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HistoriaBiografía

Juan I Balliol, Rey de Escocia (ca. 1250-1313).

Aristócrata escocés de origen normando, rey de Escocia entre 1292 y 1296, nacido hacia 1250 y muerto en abril de 1313, en la localidad normanda de Château Galliard (Francia). Fue el benjamín del matrimonio entre John Balliol, jefe de la casa Balliol, y Dervorguilla, hija de Alan de Galloway, último señor caledonio del importante territorio escocés. A raíz de este matrimonio, Juan Balliol era descendiente del antiguo monarca Guillermo el León, lo que valió su candidatura y posterior acceso al trono de Escocia.

No existe prácticamente ningún dato sobre la infancia y juventud de Juan Balliol, aunque es bastante posible que, según la costumbre de su linaje, se educase en las posesiones inglesas del mismo. A pesar de que fuera el hijo más pequeño de John Balliol, acabó heredando el mayorazgo de la casa por las sucesivas muertes de sus hermanos mayores. De esta forma, en 1278, fecha en la que falleció su hermano Alejandro, ya mantenía el dominio de todas las posesiones del linaje en Inglaterra y en la costa francesa de Normandía, proceso que continuó por un camino similar en 1290, cuando, fallecida lady Dervorguilla, heredó el señorío de Galloway. A partir de este año, los contactos de Juan de Balliol en la política del país comenzaron a incrementarse por dos vías diferentes: el acceso a los puestos del consejo del monarca escocés, Alejando III, y, por otra parte, el acercamiento al rey de Inglaterra, Eduardo I, que habría de ser, a la postre, su gran valedor.

La crisis del reino, y con ello la primera intervención de Juan Balliol en el entramado político escocés, se sucedió a la muerte de Alejandro III (1285). La heredera del trono escocés era la princesa Margaret, nieta de Alejandro e hija del monarca noruego Erik, apenas una niña, más conocida en la historiografía con el apodo de "Dama de Noruega". Así, Juan Balliol apoyó tempranamente la coronación de la princesa-niña, pensando, sin ninguna duda, en que la minoridad de la reina le haría aún más fuerte en el consejo de regencia. Por contra, parte de la aristocracia escocesa, encabezada por los Bruce, linaje antagonista de los Balliol, se levantó en armas contra esta preeminencia en el consejo y acudió al rey inglés, Eduardo I, para que actuase de árbitro en el conflicto, aunque éste, en realidad, sólo intentaba buscar el momento apropiado para anexionarse Escocia.

Tras cuatro años de luchas civiles, Juan Balliol aceptó, en nombre del consejo, el tratado de Birgham (1290), en el que se aprobaba el matrimonio entre la "Dama de Noruega" y el príncipe Eduardo de Inglaterra, heredero de Eduardo I. Pero la princesa falleció a los pocos meses de la firma de Birgham, lo que sumió al reino en el caos, sobre todo por la pugna entre linajes para presentar candidaturas al trono. Finalmente, de los trece candidatos presentados, sólo tres parecían en condiciones de acceder a la corona, precisamente porque tal tríada alegaba descender de Guillermo el León: John de Hastings, Robert Bruce el Noble y el propio Juan Balliol, que fue el candidato elegido por Eduardo I de Inglaterra el 17 de noviembre de 1292.

A pesar de que Juan fue coronado en Scone el 30 del mismo mes, al modo tradicional de la monarquía escocesa, los problemas no habían hecho sino comenzar. Eduardo I de Inglaterra, en contraprestación por su veredicto, obligó a Juan Balliol a prestarle juramento vasallático de fidelidad; mediante este acto, celebrado en Newcastle el 26 de diciembre de 1292, Juan reconocía la superioridad de Inglaterra en los asuntos políticos de Escocia, cuestión que fue aprovechada por sus enemigos, en especial los Bruce, para presentarle como un traidor al pueblo, con lo que su popularidad decayó sobre todo en las rudas Highlands del norte del reino. Tal vez por ello, para recuperar el crédito entre el pueblo y entre su nobleza, la primera medida de Juan Balliol como monarca fue la de negarse a prestar los inherentes auxilios feudales a su homólogo inglés cuando éste, en junio de 1294, requirió su presencia en la guerra contra Francia. La decisión fue fatal, ya que tropas inglesas, enviadas por Eduardo I para castigar la felonía cometida por su vasallo Balliol, penetraron a sangre y fuego en Escocia y derrotaron a los leales al monarca en Dumbar y en Berwick. El propio Juan debió huir en barco hacia Francia, pues los Bruce aprovecharon el desconcierto para firmar un tratado secreto de cooperación con Eduardo I.

Desde el exilio galo, Juan Balliol no se resistió a perder su corona; buena prueba de ello es la aprobación de la Auld Alliance (1295), uno de los tratados internacionales más antiguos de la historia de la diplomacia, mediante el que ambos reinos se comprometían a la mutua defensa de sus intereses comunes contra Inglaterra. Así, aprovechando las complicaciones de Eduardo I de Inglaterra en la campaña militar de Gascuña, Juan I Balliol regresó a Escocia con algunos refuerzos franceses para luchar por su causa. La reacción del monarca inglés fue furibunda: un imponente ejército de más de 50.000 hombres, al mando de Hugh Cressingham, conde de Surrey, invadió Escocia. El primer revés fue la toma de Berwick, el 30 de marzo de 1296, pero la guerra terminaría apenas un mes más tarde, cuando el propio Balliol fue vencido por el conde de Surrey en Montrose y hecho prisionero. A los pocos días, con la total victoria inglesa y la anexión de Escocia a la obediencia de Eduardo I, Juan I Balliol fue públicamente desposeído de las armas reales, así como de su condición de caballero; precisamente a esta humillante ceremonia debe Balliol el no menos humillante apodo con que ha pasado a la Historia británica: Toom Tabard ('el chaqueta vacía').

Posteriormente, Juan Balliol fue trasladado a la prisión de la Torre de Londres, donde permaneció hasta que, en 1299, una petición pontificia logró que Eduardo I le pusiese en libertad, a cambio de jurar que jamás volvería a pisar Escocia. Desde 1299, Juan Balliol se retiró a los dominios señoriales que aún poseía en Normandía, apartado de toda la polémica nacionalista escocesa de William Wallace y, sobre todo, Robert Bruce, el nieto homónimo de su competidor en 1292, que acabaría por devolver la independencia a Escocia. No obstante, a través del hijo de Juan Balliol, Edward, el secular linaje volvería a reinar en Escocia, siempre con la ayuda inglesa y la complicidad de la aristocracia de origen normando y anglosajón, que habían sido también los dos máximos apoyos de Juan en su acceso al trono escocés.

Bibliografía

  • MITCHINSON, R.: A History of Scotland. (Londres-Nueva York: Methuen, 1980).

  • MORGAN, K. O.: The Oxford History of England. (Oxford: University Press, 1988).

Enlaces en Internet

http://www.historic-scotland.gov.uk/live-root-historic/sw-frame.htm; Página oficial del gobierno de Escocia sobre diversas materias de la historia del país.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez