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MedicinaBiografía

Rodríguez Lafora, Gonzalo (1886-1971).

Neurólogo español, nacido en Madrid en 1886 y muerto en la misma ciudad en 1971.

Nacido en Madrid en 1886, se licenció en Medicina en 1907, cuando ya era discípulo de Luis Simarro y de Juan Madinaveitia, profesor de patología general en la Facultad de San Carlos. Entre 1906 y 1908 fue asistente del Laboratorio de Investigaciones Biológicas de Santiago Ramón y Cajal, donde se formó como histopatólogo. Su formación en el extranjero, en clínicas de Berlín, Munich y París fue decisiva para su posterior dedicación a la psiquiatría. Con una pensión de la Junta para la Ampliación de Estudios, que le fue concedida el 15 de diciembre de 1908, pudo viajar, efectivamente, a Berlín, donde trabajó con Theodor Ziehen en el Hospital de la Charité, en la clínica psiquiátrica fundada en 1867 por Wilhelm Griesinger. Simarro indujo a Lafora a traducir el libro de Ziehen, Leitfaden der physiologische Psychologie, que apareció en castellano en 1910 con prólogo del propio Simarro. Asimismo, durante su estancia en Berlín, Lafora pudo visitar el servicio de neurología que dirigía Hermann Oppenheim, el de histopatología del sistema nervioso encabezado por Oskar Vogt y Karl Brodman, y el de neurofisiología, donde conoció y colaboró con Oskar Minkowski. A continuación se trasladó a Munich, donde realizó una estancia que resultaría fundamental en su posterior carrera investigadora. En la capital bávara, tuvo la oportunidad de trabajar en la clínica psiquiátrica de Émil Kraepelin, y en la neuropatológica de Alois Alzheimer. Por último, viajó a París, trabajando en las clínicas de Valentin Magnan, Pierre Marie, Joseph Jules Dejerine y Ernest Dupré.
En 1910, a instancias de Simarro, se trasladó a Washington, en cuyo Hospital Gubernamental para Enfermos Mentales trabajó hasta 1912, ocupando el puesto de anatomopatólogo que había dejado vacante Achúcarro. Lafora publicó allí una treintena de trabajos sobre cuestiones histopatológicas del sistema nervioso en las psicosis y neuropatías orgánicas, descubriendo la presencia de los cuerpos amiláceos en las neuronas de enfermos de epilepsia mioclónica, conocida como "enfermedad de Lafora".
A su regreso a Madrid, se vio obligado a aceptar el cargo de auxiliar interino en la sección de psicología de la cátedra de Medicina Legal de Tomás Maestre y, un año más tarde, el puesto de vicesecretario del Patronato Nacional de Subnormales; fruto de este último trabajo fue la publicación del libro Los niños mentalmente anormales (1917), primer estudio médico del problema en España.
En 1916, la Junta para Ampliación de Estudios fundó, a instancias de Cajal, el denominado Laboratorio de Fisiología Cerebral, quedando encomendada su dirección a Lafora. Este Laboratorio, instalado en la Residencia de Estudiantes, nació con el nombre de Laboratorio de Fisiología y Anatomía de los centros nerviosos y su objeto era: "el estudio experimental, no sólo de los problemas fisiológicos de localización de los centros cerebrales y cerebelosos, corticales y subcorticales, sino también aquellos problemas anatómicos de las conexiones entre unos centros y otros y entre los centros y la periferia, es decir, las vías de asociación y conducción".
Desde el primer momento se comprueba la coexistencia en el Laboratorio de trabajos histopatológicos y neurofisiologicos. El análisis del conjunto de los trabajos de Lafora demuestra que los trabajos neurofisiológicos suponen una pequeña parte (el 7,28%) de su producción científica total, que está orientada fundamentamente hacia la neurohistopatología (el 39,67% de los trabajos corresponden a este área temática) y la psiquiatría (un 25, 91%).
El primer trabajo fisiológico realizado en el Laboratorio apareció en 1918, firmado conjuntamente por Lafora y Miguel Prados Such, su más estrecho colaborador. Con el título de La circulación del líquido cefalorraquídeo, en dicho trabajo se estudiaban, sobre perros y conejos, la incorporación de substancias colorantes (azul de metileno o rojo neutro) tras la inyección en diversas regiones nerviosas. Pasado un tiempo se estudiaba histológicamente que porciones del sistema nervioso aparecían coloreadas en cada caso; llegando a la conclusión general que tras la inyección de líquidos vitales, éstos se difunden por la médula, el bulbo y la parte basal del cerebro, y en menor medida por la convexidad del cerebelo y del cerebro. Por tanto, confirmaban los autores el trayecto ascendente del líquido cefalorraquídeo hacia el bulbo y confirman, también, la suposición clínica de la ventaja del tratamiento intrarraquídeo e intracerebral. Más adelante, en 1920, Lafora y Prados retomarían el estudio del líquido cefalorraquídeo, ensayando la inyección de dos nuevas sustancias colorantes (la almáciga de Emmanuel y la reacción de azul Prusia) y haciendo la consiguiente comprobación en diversos casos neuropatológicos.
Paralelamente a los estudios sobre el líquido cefalorraquídeo, Lafora realizó diversos trabajos sobre el cuerpo calloso. El primer trabajo sobre este tema fue presentado por el propio Lafora al Congreso de Bilbao de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, celebrado en 1919. El método usado para establecer las funciones del cuerpo calloso consistía en seccionar esta estructura y observar los efectos de la intervención sobre una serie de movimientos previamente aprendidos. Lafora realizó este trabajo sobre monos y gatos, obervando que la intervención producía una apraxia transitoria del lado opuesto al hemisferio más cercano a la lesión.
Sobre la función del cuerpo calloso en el hombre la investigación no podía ser, lógicamente, experimental, debía ser anatomo-patológica; así, en 1920, Lafora estudió un caso de tumor sobre el cuerpo calloso que no producía dispraxia izquierda.
Finalmente, en 1921, Lafora publicó en Archivos de Neurobiología, publicación fundada un año antes por él mismo junto a José Miguel Sacristán y José Ortega y Gasset, un trabajo que ampliaba los experimentos del presentado en 1918, aportando, además, nuevos datos histopatológicos. Este trabajo puede considerarse la sistematización de los trabajos anteriores. Partiendo de la laterización de los centros motores en el hombre, que se sitúan en el hemisferio cerebral izquierdo, y su conexión a través del cuerpo calloso, con los centros senso-motores del hemisferio derecho, Lafora intentó "demostrar si en los mamíferos superiores había una organización funcional semejante a ésta del hombre". La conclusión final a la que llegó fue: "Los síntomas apráxicos cruzados parecen depender de una acción diasquísica o de inhibición a distancia, producida por la lesión del cuerpo calloso sobre los centros kinéticos del hemisferio más próximo, los cuales, por vía cruzada, producen luego los síntomas apráxicos y motores del lado contrario del cuerpo".
Otra de las líneas de investigación abordadas por Lafora fue la relativa a la localización cerebral de los movimientos involuntarios. En el Congreso de Oporto de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, celebrado en 1921, presentó una nota preliminar sobre Corea y atetosis experimental, basada en un trabajo en el cual se intervenía quirúrgicamente sobre gatos, produciendo tres tipos de lesiones: sobre el núcleo rojo, sobre el hipotálamo y sobre el pedúnculo cerebeloso; concluyendo que, en el primer caso, se producen síndromes mixtos coreicos y atetósicos, en el segundo, atetosis bilateral y, en el tercero, hemicorea homo o contralateral. Unas conclusiones que, según Lafora, eran coherentes con la teoría de Kleist sobre la localización de los síndromes motores.
Por otra parte, a partir de 1924-1925 y 1925-1926, Lafora inició una serie de investigaciones sobre la localización de los centros reguladores del sueño, estudios que continuó en años sucesivos en colaboración con Julián Sanz Ibáñez. Lafora alternó estas actividades con la clínica, asitiendo voluntariamente al Hospital Provincial.

En 1920, apareció publicado su libro Diagnóstico y tratamiento modernos de la neurosífilis, así como trabajos sobre la esquizofrenia, la paranoia y otros de higiene mental. Además, fue colaborador habitual en la página médica del diario El Sol, desde donde, entre otras cuestiones, denunció el lamentable retraso de las obras de construcción del nuevo Instituto Cajal a lo largo de la década de los veinte. En 1925 fundó el Instituto Médico Pedagógico y el Sanatorio Neuropático de Carabanchel, entre cuyos médicos residentes figuraron Luis Valenciano, José Germain, Mariano Bustamante y Ramón Rey Ardid. De esta institución surgió un elevado número de trabajos clínicos y de investigación, siendo el primer centro español donde se aplicó la malarioterapia en el tratamiento de la parálisis general progresiva.
Lafora se convirtió así en el neuropsiquiatra español más prestigioso, al que acudieron numerosas figuras de la esfera pública e intelectual. Baste recordar, en este sentido, que Ramón del Valle-Inclán, Manuel Azaña y Juan Ramón Jiménez, entre otros, fueron pacientes suyos.
Tras la proclamación de la República en 1931, de la que se declaró ferviente partidario, fue nombrado presidente del Consejo Superior Psiquiátrico y responsable de la publicación del decreto sobre asistencia a enfermos mentales, vigente aún en los años ochenta. En 1933 pasó a dirigir el servicio de Psiquiatría del Hospital Provincial de Madrid. Este nuevo puesto le permitió, además, realizar por vez primera una labor docente, al dictar varios cursos de formación psiquiátrica. Durante los cinco años de la República publicó 25 trabajos y el nuevo libro La educación sexual y la reforma de la moral sexual (1933). Durante una parte de la guerra civil vivió en Valencia, exiliándose posteriormente a México, donde continuó sus trabajos neuropsiquiátricos. En México, aparte de publicar varios estudios, trabajó desde 1941 en el recién creado Laboratorio de Estudios Médicos y Biológicos y, a partir del año siguiente, en el Instituto de Enfermedades Mentales. Con su práctica privada llegó a convertirse en el neuropsiquiatra de más prestigio del país. En 1946 comenzó a proyectar su retorno a España, al respecto de lo cual hizo gestiones Gregorio Marañón. En diciembre de 1947 regresó a Madrid. Tras superar el penoso trámite de revisión del expediente de depuración que se le había incoado, se reincorporó a su servicio del Hospital Provincial. Jubilado en 1955, no se le permitió atender el servicio hasta la llegada del nuevo titular, aunque mantuvo su consulta privada en Madrid y continuó asistiendo a congresos internacionales hasta poco antes de morir, en 1971.

Bibliografía

Fuentes.

L. VALENCIANO GAYA (1977) ofrece una relación de las 225 publicaciones de Lafora.
G. RODRÍGUEZ LAFORA, M. PRADOS SUCH, La circulación del líquido cefalorraquídeo, Boletín de la Sociedad Española de Biología, VII, 51-55 (1918). Nuevos métodos de análisis del líquido cefalo-raquídeo, Archivos de Neurobiología, I, 80-89 (1920).
G. RODRÍGUEZ LAFORA, Sobre las funciones del cuerpo calloso (Nota preliminar), Asociación Española para el Progreso de las Ciencias. Congreso de Bilbao, IX, 171-177 (1919).
Un caso de tumor del cuerpo calloso sin dispraxia izquierda, Archivos de Neurobiología, I, 45-48 (1920).
Investigaciones experimentales sobre la función del cuerpo calloso, Archivos de Neurobiología, II, 365-383 (1921).
Corea y Atetosis experimental, Asociación Española para el Progreso de las Ciencias. Congreso de Oporto, IX, 207-209 (1921). También publicado en: Libro en Honor de D. Santiago Ramón y Cajal, Madrid, Jiménez y Molina impresores, 1922, vol. II, p. 261-263.
La psiquiatría en el nuevo código penal español de 1928, Madrid, 1929. Los centros reguladores del sueño próximos al III ventrículo cerebral, Anales de la Academia Médico-Quirúrgica Española, XVIII, 599-608 (1931).

Estudios

A. GIMENO ÁLAVA, L. VALENCIANO et al. Sesión extraordinaria en homenaje al doctor Lafora, Archivos de Neurobiología, 35, 157-190 (1972).
B. RODRÍGUEZ ARIAS, Influencia del doctor Gonzalo R. Lafora al auge de la neurología patria, Anales de Medicina y Cirugía (Barcelona), 52, 291-299 (1972).
L. VALENCIANO GAYA, El Doctor Lafora y su época, Madrid, Ediciones Morata, 1977.
G. MOYA, Gonzalo R. Lafora. Medicina y cultura en una España en crisis, Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1986.
J. GONZÁLEZ CAJAL, Estudio de la obra científica del Profesor Doctor D. Gonzalo Rodríguez Lafora, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1984.
La Neurohistopatología clínica en la obra de Lafora. En: R. HUERTAS, A. ÁLVAREZ, R. ÁLVAREZ (Coords.), Perspectivas psiquiátricas, Madrid, CSIC, 1987.

Autor

  • Antonio Rey González