Miguel VII Ducas, Emperador de Bizancio (1059-1078).
Emperador romano de Bizancio (1071-78) y último representante de la dinastía de los Ducas. Nacido en Constantinopla, en el año 1059, y muerto retirado como monje en un convento de Éfeso, en el año 1078.
Primogénito del emperador Constantino IX y de la emperatriz Eudoxia, después de la muerte de su padre, en mayo del año 1067, Eudoxia aprovechó la minoría de edad de Miguel para elevar al trono a Romano IV Diógenes, con el que se casó. Romano IV asoció al trono a Miguel y a sus dos hermanos Andrónico y Constantino, ejerciendo un poder absoluto hasta agosto del año 1071, cuando Romano IV sufrió el desastre militar de Mantzinkert. El sultán selyúcida Alp Arslan hizo prisionero al emperador e invadió el Asia Menor, venciendo a los generales Isaac y Alejo Commeno. Eudoxia fue encerrada en un monasterio y Miguel VII pudo hacerse con el trono tras la muerte de Romano IV.
Tras subir al trono absoluto, Miguel VII demostró ser un hombre incapaz y poco dotado para llevar las riendas del Imperio, y menos aún en los momentos tan difíciles por los que estaba atravesando, con prácticamente todos los frentes fronterizos abiertos y amenazados por los enemigos del Imperio. Cuando en el año 1071 el normando Roberto Guiscardo tomó Bari, que era el último punto de apoyo bizantino en Italia, el Imperio también se vio amenazado por ese lado, debido al progresivo aumento del poder normando. Tampoco el dominio bizantino sobre los Balcanes se libró de las amenazas armadas de los diferentes pueblos asentados en la zona, siempre dispuestos a asaltar los dominios imperiales a la menor señal de debilidad de Bizancio. Sólo después de que el general Nicéforo Brienio empleara todas las fuerzas disponibles en la zona, se pudo controlar el orden en tan peligrosa frontera. Pero, a pesar de los enormes esfuerzos militares dispuestos a partir del año 1073, el Asia Menor comenzó a caer bajo el dominio absoluto de los diferentes sultanes selyúcidas.
En el terreno de la política interior, Miguel VII practicó abiertamente una política centralista, no exenta de un cierto autoritarismo, practicado por el nuevo hombre fuerte de la corte, el logoteta Niceforizes, que a la sazón sustituyó al depuesto Miguel Psellos, caído en desgracia. La tarea reformadora del nuevo gobierno fue harto complicada por el lento pero progresivo empobrecimiento económico del Imperio, que produjo una profunda crisis. Una de las principales causas del marasmo económico fue el aumento del precio del trigo, alimento básico de muchos sectores de la población, que acarreó una catastrófica carestía de vida. Niceforizes llevó a cabo la nacionalización del comercio del cereal, elevando a su vez el precio con el objeto de engordar los ingresos fiscales del Estado, lo que provocó la oposición y protesta airada de todo el pueblo, especialmente de la nobleza de la capital. Para completar el programa económico propuesto, Niceforizes arrebató a los grandes latifundistas el monopolio del comercio del trigo, promulgando varios decretos muy duros contra todo aquél que contraviniera las disposiciones imperiales. La consecuencia lógica de tal política económica fue la subida de los salarios de los obreros. Los grandes terratenientes latifundistas y nobles se vieron directamente atacados por las medidas aplicadas, por lo que muy pronto cerraron filas en contra del emperador Miguel VII y de su odiado primer ministro.
Al malestar nobiliario contra el emperador se sumaron varios levantamientos militares, hasta cierto punto lógicos, habida cuenta de que Miguel VII era un miembro de la aristocracia de funcionarios en lugar de proceder del ejército, como su antecesor, Romano IV. Finalmente, el ambiente enrarecido de los militares estalló en el año 1077, cuando se rebelaron abiertamente contra Miguel VII los altos mandos del ejército. A principios de noviembre del mismo año, Nicéforo Brienio se sublevó en la localidad de Dirraquio, tomando la ciudad de Adrianópolis. Pocas semanas después, el estratego de Anatolia, Nicéforo Botaniates, negó su obediencia al emperador y se dirigió con su ejército contra Constantinopla, auxiliado convenientemente por los propios selyúcidas, que se aprovecharon inteligentemente de las disidencias internas del Imperio. Botaniates, con decisión audaz, se adelantó a Nicéforo Brienio en su empeño por derrocar a Miguel VII, plantándose, sin apenas oposición alguna, en la ciudad de Nicea al año siguiente. La sublevación se extendió a la propia Constantinopla, con una revolución abierta en contra de Miguel VII. El emperador, ante la amenaza cada vez más próxima de los ejércitos de dos de sus generales, comprendió la debilidad de su posición, por lo que acabó abdicando por voluntad propia, arrastrando en su caída al todopoderoso hombre de confianza, Niceforizes. Miguel VII se hizo monje, llegando más tarde a ostentar la mitra arzobispal de Éfeso. Nicéforo Botaniates no tardó en entrar en la capital, haciéndose coronar emperador con el nombre de Nicéforo III y casándose con María Alania, la bella esposa del destituido emperador.
Bibliografía
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