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González Zeledón, Manuel, o "Magón" (1864-1936).

Narrador, periodista, abogado y diplomático costarricense, nacido en San José en 1864 y fallecido en su ciudad natal en 1936. Fue muy conocido en su tiempo por su pseudónimo literario de "Magón", formado por las sílabas iniciales de su nombre y su primer apellido. En compañía de su primo, el poeta Aquileo J. Echeverría, está considerado como el iniciador de la corriente costumbrista en las Letras de su país natal.

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada de la clase media-alta que estaba bien relacionada dentro de las poderosas oligarquías del país, el niño Manuel González Zeledón tuvo acceso a una esmerada formación humanística que le permitió, ya en su juventud, obtener el título de abogado y emprender una brillante carrera diplomática que habría de conducirle a ocupar altos cargos en diferentes embajadas costarricenses. Así, en 1889, con tan sólo 25 años de edad, fue nombrado vicecónsul en la legación de su país en Bogotá, donde permaneció hasta 1892, en una fecunda estancia que, junto a sus actividades diplomáticas, le permitió conocer y asimilar algunas de las tendencias más relevantes de la literatura colombiana del momento, entre las que destacaba muy señaladamente el costumbrismo.

A su regreso a Costa Rica, convertido ya en uno de los jóvenes intelectuales más prometedores de su generación, González Zeledón comenzó a brillar con singular reiteración en los medios de comunicación de su país natal, donde fue estampando una serie de relatos y cuadros de costumbres que le convirtieron en el primer escritor costarricense que orientaba su obra por la hasta entonces inexplorada senda del costumbrismo. Siguió, al tiempo que desplegaba esta exitosa actividad literaria, dedicándose a sus funciones político-administrativas dentro de la vida pública de su país, donde pronto se enemistó con las altas esferas del gobierno y solicitó su traslado como diplomático a los Estados Unidos de América. Por espacio de casi treinta años (es decir, desde 1906 hasta poco antes de su muerte), residió en la ciudad norteamericana de Washington, donde continuó escribiendo con asiduidad hasta completar una extensa producción cuentística compuesta por cuarenta y cuatro relatos, la mitad de los cuales fueron redactados en territorio estadounidense; al mismo tiempo, su progresión ascendente dentro de la carrera diplomática le condujo, una vez superadas sus desavenencias con el gobierno costarricense, hasta el puesto de Embajador de su país en la que ya se iba perfilando como la nación más poderosa del mundo.

Obra

Los relatos costumbristas de "Magón", diseminados en diferentes periódicos y revistas, quedaron recogidos por voluntad expresa del autor de San José en el volumen titulado La propia y otros tipos y escenas costarricenses (San José: Imprenta Alsina, 1912), que al cabo de ocho años fue objeto de una segunda edición en la que se incorporaron nuevos escritos costumbristas (San José: Ed. J. García Monge, 1920). Ya desaparecido su autor, estos relatos y escenas de costumbres fueron objeto en 1947 de una interesante edición crítica, a la que siguió, después de más de dos decenios, la que hasta ahora es considerada como la edición más fiable y completa de su obra literaria, elaborada por José M. Arce y presentada bajo el título de Cuentos de Magón (San José: Imprenta Lehmann, 1968).

En líneas generales, puede afirmarse que Manuel González Zeledón se sirvió del costumbrismo para ensanchar el concepto de texto literario, incorporando a sus cuadros y cuentos costumbristas una serie de escritos de naturaleza periodística (como el reportaje o la crónica) o meramente lingüística (como el estudio del discurso oral en los niveles coloquiales y familiares del lenguaje). Así, desde esta perspectiva que dota a su obra de una evidente modernidad, el escritor de San José volvió los ojos y prestó oídos a las situaciones y los dichos propios del ámbito doméstico, de la vida en la calle y en los espacios públicos (como el mercado), de la rutina diaria en el puesto de trabajo, etc.; es decir, centró su atención en unas pautas de vida y unos usos lingüísticos que, hasta entonces, habían sido objeto de desprecio por parte de los escritores cultos del país centroamericano, quienes consideraban que de ese ámbito popular era difícil extraer algún material literario aprovechable.

Ahora bien: como atinadamente ha señalado la crítica especializada, en la actitud de Manuel González Zeledón no cabe hallar una sincera reivindicación del habla y las formas de vida de las clases populares, sino tan sólo la curiosidad de un erudito que, arropado por su indudable sensibilidad artística, encuentra en las situaciones y los personajes característicos de la vida cotidiana una interesante fuente de inspiración y un surtido venero de temas y argumentos. Pero es notoria la clara diferenciación que el narrador establece a la hora de separar su propia voz (siempre elevada y autoritaria) de la que cede a sus personajes, dando lugar así a un plano de inferioridad (el poblado por estos personajes y sus usos y costumbres) que queda siempre sometido al inflexible, irónico y -en no pocas ocasiones- burlón punto de vista de quien lleva el peso del relato desde el plano superior.

Esta actitud aparentemente paradójica y contradictoria de Manuel González Zeledón resulta fácil de encuadrar -y de entender- en el contexto social, político y cultural de las naciones centroamericanas a comienzos del siglo XX, en pleno período de forja de la identidad nacional de cada país. Así, tanto "Magón" como su primo Aquileo J. Echeverría (y, dentro de esa misma generación, otros autores tan notables como José María Alfaro Cooper, Jenaro Cardona, Carlos Gagini, Ricardo Fernández Guardia) pertenecieron a una generación marcada por la consolidación del estado en Costa Rica, bajo el dominio de la poderosa oligarquía terrateniente. Al hilo de la forja de esos límites políticos y territoriales en los que se asentaba este nuevo estado, surgió también la necesidad de amasar y consolidar la identidad nacional de sus ciudadanos, tarea que quedó en mano de esta generación de escritores, quienes tomaron como punto de partida el costumbrismo para emprender la creación de una literatura nacional. Frente a ellos se alzaron las voces de otros autores más cosmopolitas, quienes ponían en tela de juicio que la vida, la cultura y el habla populares fueran los ingredientes básicos no ya de una supuesta literatura específicamente costarricense (en la que ellos no creían), sino de toda una identidad nacional del nuevo estado de Costa Rica. En medio de esta polémica que ocupó todos los foros artísticos e intelectuales del país centroamericano en los últimos años del siglo XIX y los primeros de la centuria siguiente, la obra de "Magón" y de otros autores decididamente costumbristas fue objeto del desprecio por parte de la crítica literaria de la época, que encontraba demasiado vulgares los personajes, los argumentos, los ambientes y las situaciones creadas por estos escritores; sin embargo, con el paso del tiempo Manuel González Zeledón y sus cuadros de costumbres pasaron a convertirse en el mejor reflejo de lo que se quiso ver como la esencia pura de la "costarriqueñidad"; es decir, de un ámbito amable y feliz en el que las masas populares conservan sus ritos y costumbres en medio de una idílica armonía social garantizada por los poderes fácticos seculares.

La contradicción, pues, en que incurre "Magón" y quienes secundaron su propuesta estético-ideológica estriba en que, al postularse como defensor (al menos, en su dimensión artístico-cultural) de las formas de vida tradicionales del pueblo llano, lo que en realidad estaba ofreciendo a sus lectores era la legitimación de la opresión oligárquica; o, dicho de otro modo: al bendecir con su obra el entramado social existente, aprueba al mismo tiempo la posición privilegiada de quien lo mantiene y gobierna a su antojo. Del mismo modo, esta defensa de los valores tradicionales que, en opinión de "Magón", constituyen las claves de las señas de identidad específicamente costarriqueñas no se ajustaba bien al intento de forjar, precisamente, esa identidad que, por nueva y ambiciosa, debía abrirse hacia la modernidad y hacia las formas de vida propias de las grandes urbes. Aquí estriba, pues, otra de las contradicciones ideológicas de la obra de Manuel González Zeledón, contradicciones que no implican necesariamente la merma de los valores estrictamente literarios.

Bibliografía

  • ARCE, José M.: "La personalidad de Magón: el hombre, el escritor, juicios sobre su obra", en Cuentos de Magón, San José: Imprenta Lehmann, 1968.

  • BERNAL CEPEDA, Luis N.: "Tomás Carrasquilla y Manuel González Zeledón", en Revista Iberoamericana (Pittsburgh [U.S.A.]), LIII, ns. 138-139 (1987), pp. 41-58.

  • ESCOTO BORGE, Julio: "La lógica de la degradación en La propia de Magón", en Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica (San José de Costa Rica), VIII, ns. 1-2 (1982), pp. 31-38.

  • PÉREZ MIGUEL, Rafael: "Mito y realidad en La propia de Manuel González Zeledón", en Revista Iberoamericana (Pittsburgh [U.S.A.]), LIII, ns. 138-139 (1987), pp. 139-158.

  • QUESADA SOTO, Álvaro: La formación de la narrativa nacional costarricense (San José: Universidad de Costa Rica, 1986).

  • ---: "González Zeledón, Manuel", en MEDINA, José Ramón [dir. literario]: Diccionario Enciclopédico de las Letras de América latina (DELAL), Caracas: Biblioteca Ayacucho/Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1995), vol. II, pp. 2039-2042.

  • SANDOVAL DE FONSECA, Virginia: Manuel González Zeledón, San José: Ministerio de Cultura, 1974.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.