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FilosofíaBiografía

Platón (427-347 a.C.).

Platón.

Filósofo griego nacido en Atenas en el año 427 a.C. y fallecido en la misma ciudad en el 347 a.C. Autor de una producción vastísima, pródiga en obras maestras, incluso desde el punto de vista literario, Platón es uno de los más grandes genios con que ha contado la humanidad. Recogiendo la semilla de su maestro Sócrates, y oponiéndose al relativismo sofístico, se aplicó, guiado por su intuición prodigiosa, a la búsqueda de la verdad. De este proyecto, puesto en práctica durante toda su vida, nació una filosofía acerca de las ideas, que marcó para siempre el acontecer filosófico de Occidente.

Vida y obras

Descendiente de familia aristocrática, su verdadero nombre era Aristocles, pero se le conocía por Platón (debido, quizás, a la anchura de sus espaldas). Se inició en la filosofía de la mano del heracliteo Cratilo, pero el hecho que marcaría definitivamente su vida y el estilo de sus escritos (en forma de diálogos) fue su encuentro, cuando tenía 20 años, con Sócrates. Tras la muerte de su maestro, dejó Atenas para dirigirse a Megara y, luego, hacia el 388, al sur de Italia, donde entró en contacto con el pitagórico Arquitas en Tarento, gracias al cual el pitagorismo estará muy presente en la doctrina de Platón. Siempre estuvo en su ánimo dar empuje configurador a la realidad social y política. Pero tras la injusta y vergonzosa condena y ejecución de que fue objeto Sócrates, decidió abandonar el ejercicio de la política. Sin embargo, hizo un primer intento de poner en práctica los ideales que tenía sobre la república, en Siracusa, siendo tirano Dionisio I. Sus propósitos se vieron frustrados. Por intrigas del propio Dionisio, Platón fue vendido como esclavo, y éste habría sido su destino si Anníceris, antiguo condiscípulo suyo, no lo hubiera reconocido y pagado su rescate. Al regreso a Atenas, Platón quiso devolver a Anníceris el dinero de su rescate, pero éste no lo aceptó. Con aquel dinero Platón adquirió unos terrenos en los jardines donde estaba instalado el santuario al héroe Academo, de quien tomaría el nombre la escuela que allí fundó: "Academia". La Academia de Atenas puede ser considerada como la primera universidad de Europa, pues no sólo se enseñaba filosofía, sino también otras ciencias, como astronomía, ciencias físicas, matemáticas, armonía, investigaciones sobre botánica, etc. La Academia perduró hasta el año 529 d.C., cuando el emperador Justiniano mandó clausurarla.

Dos veces más intentó Platón llevar a la práctica sus ideales políticos: con Dionisio II y con Dión (en el 361), quien requirió sus servicios. Dión terminaría asesinado, y Platón pasaría algún tiempo en la cárcel. En adelante, se entregó definitivamente a la labor filosófica, como maestro de la Academia, y a sus escritos. Murió en el año 347, y fue enterrado en los jardines de la Academia.

Platón es el único autor de la antigüedad cuyas obras (diálogos en su mayoría) nos han llegado prácticamente en su totalidad. Se suelen clasificar del siguiente modo: 1) Escritos Socráticos o de juventud: Apología de Sócrates (no en forma de diálogo), Critón, Eutifrón, Laques, Ión, Protágoras, Cármides, Lisis, Trasímaco (en realidad es el primer libro de la Republica). 2) Escritos de transición: Gorgias, Menón, Eutidemo, Cratilo, Menexemo. 3) Escritos de madurez: Banquete, Fedón, República, Fedro, Parménides, Teeteto, Político, Filebo, Timeo, Critias, Leyes y Epinomis. Se le atribuyen también 13 Cartas, de las cuales la VII y la VIII aportan datos estimadísimos para conocer aspectos de su vida y de su doctrina.

Platón, según fue representado por Rafael en La Escuela de Atenas.

La doctrina de Platón

La teoría de las ideas

La doctrina de Platón comienza allí donde la había dejado Sócrates. Éste, en efecto, enseña que se da un bien moral que va más allá de la acción particular considerada como buena, y que sanciona todo acto. Pero esta respuesta no es suficiente para Platón. Hay que definir en qué consiste el bien en sí. ¿Cómo se forman en la mente o de dónde provienen esas ideas que nos hacemos de bien, justicia, belleza, honradez, etc.? La respuesta de Platón es la siguiente: existen realidades eternas que se hallan en un mundo separado no perceptible por nuestros sentidos. A estos universales los denomina Ideas (ideia o eidos) (visión de algo en su ser eso que es). No hay que entender esas ideas a la manera en que hoy las entendemos. Se trata más bien de arquetipos, paradigmas de los objetos de este mundo, los cuales, para Platón, son meras copias o "sombras", sujetas, por otra parte, a continuo fluir. Tampoco hay que entender ese "lugar" donde se hallan como un lugar espacial. Lo que Platón pretende con la teoría de las ideas es reconciliar la teoría parmenídea del ser inmóvil con la heraclitiana del devenir incesante. De un lado tenemos el ser y su unidad que conforman el mundo de las ideas, y de otro, las cosas sensibles que conforman el mundo del devenir, del cambio. Las Ideas existen en comunidad jerarquizada, de modo que las inferiores se hallan comprendidas en las superiores, en una escala que culmina en la Idea de Bien. De ella participan, en última instancia, todas las demás Ideas. Pero no hay que identificar esta Idea de Bien con Dios, porque ella hace referencia a un Alma y no a un Dios creador.
Para más información véase el apartado Platón: el mundo de las ideas en Idea.

El conocimiento

Para Platón, conocer es recordar, por reminiscencia, las verdades ya sabidas por el alma antes de su encarnación. Conocer la verdad de un ser no es ir en pos del ser, sino de su Idea, de lo inmutable que en él reside. Platón viene a decir que toda la esencia nos ha sido dada de antemano, y no precisamente por la experiencia. Esta doctrina del conocimiento la ilustra con el famoso mito de la caverna, narrado en el libro VII de la República: La naturaleza del hombre se asemeja a la de unos prisioneros encerrados desde su infancia en una caverna. Desde ella solamente ven las sombras que, reflejadas por el sol, se proyectan en la pared de enfrente. Si se soltara a uno de esos prisioneros, al principio se cegaría, pero luego vería poco a poco los objetos tal como son. Llegaría, incluso, a ver el sol en su nítida pureza. Así, los hombres, en su estancia terrena, no ven más que las sombras de la verdadera realidad. Pero según los grados de su perfección, pueden no sólo conocer los objetos iluminados, sino el sol mismo, que todo lo ilumina y que representa al Bien.

Dios y el mundo

Platón no llega a una identificación expresa de su Idea de Bien con su Idea de Dios. Pero está claro que, aunque habla a menudo de los dioses, piensa en un solo Dios, idea que aparece más clara al final de su vida. Más allá de la letra de sus escritos, se puede concluir, manteniendo la fidelidad a su espíritu, que Platón tiene la idea de un Dios ordenador del mundo, y "situado" fuera del mundo. No se trata de un Dios personal, al estilo del Dios cristiano, sino de un primer demiurgo, alma ordenadora por excelencia, quien, valiéndose de demiurgos mediadores, configura el mundo a partir de la materia preexistente y crea las almas individuales y el alma del mundo. El mundo se debe a la bondad de Dios. Platón expone el proceso de "creación" en el Timeo. Según él, el demiurgo (artesano divino), infundió un alma a la naturaleza amorfa preexistente, configurando las cosas en vista a los modelos de las Ideas. A la materia así informada la instaló en el espacio y en el tiempo. No se trata, pues, de una creación en sentido estricto. En definitiva, el mundo material es "el mundo de las sombras", pues se contrapone al de las realidades, que es el mundo de las Ideas. Este mundo visible participa del mundo de las Ideas, ya que necesita de esa referencia para existir. El alma del mundo es inmortal, semoviente y principio del movimiento de todo lo que no es ella misma.

El hombre y el alma

Para Platón, el hombre se compone de alma y cuerpo, pero la parte absolutamente más noble es el alma, porque es espiritual, y por lo tanto, eterna e imperecedera. La espiritualidad le viene dada por su origen, pues procede de una existencia anterior, donde fue puesta por los demiurgos. En aquel lugar contemplaba las Ideas, mas, como castigo a una culpa cometida, fue arrojada al cuerpo, y en él mora temporalmente hasta que pueda regresar a su lugar de origen. Por lo tanto, la unión alma-cuerpo es accidental, pero no con absoluta independencia. La interdependencia la explica acudiendo a las tres partes de que consta el alma: la parte concupiscible o apetitiva (que tiene su sede en el vientre y a la que se deben las sensaciones placenteras), la parte irascible o volitiva (que reside en el pecho y a la que corresponden los afectos) y la parte racional o intelectual (que reside en la cabeza, que constituye la parte específicamente humana y que está en contacto con las Ideas). En el diálogo de Fedro describe esta explicación de modo simbólico: "El alma es semejante a un carro alado, del que tiran dos briosos corceles, uno blanco y otro negro, regidos por un auriga moderador". Cuando muere el cuerpo, el alma sigue existiendo. Esta existencia posterior será plena, si durante su peregrinaje por este mundo ha conseguido la purificación por medio de la virtud; de no ser así, se reencarnará en otro ser, hasta que en la sucesión de encarnaciones logre la perfección.

Íntimamente ligada con esta doctrina, pero también con su metafísica, se halla la ética de Platón. La vida humana significa para el hombre la búsqueda de la verdad. Por eso, la parte más valiosa del hombre, el alma, añora el retorno a la contemplación directa y plena de las Ideas. A esta contemplación llegará mediante la perfección que le concede la práctica de las virtudes, correspondientes a cada parte del alma. Por eso establece cuatro virtudes fundamentales: a la parte concupiscible le asigna la templanza, la moderación, por la cual el hombre domina las pasiones; a la parte irascible, la fortaleza o valor; a la superior o razón, la prudencia o sabiduría. Por encima de todas ellas, está la justicia, virtud por excelencia, en la que se intercomunican las otras tres. De esta forma está admitiendo también cierta interinfluencia entre alma y cuerpo.

La política

Platón presta poca atención a los países y las relaciones entre los estados. Centra su atención en la polis, la ciudad, y considera que la vida en común de los hombres se debe al imperativo del instinto, y no a un acuerdo deliberado. A imagen del alma, la polis está constituida por tres clases o estamentos: el pueblo, los guerreros y los filósofos. Al pueblo, cuya virtud fundamental es la templanza, le compete producir los bienes para sí y para los otras dos clases; a los guerreros, a quienes se les asigna la virtud de la fortaleza, les corresponde el mantenimiento del orden y la defensa de la ciudad; por último, a los filósofos, cuya virtud será la prudencia, les está asignado el gobierno y la educación de los ciudadanos ("porque no acabarán las desdichas de los pueblos hasta que los filósofos sean reyes y los reyes filósofos"). La armonía entre las tres clases es garantizada por la justicia, que regula las relaciones entre los hombres. Entre las diversas clases de gobierno, Platón opta por la monarquía, la cual procurará el equilibrio entre los grupos sociales en natural tensión. Deberán ser eliminados los individuos que nazcan deformes o minusválidos. Serán prohibidos el matrimonio y la propiedad privada para las clases de los guerreros y de los gobernantes, para que puedan dedicarse por completo a las tareas que se les han encomendado. Propone así, para estas clases, comunidad de bienes y de mujeres.

El soberano deberá ser elegido entre los mejor preparados. Si el soberano no es elegido, se corre el peligro de que los guerreros se adueñen del poder, y entonces tendrá lugar la timocracia (gobierno de los más fuertes); si el gobierno cae en manos de los poderosos y ricos, se caerá en la oligarquía. La democracia (gobierno del pueblo) es una forma de gobierno indeseable, porque al amparo de las libertades ficticias, se llegará al desgobierno, y, en el desorden, se provocará la toma del gobierno por parte del tirano.

Esta concepción utópica propuesta en La República, se vuelve más realista en las Leyes, donde Platón se atiene a una legislación que tenga en cuenta la "debilidad de la naturaleza humana", de forma que esa ley promueva en los individuos la adhesión al bien, justificación, en última instancia, de la ley.
Para más información véase el apartado El idealismo de Platón en Idealismo.

Bibliografía

  • FREIRE, A.: O pensamiento de Platón, Braga, 1967;

  • BRIS, Y.: La psychologie de Platon, París, 1968.

  • MONTONERI, L.: Il problema del male nella filosofia di Platone, Padua, 1970.

  • GOLDSCHNUDT, V.: Questions platoniciennes, París, 1970.

  • KUCHARSKI, P.: Aspects de la spéculation platonicienne, París, 1971.

Autor

  • Cipriano Camarero Gil