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CineBiografía

Scott, Ridley (1937-VVVV)

Director de cine británico, nacido el 3 de enero de 1937 en South Shields, en el condado inglés de Durham. Ha sido nominado en tres ocasiones a los premios Óscar a la mejor dirección.

Durante los primeros años de su vida ya muestra un interés especial por el mundo artístico, en concreto por la pintura y el dibujo. Se matricula en diferentes centros especializados como el West Hartlepool College of Art y en el famoso Royal College of Art, en los que confirmará sus especiales dotes para la pintura, el dibujo, el diseño gráfico o la fotografía.

Será en la escuela de cine donde realice su primer trabajo cinematográfico en forma de un corto titulado Boy on a bycicle, en el que contó con la colaboración de su padre y de su hermano Tony, también director de cine. Este trabajo ya llamó la atención del Instituto Británico de cine. Poco tiempo después se traslada a Nueva York, con el fin de perfeccionarse en diseño gráfico, fotografía y televisión, lo que le permitirá, ya de nuevo en Inglaterra, trabajar para la BBC e iniciar su labor como publicitario, en donde a través de la Ridley Scott Associates, empresa que funda con su hermano, consolidará una prolífica carrera que le permitirá, al tiempo, comenzar la preparación de proyectos cinematográficos.

Su primer paso hacia la conquista de la pantalla grande lo dará con Los duelistas (1977), una adaptación de la novela de Joseph Conrad -El duelo- que muestra la viveza audiovisual que confirmará posteriormente el director. La película es la reconstrucción histórica de unos hechos acontecidos en los primeros quince años del siglo XIX, entre dos militares de rango del ejército de francés. La traslación cinematográfica muestra un equilibrio entre la obra de grandes ambientes y la visión intimista de las diversas situaciones. El presupuesto reducido inclinó a Scott hacia un trabajo centrado en los personajes, con un acabado esencialmente televisivo que algunos críticos rápidamente situaron en el área de las películas de Arte y Ensayo. No obstante, el rigor y la calidad de la imagen y la ambientación resultaron atractivos para el Jurado del Festival de Cannes que le concedió el premio a la mejor “opera prima”.

El siguiente eslabón serviría a Scott para marcar un estilo que, con el tiempo, se iría definiendo y perfilando en otros trabajos. El perfeccionismo del director queda de manifiesto en Alien, el octavo pasajero, el título que le lanzará a la fama. La comercialidad de esta película parece encontrarse en el planteamiento que Scott hace en la historia de ambientes, personajes y referente visuales, muy consolidados en unos géneros -la ciencia-ficción y el terror-. Un guión efectista, reelaborado en varias ocasiones, es el punto de partida, lo que supone que deje entrever momentos de cierto desequilibrio en la acción que se desarrolla en la nave “Nostromo”. No obstante, quizá esto pasa desapercibido cuando el espectador asume la historia, en la que entra sigilosamente y pronto le atrapa hasta provocarle auténticos momentos de angustia, siempre a partir de referencias visuales sugeridoras de algo más de lo que se ve. Alien… va un poco más allá de lo hasta la fecha visto en pantalla, pues, frente a la imagen de una película de ciencia-ficción, propone una mirada hacia el individuo, hacia su existencia y futuro, y marca con ello una impronta que se dejará ver en muchas películas posteriores.

Si ya esta película sitúa a Ridley Scott en la órbita de los más llamativos directores de Hollywood, su siguiente proyecto, Blade Runner, lo consolidará en los anales de la historia del cine. La nueva apuesta abunda en señalar nuevos caminos a la industria del cine, aquellos en los que la mixtificación de géneros se hace necesaria con el único fin de conformar un nuevo estilo. En Blade Runner -adaptación de la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con abejas eléctricas?- se habla de humanidad, de desintegración, de falta de sentimientos, y se confunde la realidad del ser “humano” con la de aquellos robots replicantes que manifiestan unos “sentimientos” o reacciones que delatan su peculiar “humanidad”. La atmósfera creada por Scott y su equipo, los efectos especiales y la música de Vangelis, sintetizan numerosas referencias cinematográficas, provenientes de los más diversos géneros, que adaptan con gran eficacia a un futuro incierto, no por muy imaginario menos sorprendente.

El listón en la carrera de Scott quedaba muy alto tras este rodaje. Su siguiente peldaño podía significar un paso más o, cuando menos, quedarse donde estaba. Sin embargo, Legend supuso un frenazo muy duro en su trayectoria, dado que el universo de los cuentos de hadas se evapora en una fría y encadenada sucesión de imágenes muy atractivas y visualmente bien elaboradas, pero carentes de fuerza interior.

Scott se ha mantenido firme en unas historias asentadas en la dualidad del individuo, inmersa en la luz y las tinieblas de un mundo -el suyo y el que le rodea- cada vez más complejo y sorprendente. Por eso, no resulta difícil entender que asumiera el rodaje de La sombra del testigo, una historia convencional que supera una producción media gracias a su buen hacer como director, pues sabe ser preciso, recrearse en ciertos momentos, y a la vez sintético con el fin de hacer avanzar la historia. El “thriller” tiene la consistencia de muchos otros, convence dentro de su tradición temática y narrativa, aunque esto pueda ser poco para un director que ha dicho más cosas.

La bipolaridad del hombre tiene su proyección en la cultura y la tradición. Por eso Scott continúa indagando en algunas de estas cuestiones en Black rain, en la que un policía norteamericano se ve inmerso en las redes de la yakuza japonesa. Aquí la imagen capta todo el mensaje cultural -el rito y la tradición- de la sociedad nipona y la sitúa frente a la manera de pensar de un occidental, aunque en realidad se apunte que puede existir la convivencia entre ambos estilos de vida.

En cualquier caso, si se analizan con detalle los trabajos de Scott, se aprecia en todos un modelo variopinto de itinerarios, historias que avanzan a la búsqueda de un objetivo: el hombre. Por eso insiste en Thelma y Louise en ese viaje, ya sea físico o espiritual, que nunca termina como uno ha imaginado. ¿Qué puede pasar cuando dos personas distintas y distantes, se unen para liberarse de las ataduras de la monotonía? Simplemente que logren superar ese estado o, por el contrario, mantenerse en él de por vida. El problema se presenta en el primer caso, cuando dos mujeres se dan cuenta de que el único camino posible, tras la experiencia amarga y trágica, es la liberación que produce la muerte. Si bien con esta película Ridley Scott recupera en algo su prestigio, no logra que le sitúe de nuevo en lugares de privilegio.

Posteriormente, Scott dirigirá un proyecto en torno a la figura de Cristóbal Colón, con motivo del quinto centenario de su viaje a América. Los resultados apenas hablan en su favor. Sus siguientes películas dejan entrever que se trata de un buen director, que sabe estar detrás de la cámara, pero al que le falta motivación, quizá porque alguno de sus trabajos perdieron buena parte de la visualidad que otros directores le hubiesen dado. Esta es una cuestión que únicamente define la manera de entender el cine de Ridley Scott.

Los últimos años de Scott se vincularon a su cargo en la dirección de los Estudios Shepperton, los más monumentales y activos en Europa.

En 2000, el director británico firmó Gladiator, una superproducción que recuperaba el cine de romanos, un género mimado durante años por las grandes productoras de Hollywood. La gran industria del cine reconoció la aventura de Scott con cinco premios Oscar, entre ellos el de mejor película del año, aunque el realizador no consiguió la estatuilla por su labor de dirección. Dos años después, y en un momento de patriotismo exarcebado en la sociedad estadounidense tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el cineasta británico estrenó Black Hawk derribado, un relato épico sobre la fallida intervención de las tropas norteamericanas en Solamia en octubre de 1993.

Tras producir dos cintas más, el siguiente gran trabajo de Scott fue El reino de los cielos, filme que, siguiendo la estela de Gladiator, supuso de nuevo una gran superproducción de época en la que, en este caso, se narra la caída de Jerusalén a manos de Saladino antes de la tercera cruzada. La película contó con un reparto estelar y un altísimo presupuesto, uno de los mayores de la historia del cine.

En 2006 dirige Un buen año, película basada en un best-seller, con Russell Crowe; en 2007 dirige American Gangster, basada en la vida real del narcotraficante Frank Lucas y protagonizada por Russell Crowe y Denze Washington; y a finales de 2008 estrena Red de mentiras, de nuevo con Russell Crowe y también con Leonardo DiCaprio.

En junio de 2009, comienza el rodaje para una serie de televisón de Los pilares de la Tierra, el mayor best-seller de todos los tiempos, la novela de Ken Follet, con dirección conjunta de su hermano Tom Scott.

En 2010 estrena Robin Hood, también con Russell Crowe en el papel de protagonista, pero esta vez la crítica no fue muy positiva.

Filmografía

1977: Los duelistas.
1979: Alien, el octavo pasajero.
1982: Blade Runner.
1985: Legend.
!987: La sombra del testigo.
1989: Black rain.
1991: Thelma y Louise.
1992: 1492, la conquista del paraíso.
1995: Tormenta blanca.
1997: La teniente O’Neil.
2000: Gladiator.
2002: Black Hawk derribado.
2003: Matchstick men; Los impostores.
2005: El reino de los cielos.
2006: Un buen año.
2007: American Gangster.
2008: Red de mentiras.
2010: Robin Hood.

Bibliografía

  • SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Santiago: Ridley Scott. Barcelona. Royal Books. 1996.

  • VV.AA.: Blade Runner. Barcelona. Tusquets. 1988.

Autor

  • Emilio García Fernández