Jenofonte (ca.428-427-ca. 354 a.C.).
Historiador y polígrafo griego, nacido en torno al año 428-427 a.C. en el seno de una familia acomodada. Durante su juventud, se mostró cercano al círculo de Sócrates y tuvo una azarosa participación en la convulsa vida política del momento, lo que le llevó a abandonar Atenas en el año 401 a.C.; en ese mismo año, se enroló en el ejército que se puso al servicio de Ciro, aspirante al trono de Persia, en Asia Menor. Aquella expedición fue desastrosa y, durante su vuelta hacia el Mar Negro, Jenofonte fue nombrado general y dirigió con éxito sus tropas hasta Trapezunte en el 400 a.C. Después estuvo al servicio de Seutes en Tracia y, más tarde, ofreció sus servicios al general espartano Tibrón y, junto con sus tropas, realizó diversas campañas en Asia Menor en el 399-397 a.C. Precisamente en el año 399 a.C., año de la muerte de Sócrates, Jenofonte, dada su proximidad a los círculos socráticos, fue exiliado formalmente de Atenas. Durante los años 396-394 a.C., Jenofonte estuvo al servicio del rey espartano Agesilao, a quien acompañó en la guerra de Corinto y con quien estuvo presente en la batalla de Coronea en el 394 a.C., en la que las tropas espartanas se enfrentaron a Atenas. Tras esa participación, Jenofonte trasladó definitivamente su residencia y la de su familia (su mujer Filesia y sus dos hijos) a Esparta y, de allí, a Escilunte, donde recibió de Esparta su nombramiento como proxenos. En el 371 a.C., cuando los eleos tras la batalla de Leuctra reclamaron su finca de Escilunte, Jenofonte y su familia se trasladaron a Corinto. En torno al 368 a.C. se le levantó el exilio y en el 366-365 a.C. Jenofonte regresó a Atenas, donde vivió hasta su muerte acaecida ca. 354 a.C.
Obra
Jenofonte se presenta como uno de los más prolíficos escritores de la Antigüedad. Su estilo representa la prosa ática clásica, aún cuando se aprecia en sus escritos algunos rasgos que preludian la koiné. De todos modos, la claridad de su prosa y la sencillez de su pensamiento le hicieron ganar numerosos adeptos y admiradores incluso en la Antigüedad tardía. Por otro lado, no se ha de negar a Jenofonte su originalidad al emplear nuevas formas narrativas: así, en su Anábasis recurre al relato de hechos en los que él había participado (lo que augura el éxito posterior del género biográfico) y con su Ciropedia crea la nueva forma de la novela histórica. A lo largo de sus obras, Jenofonte se aparece preocupado por la educación y la vida familiar y, a pesar de ser calificado en la Antigüedad de filósofo, intentó dejar en manos de otros los asuntos relacionados con el pensamiento más especulativo. Así, Jenofonte se mostró partidario de una educación que no dejase nunca de lado la práctica de algún ejercicio físico (la caza era de una de sus aficiones favoritas) y, en política, estuvo siempre a favor de un poder autocrático, ideales ambos que explicarían en parte el éxito de Jenofonte entre los romanos. De igual modo, se ve palpitar en sus obras la propia experiencia vital del escritor, definido siempre como mejor narrador que historiador, preocupado por la moral, la virtud, la educación, la vida familiar, la economía y la política.
a) Helénicas.
La mayor parte de los datos sobre la vida y el pensamiento de Jenofonte aparecen insertos a lo largo de su dilatada producción literaria, cuya cronología es, por otra parte, difícil de precisar. Entre sus obras históricas destacan las Helénicas, donde se narra en 7 libros la historia de Grecia desde el 411, momento en que se interrumpía la historia de Tucídides, hasta el 362 a.C. Si analizamos en profundidad la estructura de la obra, se observa que ésta no estaba concebida de manera unitaria;se pueden distinguir varias partes: en la primera, que abarca los libros 1-2, se narran los hechos finales de la Guerra del Peloponeso desde el año 411 a.C. hasta el 403 a.C.; dado que en esta parte de la obra Jenofonte pretendía continuar con la labor de Tucídides, se observa en ella un respeto por el método analístico empleado por aquél y se adopta una actitud impersonal en la manera de narrar de los hechos. La narración de los sucesos acaecidos entre los años 399-379 a.C., que ocupa del libro 3, 1 hasta el libro 5, 3, puede considerarse un segundo bloque. Hubo, pues, en principio una laguna que afectaba a los años 402-401 y que fue subsanada más tarde de manera parcial; por otro lado, la disposición de la materia en estos libros abandona por completo la forma analística y se basa más en las propias experiencias personales de Jenofonte: así, en el libro 3 se recogen sus experiencias con Tibrón, Dercilidas y Agesilao; el libro 4, que abarca los años 395-389 a.C., está basado también en las experiencias y recuerdos del autor y en numerosas fuentes peloponesias, por lo que hay escasas noticias sobre la política ateniense del momento. Todo ello pone de manifiesto que Jenofonte adopta a lo largo de su obra una postura diferente en relación directa con su azarosa peripecia política y vital; de este modo, parece que los libros antes mencionados (libros 3-5) se pudieron escribir en Escilunte ca. 379-378, por lo que se centran más en los sucesos relacionados con Esparta; por el contrario, el libro 5, que se ocupa de los hechos de los años 379-375 a. C., pudo escribirse en Corinto y los libros 6-7, en los que se observa el manejo de muy diversas fuentes, pudieron escribirse ya en Atenas. Sin embargo, no todos los estudiosos están de acuerdo con el planteamiento tripartito de la obra y, si bien consideran que los dos primeros libros corresponden a una visión diferente de la obra, no ven posibilidad de distinguir otras etapas compositivas y asociarlas tan directamente a la vida del propio autor.
En cuanto al estilo y método historiográfico de Jenofonte en las Helénicas, se puede decir que se prefiguran en él algunas características de la historia helenística; así pues, hay una cierta sensibilidad por las descripciones de sucesos aislados y con una fuerte carga dramática, como la llegada de Alcibíades o la muerte de Terámenes, y por la caracterización de los personajes, como el magnífico retrato de Alcibíades. Por otro lado, se observa en su historia un conocimiento certero de las cuestiones militares y se manifiesta el deseo del autor de seguir, en parte, la concepción de Tucídides sobre la monografía aunque sin llegar a su altura; así, hay también en su historia una idea motriz: a la ascensión de Esparta en el dominio de Grecia le siguió su pronta caída; sin embargo, en su análisis de la situación la visión de Jenofonte resulta más superficial y menos penetrante que los agudos juicios de Tucídides. Hay además importantes lagunas como el no mencionar la segunda liga marítima, la batalla de Cnido o la fundación de Megalópolis.
b) La Anábasis. El Agesilao
La segunda gran obra histórica en importancia de Jenofonte es la Anábasis, también con 7 libros, donde se narra la expedición de los mercenarios griegos bajo las órdenes de Ciro hasta su retorno y su puesta a salvo tras los sucesos de Cunaxa. Esta obra resulta de gran originalidad al incluir Jenofonte el relato de sus propias hazañas y aventuras (narrados, eso sí, en tercera persona), lo que le lleva, además, a engrandecer sus propias acciones frente a las del espartano Quirísofo, verdadero comandante en jefe de las tropas en retirada. La obra ofrece, además, una gran abundancia de datos geográficos y etnográficos. Los seis primeros libros se centran en el avance del ejército de mercenarios por el interior del país, la batalla de Cunaxa y en el capítulo principal de la obra se narra la retirada de las tropas en medio de múltiples adversidades hasta el Mar Negro. La primera publicación de la obra la hizo Jenofonte bajo el seudónimo de Temistógenes de Siracusa según se desprende de sus propias afirmaciones en las Helénicas, 3, 1, 2 y de las de Plutarco. Al igual que en el caso de las Helénicas, existen también numerosas dudas sobre las diferentes etapas compositivas por las que atravesó la obra: de hecho, hay quienes piensan que se distingue una primera parte, escrita en un estilo animoso y relajado, de una segunda, que comienza en el libro 5 y que se caracterizaría por un tono más agresivo.
Otra obra que participa también de un cierto carácter histórico es el Agesilao, un encendido encomio del rey espartano, por quien Jenofonte sintió siempre una profunda admiración; para la elaboración de esta obra, marcada por un fuerte retoricismo, Jenofonte se sirvió de numerosos materiales insertos previamente en las Helénicas, 3-4.
c) Otras obras históricas y políticas. La Ciropedia.
Su admiración y gratitud hacia Esparta están en la base de la obra sobre la Constitución de los lacedemonios, escrita ca. 388 a.C.; aquí, Jenofonte analiza la constitución de Licurgo, que él considera la clave para explicar el poderío espartano; del mismo modo, se expone cómo el abandono de este viejo estilo de vida será la causa del declive del poder. Esa parte de la obra, en la que se habla del declive, hubo de ser escrita algo más tarde que el resto de la obra, ca. 371 a.C., momento en que Jenofonte se sintió desilusionado con la política lacedemonia. Basándose precisamente en la fecha tardía de la última parte, hay quienes piensan que toda la obra en su conjunto es una pieza tardía dentro de la producción de Jenofonte. Los ingresos públicos es otra obra en la que analiza determinados aspectos de la vida económica y política de su momento; en ella, Jenofonte realiza propuestas para el saneamiento de las finanzas en Atenas, que, en su opinión, pueden mejorar a través de la estimulación del comercio y la industria. En tal sentido, Jenofonte parece coincidir con la política de paz desarrollada por Eubulo ca. 355-354 a.C.; de hecho, la situación de Atenas que describe Jenofonte se asemeja bastante a la que tenía la ciudad tras la guerra social del año 355 a.C., lo que permite pensar que la obrita fue compuesta por esas mismas fechas.
También se le atribuye a Jenofonte una obra sobre la Constitución de los atenienses, atribución que muchos estudiosos consideran errónea. En esta obra se descubre un planteamiento oligárquico, que lleva a su autor a aborrecer la democracia, que, a pesar de sus críticas, se describe como un sistema fuerte y bien asentado.
Para concluir con la enumeración de las obras de naturaleza histórica y política de Jenofonte es preciso citar la Ciropedia, un escrito a caballo entre la historia y la novela. Esta obra, compuesta de ocho libros, narra la vida novelada de Ciro el Viejo y, a pesar de su título, sólo se atiende a la educación del personaje en una parte del libro primero. La obra, que posee un claro interés didáctico, ennoblece la figura de su héroe, Ciro, por encima de la realidad histórica: por ejemplo, en el relato de Jenofonte, Ciro muere de forma tranquila en su lecho cuando en realidad murió en una batalla contra los masagetas. Los ideales que alientan la obra son los de la defensa de la monarquía (que triunfaría por completo durante el período helenístico) y el pensamiento aristocrático. Jenofonte aspiraba, pues, a ofrecer una visión moralizante de su personaje, quien encarnaba todas las virtudes necesarias para el sostenimiento de un gran poder político y militar como era el imperio persa que Ciro el Viejo regía.
d) Obras didácticas
Jenofonte, que por su formación tenía una clara vocación didáctica, dedicó también numerosos escritos a la enseñanza; así, compuso el Cinegético, un tratado sobre la caza. La obra presenta un estilo más alambicado del acostumbrado en nuestro autor, lo que ha llevado a algunos a poner en duda la autoría de Jenofonte; otros estudiosos, por el contrario, sostienen que se trata de una obra de juventud. En este tratado, se exaltan los valores de la caza como medio educativo para desarrollar y fortalecer el carácter y como un excelente entrenamiento para la guerra. También de carácter didáctico es su Hipárquico o El jefe de la caballería, donde se dan consejos al jefe de la caballería acerca de las maniobras, organización, mando, disciplina, etc., de su ejército. En la obra se alude a determinadas circunstancias políticas que remiten al período anterior a la batalla de Mantinea (362 a.C.) y, desde luego, Jenofonte la escribió en Atenas, a donde volvió tras muchos años de exilio. En la misma línea se inscribe su tratado Sobre la equitación, en el que se recogen consejos dirigidos al jinete en particular y se habla sobre el trato que hay que dar a los caballos. Esta obra es uno de los tratados más antiguos y completos conservados sobre la materia y, seguramente, Jenofonte la escribió, desde su óptica de experto en la materia, para ayudar a la formación de sus propios hijos.
e) Obras filosóficas
Es preciso citar también las obras de naturaleza filosófica como su Apología de Sócrates, un escrito con el que se pretendía revalorizar la figura del insigne filósofo. En la obra, Jenofonte introdujo algunos discursos supuestamente pronunciados por Sócrates antes y después de su proceso y salpicó su relato con abundantes anécdotas. Una vez más, el personaje se presta en manos de Jenofonte a adquirir tintes novelescos y alejarse, en ocasiones, de la realidad histórica. El Banquete constituye una descripción de un banquete ofrecido por el rico Calias con motivo de una victoria de su amigo Autólico durante las Panateneas. En la obra de forma dialogada, aparece de nuevo Sócrates como interlocutor, que pronuncia un discurso acerca del amor sensual y el amor espiritual. Con este diálogo, Jenofonte aspiraba no sólo a restablecer la figura de su maestro Sócrates sino también pretendía agasajar al rico Calias, quien había ayudado al acercamiento entre Atenas y Esparta. Pero de todas sus obras filosóficas, la más importante son las Memorables, sucesión de episodios y diálogos socráticos repartidos en cuatro libros. Los libros 1-2 son una defensa de los cargos presentados contra Sócrates en el año 399 a.C. y se ocupa de la educación y la juventud; los libros 3-4 tratan de los problemas de la riqueza y la gestión del Estado. También Sócrates es el interlocutor de Critobulo y de Isómaco en el Económico, obra en la que aparecen una vez más los temas tan del gusto de Jenofonte acerca de la administración y las costumbres de la familia. De este modo, Isómaco, un rico terrateniente recién casado, cuenta a Sócrates (que actúa aquí sólo como oyente) cómo distribuye su tiempo y su trabajo durante el día, con lo que la obra es un excelente medio para conocer algunos detalles sobre la vida cotidiana en la antigua Grecia. Esta obra de Jenofonte fue muy apreciada en la Antigüedad y fue traducida al latín por Cicerón, aunque dicha traducción no se ha conservado. Por último, hemos de citar otra obra dialogada titulada Hierón, en la que el poeta Simónides y el príncipe siciliano Hierón conversan sobre la naturaleza y condiciones del tirano. La obra posee abundantes tintes novelescos, pues toda la acción se sitúa en torno al año 476 a.C., en que, según la tradición, Hierón y Simónides se encontraron; así, Jenofonte recrea un hecho supuestamente histórico para desarrollar un tema que siempre le preocupó: cuál es la naturaleza del poder monárquico-tiránico y cómo la tiranía puede garantizar un cierta estabilidad a los estados.
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Teresa Jiménez Calvente