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GeografíaBiografía

Fernández de Quirós, Pedro (1565-1615).

Navegante portugués, nacido en Évora en 1565 y muerto en Panamá en 1615. Realizó dos grandes viajes en el Pacífico Austral, descubriendo Australia, que denominó Austrialia, en honor de la casa reinante en España. Visionario y místico, se le considera un precursor del descubrimiento de la Antártida.

Vida

Realizó todos sus descubrimientos al servicio de Felipe II y Felipe III. En su juventud hizo varios viajes en el Galeón de Manila, hasta establecerse en Perú. En 1595 fue piloto mayor en la expedición de Mendaña, que descubrió las islas Marquesas y las de Santa Cruz. Muerto Mendaña en el océano, su viuda Isabel de Barreto heredó el mando de la expedición como adelantada, pero quien llevó realmente el peso de la navegación fue Fernández de Quirós. Condujo la armada a Filipinas, donde presentó un memorial al gobernador Morga en el que relataba cuanto había ocurrido y logró que le facilitaran los medios necesarios para reparar una nave, con la que volvió al Perú. En 1597 dirigió desde Lima otro memorial al virrey Velasco para solicitar su ayuda con el fin de descubrir el "Novísimo Mundo" existente en el Pacifico Austral, al que siguieron otros dos en 1598 y 1599, desde Cartagena, informándole de que podría llegar hasta las tierras del Polo sur.

Configuró su proyecto gracias a diversas conversaciones sostenidas con Sarmiento de Gamboa, con el piloto Hernán Gallego, y hasta con un geógrafo inglés amigo de Hawkins. Pretendía evangelizar la Terra Australis Incógnita o Antártica, que suponía dentro de la demarcación española establecida en el Tratado de Tordesillas. El virrey del Perú se negó a ayudarle y embarcó para España, a donde llegó el año 1600. Desde allí paso a Italia para ganar el Jubileo y entrevistarse con el papa Clemente VIII. En febrero de 1602 entregó al papa un memorial, gracias a la ayuda del duque de Sesa, embajador español en Roma, en el que afirmaba que, aunque había hallado l.500 leguas en el Pacífico, aún le faltaban por encontrar más de cinco mil, llenas de pobladores que esperaban la evangelización. El siguiente memorial (escribió nada menos que 55) lo dirigió al propio rey de España Felipe III, y en él anotó que estaba por descubrir “la parte del sur hasta su Polo, un circuito de 5.500 leguas, sin saberse si es tierra o agua o qué parte tiene de las dos”. El monarca pidió al Consejo de Estado que le ayudara, lo que suponía saltarse el Consejo de Indias, y en 1603 se ordenó al nuevo virrey del Perú conde de Monterrey que le entregara dos navíos para hacer su exploración, amén de los ganados, semillas y aperos necesarios para la colonización. Volvió a Lima y reunió cuanto necesitaba; esta vez además le acompañaría el gran marino Luis Váez de Torres. Fernández de Quirós vivía entonces una etapa de gran misticismo que le llevó a vestir el sayal franciscano, para asombro de sus hombres.

Zarpó de El Callao el 21 de diciembre de 1605 con intención de seguir la singladura señalada por Gamboa, que le habría conducido fácilmente a Australia o a Nueva Zelanda, pero tuvo que aceptar la sugerencia del piloto Juan Ochoa, respaldado por la marinería, de seguir en línea recta a Santa Cruz. En enero de 1606 llegaron a la primera isla del archipiélago de Pomotú y luego se entretuvieron en visitar otras, todas pobladas, donde los españoles fueron bien recibidos. Siguió luego hacia Santa Cruz, pero cada vez con mayores dificultades por indisciplina de la marinería, a la que azuzaba Ochoa. Quirós terminó por apresar a Ochoa y confiarlo a la custodia de Torres. El 7 de abril llegaron a la isla de Taumaco (actual Duff), en el grupo de las Santa Cruz. El 1 de mayo de 1606 descubrieron una isla grande en el actual archipiélago de las Nuevas Hébridas, que Quirós bautizó como “Austrialia del Espíritu Santo”, combinando los nombres de la casa reinante en España con el de la Tierra Austral. Allí decidió fundar una ciudad en la bahía de San Felipe y Santiago, a orillas del río Jordán. La llamó la Nueva Jerusalén y creó la orden de Caballería del Espíritu Santo, de la que nombró caballeros a sus acompañantes. Estalló luego la sublevación de los indígenas y la flota abandonó el puerto el 8 de junio. A los pocos días Quirós ordenó regresar a la bahía para invernar, pero una tempestad dispersó la flota y la nave de Quirós no pudo entrar en el puerto. Arrastrada mar adentro, sus hombres le obligaron a regresar a México, a donde llegó en octubre.

Quirós volvió a Madrid en 1607, donde estuvo siete años en condiciones extremas de pobreza y escribiendo memoriales para lograr su sueño de dotar a España de la tierra austral. Aparte de los memoriales trazó unos 200 mapas, todos desaparecidos. Lamentablemente el Consejo de Indias consideraba quimérico su proyecto, pero los holandeses supieron aprovecharlo. Por fin se le hizo caso en 1614, cuando se ordenó ayudarle en otra nueva expedición al virrey príncipe de Esquilache. Quirós marchó a América para hacer los preparativos y murió en 1615.

Obra científica

Quirós fue un navegante meticuloso y un consumado cartógrafo. Dibujó más de doscientos mapas y esferas (de las que sólo se conserva una), entre ellos un mapamundi "reducido a tres puntos: lo que es dorado, representa todas las tierras sabidas; lo azul, los mares ya navegados; lo negro, la parte incógnita, y en ésta, lo que se va descubriendo".

Quirós, para acompañar su propuesta de viaje de exploración, escribió un tratado de náutica, redactado primero en Roma en 1602 y revisado ulteriormente para un memorial al rey en 1610. Quirós detalla en este tratado los elementos básicos de la navegación a la vista de la gran falta de pilotos adiestrados en la España de la época. Muestra gran escepticismo acerca de lo que era posible conocer a un navegante, dada la imposibilidad de determinar la longitud con precisión. Como no había instrumentos para determinar la longitud, el piloto dependía de "la estimación, que se puede llamar confusión del navegante. Raçón es esta -concluye- porque puedo decir con lleva, que la mitad de la navegación solamente está sabida".

Quirós estableció exigencias elevadas para los navegantes. Debían saber cómo usar "reglas matemáticas", considerar las distorsiones causadas por la "carta en su forma plana", así como las originadas por "instrumentos mal fabricados o descompuestos". El resultado de todas estas incertidumbres era que: "las cartas todas son falsas, y lo que serán en cuanto V.M. no mandare que una persona de ciencia y experiencia, con instrumentos ciertos, observe y describa todo cuanto se navega".

Las propias experiencias frustrantes de Quirós en alta mar explican su insistencia en la precisión en la navegación. En el capítulo 53 de su relato de la expedición de 1606 describe una asamblea de pilotos para discutir las observaciones de posición "que por ser estimativos había grandes diferencias", comparando sus cartas y notas. Quirós descubrió que el piloto jefe se había equivocado al calcular los errores derivados de la variación de la aguja y otras causas. Tales fallos náuticos contribuyeron al fracaso del final de la expedición.

Quirós sintetizó sus razones para desear la exploración de las regiones del sur en una serie de memoriales al rey, el octavo de los cuales alcanzó gran notoriedad. En él estimó que en total un cuarto de la superficie de la tierra aún no había sido descubierta. "Otras nuevas Indias australes, de no menos esperanzas, que ha de ser como otro Nuevo Mundo tan grandes, y promete ser mayor y poblado de muchas mejores gentes que lo es el de América". Las ideas relativas a la continentalidad de las tierras del sur no eran originales suyas. Algunas de la frases del octavo memorial procedían literalmente de la Historia natural (1590) de José Acosta, quien había señalado "que ay cerca de las dichas Islas Salomón tierra firme grandísima".

Bibliografía

Fuentes

Historia del descubrimiento de las regiones australes. [ed. dir por Justo Zaragoza], 3 vols., (Madrid; Manuel G. Hernández, 1876-1882).
Voyages of Pedro Fernández de Quirós, 1595-1606. [ed. dir. por Clements R. Markham] 2 vols. (London; Hakluyt Society, 1904).
La Australia del Espíritu Santo. [ed. dir. por Celsus Kelly] 2 vols. (Cambridge; Hakluyt Society, 1966).

Estudios

SANZ, C. El descubrimiento de Australia considerado desde el proceso general de la historia. Madrid, Real Sociedad Geográfica, 1966 [Publicaciones; Serie B, Núm. 462]).
Memoriales de las Indias Australes. [edición de Oscar Pinochet], Madrid, 1991.

Autor

  • Thomas F. Glick / Manuel Lucena Salmoral