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Disraeli, Benjamin (1804-1881).

Benjamin Disraeli.

Político y escritor británico, de origen sefardí, nacido en Londres el 21 de diciembre de 1804 y muerto en ese misma ciudad el 19 de abril de 1881. Durante sus dos mandatos como primer ministro del gobierno británico, Disraeli encarnó el ideario del conservadurismo victoriano, convirtiéndose en uno de las personalidades políticas más relevantes de la Europa de su tiempo.

Infancia y primera juventud.

Nacido en el seno de una familia sefardí de tibias convicciones religiosas, su padre, Isaac Disraeli, era un respetado hombre de letras muy influido por la Ilustración francesa. Benjamin acudió desde muy temprana edad a la escuela del reverendo Potticany en Blackheath. Cuando contaba trece años, las desavenencias de su padre con la comunidad hebrea provocaron la conversión de la familia al cristianismo en su forma anglicana. Benjamin pasó entonces a la escuela del doctor Cogan en Walthamstow, donde comenzó a destacar por sus dotes para la escritura. A los quince años abandonó la escuela y, consciente de las limitaciones de su educación, se entregó de forma sistemática al estudio, al tiempo que trabajaba como secretario de un procurador, lo que le permitió introducirse en el mundo de la abogacía, la política y las finanzas.

A la edad de veinte años se embarcó en su primer negocio, invirtiendo en valores de minas sudamericanas, y abandonó su trabajo para asociarse con John Diston Powles, un dirigente del mercado de valores con el que había trabado amistad. Disraeli alentaba por entonces el ambicioso proyecto de crear un gran periódico. Con el apoyo económico de Powles consiguió poner en marcha el proyecto, pero, cuando todo estaba preparado, una brusca bajada del mercado bursátil dejó a ambos socios en la ruina. Regresó entonces a la casa familiar, donde se entregó a la redacción de su primera novela, Vivian Grey, de carácter autobiográfico. Su publicación en 1826 provocó un gran escándalo y Disraeli recibió numerosas amenazas de quienes se sintieron caricaturizados en la obra. Este nuevo fracaso afectó a su salud y le obligó a pasar una temporada en Italia para restablecerse. A su regreso a Inglaterra se instaló en la casa de campo que su familia poseía en Brandenhem y volvió a entregarse a la escritura, componiendo una serie de relatos satíricos y la novela El Duquesito, que alcanzó un éxito notable y le reportó algún dinero con que acallar a sus muchos acreedores.

En 1830 viajó a España en busca de sus raíces y pasó después a Malta, Turquía, Siria y, finalmente, a Jerusalén, ciudad que le causó una impresión profunda y le hizo reconciliarse con sus orígenes hebreros. Allí comenzó a escribir su novela Alroy. Durante el viaje de vuelta a Inglaterra inició la redacción de otra novela, Contarini Fleming, y tomó la determinación de dedicarse a la política, único cauce posible para sus enormes ambiciones. Sin embargo, carecía de toda formación política y, aunque simpatizaba con los conservadores, no deseaba comprometerse de forma precipitada con uno u otro partido. De modo que inició su carrera introduciéndose en los salones de la alta sociedad londinense, verdaderas antesalas del Parlamento. Su brillante conversación, sus refinadas maneras y su extravagancia en el vestir encandilaron a las damas de la aristocracia y le convirtieron en uno de los personajes más populares de la vida mundana de la capital. Durante este periodo de galanteo cortesano escribió dos novelas, Henrietta Temple y Venetia.

La imparable ascensión de Benjamin Disraeli.

Era ésta una época de turbulencia política en la que se enfrentaban las exigencias de reformas electorales de los liberales (whigs) y el tradicionalismo aristocrático de los conservadores (tories), quienes intentaban impedir el avance de la democratización del sistema parlamentario británico. En 1832 una sublevación popular obligó a la Cámara de los Lores a aceptar la ampliación del sufragio censitario. Disraeli consideró entonces llegado el momento de lanzarse a la palestra política. Se presentó a las elecciones de octubre de ese año como radical independiente, pero fue derrotado. Al año siguiente, una nueva derrota electoral le llevó a ingresar en las filas del Partido Conservador.

Disraeli desembarcó entre los conservadores con una ambición apenas disimulada y dispuesto a recuperar las señas de identidad del conservadurismo tradicional, desvirtuado por el liberalismo económico introducido por el líder del partido, sir Robert Peel. Comprendía, sin embargo, la necesidad de atraer el voto de las clases desfavorecidas y de la burguesía industrial, a fin de no perder influencia política en el nuevo régimen democrático que reclamaba la sociedad. En su panfleto Vindicación de la Constitución Inglesa (1835), defendió la necesidad de ahondar en la reforma parlamentaria y de abandonar los prejuicios obsoletos del sistema político tradicional. El éxito de esta obra afianzó su posición entre la clase política.

En 1837, al iniciarse el reinado de Victoria I, Disraeli obtuvo por fin su tan ansiado escaño en la Cámara de los Comunes. Sin embargo, su primera intervención en el Parlamento, exageradamente ampulosa, provocó carcajadas y abucheos en la Cámara. Aprendiendo de su error, en los años siguientes procuró ganarse el respeto de sus colegas con intervenciones sólidas y medidas, despojadas de pretensiones exageradas. Con el paso del tiempo, sus brillantes discursos serían aclamados en la Cámara y celebrados en las primeras páginas de los diarios londinenses. En agosto de 1839 contrajo matrimonio con lady Mary Ann Lewis, una mujer doce años mayor que él y reciente viuda del diputado conservador Wyndham Lewis, quien había apoyado decisivamente el ascenso político de Disraeli.

En 1841, haciendo gala del oportunismo político del que se le empezaba a acusar, Disraeli prestó su apoyo a las propuestas librecambistas de Robert Peel, pero, para su desconcierto, no obtuvo la cartera ministerial que esperaba cuando el líder tory fue llamado a formar gobierno ese mismo año. Aunque despreciaba la política ambigua de Peel en materia económica, Disraeli siguió apoyando al gobierno, para sorpresa de sus muchos detractores en la Cámara. A su alrededor se había ido formando un grupo de jóvenes parlamentarios que soñaba con restaurar los cimientos del conservadurismo aristocrático, imbuido de un nuevo paternalismo hacia las clases desfavorecidas. Estos jóvenes eligieron a Disraeli para que encabezara un grupo parlamentario separado, la Joven Inglaterra, cuya base ideológica sería el "conservadurismo popular". La Joven Inglaterra comenzó a actuar en el Parlamento como grupo independiente, votando en contra de los tories o de los radicales según dictara la coyuntura. Disraeli trató de atraerse a las clases obreras, pero su conservadurismo de cuño neofeudal y su paternalismo eran difícilmente compatibles con la creciente conciencia social del proletariado británico. En 1844-1845 plasmó su pensamiento político en tres obras panfletarias: Joven Inglaterra, Coningsby y Sybil.

Su principal baza política en el Parlamento fue la defensa del proteccionismo, que le enfrentó de forma irreconciliable con los partidarios del librecambio propugnado por Peel. En 1845 se había convertido en el principal portavoz de la oposición proteccionista a la política de los peelistas, encabezados por el propio Peel y por su brillante discípulo, William Gladstone. Los incisivos discursos de Disraeli ayudaron a derribar a Peel, pero no mejoraron su posición en la Cámara, donde se desconfiaba de su oportunismo. En 1847 publicó su novela mística Tancredo o la nueva cruzada y, tras la muerte de lord Bentick, líder del grupo proteccionista tory, ocupó oficialmente el liderazgo de la oposición. Ese mismo año votó a favor de la propuesta de ley del gobierno liberal de lord John Russel para permitir la entrada de judíos en el Parlamento.

El pulso con William Gladstone.

Pero el proteccionismo no bastaba para dotar de contenido a la propuesta política de Disraeli, que carecía de un programa definido. La doctrina proteccionista iba perdiendo importancia a medida que despegaba la economía industrial y se desarrollaban los mercados coloniales, que favorecían el mantenimiento del librecambismo. Por otra parte, las profundas divisiones en el seno del Partido Conservador imposibilitaban la reconstrucción de una formación que fuera capaz de oponerse a la creciente pujanza de los liberales. En 1850 la muerte de Peel clarificó la situación al decantar a los peelistas, dirigidos por Gladstone, hacia el liberalismo whig. Dos años después Disraeli consiguió por fin acceder al gobierno, al ser nombrado canciller del Exchequer (ministro de Hacienda) del gabinete de Edward G. Stanley, conde de Derby, cargo que sólo ocuparía durante un año. El presupuesto que presentó a fines de 1852 fue atacado con feroz contundencia por Gladstone, quien denunció su repentino abandono del proteccionismo y forzó la dimisión del gobierno. En 1859, subiéndose al tren de las reformas parlamentarias, Disraeli presentó sin éxito ante la Cámara un proyecto de reforma electoral que pretendía extender el sufragio a todos los contribuyentes. Sin embargo, en 1867 consiguió la aprobación de una importante ley de reforma electoral (Reform Act), que concedió el voto a gran parte de los propietarios rurales británicos.

En 1868, apoyándose en una minoría de disidentes whigs, Disraeli consiguió derrocar a Gladstone y ocupó de nuevo la cartera de Hacienda en el tercer gobierno de lord Derby. Paralelamente, el estallido de una rebelión popular que exigía reformas democráticas le llevó a retomar su antiguo ideal de la unión entre la aristocracia y el pueblo. Propuso la ampliación del sufragio y logró la aprobación de una nueva Reform Act que concedió el llamado "voto doméstico", es decir, un voto por casa con independencia de la cuantía del alquiler. El gran éxito de esta medida consolidó la posición de Disraeli y le granjeó la popularidad que siempre había buscado.

Disraeli, primer ministro.

Al retirarse Derby de la vida política en 1868, la reina encargó a Disraeli la formación de gobierno. El buen entendimiento político entre la reina y su nuevo primer ministro devino pronto en una sincera amistad que se mantendría hasta la muerte de este último. En la elecciones de fines de 1869 Disraeli resultó derrotado en favor de Gladstone, quien basó su campaña en la defensa de la separación entre el Estado y la Iglesia anglicana en la católica Irlanda. Disraeli consideró entonces la posibilidad de aceptar el título nobiliario que le ofrecía la reina y retirarse a la Cámara de los Lores, pero finalmente decidió posponer este propósito, no sin antes haber colocado en los Lores a su mujer, enaltecida con el título de condesa de Beaconsfield.

Durante los seis años de gobierno de Gladstone, Disraeli abandonó su anterior agresividad, sustituyéndola por una táctica de desgaste y permitiendo que el empeoramiento de la situación interna del país fuera minando la posición de los liberales. Durante esta época escribió su novela Lotario. Finalmente, los fracasos de Gladstone en el conflicto irlandés y su pacata política exterior con respecto al imperialismo prusiano precipitaron la derrota whig en las elecciones de 1873-1874, que Disraeli ganó con una cómoda mayoría.

El apoyo electoral de la pequeña burguesía rural y de los obreros de las ciudades obligó a Disraeli a emprender una política social de gran flexibilidad. Promovió una serie de importantes reformas sociales (reconocimiento de la igualdad de deberes entre patronos y obreros, ampliación de los derechos sindicales, reducción a 56 horas de la semana laboral, medidas de protección sanitaria, etc.), que le garantizaron el apoyo de las clases desfavorecidas y le enemistaron con la más rancia aristocracia y con la alta burguesía que hasta entonces habían constituido su base electoral. Paralelamente, puso en marcha un ambicioso plan de reformas para dotar de una estructura semifederal al Imperio británico. El programa, que no llegó a completar, incluía la autonomía de las colonias, una tarifa aduanera imperial, un impuesto sobre las tierras sin cultivar y la creación de un Parlamento imperial con sede en Londres.

En noviembre de 1875 convenció a la reina y al gobierno para adquirir por cuatro millones de libras un importante paquete de acciones del Canal de Suez, puesto en venta por el khedive de Egipto. Esta adquisición supuso la participación británica en una empresa que hasta entonces había controlado Francia y garantizó a Gran Bretaña el acceso a la principal ruta hacia Extremo Oriente. En 1876 fue el principal promotor de la coronación de la reina Victoriacomo emperatriz de la India. La soberana recompensó a Disraeli otorgándole el título de conde de Beaconsfiel, que le convirtió en líder de la Cámara de los Lores.

En julio de 1875 se negó a participar en la alianza que contra Turquía formaron Rusia, Prusia y Austria como respuesta a la brutal represión de los nacionalismos balcánicos. Viendo que se trataba de un intento de las potencias absolutistas por repartirse el pastel del maltrecho imperio turco, Disraeli defendió con energía la neutralidad de Inglaterra, a pesar de que la hábil propaganda de Gladstone había creado un clima de opinión favorable a la intervención militar. El primer ministro amenazó con declarar la guerra a Rusia si ésta intervenía militarmente en Turquía. Rusia se avino a garantizar el respeto a los intereses británicos en Suez, los Dardanelos y Constantinopla y se lanzó a la guerra contra Turquía. La derrota turca en el campo de batalla fue seguida por las presiones diplomáticas de Alemania y Gran Bretaña para la firma de un tratado de paz que redefiniera las fronteras sudorientales del imperio turco. El tratado subsiguiente no tuvo sin embargo en cuenta las exigencias británicas. Disraeli envió a la flota de Indias al Mediterráneo oriental y ordenó el desembarco de su ejército en territorio turco. Ello forzó a Rusia a firmar una nuevo acuerdo de paz, que incluía la cesión de Chipre a Inglaterra. La paz fue ratificada en el Congreso de Berlín, que tuvo en Disraeli a uno de sus principales protagonistas. El primer ministro británico no sólo había conseguido ganar la guerra sin disparar un solo tiro, sino que había obtenido para Gran Bretaña el control sobre el Mediterráneo oriental. A su regreso a Inglaterra, fue aclamado como un héroe popular y recibió la orden de la Jarretera de manos de la reina.

Este triunfo internacional no bastó para refrenar el creciente descontento social contra su gobierno, que no había conseguido atajar la recesión económica que sufría el país. En las elecciones de 1880 Disraeli fue derrotado en favor de Gladstone. Habiendo cumplido setenta y seis años, decidió abandonar la vida pública. Dedicó su retiro a escribir su última novela, Endymion, en la que recreó su juventud con nostalgia. Murió al año siguiente, víctima de una bronquitis asmática, en un lecho rodeado de flores enviadas por la reina.

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma