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HistoriaPolíticaBiografía

Francisco I, Rey de Francia (1494-1547).

Francisco I de Francia con su familia y miembros de la corte.

Rey de Francia, nacido en la localidad de Cognac, el año 1494, y muerto en el castillo de Rambouillet, el año 1547. Hijo de Carlos de Valois, conde de Angulema, y de Luisa de Saboya. Subió al trono francés el año 1515, sucediendo a su suegro, Luis XII, con cuya hija Claudia se había casado un año antes. Rey culto y caballeroso, representó mejor que nadie el típico ideal de príncipe del Renacimiento, con todos los defectos y cualidades que ello desentrañaba. Según los testimonios de la época, fue un príncipe de bellas facciones y aire majestuoso, con gran valor, gustoso en exceso de la guerra, ambicioso en política, libertino, tolerante y sin límites, lo cual le hacía ser un hombre de escasos escrúpulos. Deseaba fervientemente la gloria, tanto para él mismo como también para su país. Como príncipe renacentista, amó las letras y las artes, y protegió e hizo labores de mecenazgo sobre los artistas más importantes de la época, tanto franceses como extranjeros. Por su corte pasaron personajes de la talla de Rabelais, Leonardo da Vinci y Benvenuto Cellini. Su corte fue una de las más lujosas y espléndidas de la época, donde sus favoritas, la condesa de Chateaubriand y la duquesa de Étampes, rivalizaron en belleza y refinamiento. Francisco se preocupó de construir espléndidos castillos donde refugiarse en sus horas de descanso y rodearse de la gran nobleza. De entre todos ellos, podemos destacar el de Chambord, Saint Germain, Villers-Cotterets, y sobre todo el de Fontaineblau, en el que trabajaron artistas de la talla de Ruggieri, Fontana y su gran protegido y amigo Benvenuto Cellini.

Su educación estuvo bajo la dirección de su madre que, junto con su hermana Margarita, ejerció una poderosa influencia sobre el monarca francés. Su formación como príncipe fue muy completa y exhaustiva, gracias a hombres como Pierre de Rohan, el mariscal Gie, Artus Goffier y François Rochefort. Su primera acción política y bélica la realizó a los 18 años de edad, luchando contra los componentes de la Liga Santa, encabezada por Fernando el Católico, En el año 1516, cuando contaba con veintiún años, fue declarado rey de Francia al morir Luis XII sin descendencia masculina directa, comenzando así el largo reinado del que posteriormente sería llamado Príncipe del Renacimiento.

Francisco I, rey de Francia.

Política exterior

Prácticamente la mayor parte de la energía política de Francisco se canalizó hacia el exterior, debido al hecho de que el siglo XVI fue un período especialmente convulso, de enfrentamientos entre las monarquías más poderosas por la ostentación de la preeminencia continental; todo ello salpicado por el gran problema religioso suscitado a raíz de la Reforma emprendida por Martín Lutero.

Francisco, una vez en el trono francés, organizó la regencia del gobierno mientras él estuviera fuera, ésta recayó en su madre, auxiliada por el condestable Carlos de Borbón. Partió hacia Italia con el claro propósito de continuar la política de expansión italiana emprendida por sus predecesores en el trono. Esta acción motivó las protestas de las principales potencias, pero no impidió que el rey francés reconquistara la importante plaza del Milanesado a los suizos. Ante tal provocación militar, las potencias europeas montaron enseguida una liga contra él, formada por Enrique VIII de Inglaterra, Maximiliano de Austria, el papa León X y el archiduque de Flandes don Carlos (futuro rey de España y emperador de Alemania). Debido a la rápida victoria de Francisco, la liga se vino abajo. El papa León X, temeroso de la presencia de Francisco en Milán, se separó de la liga y firmó con éste el Concordato de Bolonia, en el año 1516, por el que le reconocía su autoridad sobre Milán y le concedía el privilegio de nombrar a sus propios obispos. Como contrapartida, el rey francés se comprometía a no atacar las posesiones papales en Italia. El éxito de Francisco culminó con la Paz Perpetua firmada con los suizos por la que Francisco obtenía el derecho a reclutar tropas en los cantones suizos.

En el año 1519 murió el emperador Maximiliano, con lo que quedó vacante el trono imperial. Francisco se presentó como candidato, teniendo a su favor su dinero y sus recientes éxitos italianos. Pero no fue apoyado por los banqueros alemanes ni por el propio pueblo. Fue elegido Carlos I de España, por lo que a partir de ese momento surgió una constante rivalidad entre ambos, rivalidad que se concentró en una serie de guerras entre ambos reyes por la posesión de Italia, y en definitiva por dirimir quién de los dos sería el líder político del continente. Francisco, al verse totalmente rodeado y amenazado por las extensas posesiones territoriales que había heredado Carlos, buscó la alianza con Enrique VIII de Inglaterra. En el año 1520 ambos monarcas se entrevistaron en el Campo del Paño de Oro (llamado así porque las tiendas del campamento estaban bordadas con hilos de oro). Enrique VIII no sólo no aceptó unirse a Francisco, sino que apoyó abiertamente a Carlos V de Alemania; ambos, Carlos y Francisco, firmaron un tratado de amistad en el castillo de Windsor.

Las hostilidades entre ambos no tardaron en sucederse, donde el rey francés fue de fracaso en fracaso, desde el principio hasta el final. En el año 1521 perdió Milán, Parma y Piacenza; en el año 1522 el general Lautrec fue aplastado en la batalla de Bicocca, y se evacuó toda la zona del Milanesado y de Génova. Para rematar tan nefasta campaña, el condestable Carlos de Borbón se pasó al bando del emperador. En un último intento por enderezar la campaña, Francisco decidió atacar la ciudad de Pavía, en el año 1525. Las tropas suizas que tenía a sueldo, como mercenarios, le abandonaron. Francisco fue hecho prisionero y conducido a Madrid, donde permaneció reducido en las Torres de los Lujanes, y posteriormente en el Alcázar. Francisco se vio obligado a firmar el durísimo Tratado de Madrid, en 1526, por el que cedía varías provincias francesas, renunciaba a sus pretensiones sobre Italia y se prometió en matrimonio con Leonor de Austria, hermana de Carlos V.

Nada más recuperar su libertad, Francisco olvidó las promesas hechas en su cautiverio (sólo cumplió el matrimonio pactado), y organizó, a los tres meses, una nueva liga contra el emperador, conocida como la Liga de Cognac. Esta nueva alianza contra Carlos V la formaban: el papa Clemente VII, las ciudades italianas de Milán, Florencia y Venecia, el propio Francisco y finalmente Enrique VIII, este último se había desligado de la alianza con el emperador por su intención de divorciarse de su tía, la reina Catalina de Aragón. El pacto antiimperial se formó el 22 de mayo de 1526, con una campaña bélica que se prolongó desde 1527 a 1529. Las tropas mercenarias y bien preparadas de Carlos V llevaron a cabo el famoso Saco de Roma, en represalia contra el Papa por ayudar a su enemigo. Francisco invadió Nápoles, tanto por mar como por tierra, pero gracias al excelente capitán genovés Andrea Doria, que se había pasado a las filas del emperador, se pudo mantener la vital plaza. La larga duración de la campaña, que desgastó a todos los contendientes, hizo necesaria la firma de una paz; ésta se firmó en Cambrai, el año 1529, y fue más conocida como La Paz de las Damas por haber sido negociada por Luisa de Saboya, madre de Francisco, y Margarita de Austria, tía del emperador. Mediante este acuerdo, Carlos V desistió de sus pretensiones sobre Borgoña, mientras que Francisco abandonaba definitivamente Italia, además de pagar una gran cantidad de dinero, 12 millones de ducados, por el rescate de sus dos hijos, los cuales aún seguían cautivos en Madrid como rehenes desde 1526.

Las hostilidades entre ambos monarcas volvieron a reanudarse al morir el duque de Milán, Francisco Sforza, sin descendencia, en el año 1535. Francisco aspiraba a colocar un duque favorable a sus intereses italianos, pero Carlos V se negó a tal hecho, por los mismos objetivos que alimentaba el rey francés. La guerra entre ambos estaba nuevamente servida. Si los anteriores enfrentamientos entre ambos no habían servido de mucho, territorialmente hablando, esta contienda aún lo fue menos, sirviendo tan sólo para que ambos ejércitos se desgastaran mutuamente sin poder conquistar plazas importantes ni avanzar sobre el enemigo de una manera constante y efectiva. Esta circunstancia les obligó a firmar la Paz de Niza, en el año 1537, por la que se acordó una tregua de 10 años entre ambos países. Ciertamente, ambos la necesitaban.

La deseada tregua fue rota nuevamente por Francisco, siempre atento a la menor posibilidad de desgastar el poder de su gran rival. Francia seguía amenazada por las posesiones europeas del emperador, por lo tanto, Francisco nunca podía estar tranquilo con semejante presión. El estallido de los enfrentamientos fueron causados por el asesinato, por parte de los españoles, de dos agentes del rey francés. Este suceso fue aprovechado por Francisco para volver a montar una liga antiimperial. Las circunstancias eran realmente propicias para ello, ya que Carlos V acababa de regresar de una desastrosa expedición contra Argel. Francisco, rey muy cristiano y nombrado por el papa como Hijo Mayor de la Iglesia, no tuvo inconveniente en firmar una serie de alianzas con el sultán turco Solimán el Magnífico, con el duque de Cléves y con los reyes de Dinamarca, Suecia e Inglaterra, todos ellos protestantes. Preparó cinco ejércitos para invadir los dominios del emperador por Artois, Brabante, Países Bajos, Rosellón y el Piamonte. Francisco comandó personalmente el ejército que debía entrar por el Rosellón, pero fue frenado por el duque de Alba. No obstante, en el resto de las fuerzas se actuó con fortuna. Enrique VIII invadió los territorios del norte del emperador, consiguiendo capturar la plaza de Boulogne. A su vez, Francisco obtuvo la resonante victoria de Cerisoles, en el año 1544. Carlos V contraatacó con fuerza y dispuso un ejército que se encaminó imparablemente hacia París. Ante esta seria amenaza imperial, Francisco no tuvo más remedio que firmar la Paz de Crêpy, el 18 de septiembre de 1544. Los dos reyes acordaron devolver los territorios conquistados a la otra parte. Francisco renunció a sus pretensiones sobre Flandes y Nápoles, y a su vez, Carlos V a sus intereses sobre Borgoña. De este modo se puso punto final a las luchas entre españoles y franceses que habían dominado la primera mitad del siglo XVI. Francisco aún prolongó dos años más la guerra contra Inglaterra, debido a que Enrique VIII se negaba a devolver la plaza conquistada de Boulogne por no haberse contado con Inglaterra para la firma del tratado de paz. Enrique VIII, finalmente, cedió a cambio del pago de una cuantiosa pensión anual. Francisco pasó el resto de su vida, hasta su muerte acaecida el año 1547, en medio de los placeres de su lujosa corte.

Política interior

En materia religiosa, Francisco se mostró en principio indulgente con los reformistas franceses, conocidos en Francia como Hugonotes, ya que sus convicciones religiosas no eran muy profundas. Como demostró en sus alianzas, no tuvo mayor reparo en unirse con los “infieles”, ya fueran musulmanes o protestantes, si con ello podía sacar algún beneficio en su guerra contra el emperador. Pero, desde el momento en que fue consciente de que los hugonotes, que en su mayoría pertenecían a la nobleza, representaban un verdadero peligro político, Francisco tomó una postura de resuelta oposición contra ellos, que culminó en el Edicto de Fontainebleau, del 1 de abril de 1540, por el que prohibió el credo protestante.

En el interior del reino fue un celoso defensor de la supremacía regia, e impuso su autoridad sobre la Iglesia, sobre todo a raíz del Concordato de Bologna, firmado con el Papa, que le permitía nombrar a los obispos franceses. La cada vez mayor injerencia de los monarcas en los asuntos eclesiásticos era un hecho consumado en la mayor parte de las monarquías europeas del momento, signos inequívocos del forjamiento de las llamadas monarquías centralistas y autoritarias, donde el rey se situaba en la cúspide del organigrama político, con un poder incuestionado. Francisco también redujo el excesivo poder que tenían los nobles, con especial relevancia en el ámbito judicial. Reorganizó el ejército nacional e impuso el empleo de la lengua francesa en todos los actos y documentos oficiales. Su preocupación por la cultura fue indiscutible, como correspondía a un príncipe profundamente imbuido del espíritu renacentista. Durante su reinado se registró en Francia un notable desarrollo económico, consecuencia de la gran cantidad de metal precioso procedente de las Indias, y que pasaba a Francia a través de España. El auge de la circulación de moneda permitió un incremento de las industrias metalúrgica y textil. Su propósito de favorecer la navegación no tuvo el éxito apetecido. Sus constantes luchas con el emperador trajeron como consecuencia la ruina periódica de su administración, pero, a pesar de ello, fue un monarca querido por su pueblo que le veía como la encarnación del héroe perfecto francés.

Bibliografía

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  • ----- Renaissance warrior and patron: The reign of Francis I. (Cambridge, 1994).

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  • ROMANO, R y TENENTI, A: Los fundamentos del mundo moderno: Edad Media tardía, Reforma y Renacimiento. (Madrid, 1981).

C. Herráiz García.

Autor

  • lu. C. Herráiz García.