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PolíticaHistoriaBiografía

Primo de Rivera y Orbaneja, Miguel (1870-1930).

Militar y político español nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 8 de enero de 1870 y muerto en París el 17 de marzo de 1930. Fue jefe del gobierno y presidente del directorio militar implantado por él mismo en 1923 por medio de un golpe de Estado, ocupó este cargo hasta su dimisión en 1930.

Don Miguel Primo de Rivera. F. Godoy.

Carrera militar

Miembro de una ilustre y numerosa familia gaditana de gran tradición militar, desde su infancia su educación estuvo dirigida hacia la carrera militar. A los catorce años, en 1884, ingresó en la Academia Militar y tras la instrucción fue destinado a Melilla, donde logró una serie de rápidos ascensos, hasta el grado de capitán, y donde en 1893 fue condecorado con la medalla Laureada de San Fernando. Tras su estancia en la costa africana fue destinado a Cuba (1895), bajo las órdenes del capitán general Arsenio Martínez Campos, allí fue ascendido a comandante. Posteriormente, en 1897, fue enviado a Filipinas, al ser su tío Fernando Primo de Rivera nombrado capitán general de las islas. Con esto, Miguel había prestado servicio en los últimos restos del imperio español y había entrado en contacto con los diversos problemas que gangrenaban las últimas posesiones hispanas en ultramar, lo cual marcaría su vida de forma permanente.

En 1902 contrajo matrimonio con Casilda Sáenz de Heredia, con la que tuvo seis hijos; su primogénito, José Antonio, fue el fundador de Falange Española. En 1908 Miguel fue ascendido a coronel y unos meses después su mujer falleció al no poder sobreponerse al parto de su sexto hijo. Nuevamente fue destinado a África donde participó en la Guerra de Marruecos (1909-1927). En 1912 fue nombrado general de brigada por sus méritos en la guerra africana, siendo así el primero de su promoción en ascender al generalato. A su regreso a España fue nombrado gobernador militar de Cádiz.

A lo largo de la Primera Guerra Mundial fue comisionado por el Gobierno como observador de algunas campañas militares de los aliados, especialmente en los frentes francés y británico. Miguel Primo de Rivera fue un militar "africanista", debido a que su carrera militar y sus ascensos se produjeron mayoritariamente en África, pero que se mostró contrario al sistema de ascenso del ejército español que primaba a los africanistas sobre el resto de la oficialidad, los denominados "junteros". El 25 de marzo de 1917, con motivo de una conferencia en la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz, Miguel protagonizó su primer escándalo público al declarar: "Marruecos ni parte alguna de África es España misma; la generosa y abundante sangre en África derramada no podrá tener nunca justificación más honda y más útil que la de habernos puesto en posesión de algo que sirva para recuperar Gibraltar".

En julio de 1919 fue ascendido a teniente general y recibió el nombramiento de capitán general de Valencia. Poco después, dejó Valencia para hacerse cargo de la capitanía general de Madrid. Como capitán general de Madrid mantuvo un duro enfrentamiento con el gobierno que a la postre le costó la dimisión. En noviembre de 1921, mientras se discutía en el Parlamento sobre el desastre de Annual, Primo de Rivera insistió en la postura abandonista defendida en la Real Academia Hispanoamericana "Yo estimo, desde un punto de vista estratégico, que un soldado más allá del Estrecho, es perjudicial para España". Debido a estas declaraciones fue relevado de la capitanía general de Madrid, ya que el Gobierno era tendente a mantener a toda costa las últimas colonias. En el famoso desastre de Annual su tío Fernando falleció, por lo que Miguel heredó el título de marqués de Estella.

A año siguiente, en mayo de 1922, el Gobierno le nombró capitán general de Barcelona, un puesto complicado debido a la tensa realidad social que en esos momentos se vivía en toda Cataluña, y en especial en la Ciudad Condal, motivada por el enfrentamiento entre los sectores catalanistas radicales y el gobierno central, por la incidencia del pistolerismo y por el gran descontento social. Miguel Primo de Rivera se ganó el apoyo de los sectores más conservadores de la Lliga Regionalista gracias a su política de mano dura contra la delincuencia y la criminalidad.

Los primeros años 20 estuvieron marcados en España por una intensa conflictividad y malestar social, en una época ya de por si convulsa en toda Europa por el fin de la Primera Guerra Mundial. A ello se sumaba el malestar de los militares debido a las continuas derrotas del ejército en Marruecos, máxime cuando aún permanecía vivo el recuerdo de 1898, y al escándalo levantado por el expediente Picasso, documento elaborado para tratar de depurar las responsabilidades del desastre de Annual. Tanto para el ejército como para el resto de la sociedad, la dejadez del Gobierno con respecto al tema de los prisioneros españoles en manos de Abd el-Krim, suponía un foco de malestar continuo. Todos estos acontecimientos se vieron acompañados por una serie de atentados terroristas, como el asesinato del presidente del gobierno Eduardo Dato (1921) a manos de tres pistoleros anarquistas.

A comienzos de 1923, desde diversos sectores de la sociedad española, militares, industriales y conservadores en general, se empezó a contemplar la posibilidad de un golpe de Estado, para unos como única vía para solucionar los problemas de la nación, y para otros como una amenaza al régimen instituido. El jefe del Gobierno, Manuel García Prieto, ante la inminencia de que el general Primo de Rivera protagonizase el tan temido golpe, llamó al prestigioso general Weyler para que éste se hiciese cargo de la capitanía general de Barcelona y destituir así a Primo de Rivera. No obstante, antes de que Weyler llegase a Barcelona, Miguel sublevó a las tropas y se hizo con el control del Estado, era el 13 de septiembre de 1923.

La dictadura

La dictadura de Primo de Rivera se ha dividido tradicionalmente en dos períodos claramente definidos, el Directorio militar y el Directorio civil.

De la dictadura de Primo de Rivera a la República

El 13 de septiembre de 1923, previa consulta al resto de capitanes generales, a excepción del general Zabala, capitán general de Valencia, que se mostró partidario del gobierno de García Prieto; Primo de Rivera proclamó la dictadura, con el visto bueno del rey Alfonso XIII. El nuevo régimen carecía de un mínimo sustento ideológico y tan sólo se basaba en el descontento de los militares en relación a la política llevada por el anterior gobierno civil de la Restauración.

Primo de Rivera se proclamó presidente de un Directorio militar compuesto por unos personajes cuyo rasgo más característico fue su total falta de preparación y su nula iniciativa para dirigir y dar resolución a los difíciles acontecimientos políticos y sociales de la época. La embrionaria democracia española fue sacrificada en aras de la conflictividad social, la Constitución de 1876 fue derogada, la libertad de prensa suprimida, se persiguió a los disidentes políticos y se cerró el Parlamento.

En relación al conflicto marroquí, Primo de Rivera cambió su anterior postura abandonista y protagonizó el desembarco de Alhucemas (1925), acción militar franco-española que acabó con la larga guerra.

Primo de Rivera con sus oficiales, en Marruecos.

Tras el éxito de las acciones militares en Marruecos, a la postre el motivo fundamental que había justificado el golpe de Estado, Primo de Rivera se negó a abandonar el poder. El 3 de diciembre de 1925 desmanteló el Directorio militar y lo sustituyó por uno civil, en el que figuraron personajes de mayor capacidad política como Martínez Anido, José Calvo Sotelo, Eduardo Aunós o el conde de Guadalhorce. El Directorio civil contó con el apoyo de la extrema derecha, los sectores más conservadores de la sociedad y de una parte del Ejército.

Paternalista, populista y arcaico, el gobierno de Primo de Rivera resultó decepcionante incluso para aquellos que le habían apoyado desde un principio y le habían instado a dirigir el golpe de Estado. Poco fue lo que se hizo y menos aún lo que se hizo bien, por lo que rápidamente el gobierno de Miguel fue perdiendo todos sus puntos de apoyo.

Miguel Primo de Rivera trató de dotar a su sistema político de un cierto carácter democrático, para ello creó una asamblea orgánica, denominada Asamblea Nacional Consultiva, que recibió el encargo de redactar una nueva constitución que debería legitimar el nuevo régimen político. La Asamblea Nacional Consultiva, constituida bajo el ejemplo de lo hecho por Mussolini en Italia, fue un absoluto fracaso y la constitución nunca llegó a realizarse. Otra de sus medidas seudodemocráticas consistió en la creación de una partido político que debería de dotar al régimen de un ideario político, tal partido fue la Unión Patriótica Española (UPE), partido único dictatorial. La UPE aglutinaría los aspectos conservadores de la sociedad española, mientras que el Partido Socialista debería de ejercer la alternancia política, a imitación de lo ocurrido durante la Restauración. Este sistema bipartidista de alternancia fracasó igualmente, ya que nunca llegó a aplicarse.

Tan sólo en el campo económico y de obras públicas la dictadura de Primo de Rivera obtuvo algunos éxitos relativos. Calvo Sotelo logró controlar y reducir la deuda pública, principalmente por medio de la creación de una serie de monopolios económicos en sectores estratégicos como Campsa. En cuanto a las obras públicas, se construyeron, mejoraron o ampliaron carreteras, puertos, puentes, regadíos... No obstante, la bonanza económica de la dictadura se vino abajo con la crisis bursátil de 1929.

A partir de 1928, la dictadura de Primo de Rivera inició un proceso fulminante de aislamiento político y pérdida de apoyos, que vino de la mano de unas cada vez peores relaciones entre el dictador y el monarca. Por las mismas fechas, Miguel mantuvo una relación sentimental con Niní Castellanos, relación que también fracasó.

Los continuos fracasos de la dictadura y la falta de libertades provocó un creciente movimiento de oposición, sustentado por intelectuales, estudiantes, políticos liberales, sindicalistas, ciertos sectores del Ejército y un amplio sector de la sociedad, sobre todo en las capitales de provincia. Ante la creciente fuerza de la oposición, y la pérdida de apoyos, el 28 de enero de 1930 Primo de Rivera presentó su dimisión irrevocable a Alfonso XIII y abandonó España.

Miguel Primo de Rivera fijó su residencia en París, donde falleció al cabo de dos meses, el 17 de marzo de 1930. La muerte de Primo de Rivera fue prácticamente ignorada por el régimen político español.

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez