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PeriodismoLiteraturaBiografía

Ortega Munilla, José (1856-1922).

Narrador y periodista español, nacido en Cárdenas (Cuba) en 1856 y fallecido en Madrid en 1922. Autor de una brillante labor de promoción cultural en la España de finales del siglo XIX y comienzos de la centuria siguiente (en la que destaca la difusión que, como director de medios de comunicación, dio a los artículos de los principales autores de la Generación del 98), en la actualidad apenas es recordado por su notable producción literaria y periodística, sino más bien por haber sido el padre del filósofo español José Ortega y Gasset. En realidad, la calidad de su estilo literario y la originalidad de sus ideas no han quedado eclipsadas sólo por la figura deslumbrante de su hijo, sino también por el olvido y descrédito en que han caído, tanto para la crítica literaria dominante como para los programas de estudio actuales, casi todos los escritores de esa generación de autores españoles nacida poco después del ecuador del siglo XIX, entre los que figuran algunos nombres tan preteridos como los de Luis Coloma (1951-1914), Jacinto Octavio Picón (1952-1926), Armando Palacio Valdés (1953-1938) o Eduardo López Bago (1857-1931).

Hombre de acusada inclinación humanística, tras una esmerada formación académica se especializó en la escritura periodística y desarrolló una espléndida trayectoria profesional en la redacción de El Imparcial, del que llegó a ser primero director y, más tarde, tras su matrimonio con la hija de Eduardo Gasset, copropietario. Dentro del sesgo liberal de este rotativo, José Ortega Munilla desplegó una intensa labor de animación cultural que propició la divulgación de las ideas de los principales ensayistas españoles que abogaban por el establecimiento de reformas tendentes a procurar la regeneración del país.

Al tiempo que desarrollaba esta fecunda labor periodística, el escritor de origen cubano fue cultivando -en principio, como un mero entretenimiento- una no menos brillante carrera literaria en la que pronto comenzó a destacar por sus relatos y novelas, generalmente orientados hacia esa tendencia naturalista que, a la sazón, triunfaba en la narrativa de casi todas las naciones europeas. Esta dedicación de Ortega Munilla a la creación literaria se puede dividir en dos períodos perfectamente definidos: el primero, que va desde 1879 hasta 1884, viene marcado por la escritura de las que el propio autor denominó "novelas contemporáneas"; se trata de diez narraciones (siete novelas extensas y tres breves) en las que puede apreciarse tanto el pesado lastre de un romanticismo ya ciertamente trasnochado (así, v. gr., en Lucio Tréllez, de 1879), como el triunfo del costumbrismo (El tren directo, 1880) y, sobre todo, la tímida asimilación de esa fecunda corriente naturalista (bien presente en El fondo del tonel, de 1880, y, de forma muy acusada, en Cleopatra Pérez, de 1884). La última de las narraciones citadas (de la que existe una magnífica edición actual, con estudio y anotaciones a cargo del profesor Juan Ignacio Ferreras [Madrid: Cátedra, 1982]) es, sin lugar a dudas, la obra literaria más conocida de José Ortega Munilla. Cuenta la historia trágica de una prostituta cuyo hijo abandona a la familia adoptiva que le había acogido para irse a vivir con su madre natural, dentro de un crudo tono impuesto por el naturalismo que no ahorra los lances más tristes y violentos (como el suicidio del joven).

Cuentista de reconocido prestigio, el escritor nacido en la Cuba española dejó diseminados en los rotativos y revistas donde trabajó numerosos relatos que, por las fechas en que veían la luz estas novelas, empezaron a quedar también recopilados en formato de libro, bajo títulos como El salterio (1881), El fauno y la dríada (1882) y Relaciones contemporáneas (1883). Posteriormente apareció otra colección de cuentos de José Ortega Munilla, titulada Fifina (1897). Entre sus cuentos más célebres, cabe recordar el titulado "Los tres sorianitos", donde se acerca a la literatura infantil para narrar las vicisitudes de tres niños que se ven obligados a emigrar desde su Soria natal hasta el Nuevo Continente.

Tras esta primera etapa de intensa dedicación a la creación literaria, José Ortega se centró fundamentalmente en su fecunda actividad periodística, lo que no fue óbice para que sus méritos creativos quedaran oficialmente reconocidos en 1901 con su nombramiento como miembro de número de la Real Academia Española. Ya bien entrado el siglo XX, y tras casi treinta años apartado de la prosa de ficción, decidió regresar al ámbito de la narrativa con una serie de novelas que, como las tituladas El paño pardo (1914) o La señorita de la Cisniega (1918), acabaron configurando esa segunda etapa de su producción literaria a la que se ha hecho referencia más arriba. En estas narraciones postreras de Ortega Munilla se advierte que, como escritor, el autor de origen cubano ya había quedado bastante desfasado respecto a los derroteros seguidos por los novelistas españoles del momento, ya que sus obras seguían ancladas en unos postulados naturalistas ciertamente caducos.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.