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HistoriaPolíticaBiografía

Manuel I Comneno, Emperador de Bizancio (1122-1180).

Emperador de Bizancio nacido en 1122 y muerto el 24 de septiembre de 1180. Bajo su gobierno, el Imperio de Oriente rompió su tradición defensiva y se lanzó a una política militar agresiva, que no se veía respaldada, sin embargo, por una estructura política suficientemente sólida. Manuel I generalizó el uso del mercenariado para sus guerras.

El más joven de los hijos de Juan II Comneno, Manuel fue hijo de una princesa magiar y nieto de San Ladislao de Hungría por línea femenina. Fue nombrado heredero en 1142 después de que el primogénito de Juan II y su segundo hijo muriesen consecutivamente. Esta decisión fue en detrimento del tercero de los hijos, Isaac, que fue encerrado en prisión para asegurar la sucesión de Manuel, al que su padre consideraba más capacitado para los asuntos de Estado. Al hacerse pública la voluntad del basileo, Manuel fue aclamado por las tropas que se encontraban con el rey y el heredero en las montañas del Taurus, donde Juan II había recibido la herida que terminó con su vida.

A la muerte de su padre en 1143 le sucedió Manuel, heredando un Estado consolidado, un poderoso ejército y unas finanzas saneadas, recursos que utilizó el nuevo monarca para continuar la política iniciada por Juan II, basada en el engrandecimiento del Imperio, tanto hacia Europa como hacia Oriente. Rechazó los ataques de los selyúcidas de Iconio mediante la construcción de una línea de fortificaciones, la alianza con los daneses y el desarrollo de campañas contra el sultán Masud. Después de fracasar en la conquista de Iconio en 1146, Manuel I firmó con Masud una tregua que le permitió ocuparse de los asuntos en Cilicia, donde el conde Raimundo de Antioquía había tomado ventaja de la muerte de Juan II. Manuel I obligó al conde de Antioquía, Raimundo, a reconocer la soberanía bizantina. Pero pronto desvió su atención hacia Occidente, cuando la conquista de Edesa por Zengi de Mosul provocó la Segunda Cruzada.

Manuel, a pesar de haber casado con la hermana del emperador del Sacro Imperio (1146), Bertha de Sulzbach, que había tomado el nombre de Irene, no veía con tranquilidad que las tropas de Conrado III y de Luis VII de Francia atravesasen el territorio bizantino, por lo que en 1147 firmó una tregua con Iconio, que valió a Manuel entre los cruzados la reputación de traidor. No obstante la amenaza normanda llevó al basileo a firmar una alianza con su cuñado cuando Roger II de Sicilia se apoderó de Corfú y las escuadras normandas saquearon las ciudades de la costa de Jonia y realizaron incursiones piráticas sobre Tebas y Corinto. El tratado de Tesalónica, dirigido directamente contra Roger II, incluía ceder una parte del territorio italiano al emperador bizantino. Pero los asuntos alemanes ataron las manos a Conrado y Manuel tuvo que recurrir a mercenarios y a Venecia, cuyos privilegios comerciales aumentó en el crisóbulo de 1148, para recuperar Corfú (1149). Al mismo tiempo, la supremacía bizantina sobre el Adriático se vio amenazada por la rebelión de los serbios, apoyados por Hungría; aunque los coligados fueron derrotados por los bizantinos en la batalla del río Tara (1150), fueron necesarias posteriores campañas para asegurar el Adriático, hasta que en 1172 Manuel logró imponer a su candidato para el trono magiar en la persona de Bela III. Manuel obligó a los serbios a reconocer la soberanía bizantina y destronó al soberano rebelde, instalando en su lugar a Estaban Nemanya (1151).

En 1151 los dos emperadores estaban dispuestos para comenzar la campaña italiana, mientras que Roger II de Sicilia se encontraba en una crítica situación, abandonado por el papa Eugenio III, que recelaba de un aumento de poder del normando. Pero la muerte de Conrado en 1152 y el ascenso al trono del Sacro Imperio de Federico I cambiaron la situación, porque Sicilia dejó de ser el enemigo común para convertirse en el objeto de deseo de ambos emperadores. Aquel año consiguió Manuel la sumisión de Géza II de Hungría y la conquista de la ciudad de Semlin. Después de la muerte de Roger II (1154), Federico no consiguió el apoyo de los magnates alemanes para iniciar una campaña en Italia y Manuel tomó la delantera, aprovechando sus buenas relaciones con el papa Adriano IV, que soñaba con la unión de las Iglesias de Oriente y Occidente. El basileo envió varias escuadras bizantinas a Sicilia entre 1155 y 1157 y mientras tanto mandó embajadas a Federico I para intentar conseguir que éste le apoyase contra los revoltosos húngaros, pero el apoyo a los bizantinos estaba fuera de los planes del emperador. En 1158 Manuel I firmó una paz de treinta años con Guillermo I de Sicilia. A partir de ese momento el basileo usó sus alianzas con el Papado y Sicilia para enfrentarse a Federico Barbarroja, cuyas pretensiones imperiales chocaban con la concepción universalista del Imperio Bizantino.

Los acontecimiento europeos no distrajeron, sin embargo, la atención de los asuntos del Este. El príncipe armenio Thoros se había apoderado de las tierras de Cilicia conquistadas por Juan II. La llegada de Manuel hizo huir a Thoros y provocó la humillación de Reinaldo de Châtillon, que en 1156 había liderado, junto con el príncipe armenio, una campaña sobre la todavía bizantina Chipre. El basileo exigió la entrega de la ciudadela de Antioquía y la sustitución de su patriarca latino por uno griego. La entrada triunfal en Antioquía tuvo lugar en 1159 y durante los fastos tuvo además lugar la ceremonia de sumisión de Balduíno III de Jerusalén, casado con la sobrina de Manuel, Teodora. Pero la sumisión de los principados cristianos de Oriente no daba al Imperio el poder suficiente para enfrentarse con garantías a los musulmanes, por lo que el emperador estableció, una alianza con el sultán de Damasco, Nur-ed-Din, que aseguraba la integridad de los cruzados sin proporcionar a éstos el aumento de poder que la derrota del príncipe musulmán hubiese provocado y constituía una nueva amenaza para el sultán de Iconio. Era necesario mantener la neutralidad de Kilij Arslan II y evitar que éste se aliase con Nur-ed-Din y Manuel consiguió un gran éxito en la campaña de 1159 contra Iconio, en la que consiguió la restitución de las ciudades capturadas y la provisión de contingentes militares turcos par la armada imperial. El príncipe de Iconio logró la inacción de los bizantinos en sus acciones de conquista de las ciudades de Capadocia, que pudo consolidar después de la muerte del que entre 1161 y 1174 había sido su principal enemigo, Nur-ed-Din.

En 1161 Manuel estrechó sus lazos con Antioquía al casar en segundas nupcias con María, hija de la princesa Constanza y logró establecer allí un patriarcado griego, que sin embargo tuvo una existencia efímera (1165-1170). El dominio de Cilicia también fue precario desde que Thoros se volvió a rebelar en 1162; el nombramiento de Andrónico, primo del basileo, como gobernador se mostró ineficaz y la interferencia de Nur-ed-Din en la sucesión de Thoros (1168) apartó más la región de la órbita bizantina. Más peligroso era aún permitir que Nur-ed-Din ganase influencia sobre Egipto, donde el nuevo califa era menor de edad y se habían creado facciones que reclamaban la ayuda tanto de cristianos como de musulmanes. En 1165 Manuel se había aliado con el rey de Jerusalén, Amalrico, pero los coligados fueron estrepitosamente derrotados en el sitio de Damietta (1169), quedando el país en manos de Saladino, que dos años después se proclamó sultán de Egipto.

En 1176 se rompió la alianza firmada en 1161 entre Constantinopla e Iconio y Manuel dirigió una expedición directamente contra Kilij Arslan, pero el ejército bizantino fue aniquilado por los turcos en Miriocéfalo, el emperador se vio forzado a huir y, curiosamente, fue Kilij Arslan el que ofreció una paz que el basileo no pudo rechazar, aunque le costó el desmantelamiento de varias fortalezas y significó una pérdida de prestigio y una humillación, que sus enemigos no dejaron de aprovechar, en especial Federico I, que exigió la sumisión del emperador bizantino.

La elección del antipapa Víctor IV en 1159 causó un cisma, no sólo en la Iglesia, sino también en el concierto internacional. Los enemigos del Sacro Imperio reconocieron como papa a Alejandro III y el basileo se encontraba entre ellos. Las negociaciones entre Roma y Constantinopla versaron mayormente sobre la unión de las dos Iglesias y, a cambio, la coronación imperial de Manuel de manos del papa. Firmada la paz con los turcos de Iconio (1161), Manuel se decidió a aprovechar su ventaja y, tras la muerte de Guillermo I (1166), propuso el matrimonio de su única heredera, la princesa María, con el joven rey siciliano, Guillermo II. Pero la proposición fue rechazada y al mismo tiempo el Papado relajó sus lazos con Bizancio, debido al aumento de poder que le proporcionaba la formación de la Liga Lombarda. En 1170, después del nacimiento de Alejo Comneno, el basileo volvió a proponer el matrimonio de su hija con el rey de Sicilia, que en ésta ocasión aceptó , pero justo en el momento en que el emperador Barbarroja ofrecía el matrimonio de su hijo Enrique con María; Manuel llevó a cabo una doble diplomacia que no sirvió de nada, porque Federico I había hecho lo propio y había asegurado la herencia del reino de Sicilia el arreglar al matrimonio de su heredera, Constanza, con su hijo Enrique (VI).

Mientras tanto Manuel I siguió con su política de intervención en Hungría, territorio tapón entre los imperios de Oriente y Occidente; a la muerte de Géza II en 1161 el basileo había tratado de imponer a su candidato, Esteban IV, hermano del difunto rey, pero la corona de San Esteban fue ofrecida después a Ladislao II y luego a a Esteban III. Después de que en 1166 el proyecto de casar a María con el rey de Sicilia se mostrase inviable, Manuel retomó su política húngara y ofreció el matrimonio de María con Bela III, proyecto que se disolvió tres años después con el nacimiento de un hijo de Manuel, Alejo. Las hostilidades entre el Imperio Bizantino y Hungría sólo terminaron en 1167, año en que Manuel tomó posesión de Dalmacia, Bosnia, Sirmium y parte de Croacia. El emperador hizo casar a su pupilo, el futuro Bela III con su cuñada Ana, hermana de Constanza de Antioquía; desde que éste subió a trono en 1172 Hungría se mantuvo bajo la influencia bizantina hasta la muerte de Manuel I. Éste fue sucedido por su hijo, de once años de edad, Alejo II.

La característica principal del reinado de Manuel I fue el debilitamiento del poder central y la pérdida de influencia sobre la periferia. Ésto se debió en parte a que Bizancio nunca llegó a recuperarse de los acontecimientos internacionales del siglo anterior y en parte al incremento de presión sobre las fronteras del Imperio.

Bibliografía

  • CABRERA, E. Historia de Bizancio. Barcelona, 1998.

  • LEMERLE, P. Historia de Bizancio. Barcelona, 1956.

  • LILIE, R.J. Bizancio: Historia del Imperio Romano de Oriente, 327-1453. Madrid, 2001

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero