A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PolíticaHistoriaBiografía

Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio (1552-1612).

Archiduque de Austria, emperador del Sacro Imperio, rey de Hungría y de Bohemia. Nacido en Viena en el año 1552 y muerto en Praga en el año 1612. Hijo de Maximiliano II y de María de Austria, gobernó desde 1567 hasta su muerte, menos en el reino de Bohemia donde su hermano y heredero el archiduque Matías le obligó a abdicar en su favor en 1611.

A los doce años de edad sus padres decidieron que debía viajar a España junto con su hermano Ernesto, para ser educado en la corte de Madrid. Esta decisión fue tomada por varios motivos: Felipe II comunicó a Maximiliano II y a su hermana María de Austria su deseo de que ambos archiduques fueran conocidos en España, puesto que el príncipe de Asturias, don Carlos, no gozaba de buena salud ni física ni mental, por lo que era posible que estuviera incapacitado para sustituirle en el trono llegado el momento. De este modo Felipe II pretendía que si él o su hijo morían sin descendencia fuera un miembro de su familia el que ocupara su lugar. Llegados a este punto el emperador Maximiliano II no puso ninguna objeción a que sus hijos se educaran lejos de Viena ya que esta posible unión de ambas coronas podía suponer notables beneficios para su dinastía. Por otro lado, desde la católica España, se contemplaba con cierto temor los avances de los protestantes en el Imperio. Maximiliano II que había recibido una educación de marcado carácter erasmista, había dado muestras de tolerancia con todos sus súbditos. Cuando Maximiliano II llegó al poder en 1564 la mayoría de los principados laicos y las ciudades libres eran protestantes. La emperatriz María pudo comunicar cierta inquietud a su hermano, Felipe II, por la educación de sus hijos y su deseo de que estos recibieran una sólida formación religiosa, ya que la influencia de los protestantes podía llevarles hacia posturas contrarias a las defendidas por la iglesia católica, sobre todo en un momento en el que el avance de los turcos obligó a Maximiliano II a realizar numerosas concesiones para mantenerse en el poder. Por último es necesario destacar que tanto a Felipe II como a Maximiliano II les convenía que las relaciones entre ambas ramas de la familia fueran estrechas ya que era necesario que se unieran ante enemigos comunes y que se apoyaran en sus decisiones de gobierno.

Rodolfo partió de Alemania acompañado por su hermano Ernesto y por personajes importantes al servicio del Imperio como es el caso de Marco Antonio Spínola o su ayo el barón Adám Dietrichtein. Ambos archiduques llegaron a la península Ibérica el 17 de marzo de 1564, tanto él como su hermano fueron recibidos con todos los honores por Felipe II, el cual inmediatamente les concedió el tratamiento de señores y gentiles hombres. Pronto se adaptó a la vida en la corte, manteniendo unas buenas relaciones con sus familiares, aunque dio algunas muestras de poseer un carácter retraído y fantasioso.

La educación tanto de Rodolfo como de Ernesto fue encomendada a los jesuitas. Esta orden fundada por Ignacio de Loyola en 1534, fue firme defensora de los intereses del papado y de las ideas emanadas del Concilio de Trento, además las intervenciones de sus miembros fueron fundamentales a la hora de dirigir la llamada Contrarreforma hacia los lugares donde el luteranismo y el calvinismo habían triunfado.

Son notables las buenas relaciones que mantuvo Rodolfo con sus familiares españoles, en 1567 Felipe II decidió que ambos archiduques y su hijo, como parte de su aprendizaje, debían acompañarle en su viaje a los Países Bajos, aunque la marcha hacia aquellas tierras tuvo que posponerse y al final nunca llegó a realizarse, es notable el interés que el monarca demostró por la educación de los jóvenes. Además Felipe II recurrió a ellos en uno de los momentos más difíciles de su vida, en 1568 murió Isabel de Valois, esposa del rey y madre de sus dos hijas; el rey encargó a ambos archiduques que escoltaran el cadáver de esta hasta el monasterio de la Descalzas Reales, lugar donde fue enterrada hasta su traslado al Escorial.

Rodolfo abandonó España en el año 1570, tras ejercer como padrino en la boda de su hermana, Ana de Austria con su tío Felipe II. Parece que el emperador Maximiliano II había entablado negociaciones con el rey de España para casar a su hija con el infante Carlos, pero la muerte de este trastocó los planes de ambos reyes. La muerte del príncipe de Asturias obligó a Felipe II a casarse por cuarta y última vez, para intentar dar a la corona de España un heredero varón y ante la escasez de candidatas se decidió por su sobrina, mucho más joven que él, que fue la madre del heredero el futuro Felipe III. Ana llegó a la península Ibérica acompañada de sus dos hermanos menores los archiduques Wenceslao y Alberto, los cuales venían a educarse a Madrid como habían hecho Rodolfo y Ernesto. En opinión de Felipe II el camino de vuelta a Alemania podía ser peligroso para sus sobrinos, por lo que decidió que Rodolfo y su hermano partieran en compañía de don Juan de Austria, el cual se dirigía hacia Venecia para unirse a la Liga Santa que derrotó a los turcos en Lepanto en 1571.

En 1576 tras la muerte de Maximiliano II, Rodolfo fue nombrado emperador de Alemania, recibiendo además la corona de Hungría y de Bohemia. Con estos reinos, heredó una situación muy complicada, puesto que los enfrentamientos entre católicos, luteranos y calvinistas fueron continuos. Su padre se había mostrado partidario de conseguir la reconciliación de sus súbditos y Rodolfo intentó continuar la labor de éste, pero rápidamente fueron evidentes las diferencias entre la educación del nuevo emperador y el antiguo. Rodolfo fue un católico convencido fiel al papado, que opinaba que era necesario que sus súbditos retornaran a la fe católica, mientras que su padre, había sido educado en círculos relacionados con las ideas de Erasmo de Rotterdam, las cuales propugnaban la unión de católicos y protestantes llegando a un camino intermedio entre ambas manifestaciones religiosas, de este modo Maximiliano se declaró neutral con respecto a la doctrina propugnada por el Concilio de Trento. Además de estos graves problemas religiosos, la situación económica de sus reinos no era muy buena, puesto que la guerra contra los turcos suponía una enorme sangría para el tesoro imperial.

La llegada al poder de Rodolfo II coincidió con la penetración en Alemania de los jesuitas y los capuchinos, los cuales fieles a los ideales de la Contrarreforma, intentaron por todos los medios que los súbditos del emperador volvieran al seno de la Iglesia Católica. Las predicaciones del padre Pedro Canisio dieron sus frutos, consiguiendo éste, notables resultados en este sentido, como la conversión del duque Alberto de Baviera. Pero a pesar de todo, la reunificación del Imperio en materia religiosa y política fue imposible, dado que importantes nobles ejercieron su autoridad y presionaron a la familia imperial para que frenara sus intentos, como los desarrollados por el archiduque Ernesto en la alta y baja Austria. Por tanto la relativa tolerancia que el emperador se vio obligado a ejercer fue producto de la necesidad, ya que los príncipes protestantes eran demasiado fuertes como para emprender una guerra abierta en su contra.

Rodolfo II se desentendió rápidamente de los asuntos del Imperio alemán y de Hungría, centrándose en el reino de Bohemia. Una de sus primeras acciones fue instalar la capital del Imperio en Praga, lo cual produjo las protestas de alemanes y húngaros. Su residencia oficial, el castillo de Hradcany, se convirtió en un centro de estudios de primer orden, Rodolfo, adoptó el calendario gregoriano y fue mecenas de hombres de letras, astrólogos y astrónomos, como Kepler, además de un gran número de personajes excéntricos. Las investigaciones emprendidas por sus protegidos interesaron tanto al emperador que gran parte de su actividad diaria estaba dedicada a comprobar los avances de estos. Su pasión por todas las ciencias le llevó a descuidar el gobierno de sus reinos, lo que en la práctica produjo la entrega del poder efectivo a los funcionarios de su corte.

En el año 1604 se produjo la sublevación de Hungría, dirigida por un noble de la región llamado Esteban Bocskay, el cual recibió el apoyo de sultán turco, Ahmed I. Así los húngaros atacaron Transilvania mientras que los turcos se dirigieron hacia la ciudad de Graz y amenazaban con conquistar Viena. Ante el enorme peligro, las discordias en la familia imperial se hicieron evidentes, así Rodolfo II, que no tenía descendencia, se vio obligado a elegir como sucesor a su hermano Matías, que pretendía restaurar la autoridad de la dinastía, ocupándose de dirigir las actuaciones para frenar el ataque de los otomanos. En el año 1606 Matías firmó la paz de Sitva-Torok, por la cual los turcos retenían bajo su poder las ciudades de Graz y Canisha, además se confirmaba la independencia religiosa de los húngaros y el dirigente de la sublevación, Bocskay, era elegido gobernador de Transilvania, pudiendo ejercer sus funciones de forma casi independiente aunque el territorio nominalmente continuara perteneciendo a la casa de Austria. Pocos fueron los beneficios que consiguió Matías con la firma de esta paz, ya que lo único que obtuvo fue que los otomanos dejaran de cobrar el tributo anual, que se venía pagando desde 1547 y el reconocimiento de Rodolfo II como emperador por parte del sultán.

Las discordias entre Rodolfo y su hermano, Matías, fueron aprovechadas por los protestantes para conseguir nuevas prerrogativas. Poco a poco Rodolfo II fue quedándose aislado en Bohemia, ya que apenas contaba con apoyos fuera de este reino y en 1609 tuvo que comprometerse a respetar la libertad de religión, reconocer la Confessio bohemica de 1575, y otorgó además el derecho a nobles y ciudades libres de edificar sus propios lugares de culto. Pero a pesar de sus intentos Rodolfo no pudo mantenerse en el poder ya que su hermano consiguió que abdicara en 1611 cediéndole a él la corona. Aunque mantuvo de forma nominal el título de emperador y rey de Hungría hasta su muerte, en 1612, el poder de facto lo ocupó Matías, el cual tras trasladar de nuevo la capital a Viena, apoyó desde el gobierno el resurgimiento del partido católico en Alemania e intentó frenar los avances de los protestantes.

Bibliografía

  • ELLIOT, J.H. Europa en la época de Felipe II, Crítica, 2001.

  • VICENS VIVES, J. Historia general moderna, siglos XV- XVIII, Vicens Vives, 1981.

  • JOVER ZAMORA, J.M. (dir) "España en tiempo de Felipe II", en Historia de España de Menéndez Pidal. Vol XXII. Primera parte. Madrid, Espasa Calpe, 1994.

CGS

Autor

  • 0112 CGS