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HistoriaLiteraturaBiografía

Rutilio Claudio Namaciano (s. IV).

[Literatura] Estadista y poeta latino tardío.

Prácticamente todos los datos que se conocen sobre su vida deben inferirse de lo que nos cuenta en su obra poética. Nació en la Galia meridional (véase De redito suo I 20), probablemente en Tolosa, en el seno de una rica familia aristocrática galo-romana. Siendo joven estableció su residencia en Roma. Allí su padre, Lacanio, fue prefecto, pero la carrera pública de Namaciano superó ampliamente a la de su progenitor, pues al servicio del emperador Honorio desempeñó los oficios de magister officiorum (especie de secretario de estado: en el 412) y de prefecto de la ciudad (414). En el 417 (aunque se discute la fecha exacta) viajó a su tierra natal al objeto de supervisar personalmente sus posesiones, tras las noticias de la incursiones de godos en las mismas. Dicho viaje (por mar, que se reputaba más seguro que el terrestre, por la presencia de los godos) constituye el tema de la única obra que se ha conservado. Se ignora la fecha de su muerte.

El De reditu suo

Se nos ha transmitido de Rutilio un único poema, escrito en dísticos elegíacos, en dos libros conservados incompletamente. Del primer libro, cuyo inicio falta, se conservan 644 versos; del segundo libro quedan los primeros 68 versos; y recientemente se descubrieron 39 versos más, mutilados, publicados por primera vez en 1973. Se ignora el título real del poema, pues el inicio de la obra se ha perdido, aunque convencionalmente se le asigna el de De reditu suo (“Sobre su regreso”), a partir de lo que Rutilio dice en I 1, o bien el de Iter Gallicum (“Camino a la Galia”).

El poema narra, a manera de itinerario, el viaje del autor desde Roma hasta la Galia, con una duración de dos meses; la descripción del periplo y de los lugares visitados se combina con frecuentes reflexiones personales e históricas del poeta, a manera de digresiones. Fue escrito retrospectivamente, después de la llegada a la Galia del autor. El texto comienza con un discurso, dirigido al lector, sobre la grandeza de Roma (I 1-46), y con un largo encomio de la ciudad, a manera de himno dirigido a la Diosa Roma (Dea Roma) (I 47-164), que desarrolla tópicos encomiásticos y en el que Rutilio exhibe su patriotismo clasicista y pagano. Tras la despedida de los amigos (I 165-78) y tras dejar el puerto de Ostia (I 179-216), la nave de Rutilio hace navegación de cabotaje por la costa de Etruria. Los siguientes destinos recorridos son Centumcellae (Civitavecchia), Portus Herculis (Port’Ercole) y un fondeadero en la desembocadura del río Umbro (Umbrone). Luego pasan por la isla de Ilva (Elba), que da pie a un encomio del hierro que produce. Luego, en Faleriae (Porto Falese), Rutilio asiste a una festival en honor de Osiris: el alojamiento en casa de un avaricioso hostelero judío inspira al autor una indignada invectiva antisemita (I 383-98). Después los viajeros alcanzan el puerto de Populonia, desde donde divisan la isla de Corsica (Córcega). A la vista de la isla de Capraria, Rutilio hilvana una invectiva contra sus monjes (I 439-52), por llevar una vida inútil y desidiosa. En Pisa, Rutilio visita a un amigo (I 465-74) y ve una estatua de su padre, sobre cuya vida y virtudes compone un emotivo elogio (I 574-96). El libro I acaba con la descripción de una tormenta. En el libro II, tras un proemio (II 1-10) y una digresión sobre la situación y disposición geográfica de Italia (II 17-40), el viaje llega hasta Luna y se interrumpe (II 61-68), no sin que antes Rutilio añada (en II 41-60) un virulento ataque contra el vándalo Estilicón (muerto el 408 d.C.), el anterior ministro del emperador.

Características literarias (género, estilo, modelos)

Desde un punto de vista literario, el poema se inscribe en el género del itinerario (itinerarium; griego, hodoiporikón), que había sido cultivado por el satirista arcaico Lucilio (que escribió un Iter Siculum), por Horacio (que, en su Sátira I 5, cuenta un viaje a Brindis: el Iter Brundisinum), por Ovidio (que narra su viaje de destierro a Tomis en Tristia I 10), por Estacio (poema de despedida y escolta, o propemptikón, en Silvas III 2) y, ya más cercanamente a Rutilio, por Ausonio en su Mosella. Sobre este esquema genérico tradicional Rutilio aporta el tono declamatorio y el hecho de que aproveche la mención de los lugares recorridos (siguiendo un orden lineal u odológico) para embarcarse en diferentes reflexiones digresivas. Las digresiones eran una técnica habitual del género, pero Rutilio se vale de ellas para exponer su ideología. Ha de tenerse en cuenta que el poema no es un diario de viaje, sino una elaboración del viaje escrita a posteriori, con apoyo en los instrumentos literarios y retóricos propios de la época imperial tardía. En un plano formal, la métrica y la lengua son sustancialmente clásicas, evidenciando pocas concesiones a la lengua hablada en la época del autor, si bien se detectan unos pocos vulgarismos lingüísticos o asperezas métricas (por ejemplo, palabras polisílabas en final de verso). El estilo tiende a la sentenciosidad epigramática (uso frecuente de sententiæ o frases sentenciosas de validez universal), y abunda en antítesis y paradojas, a veces reforzadas por la aliteración y la armonía imitativa. Las ideas no suelen exceder la longitud del dístico elegíaco (es decir, es raro el encabalgamiento entre dístico y dístico). Literariamente, Rutilio imita profusamente a poetas clásicos como Virgilio, Ovidio, Horacio y Juvenal, así como a sus contemporáneos Ausonio y Claudiano. Para el elogio de su padre pudo tomar también como modelo un poema de Estacio dirigido a encomiar a su progenitor (Silvas III 5).

Significado ideológico

Desde un punto de vista ideológico y político, Rutilio pertenece a esa clase senatorial pagana que, en el siglo IV d.C., y frente al empuje claro del cristianismo, representa los valores tradicionales romanos: políticamente, exaltan y recuerdan nostálgicamente el pasado glorioso del Imperio Romano; en materia de religión, profesan el paganismo tradicional romano, de carácter politeísta; atribuyen a cristianos, judíos y bárbaros la responsabilidad por la decadencia del Imperio. Otros representantes de esta misma tendencia serían el noble y orador Símaco, así como los escritores Macrobio, Servio o Amiano Marcelino.

Desde ese punto de vista se entiende el elogio de Roma, en que se enfatizan las ventajas de la civilización romana y la igualdad jurídica de los ciudadanos. El siguiente texto es ilustrativo (I 63-66):

Fecisti patriam diversis gentibus unam;
profuit inuistis te dominante capi,
dumque offers victis proprii consortia iuris
urbem fecisti quod prius orbis erat.

["Formaste una patria común a partir de naciones varias,
a pueblos sin ley les aprovechó que los conquistara tu imperio,
pues, ofreciendo a los sometidos compartir tu propia ley,
hiciste una ciudad de lo que era antes un mundo."]

(Este elogio de Roma podría entenderse como una réplica a la obra De Civitate Dei de Agustín de Hipona)

El ataque contra monjes y judíos no sólo se entiende por la tendencia religiosa (pagana) de Rutilio, sino también por su posición política. Según el poeta, los monjes, con su retiro y desidia, se niegan a comprometerse en la vida pública (en política o milicia) y, de este modo, privan a la patria de fuerzas necesarias en un momento de crisis. Por su parte, los judíos, deshonestos y avariciosos, son administradores corruptos (y, por tanto, nefastos para Roma). La tendencia política de Rutilio explica igualmente su invectiva contra Estilicón que, según el poeta, ha traicionado a Roma, aliándose con los germanos, sus compañeros de raza, al permitir la entrada en Italia de los visigodos que, al mando de Alarico, saquearon la ciudad en el 410.

Rutilio nos da testimonio también de la decadencia del Imperio Romano en su época; por ejemplo, ante las ruinas de Populonia se lamenta en una melancólica reflexión sobre la caducidad de las ciudades (I 401-14; se trata de uno de los primeros tratamiento del tópico literario de las “ruinas”, que tanto desarrollo cobraría en el S. SVII). Sin embargo, ante tal decadencia Rutilio es optimista: considera que Roma puede reponerse y recuperar su antiguo esplendor, renaciendo de sus cenizas. Así, afirma en un verso (I 140): ordo renascendi est crescere posse malis (“una forma de resurgir es saber crecer sobre las desgracias”).

Pervivencia

El poema de Rutilio Namaciano tuvo escasa repercusión literaria. Tampoco contó con una transmisión manuscrita destacable durante la Edad Media, lo que explica la pérdida de una parte importante del mismo. Es obvio que la posición pagana y anticristiana de Rutilio (y, más concretamente, su invectiva contra los monjes) no propició precisamente su lectura y transmisión en medios monacales durante la Edad Media. La edición príncipe, relativamente tardía, es de Juan Bautista Pío (Bolonia, 1520).

En cambio, Rutilio ha recibido mucha atención crítica por parte de los filólogos latinos, especialmente en época contemporánea, posiblemente porque en él se ve uno de los últimos exponentes de la poesía clásica pagana, en la época del canto del cisne del Imperio Romano occidental.

Bibliografía

  • Doblhofer, E., De reditu suo sive Iter Gallicum, Heidelberg: C. Winter, 1972 y 1977, I-II. Con bibliografía en págs. 11-16 y estudio en págs. 17-84.

  • Vesserau, J.- F. Préchac, Rutilius Namatianus. Sur son retour, Paris: Budé, 19612. Con introducción, texto latino y traducción francesa.

  • Bartalucci, A.-E. Castorina,-E. Cecchini,-I. Lana, “Il nuovo Rutilio Namaziano”, Maia 27 (1975), 3-26.

  • Ferrari, M., “Spigolature Bobbiesi”, Italia Medievale e Umanistica 16 (1973), 1-41. Edición príncipe del nuevo fragmento.

G. Laguna Mariscal

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