A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaBiografía

Romero Alpuente, Juan (1762-1835).

Político, abogado y escritor español nacido en Valdecuenca, Teruel, el 9 de marzo de 1762, y muerto en Madrid el 22 de enero de 1835.

Hijo de Pedro Romero Gómez y de Josefa Alpuente, labradores acomodados. Estudió las primeras letras y gramática en Madrid, en compañía de su hermanastro el presbítero Joaquín Romero Cansino, y después continuó sus estudios en las Universidades de Alcalá y Valencia. El 17 de mayo de 1783 se graduó en Derecho civil, y el 20 del mismo mes y año obtenía su doctorado.

En 1785 hizo oposiciones a una prebenda doctoral en la catedral de Albarracín, pero renunció a ella para asistir al estudio de abogado de Francisco Antonio Mendoza, con el que siguió hasta 1791. Trabajó después con José Antonio Fita, hasta 1793 cuanto menos. Parece que al mismo tiempo tomó dos cursos de Cánones en Zaragoza, y uno de Derecho Natural y de Gentes en los Estudios de San Isidro en Madrid. Comenzó también a asistir a la Academia del Espíritu Santo, en la que desarrolló su primera producción científica, la Disertación sobre competencias publicada en el Memorial literario (Madrid, febrero y marzo 1786).

El 2 de diciembre de 1787 era admitido en el Colegio de Abogados de Madrid. El partido y cuadrilla de Albarracín le designó para asistir a las Juntas generales de la Mesta, encargo que le proporcionó grandes conocimientos en materia económica. El 2 de abril de 1794 era nombrado fiscal de la Audiencia de Valencia, comenzando así su larga carrera como magistrado. Su oposición al impuesto militar del capitán general, duque de la Roca, le valió ser encarcelado con otros dos magistrados el 14 de diciembre de 1794, los cuales fueron liberados por orden de Godoy el 17 de febrero de 1795.

El 8 de agosto de 1802 era nombrado oidor de la Chancillería de Granada, y gobernador de la sala primera del crimen en 1805. En 1807 se atrevió a abrir causa contra el Regente de la Audiencia, Rodrigo Riquelme, culpable de grave delito, y también contra el capitán general, Ventura Escalante, un mentecato que por imprudencia había matado a una persona. El resultado fue que el 13 de septiembre de 1807 fue suspendido por seis meses y enviado a la Audiencia de Canarias. El estallido de la Guerra de la Independencia española le evitó el traslado.

Formó parte de la Junta de Teruel, y fue uno de los firmantes de su Manifiesto, del 22 de julio de 1808 (escrito por Antillón), y en septiembre de 1808 publicó en Zaragoza su primer folleto político El grito de la razón al español invencible, auténtico manifiesto burgués. El 6 de febrero de 1809 Martín de Garay le nombró comisionado de la Junta Central para Jaén y Córdoba, con funciones de alistamiento y requisa de caballos, fundamentalmente. Cumplió su tarea a plena satisfacción de todos, pero no sin experimentar algunos choques con el poderoso presidente de la Junta de la Carolina, fray Alonso de la Puebla.

Una vez que terminó en Jaén, el 25 junio 1809 se trasladó a Córdoba, aunque, sin conocerse el motivo exacto, el 10 de julio le recluían en la cárcel. Tampoco se sabe cuándo salió de ella, pero en 1810 se retiró a Alicante y después a Granada, donde fingió colaborar con los franceses al servicio de la causa patriota, pero tuvo que huir por los tejados (según una narración algo novelesca) perseguido por el enemigo.

En 1813 apareció reincorporado a la Audiencia de Valencia, con residencia transitoria en Alicante. Escribió en ese momento Wellington en España, y Ballesteros en Ceuta, Cádiz, Valencia y Granada (1813), muestra de independencia española respecto del incómodo aliado inglés. Siguió Pensamientos diversos sobre la conservación y felicidad de la Patria, en 1814, año en que fue trasladado a la Audiencia de Castilla la Nueva, aunque la caída de la Constitución le privó del empleo. Se marchó a vivir a Madrid, aunque en seguida fue confinado en Murcia, y allí, en 1816 o 1817, se hizo masón.

La fuga de Van Halen precipitó su detención: el 14 de febrero de 1818 se hallaba recluido en las cárceles secretas del Santo Oficio en Murcia. Desde aquí escribió muchas representaciones, con la ayuda de su sobrina y sirvienta Vicenta Oliete, que pasó a su servicio después de estar al servicio de su hermanastro. Llama la atención la petición que hizo el 29 de diciembre de 1819 para que se le permitiera trabajar en la confección de un Código penal. Pero el 12 de marzo de 1820 triunfó la Constitución en Murcia, y pasó a ser jefe político interino. Sólo estuvo tres meses en el cargo, pues el 22 de mayo de 1820 era elegido diputado a Cortes por Aragón (entre 1820 y 1822), cortes en las que rápidamente pasó a ser acaso el más importante de los diputados exaltados, no sólo por sus intervenciones en ellas, sino por sus folletos: Discurso sobre la urgentísima necesidad de Cortes extraordinarias (Madrid, 1820, con 2ª edición en 1821), Discurso sobre la suprema Junta Central de conspiradores (Madrid, 1821), Discurso sobre el Ministerio actual (Madrid, 1822), Contestación del ciudadano Romero Alpuente al calumnioso artículo puesto en El Espectador con las iniciales D.S., y observaciones acerca del mucho gusto con que el Espectador le ha publicado (1822), y Observaciones sobre la probable disolución del Estado (Madrid, 1823). Su nombre masónico era Aristarco, según lista del Archivo General de Palacio.

Fue comunero en 1821, y presidió la Sociedad Landaburiana entre 1822 y 1823, hasta el momento en que la entrada de los franceses le llevó a defender el país con las armas. Capitulado en Cartagena, se trasladó a Gibraltar, y en agosto de 1825 se encontraba ya en Londres. Allí vivió muy mal, e incluso pasó hambre, ya que el gobierno inglés le había excluido de todo subsidio por motivos ideológicos, y apenas algunos compatriotas le socorrieron. Pero no ceja en sus intentos políticos, y aprovechó la crisis portuguesa para trasladarse a Lisboa, adonde llegó el 13 de abril de 1827, sólo para ser expulsado por el gobierno portugués debido a la intervención del embajador A'Court. No obstante lo dicho, en una lista de enero de 1829 del Comité inglés de ayuda a los refugiados españoles, dependiente de Wellington, figuró con dos libras doce chelines, y al pie de la misma se testifica que se le dieron cinco libras en pequeñas sumas para que pudiera vivir.

Con la revolución de Francia de 1830 renacieron sus esperanzas: escribe Los tres días grandes de Francia (1830), Observaciones sobre el prestigio errado y funesto del general Espoz y Mina (1830), Proclama a los Aragoneses (Octubre de 1830), Instrucción para pláticas a los soldados (manuscrito), y, al mismo tiempo, la Historia de la Revolución de España, cuyo manuscrito vendió en Agosto de 1831 y que no llegó a imprimirse (se imprimió por fin en Madrid, en 1989). Al final del exilio escribió Discurso sobre lo que con la muerte de Fernando VII sucederá a la España, con dos ediciones, en octubre de 1833 y en enero de 1834, respectivamente. En abril de este año regresó a España, y el 30 de junio de 1834 Teruel le nombró su procurador en Cortes, aunque no llegó a tomar posesión: el Estamento desaprobó sus poderes por no tener suficientes bienes, y el 26 de julio de 1834 fue violentamente llevado a la cárcel, por supuesta complicidad en la conspiración de La Isabelina. Como no se demostró nada, el 6 agosto 1834 se hallaba ya en libertad, y dirigió poco después una Exposición a la Reina gobernadora. Falleció a los pocos meses de una afección catarral. Su memoria, discutida o ensalzada según las filias y fobias políticas de los españoles, ha perdurado hasta hoy, como la del diputado más jacobino que fue capaz de producir nuestra revolución liberal temprana.

Bibliografía

  • PÁEZ RÍOS, Elena: Iconografía hispana. (Madrid, 1966. 5 vols.).

  • ROMERO ALPUENTE, Juan: Discurso sobre la Suprema Junta Central de Conspiradores contra el sistema constitucional y acerca de la responsabilidad legal y moral de los ministros. (Madrid, 1821; Reimpreso en Barcelona, 1821).

A. GIL NOVALES.

Autor

  • Gil Novales.