Hugo Bánzer Suárez (1971-1978), con cuyo régimen militarista -impuesto tras un golpe de estado llevado a cabo con el apoyo del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MIR) y la Falange Socialista Boliviana (FSB)- había mostrado abiertas discrepancias el escritor paceño. Forzado al exilio, Taboada Terán se estableció en la capital de Argentina, donde retomó su largamente abandonada trayectoria literaria para dar a la imprenta, tres años después del abandono de su patria, El signo escalonado (Buenos Aires: Ed. del Sol, 1975), una original novela en la que intentó combinar los ingredientes míticos de la cultura indígena con la denuncia social de las penosas condiciones de vida de los mineros bolivianos.

Ambientada en la ciudad de Oruro, y concebida como una pintura histórica del período comprendido entre el desastre económico internacional de 1929 y la Guerra del Chaco (1932), esta nueva entrega narrativa de Néstor Taboada reflejaba los acontecimientos políticos y sociales más significativos de la denominada "Era del Estaño", enmarcados en la rica tradición folclórica de las clases populares bolivianas. Los lectores habituales de Néstor Taboada quedaron gratamente sorprendidos por la aparición, como rigurosa novedad en sus escritos de ficción, de ciertos elementos mágicos propios de la cultura indígena andina que, sin desdecir de las constantes preocupaciones sociales del narrador de La Paz, introducían en El signo escalonado una dimensión mítica que dotaba a esta obra de una vocación universal, frente al alcance localista que, por no trascender el ámbito geo-cultural boliviano, se podía achacar a sus anteriores entregas narrativas.

Cierto era, empero, que estos ingredientes mágicos vertidos en El signo escalonado no llegaban a solapar esa senda realista que, transitada ya con acierto por Néstor Taboada, seguía haciéndose presente en esta nueva novela. De este modo, valiéndose de un habilidosa y bien proporcionada mezcla de los elementos míticos y el reflejo de la cruda realidad, el narrador paceño había logrado alcanzar con esta obra una voz propia cuya singularísima especificidad triunfó plenamente en su siguiente novela, publicada también en Argentina bajo el título de Manchay Puytu, el amor que quiso ocultar Dios (Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 1977). Desde el momento de su aparición, críticos y lectores tuvieron la certeza de que se trataba de la obra maestra de Néstor Taboada, y como tal fue reconocida en 1978, cuando su autor fue objeto de la entrega de la Faja de Honor que anualmente concede la Sociedad Argentina de Escritores.

Basada en un episodio de la monumental Historia de la Villa Imperial de Potosí, escrita por Bartolomé de Arzáns de Orsúa y Veladurante el primer tercio del siglo XVIII, Manchay Puytu, el amor que quiso ocultar Dios retomaba los componentes míticos y legendarios de la tradición indígena andina para narrar una bella y trágica historia de amor que, más allá de los referentes reales del suceso relatado (protagonizado por personajes de la época colonial), pretendía ofrecer un símbolo de validez universal acerca del violento choque entre la concepción del mundo propia del hombre occidental y la cultura tradicional del indio andino. Para lograr esa sabia combinación entre las técnicas habituales de narración realista y los nuevos procedimientos del realismo mágico que, desde hacía más de un decenio, triunfaban en todo el ámbito de las Letras hispanoamericanas, Néstor Taboada recurrió, por un lado, a plantear su obra como si de una crónica colonial se tratase, enriquecida con la recuperación del léxico quechua y el castellano del siglo XVIII, lo que confirió a Manchay Puytu... una dimensión realista verdaderamente cercana a su apariencia formal de crónica; y, por otro lado, echó mano de múltiples voces narrativas que, combinadas con los ingredientes misteriosos que encerraba en sí la propia historia relatada, crearon una extraordinaria atmósfera fantástica fácilmente identificable con la imaginación poética volcada en las novelas más representativas del mencionado realismo mágico.

La alucinante peripecia del cura Antonio de la Asunción, que intenta desafiar tanto a los seres humanos como a la divinidad con el tañido de una especie de quena (flauta andina) elaborada con una tibia del esqueleto de su amada María Cusilimay (cuyo cadáver él mismo ha desenterrado), aleja por vez primera de la narrativa de Néstor Taboada las preocupaciones socio-políticas del presente boliviano, para dotar al texto de Manchay Puytu... de un alcance universal en su propósito de seguir denunciando las miserias e injusticias en que se desarrolla la vida de los hombres (y, muy especialmente, la de aquellos hombres apegados a una tradición milenaria que choca bruscamente con la idea de progreso y modernidad del pensamiento occidental).

El resto de la producción literaria de Néstor Taboada Terán -que fue autor también de varios ensayos sobre la historia de su país, de algunas crónicas de viajes y de valiosas recopilaciones de relatos bolivianos (entre las que destaca la titulada El Quijote y los perros, de 1979)- se completa con otras dos entregas narrativas de no menos interés que sus novelas anteriores. Se trata de Las naranjas maquilladas (La Paz: Ed. del autor, 1984) y No disparen contra el Papa (Cochabamba: Ed. Los Amigos del Libro, 1989), obra, esta última, que había resultado galardonada con el primer premio de certamen "Erich Guttentag" de 1988, considerado como el reconocimiento literario más prestigioso de Bolivia. En ella, el narrador paceño relataba el intento de atentar contra el papa Pablo VI protagonizado por un pintor boliviano, relacionando su disparatada tentativa con diferentes acontecimientos de la historia de Bolivia.

Entre otros muchos honores y reconocimientos, Néstor Taboada Terán recibió, además del recientemente mencionado galardón "Erich Guttentag", el premio nacional "Franz Tamayo" en su convocatoria de 1979.

Véase Bolivia: Literatura.

Bibliografía

  • - ALCÁZAR, Reinaldo M. El cuento de carácter social en Bolivia entre 1935-1970 (La Paz: [s.p.i.], 1976).

- FERNÁNDEZ NARANJO, Nicolás (et alii). Oficio de coraje (La Paz: Ed. Los Amigos del Libro, 1981).

- GUZMÁN, Augusto. Panorama de la literatura en Bolivia (proceso 1834-1973) (La Paz: Ed. Juventud, 1973).

- BARNADAS, José M. y COY, Juan José. Realidad socio-histórica y expresión literaria en Bolivia. Introducción general y bibliografía (Cochabamba: Ed. Los Amigos del Libro, 1977).

- GARCÍA PABLO, Leonardo. "Deseo, muerte, historia en Manchay Puytu", en El paseo de los sentidos. Estudios de literatura boliviana contemporánea (La Paz: Edición del Instituto Boliviano de Cultura, 1983), págs. 277-286.

J. R. Fernández de Cano

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.