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HistoriaPolíticaBiografía

Stolypin, Piotr Arkàdievich (1862-1911).

Político y reformador ruso, aunque nacido en Dresde (Alemania) el 14 de abril de 1862, y fallecido en Kiev el 18 de noviembre de 1911. Con una pequeña formación académica, entró desde muy joven a trabajar en los puestos periféricos de la administración rusa, donde destacó por su cordialidad, buen talante y facilidad negociadora. Estas cualidades personales le hicieron ser destinado en 1884 a uno de los puestos de máxima responsabilidad en el Ministerio del Interior. La estancia en dicho puesto ministerial fue fructífera, ya que en 1902 fue nombrado gobernador de la provincia imperial de Grodno, capacidad incrementada un año más tarde al serle concedida también la gobernación de otra provincia, Sarátov. En apenas siete años, Stolypin se había convertido en uno de los principales consejeros del zar Nicolás II, así como en uno de los políticos con más relevancia en la Rusia zarista, como tuvo ocasión de concretarse a raíz del violento levantamiento campesino de 1905, severamente reprimido por las autoridades rusas que actuaban bajo la dirección personal de Stolypin.

Al año siguiente, y seguramente como premio a esta controvertida acción, Nicolás II le nombró presidente del Consejo de Rusia con el cargo de Primer Ministro, con lo que trasladó su residencia a Moscú. Al frente del parlamento ruso (Duma) entre 1906 y 1911, Stolypin presentó su proyecto de reforma agraria, un ensayo de lo que debería haber sido la economía de la Rusia zarista sin el estallido de la Revolución Rusa. En ella se preveía la creación de pequeñas parcelas autocráticas, bajo la supervisión estatal, pero entregadas al campesinado medio como propietarios, no como aparceros, a cambio de promover una amplia base social de apoyo a la política zarista. Pese a que los planteamientos de Stolypin mejoraban, con mucho, la situación campesina y agraria de la época, la férrea oposición de los partidos de izquierda en la Duma hizo que ésta no aprobase la reforma. La furia de Stolypin ante este revés le hizo cometer uno de sus mayores errores en su carrera política: hacer uso de su facultad personal (ucas) para, en primer lugar, disolver la cámara y, en segundo término, aprobar mediante decreto la reforma agraria. Desde este momento, la antaño popularidad del ministro zarista se tornó en animadversión y hostilidad por parte de todos los grupos políticos del espectro social ruso, especialmente la extrema izquierda, que le convirtió en el número uno de sus objetivos.

La elección de la segunda Duma bajo su mandato, en 1907, estuvo también rodeada por la polémica, dado que volvió a disolverla ante un nuevo rechazo de la cámara a su proyecto de reforma de la ley electoral. Se trataba esta ley de uno de los más peligrosos proyectos llevados a cabo por cualquier político ruso, toda vez que limitaba el derecho de voto a los campesinos, a las minorías nacionales residentes en otros territorios del imperio y, en especial, a los trabajadores sindicados. Las tensiones ante esta decisión salpicaron todas las ciudades rusas, en especial Moscú, Kiev y San Petersburgo, pero de nuevo la firme mano de Stolypin en la represión acabó por devolver el control sobre las ciudades y el campo, donde los alzamientos fueron sofocados duramente. Finalmente, en 1910 logró aprobar la reforma electoral con el apoyo del partido Unión del 17 de octubre, más conocidos como octubristas y con una ideología rayana al ultraderechismo; esta masiva afluencia de liberales y conservadores en la Duma, con una representativa ausencia de la política de izquierdas, acabó por hacerle el centro de las iras de la Rusia prerrevolucionaria.

A pesar de todo, las nuevas transferencias patrimoniales y territoriales propugnadas por su reforma agraria produjeron, cinco años más tarde de su promulgación, los primeros resultados favorables en la economía rusa. Stolypin no viviría para ver ni su hipotético triunfo ni la caída del sistema zarista: en noviembre de 1911, cuando salía de la ópera de Kiev con dirección a su casa, cayó acribillado a balazos en un atentado perpetrado por un revolucionario comunista, Dimitri Bogrov. Con la muerte de Stolypin, el único político capaz de inyectar savia nueva en la decrépita sociedad zarista, el camino hacia la revolución bolchevique quedaba abierto.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez