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HistoriaReligiónBiografía

González Suárez, Federico (1844-1917).

Historiador y eclesiástico ecuatoriano, arzobispo de Quito en el período 1906-1917. Nació en Quito en 1844 y murió en la misma ciudad el 1 de diciembre de 1917.

Vivió una infancia de mucha pobreza, pues siendo él aún muy niño, se vio separado definitivamente de su padre, cuando éste, afectado por la lepra, tuvo que trasladarse a Colombia de donde nunca más volvió. Realizó sus estudios primarios en escuelas gratuitas de la capital, y a los 11 años recibió la tonsura en la iglesia de Guápulo. En 1859 quiso entrar en el seminario, pero no le fue permitido por ser hijo único y porque dejaba a su madre en extrema pobreza. Finalmente consiguió una beca para entrar en el colegio de los jesuitas en 1862. No obstante, después de diez años abandonó la Compañía, cosa que los jesuitas no vieron con buenos ojos, de forma que influyeron para que no fuera aceptado en el clero de Quito. Acogido por el obispo de Cuenca, se ordenó sacerdote en aquella ciudad en 1872. Por aquel entonces frecuentaba las reuniones literarias del "Liceo de la Juventud" que dirigía el Padre Julio Matovelle, donde se ejercitaba en el arte de la versificación. En el ejercicio de su sacerdocio sobresalió como orador sagrado y se mostró independiente de la política. Su oración fúnebre con motivo de la muerte del presidente García Moreno, la comenzó con estas palabras: "No pertenecía yo a su partido político... como es notorio". Aunque ello le valió disgustos y críticas por parte de otros eclesiásticos, le reafirmó como sacerdote independiente frente a los partidos políticos, rompiendo así con la larga trayectoria de la Iglesia ecuatoriana siempre del lado del partido Conservador. También despertó intensos comentarios su predicación de la Pasión en la Catedral en 1876, bajo el lema "La Pasión de Jesucristo en el siglo Décimo Nono", que algunos interpretaron como sátira contra el presidente Borrero.

Participó como Representante del Azuay en la Convención Nacional de 1878, reunida en Ambato, y como Senador por Pichincha en el Congreso Nacional en 1894. En 1883 acompañó como secretario al Arzobispo Ignacio Ordóñez Lazo en su visita "ad limina" a Roma. González Suárez aprovechó su estancia en Europa para pasar dos años en España investigando en los archivos de Indias (Sevilla), Alcalá de Henares y Simancas, fascinado por sus contenidos, y trabando amistad con personajes de la talla de Menéndez y Pelayo.

Regresado a Quito, reasumió su cargo de Secretario del Arzobispo y comenzó a trabajar sobre los apuntes recogidos en España, cuyo primer fruto fue la Memoria Histórica sobre Mutis y la Expedición Botánica en Bogotá (1888), magistral monografía que le dio fama en el extranjero. En 1878 había publicado su primer trabajo de estudios arqueológicos: Estudios Históricos sobre los Cañaris, antiguos habitantes de la Provincia del Azuay, en la República del Ecuador (1878), obra de la que imprimió apenas cien ejemplares, pero que sin embargo es considerada base e inicio de la arqueología ecuatoriana. Su gran obra como historiador se cristalizó en los ocho tomos de Historia General de la República del Ecuador (1890-1903). En ella se ocupa desde los orígenes hasta la colonización, sin tocar, por lo tanto, la época de la Independencia y la República. Está escrita con criterio providencialista y espiritual, de forma que en ella la historia se convierte en una verdadera ciencia de la moral social. En 1893, tras la muerte del obispo de Ibarra, Monseñor Ordóñez Lazo, González Suárez fue nombrado obispo de aquella ciudad, pero el nombramiento estuvo a punto de malograrse a causa de la violenta reacción de los dominicos contra el IV volumen de su Historia del Ecuador, por los escándalos que allí se relataban de numerosos conventos de esa comunidad. Se levantó entonces una fuerte ola de resentimiento contra el historiador, el cual tuvo que retirarse abatido y enfermo a Ambato, de donde partió luego para Riobamba. Allí escribió sus Memorias íntimas y Defensa de mi criterio histórico, obras muy importantes para entender los principales sucesos de su vida, pero que no verían la luz hasta la década de 1930. Finalmente accedió al obispado de Ibarra en 1896, donde fundó el Seminario Mayor.

En 1906 fue nombrado arzobispo de Quito, lugar desde el cual dirigió la iglesia ecuatoriana hasta su muerte. A él se debe, no sin traumas, la despolitización del clero ecuatoriano, históricamente unido al partido Conservador; sin embargo, se mantuvo firme en las doctrinas de sus antecesores oponiéndose a las leyes que creía iban en contra de la Iglesia, como las del matrimonio civil, el registro civil, la libertad de cultos, el divorcio y el laicismo estatal, y en educación.

Con su temple rígido y elocuente, con el crédito que le daba su sabiduría y su patriotismo, González Suárez se convirtió en una especie de rector moral de la nación. Fue un hombre sobrio y laborioso, de pocos amigos, huía del trato social porque lo creía pérdida de tiempo. Desde 1909 presidió las sesiones de la "Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos". A su empeño se debe en buena medida la constitución de la Junta Patriótico para la Defensa Nacional y la Academia Nacional de Historia.

Con su trabajo y sus escritos, formó una escuela en las disciplinas histórica y arqueológica. Fueron sus principales obras en este campo, además de las mencionadas, las siguientes: Historia eclesiástica del Ecuador (1879, obra que pretendía llenar los vacíos de Resumen de la Historia del Ecuador, publicada en Lima en 1870 por Pedro Fermín Ceballos); Atlas Arqueológico (1892); Refutaciones históricas (1889); Los aborígenes del Carchi e Imbabura (1902 y 1903), Advertencias para buscar, coleccionar y clasificar objetos arqueológicos pertenecientes a los indígenas, antiguos pobladores del territorio ecuatoriano (1912) y Notas arqueológicas (1915).

Sobre crítica literaria y otros temas publicó: Estudios sobre Virgilio y Estudio de la poesía épica cristiana (obras de su juventud), Belleza literaria de la Biblia (1877), Observaciones sobre el poder temporal del Papa (1873), Opúsculos de polémica religiosa (1876), Ensayos sobre Lacordaire (1890).

Escribió además numerosas obras y opúsculos sobre temas estrictamente religiosos y piadosos como, Exposiciones en defensa de los principios católicos (1977), El nuevo mes de María (1884, que sería reimpreso en España en 1904); Manual del devoto del Santísimo Sacramento (1896), Cuestiones palpitantes (1900, sobre la controversia con el obispo de Pasto). Entre 1909 y 1913 recogió varios artículos ya publicados anteriormente en su Miscelánea, Nueva miscelánea y Miscelánea religiosa. Finalmente, Monseñor Manuel María Pólit Laso editó en dos volúmenes buena parte de sus escritos titulados: Obras pastorales del Ilmo. Sr. Dn. Federico González Suárez (1937).

Bibliografía

  • JIMÉNEZ, N., Biografía del Ilmo. Federico González Suárez (1844-1917). Quito, 1936.

  • VARGAS, J. M., Federico González Suárez, el hombre, el historiador, el prelado, Quito, 1969.

Autor

  • CCG.