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HistoriaPolíticaBiografía

García de Polavieja y del Castillo, Camilo (1838-1914).

Militar y político español, nacido el 13 de julio de 1838 en Madrid y muerto el 15 de enero de 1914 en la misma ciudad. Entre sus múltiples cargos públicos, fue gobernador de Cuba (1890-92) y de Filipinas (1896-1897), ministro de Guerra en el gabinete de Francisco Silvela (1899), jefe del Estado Mayor Central del Ejército (1904-1906) y presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina (1906-1910).

Influyente personaje en la vida política y militar de la España de finales del siglo XIX, debido a sus altas cualidades militares alcanzó los puestos más elevados en el escalafón del Ejército. Como gobernador de Cuba defendió una política conciliadora con las fuerzas independentistas para salvar la colonia; en Filipinas no dudó en utilizar toda la fuerza disponible para aplastar a los insurgentes, pertenecientes al movimiento independentista Katipunan. Tras el desastre del año 1898, intentó encabezar un movimiento político regeneracionista de carácter conservador.

Miembro de una familia adinerada, tras la pérdida de sus padres, en 1858 el joven Camilo sentó plaza como soldado voluntario; consiguió una serie de ascensos rápidos por méritos de guerra gracias a su participación en la guerra de África que España sostenía con Marruecos. En el año 1863 fue enviado a Cuba con el grado de alférez; ascendió en la isla al grado de comandante y teniente coronel. En el año 1873 regresó a España, fecha en la que fue designado primer ayudante del general Martínez Campos. Polavieja pasó los tres años siguientes luchando en Cataluña en la tercera Guerra Carlista. Ascendido en abril del año 1876 al grado de brigadier, ese mismo año fue destinado nuevamente a Cuba con la misión de llevar a cabo una completa pacificación de la isla y poner fin a la llamada Guerra Chiquita, objetivo que cumplió, por lo que fue ascendido, en el año 1880, al grado de teniente general.

De vuelta en España, Polavieja fue nombrado capitán general de Andalucía, cargo que ejerció entre los años 1881 a 1888, al mismo tiempo que formó parte del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Dos años después, en 1890, Polavieja viajó por tercera vez a Cuba, esta vez con el cargo de gobernador y capitán general de la isla. Allí impidió una extensa insurrección preparada por el líder independentista Antonio Maceo. Polavieja, viendo que por la fuerza de las armas no se conseguía doblegar a las fuerzas rebeldes ni dominar por completo la isla, abogó por la práctica de una política conciliadora y de concesiones limitadas a las fuerzas rebeldes, consciente de que tarde o temprano el dominio español llegaría a su fin. Su propósito no era otro que evitar una salida violenta de España de la isla que, a la larga, acabaría perjudicando a los intereses españoles, tal como sucedería pocos años después. Las directrices propuestas por Polavieja chocaron con las defendidas por el ministro de Ultramar Romero Robledo, quien finalmente logró imponer su punto de vista militarista e imperialista. Ante tal decisión, Polavieja decidió dimitir voluntariamente de un cargo en el que no se sentía a gusto. Tras cesar como gobernador de Cuba, fue nombrado jefe del cuarto militar de la reina regente María Cristina, cargo en el que permaneció hasta 1896, cuando fue enviado con idéntico cargo a Filipinas. Allí realizó una admirable tarea organizativa en las desmoralizadas y desalentadas tropas españolas acantonadas en el archipiélago. En medio de una gran ola independentista, Polavieja no tuvo más remedio que hacer uso de toda la fuerza militar de que disponía para aplastar a los insurrectos. Como medida de represión, decretó un buen número de fusilamientos, en uno de los cuales murió el líder independentista José Rizal, el 29 de diciembre del año 1896, junto con sus más estrechos colaboradores. Al igual que pasara en su periplo cubano, Polavieja se enfrentó con el Gobierno por los distintos puntos de vista sobre cómo llevar a cabo la labor de las tropas españolas en el archipiélago. Después de pedir infructuosamente al Gobierno refuerzos de material y hombres para asegurar las posiciones españolas, dimitió del cargo y regresó a España. Fue sustituido por el general Fernando Primo de Rivera.

De nuevo en España, Polavieja logró una cierta popularidad entre los medios cortesanos, la alta burguesía catalana y elementos del alto clero, como se demostró en la famosa "crisis del balcón" y en el hecho de que el cardenal Cascajares apoyase públicamente su candidatura para encabezar un movimiento político conservador y católico. El 1 de septiembre de 1898, Polavieja publicó una carta-manifiesto muy dura contra la política del Gobierno, al que acusaba de ser el responsable del desastre colonial en Cuba y Filipinas. En un tono marcadamente regeneracionista, Polavieja pedía al Gobierno que pusiera en marcha un ambicioso y necesario plan de reformas, el cual abarcaba a todos los ámbitos del país, como Hacienda, el Ejército, las administraciones municipales, provinciales y judiciales, además de abogar por la descentralización administrativa para Cataluña, el abandono del caciquismo como práctica política y la puesta en marcha de una política exterior capaz de acabar con el aislamiento al que estaba sometido el país desde hacía casi siglo y medio.

Adscrito al Partido Conservador, en marzo del año 1899 el nuevo Gobierno conservador presidido por Francisco Silvela le ofreció el ministerio de la Guerra, cargo que Polavieja acabó aceptando, no sin ciertas reservas. A pesar de las acertadas reformas militares que introdujo en el Ejército, los oficiales y generales no reconocieron dicha labor, por lo que Polavieja, aprovechando ciertos reajustes presupuestarios destinados al Ejército llevados a cabo por el ministro de Hacienda Fernández Villaverde, presentó su dimisión y abandonó definitivamente la política activa.

La actividad posterior de Polavieja se desarrolló estrictamente en el ámbito militar. En el año 1903 fue nombrado jefe del cuarto militar del rey Alfonso XIII, puesto que dejó en el año 1904 para hacerse cargo de la jefatura del Estado Mayor Central del Ejército. Por último, en el año 1906 fue nombrado presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Cuatro años más tarde, fue ascendido al grado de capitán general.

En reconocimiento a toda su brillante carrera militar y a los servicios prestados al país, Alfonso XIII lo nombró marqués de Polavieja. Antes de morir, Polavieja sacó a la luz dos obras de carácter histórico que le valieron ser nombrado miembro de la Real Academia de Historia: Mi política en Cuba, extenso y prolijo relato de su etapa como gobernador de la isla, y un ensayo sobre el descubridor de México titulado Hernán Cortés.

Bibliografía

  • ALÍA PLANA, Jesús María: El ejército español en Filipinas. (Madrid: Tabapress, 1993).

  • ARÓSTEGU SÁNCHEZ, Julio: La regencia de María Cristina. (Madrid: Grupo 16, 1985).

  • BALFOUR, Sebastián: El fin del Imperio Español (1898-1923). (Barcelona: Crítica, 1997).

  • PAYNE, Stanley G: Los militares y la política en la España contemporánea. (París: Ruedo Ibérico, 1976).

CHG

Autor

  • Carlos Herraiz García