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LiteraturaBiografía

Marinetti, Filippo Tommaso (1876-1944).

Poeta y narrador italiano, nacido en Alejandría (Egipto) en 1876 y fallecido en Bellagio (Como) el 2 de diciembre de 1944. Autor de una brillante y fecunda producción literaria que, desde la exaltación de los mitos de la vida moderna, progresó por los novedosos cauces experimentales abiertos por la Vanguardia, fue el fundador y uno de los mejores representantes del movimiento futurista (véase Futurismo), caracterizado por su rechazo frontal de los valores éticos y estéticos tradicionales, y por su defensa de la máquina, la velocidad, la guerra y la violencia como máximos exponentes de la afirmación artística, espiritual e intelectual del individuo.

Vida y obra

Nacido en el seno de una familia acomodada, en su juventud se instaló en París para completar allí su formación académica, lo que le permitió aprender y dominar a la perfección la lengua francesa, de la que se sirvió para escribir sus primeras composiciones poéticas. Así, a finales del siglo XIX y comienzos de la siguiente centuria Filippo Tommaso Marinetti se dio a conocer como escritor en la capital gala, donde llevó a la imprenta sus primeras obras originales, entre las que conviene recordar los poemarios titulados Les vieux marins (Los viejos marinos, 1897), La conquête des étoiles (La conquista de las estrellas, 1902), Destruction (Destrucción, 1904) y La momie sanglante (La momia sangrante, 1904), así como las piezas teatrales que, encuadradas en el género de la tragedia satírica, vieron la luz bajo los títulos de Le roi Bombance (El rey Francachela, 1905) y La ville charnelle (1906).

Convertido, en virtud de la publicación de todas estas obras, en una de las voces más representativas de la juventud creadora de Europa Occidental (en 1904 había comenzado a difundir también su obra y sus ideas por Italia, gracias a la revista que fundó en Milán bajo el título de Poesia), el día 20 de febrero de 1909 Marinetti publicó en el prestigioso rotativo francés Le Figaro su primer manifiesto futurista, en el que, junto a las primeras exaltaciones de la fuerza y la belleza de las máquinas, arremetía contra todos los valores estéticos tradicionales y defendía, por encima de todo, la "palabra en libertad". Dentro de este sintagma de amplio alcance significativo, el poeta italiano englobaba la escritura exenta de reglas sintácticas, la violencia de las construcciones verbales y la pirueta lingüística que, en su búsqueda de dinamismo y elasticidad, podía conducir sin reparo alguno a la dislocación de la lógica. Fascinado por el movimiento y la velocidad que parecían gobernar los actos del ser humano en el nuevo siglo (desarrollo de la maquinaria, auge de las actividades deportivas, cambios drásticos en la estrategia y el armamento militar, etc.), Marinetti propuso reflejar todo este vertiginoso dinamismo en el campo de la creación artística, en una nueva corriente estética e ideológica que bautizó con el nombre de Futurismo.

Aquel mismo año de 1909 concluyó la fértil andadura de la revista Poesia, pero el poeta de Alejandría no cejó en su empeño de difundir por los principales foros culturales de Europa su nueva concepción del arte. Inmerso en una febril actividad creativa que no era sino el resultado de la aplicación práctica de su exaltación teórica del dinamismo y la movilidad, en 1910 publicó -esta vez, en forma de volumen exento- su celebérrimo Manifesto della letteratura futurista (Manifiesto de la literatura futurista), en el que venía a concretar, sobre la parcela de la creación poética, algunas de sus principales ideas generales acerca del nuevo arte futurista. Teorizaba, allí, sobre los mejores procedimientos para expresar sobre el papel la novedosa poética futurista, para concluir de nuevo que la ruptura de la sintaxis tradicional, el rechazo de los signos de puntuación convencionales y la libérrima utilización de los caracteres de imprenta eran los mejores artificios para conseguir esa "palabra en libertad" que daba sentido a todos los postulados del Futurismo.

Pero, lejos de conformarse con la mera redacción y divulgación de sus postulados teóricos, Marinetti llevó pronto a la práctica todas sus radicales ideas, con el fin de mostrar que era posible una escritura literaria tan novedosa como la que él pretendía. Salió, así, de los tórculos su novela titulada Mafarka il futurista (Mafarka el futurista, 1910), escrita en lengua italiana, pronto considerada como la primera aplicación directa del programa futurista esbozado en los manifiestos que, hasta entonces, había publicado el propio Marinetti. Unos años después, aplicó también sus ideas estéticas a la creación poética, para dar a la imprenta el poemario titulado Zang Tumb Tumb. Adrianopoli, ottobre 1912 (Zang Tumb Tumb. Adrianópolis, octubre 1912, 1914), una desquiciada descripción fonosimbólica de un episodio de la guerra de África.

Entre una y otra obra, habían salido a la calle otros textos futuristas de Marinetti, como Les poupées électriques (Las muñecas eléctricas, 1910) y La bataglia di Tripoli (La batalla de Trípoli, 1912), obra en la que hizo alarde de un exacerbado nacionalismo belicista que le llevaba a apoyar la intervención militar italiana en Libia. Al mismo tiempo, seguía mostrando un especial interés por el género dramático y por la necesidad de reformarlo con la aplicación de sus postulados futuristas, como quedó bien patente en su manifiesto sobre el Arte de Talía publicado bajo el título de Teatro di varietà (Teatro de variedades, 1913). Dentro de esta preocupación por la literatura escénica, en plena Guerra Mundial dio a la imprenta su ensayo teórico titulado Il teatro sintetico futurista (El teatro sintético futurista, 1916-1917), donde recogió algunas ideas originales que luego plasmó en la redacción de algunas obras como Volcanes (1927) y Océano del corazón.

También en el transcurso de la I Guerra Mundial Marinetti publicó un ensayo-manifiesto que, bajo el título de Guerra, sola igiene del mondo (Guerra, la única higiene del mundo, 1915), constituía una exaltación de los ideales belicistas y anunciaba la peligrosa derivación del poeta de Alejandría hacia unos postulados ideológicos demasiado cercanos al fascismo (de hecho, el propio poeta se alistó en el ejército en 1915, junto con el pintor y escultor de Reggio Calabria Umberto Boccioni, y el arquitecto de Como Antonio Sant'Elia, ambos seguidores -en sus respectivas disciplinas artísticas- de la corriente futurista).

En efecto, al término de la gran confrontación universal Marinetti no sólo manifestó públicamente su admiración por el pensamiento fascista, sino que vinculó todo el bagaje teórico del Futurismo a la política totalitaria de Benito Mussolini, dando con ello la razón a quienes habían dictaminado que el movimiento futurista era una corriente tan ligada a la propia personalidad de su creador, que -aunque contara en su momento con bastantes adeptos- estaba llamado a desaparecer con él. Entre las obras que dio a la imprenta tras su plena identificación con el fascismo de Mussolini (del que recibió numerosos honores y reconocimiento oficiales), cabe citar aquí Otto anime in una bomba (1919), L'alcova d'acciaio (1921), Gli indomabili (1922), Novelle colle labbra tinte (1930), L'aeropoema del Golfo della Spezia (1935) y Patriotismo insetticida (1940).

Difusión e influencias

En general, contemplando la vida y la obra de Filippo Tommaso Marinetti como el todo indisociable que el propio escritor se empeñó en construir con una y otra, es justo reconocer la inmensa importancia de su legado teórico y creativo en las primeras décadas del siglo XX. Por otra parte, conviene resaltar también el papel que desempeñó como gran animador cultural, atento siempre a las nuevas posibilidades que abría para la creación artística el refuerzo de los vínculos entre el público y los medios de comunicación; además, su permanente fijación por la difusión de sus originales postulados le permitió entrar en contacto con los principales artistas y creadores de su tiempo, a los que convocó y apeló desde unos manifiestos que, en su pluma, adquirieron a partir de entonces la categoría de género literario.

Entre sus muchos seguidores, se debe traer a colación en primer lugar al pintor turinés Giacomo Balla, quien, en 1913, expuso en la galería "Der Sturm" de Berlín su famosísimo cuadro titulado Coche: ruidovelocidad (1913), obra que se convirtió de inmediato en el emblema pictórico de la no menos célebre máxima publicada por Marinetti en su primer manifiesto futurista: "Un coche rugiendo [...] es más bello que la Victoria de Samotracia". La plena asimilación, por parte de Balla, de los postulados futuristas le llevó a realizar numerosas investigaciones sobre la descomposición de la luz, con el fin de poder plasmar en sus telas los efectos visuales del movimiento y la velocidad. Este interés le movió también a realizar, entre 1913 y 1914, una serie de estudios sobre el automóvil en movimiento, en los que las formas y los colores se expanden sobre el marco del cuadro, con el propósito de reflejar así la propia expansión de la realidad pictórica en el espacio exterior.

Otros pintores fascinados por las ideas futuristas de Marinetti fueron el ya citado Umberto Boccioni, el paisano del fundador (nacido, como él, en Alejandría) Carlo Carrá, el boloñés Giorgio Morandi y, entre otros muchos artistas italianos, Silvano Sernesi y Gino Severini. El pintor ruso Kazimir Malevichquedó muy influido por el escritor italiano desde que éste realizara una visita a Moscú en 1914, y también fueron dignos cultivadores plásticos de las ideas futuristas de Marinetti los famosos fotógrafos romanos Anton Giulio y Arturo Bragaglia, conocidos como los Hermanos Bragaglia.

En el terreno de la creación literaria, cabe destacar la poderosa influencia de las ideas y la obra de Marinetti en el escritor brasileño Almacchio Dinis, primer traductor al portugués y divulgador del manifiesto futurista; el poeta español de la Generación del 27 Pedro Salinas, que publicó el que tal vez sea el mejor poemario futurista de la literatura española (Seguro azar, de 1928); el poeta, ensayista y dramaturgo peruano Juan Parra del Riego, considerado como uno de los principales exponentes de la Vanguardia en las Letras hispanoamericanas; y, muy señaladamente, el poeta y narrador florentino Aldo Giurlani, más conocido por su pseudónimo literario de "Aldo Palazzeschi".

Pero, como era de esperar, fue la vertiginosa difusión de una nueva manifestación artística, el cine, la que, desde su forzosa relación con los avances tecnológicos y el universo de la industria y de la máquina, atrajo poderosamente el interés de un Marinetti volcado hacia la invención, la novedad y el movimiento. La capacidad de plasmar el dinamismo y tratarlo con fines estéticos convirtió el cine, a ojos del vanguardista italiano, en el mejor vehículo de expresión artística de sus propuestas teóricas. Así, en 1916 publicó en la revista L'Italia futurista un nuevo artículo-manifiesto titulado "La cinematografía futurista", en el que expuso su deseo y esperanza de que el cine se abriera paso impetuosamente entre los caducos medios de comunicación del pasado (el libro, el teatro, etc.) para llegar a convertirse en el medio de expresión de las nuevas generaciones. Marinetti fue, en este sentido (y alentado, desde luego, por los ideales de una corriente estética que rendía culto a la velocidad y el movimiento), uno de los primeros intelectuales que reconoció la naturaleza y condición artística del cine, al que pronto designó públicamente como "un nuevo arte inmensamente más amplio y más ágil que todas las ya existentes". Convencido -según exponía en dicho manifiesto de 1916- de que la nueva sociedad del siglo XX estaba inmersa en un progreso vertiginoso que exigía el nacimiento de un arte total, encontró que el cine era la única disciplina creativa que podía encarnar en sí misma esta nueva concepción del arte: "En el film futurista entrarán como medios de expresión los elementos más dispares: desde el fragmento de vida real a la mancha de color, desde la línea a las palabras en libertad, desde la música cromática y plástica a la música de objetos. Será, pues, pintura, arquitectura, escultura, palabras en libertad, música de colores, líneas y formas, revoltijo de objetos y realidad caotizada".

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.