Julio César (ca. 100 a.C.-44 a.C.)
Estadista, político, militar, escritor y legislador romano, triunviro de Roma junto a Pompeyo y Craso, conquistador de las Galias, cónsul y dictador de Roma entre el 69 a.C. y el 44 a.C., nacido en Roma el 13 de julio (mes así denominado en su honor, anteriormente se le denominaba quintilis) del año 100 a.C. y muerto asesinado el 15 de marzo del año 44 a.C., en las escaleras del Senado de Roma. Cayo julio César puso las bases ideológicas y políticas para la creación, por parte de su sucesor, Augusto, del sistema imperial romano.
Síntesis biográfica
Nacido en el seno de una noble e importante familia de Roma, la gens Julia, los cuales carecía de grandes riquezas y de buena posición política, por lo que desde un principio se vieron atraídos por la ideología de Cayo Mario, con el cual, además, estaban unidos por lazos familiares.
Cuando Sila se hizo con el poder en Roma, Cayo Julio César fue perseguido debido a su matrimonio con Cornelia, la hija de Cinna, el cual había sustituido a Cayo Mario al frente del partido de los populares. Debido a la persecución César huyó a Asia Menor, donde inició su carrera militar y donde permaneció hasta la muerte del dictador en el 78 a.C. En ese año regresó a Roma donde inició su carrera política. En el 69 a.C. fue nombrado cuestor de la Hispania Ulterior. En los próximos años César fue nombrado sucesivamente edil, pontifex maximus y pretor urbano. César supo ganarse el apoyo de la plebe y también del orden ecuestre, para lo que firmó su primera alianza con Craso. En el 61 a.C. César fue nombrado cónsul de la Hispania Ulterior y al año siguiente se encontraba de regreso en Roma donde firmó una alianza con Pompeyo y Craso. La alianza dio lugar a lo que se conoce como el Primer Triunvirato, el cual se consolidó gracias al matrimonio entre la hija de César, Julia, y Pompeyo. Poco después César asumió el mando militar de la Galia Cisalpina y el proconsulado de la Narbonense, momento desde el cual, y por espacio de ocho años, se embargó en su proyecto más ambicioso, la conquista de la Galia. Luchó contra los germanos en las orillas del Rin y envió dos expediciones a Britania.
En el 49 a.C., con el Triunvirato deshecho, César, obligado por las circunstancias y ante la traición de Pompeyo cruzó el Rubicón y dio lugar a la guerra civil. Tras la victoria de César en Farsalia (48 a.C.), Pompeyo tuvo que refugiarse en Egipto, donde fue asesinado. Posteriormente César se hizo con el control de Egipto y entregó el mando a la reina Cleopatra VII, con la que tuvo una intensa y famosa relación. En las batallas de Tapso y Munda los últimos focos de resistencia de los aliados de Pompeyo fueron derrotados y César se convirtió en el dueño de Roma.
En el año 45 a.C. César recibió el nombramiento de dictador perpetuus que sumó a los de imperator, pontifex maximus y pater patriae. El impresionante poder acumulado por César provocó los recelos entre los más fieles republicanos, los cuales se conjuraron para dar muerte al dictador, lo que finalmente hicieron en los idus de marzo del año 44 a.C.
Primeros años y formación política
Cayo Julio César nació en Roma el 12 o 13 de julio del año 100 a.C., descendía por parte de su padre, Cayo Julio César (maior), de la noble estirpe de los Julia, una de las familias de más antiguo linaje de Roma, los cuales se hacían así mismo descendientes directos de Eneas y Venus. Por parte de su madre, Aurelia, pertenecía a la también noble familia de los Aurelii Cottae y era sobrino de Cayo Mario, el líder de los populares, el cual estaba unido a la gens Julia por su matrimonio con la gran Julia, hermana de Aurelia. Pese a pertenecer a tan ilustre familia, César nació y se crió en Subura, un modesto barrio de Roma, muy lejos de las zonas en las que vivían las familias aristocráticas más adineradas. César fue educado por un pedagogo galo, Marco Antonio Grifón, ya que su familia no podía costearse los honorarios de un pedagogo griego. Grifón enseñó a César latín, pero sobre todo, algo que posteriormente le iba a ser de gran utilidad, la lengua celta de los galos.
Mario había tratado de realizar un ambicioso programa de reformas enfocado a integrar a toda Italia en el aparato del Estado por medio de ampliar el derecho de ciudadanía, pero se encontró con la férrea oposición del Senado controlado por los optimates más conservadores. Dicho ideario político fue adoptado por César y realizado por él.
En el 86 a.C. falleció su padre, por lo que Aurelia se hizo cargo de la educación del adolescente Cayo Julio, el cual fue un brillante estudiante. A temprana edad dominaba perfectamente el latín, el galo y el griego, lengua esta que hablaba en la intimidad. Sus contemporáneos alabaron su oratoria, capaz de rivalizar con Cicerón. Desde estos primeros años de su vida, Cayo Julio vivió a fondo las intrigas políticas de la Roma de su época, siempre bajo la protección de la familia de su madre e influenciado por el pensamiento de su tío, Cayo Mario.
En el año 84 a.C. César contrajo matrimonio con Cornelia, hija del heredero político de Mario, Cinna. Por esas mismas fechas fue nombrado flamen dialis o sacerdote de Júpiter, lo que le otorgaba un escaño en el senado y la inviolabilidad de su persona, por lo que esto se ha interpretado como una maniobra de Mario para poner a salvo a su sobrino. En efecto, tras las purgas y matanzas realizadas por Mario entre los optimates, éste sabía que antes o después habría una reacción de estos y que por tanto sus aliados y familiares corrían peligro.
Lucio Cornelio Sila, uno de los lugartenientes de Mario, que se encontraba en esos momentos luchando en Asia contra Mitrídates VI Éupator, rey del Ponto, levantó sus legiones contra Mario y tras marchar sobre Roma se hizo con el poder. En el 82 a.C. fue nombrado dictador y comenzó un terrible gobierno marcado por las masacres y la represión de todos los susceptibles de haber colaborado con el gobierno de Mario, se publicó un listado de personajes considerados enemigos de Roma, todos los cuales eran partidarios de Mario, y fueron asesinados. Miles de personas fueron ejecutadas y sus bienes incautados por las bandas de esclavos armados a las órdenes de Sila. En un principio César no figuraba en las purgas de Sila, posiblemente debido a su juventud, pero una vez que el dictador se quedó sin enemigos a los que eliminar, decidió ampliar la represión, para lo cual dictó, en el año 81 a.C., una serie de separaciones y divorcios de obligado cumplimiento so pena de muerte. César figuraba en dicha lista debido a su matrimonio con Cornelia. Fue en estos momentos cuando César realizó su entrada en la Historia con una reacción que sorprendió por su audacia a toda Roma, máxime al provenir de un joven de tan sólo 18 años; César respondió al mensajero de Sila con la famosa frase: dile a tu amo que en César sólo manda César. Sila reaccionó, como era de esperar, condenando a muerte al joven disidente, a pesar de su alto cargo sacerdotal, por lo que César huyó de Roma.
La condena de César provocó las iras del pueblo, hábilmente dirigidas por su madre Aurelia que también movilizó a toda la nobleza que aún era afecta a su causa, especialmente a Aurelio Cotta, para lograr el perdón para César. La presión fue tal que finalmente Sila perdonó a César no sin antes exclamar: ¡Habéis ganado, quedaos con él! Un día os daréis cuenta de que aquel al que quereis salvar a toda costa, será nefasto para el partido de los aristócratas, que todos hemos defendido. No os dais cuenta de que en César hay muchos Cayo Mario (Suetonio: César, 1).
César aprovechó su regreso a Roma para solicitar a Sila que le destituyera de su cargo como flamen dialis, a lo que éste aceptó gustoso ya que César, pese a su alto linaje, carecía de los medios económicos para ser senador por lo que al renunciar a su condición sacerdotal perdería el rango senatorial. La extraña decisión de César sólo es explicable si se tiene en cuenta que la condición sacerdotal limitaba los deseos de ascenso social, y sobre todo político, del joven César, el cual por otro lado, había comprobado como el mayor privilegio de su posición como flamen dialis, la inviolabilidad, era inútil ante personajes como Sila. Tras esta decisión César descendió del orden senatorial al ecuestre.
Con la intención de alejar lo más posible a César de Roma, Sila decidió enviarlo a Asia Menor al servicio del gobernador, Marco Minucio Thermo. En Asia, César destacó como diplomático en una misión en la corte de Nicomedes IV de Bitinia. Dicha misión sirvió a César para entablar una fuerte amistad con Nicomedes IV la cual fue usada por sus enemigos para atacarle haciéndose eco de los rumores que aludían al aspecto sexual de la misma, hasta tal punto, de que dichos rumores se convirtieron en algo frecuente en Roma y años después, tras haber conquistado las Galias, aún seguían vivos entre sus propias tropas, las cuales se atrevieron a ironizar sobre ello en el desfile del Triunfo. Su estancia en Asia Menor le sirvió igualmente para iniciar su carrera militar y obtener sus primeros triunfos, así en el 80 a.C. puso sitio a Mitilene, acción esta por la que fue recompensado con la corona cívica (la máxima distinción del ejército romano al valor); durante los dos años siguientes combatió en Cilicia contra los piratas, a las órdenes de Servilio Isáurico.
En el 78 a.C. falleció Sila y el cónsul Marco Emilio Lépido se reveló contra las leyes silanas. César por su parte, decide regresar a Roma, tenía entonces 22 años. Lépido trató de atraer a César a su causa pero éste no aceptó el ofrecimiento debido a la escasa confianza que tenía en el cónsul. En Roma, César ingresó de nuevo en el Senado, gracias a una ley de Sila que concedía esta recompensa a cualquier miembro del orden ecuestre que hubiera ganado la corona cívica. Desde este momento César consagró su carrera política a hacer triunfar el proyecto reformista de Mario. Entre los años 77 y 76 a.C., César protagonizó una serie de brillantes juicios contra antiguos colaboradores de Sila, entre los que destacaron el del procónsul de Macedonia Cneo Cornelio Dolabela y el de Cayo Antonio Hibrida. En ambos casos César defendió los intereses de las provincias griegas frente a la mala gestión y los abusos de los magistrados romanos, lo que le valió para ganarse el favor de sus habitantes, pese a perder ambos juicios.
Frustrado por las derrotas judiciales, Cayo Julio abandonó Roma, en el 75-74 a.C., y marchó hacia Rodas con el objeto de perfeccionar sus estudios de retórica. En el transcurso del viaje de vuelta se produjo una de las anécdotas más populares de la vida de César. La embarcación en la que viajaba fue apresada por los piratas griegos a la altura de la isla de Farmacusa y César fue hecho prisionero. En el transcurso e un memorable disputa entre el jefe de los piratas y César, éste convenció a aquel de que debería de exigir más dinero por su rescate el cual acabó fijándose en 50 talentos de plata (aproximadamente 1290 kilos). El rescate fue finalmente satisfecho por las ciudades costeras y César, una vez liberado, se dirigió a Mileto donde armó una escuadra con sus propios medios y aniquiló a sus captores. El ataque de César a los piratas no hizo sino elevar su fama entre los habitantes de las provincias griegas y contribuir a establecer una firme red de relaciones públicas sobre la que cimentar su incipiente carrera política.
En el año 73 a.C. César regresó finalmente a Roma, donde fue elegido como miembro del colegio de pontífices de Roma, en sustitución de Aurelio Cotta. César se dedicó desde ese momento a ascender en el complicado sistema del Cursus Honorum romano, ganándose en el proceso el afecto del pueblo y el odio de los aristócratas, y convirtiéndose, como abogado, en el azote de la corrupción política.
El ascenso de Cayo Julio César, el Triunvirato
En el año 71 a.C. Pompeyo Magno, que había servido a las órdenes de Sila, regresó a Roma victorioso tras acabar con la sublevación de Quinto Sertorio en Hispania. Mientras tanto, Marco Licino Craso, el líder natural de los equites, el grupo que manejaba los negocios de Roma; y uno de los hombres más ricos de su tiempo; reprimió la sublevación de los esclavos acaudillados por Espartaco en Italia. Ese mismo año César fue nombrado tribuno militar. En el 70 a.C. Pompeyo y Craso obtuvieron su primer consulado, gracias a sus méritos al servicio de Roma. En el año 69 a.C. César fue elegido cuestor militar en Hispania Ulterior, ese mismo año fallecieron su tía Julia y su esposa Cornelia. En el año 65 a.C. fue nombrado edil curul, cargo en el que César adquirió una gran popularidad debido a su generosidad para con la plebe y a la multitud de juegos de gladiadores que realizó costeándolos él mismo. Para hacer frente a su continuo endeudamiento, César pidió dinero a Craso, lo que unió a ambos hombres en una estrecha amistad. César ganó todas las elecciones a las que se presentó, así, al año siguiente, el 64 a.C. César fue elegido cuestor judicial, en el 63 a.C. Pontifex Maximus de Roma, en la ceremonia de investidura realizó un brillante discurso en contra de la aplicación de la pena de muerte a los acusados en la conspiración de Catilina. En el 62 a.C. fue nombrado pretor de Roma, en el 61 a.C. propetor de Hispania. En éste último cargo protagonizó una brillante campaña contra los lusitanos y logró un Triunfo que el Senado de Roma, a instancia de Catón, se negó a concederle.
A la muerte de Cornelia, en el 68 a.C., César contrajo matrimonio con Pompeya, nieta de Sila. En el 62 a.C. César repudió a Pompeya debido a un curioso y afamado escándalo que sucedió en su propia casa. Los misterios de la Bona Dea, consistían en una fiesta nocturna exclusiva para mujeres (Damia) que tenían lugar en la casa de un alto magistrado. Ese año, la reunión tuvo lugar en casa del pretor Julio César, bajo la presidencia de su esposa Pompeya. Durante los misterios, una de las sirvientas descubrió la presencia de un intruso disfrazado de mujer, Publio Clodio, lo que provocó la indignación de las asistentes. Se desató el escándalo por toda Roma, donde se acusaba a Pompeya de ser amante de Clodio (extremo éste que nunca pudo probarse). César en respuesta repudió instantáneamente a su esposa. Su siguiente matrimonio (59 a.C.) lo llevó a cabo con Calpurnia y se debió a motivos políticos.
En el 60 a.C. César regresó a Roma, frustrado por la negativa del Senado a reconocer sus méritos decidió presentarse al consulado para el año siguiente. Al mismo tiempo se puso en contacto con Craso y Pompeyo, víctimas ambos de la intransigencia de Catón, a los que convenció para compartir el gobierno de la República, dando con ello lugar al conocido Primer Triunvirato. El pacto implicaba una difícil reconciliación entre Pompeyo y Craso, el cual se había dedicado, desde el desembarco en Italia de aquél, a obstaculizar todos sus proyectos. Si la reconciliación fue posible se debió a la habilidad diplomática de César. Con el fin de fortalecer el pacto, Pompeyo contrajo matrimonio con la hija de César, Julia.
Para Craso el Triunvirato suponía una brillante oportunidad para hacer negocios, de hecho él era el que financiaba la operación, al tiempo que se resarcía frente a las humillaciones que había sufrido por parte de los optimates; para Pompeyo, se trataba de una cuestión de orgullo y prestigio personal, él era el general más famoso e importante de Roma, su prestigio legitimaba la coalición, y no estaba dispuesto a quedarse abandonado entre César y el Senado; Pompeyo había sido igualmente humillado por Catón; finalmente, César añadía al Triunvirato los ideales políticos, las reformas de Mario y su impresionante genio.
Los tres triunviros se repartieron las respectivas zonas de influencia, así Craso recibió Oriente, Pompeyo se reservó el control sobre Roma e Hispania, y César asumió el mando militar de la Galia Cisalpina y el proconsulado de la Narbonense.
Con la ayuda de esta alianza, César fue elegido, con una aplastante mayoría, cónsul en el 59 a.C. a pesar de la hostilidad de los optimate, encabezados por Catón, el cual llevó a tal extremo su rechazo por César que logró que el Senado asignara al nuevo cónsul, como competencia consular para ese año, una absurda misión: limpiar los bosques y cañadas de Italia, donde, según Catón, existía el peligro de que se escondieran restos de bandas de Espartaco o Catilina. En materia legal, el consulado de César fue mucho más fructífero, llevó a cabo una importante labor legislativa al promulgar las conocidas como Lex julia, que conforman el cuerpo principal del Derecho Romano. En el 58 a.C. fue nombrado proconsul de las Galias. Durante los siete años siguientes dirigió las campañas conocidas como las guerras de las Galias, al final de las cuales el poder romano se estableció sobre el centro y norte de Europa, al oeste del Rin.
El poder de César, la Guerra de las Galias
La gran obra militar de Cayo julio César fue, sin duda alguna, la conquista de la Galia (inmenso territorio que se extendía por los actuales estados de Francia, Luxemburgo y Bélgica) a partir de un pequeño núcleo como era la provincia romana de la Galia Cisalpina, y en un espacio de tiempo corto, tan sólo siete años. Aquí sólo trataremos la guerra de forma esquemática, para más información véase: Guerra de las Galias.
En marzo de 58 a.C. César partió hacia su proconsulado de la Galia Cisalpina; entre abril y septiembre protagonizó una dura campaña contra los germanos que acabó con la derrota de Ariovisto; en el 57 a.C. César dirigió una expedición de castigo contra los belgas que supuso la casi total extinción de dicho pueblo. A finales del verano de ese año, Publio Craso, lugarteniente de César, exploró las costas de Britania, aunque sus consecuencias fueron nulas. En el 56 a.C. César sofocó una sublevación general de los pueblos alpinos; al año siguiente César atravesó por vez primera el Rin y dirigió la primera expedición contra Britania, que no tuvo consecuencias puesto que César tuvo que retirarse sin haber logrado consolidar sus posiciones. En el verano del 54 a.C. César realizó su segunda expedición a Britania, en la cual derrotó a una fuerte alianza de jefes locales a los que impuso tributo, tras lo que regresó a la Galia, en el otoño de ese año, debido a la sublevación de Ambiórix, al cual derrotó. Según los cronistas contemporáneos de César, cuando éste fue preguntado sobre su actuación en Britania respondió con su famosa sentencia: Vini, vidi, vinci ('Llegué, vi y vencí'). En el 53 a.C. César aplacó nuevas sublevaciones y atravesó por segunda vez el Rin. En febrero del 52 a.C. se produjo la sublevación general de la Galia dirigida por Vercingetorix que resistió los ataques de César hasta septiembre, cuando fue definitivamente derrotado, al año siguiente se dio por finalizada la conquista y en diciembre del 50 a.C. César regresó a Roma.
Según los historiadores romanos Plinio el Viejo (Historia natural vol VII) y Plutarco (Pompeyo, 67, 10; César, 15, 5), César había combatido durante siete años contra un total de tres millones de guerreros helvéticos, galos, germanos y britanos; de los cuales un millón había sido aniquilado y otro vendido como esclavo; conquistó ochocientas ciudades y sometió a trescientas tribus. Todo ello con unos efectivos que nunca pasaron de los cincuenta mil hombres. Estas cifras que en la actualidad parecen ciertamente exageradas, pueden dar una idea, aunque sea aproximada, de la magnitud de la conquista de César y del brutal coste de vidas humanas que dicha conquista supuso.
Las luchas por el poder, la Guerra Civil. César en Egipto
La creciente fama de César, tras sus continuas victorias en las Galias, le valió las envidias de algunos de los más destacados personajes de la Roma de su tiempo, al tiempo que supuso el rápido deterioro del Triunvirato. Con el fin de salvar la alianza, en el año 56 a.C., los tres triunviros decidieron celebrar una reunión en Lucca en la cual César logró la reconciliación con Pompeyo, el hasta entonces general más importante de Roma. La reunión de Lucca supuso un nuevo acuerdo en el cual se admitió que César continuase en la Galia durante otros cinco años (por medio de la Lex Pompeia Licinia), mientras que Pompeyo y Craso serían por segunda vez cónsules en el 55 a.C., tras lo cual los triunviros recibirían el poder proconsular en sus respectivas provincias.
En el año 54 a.C. se produjo el fallecimiento de Julia, la hija de César y esposa de Pompeyo, lo que hizo debilitarse la alianza entre ambos. El año 53 a.C. fue decisivo para el desarrollo de los acontecimientos posteriores, por un lado Craso falleció en combate contra los partos, con lo que el Triunvirato quedó formalmente deshecho ya que en esos momentos no existía ningún vínculo entre César y Pompeyo; pero al mismo tiempo, César lograba uno de sus mayores éxitos en la Galia al derrotar una sublevación de los galos y rechazar a los germanos más allá del Rin.
Pompeyo, que nunca odió a César, se sentía desplazado por la creciente fama y gloria militar de Cayo Julio, que tras haber conquistado las Galias se situaba como el mayor general de Roma. Ese motivo impulsó a Pompeyo a dejarse convencer por los optimates del Senado y traicionar a César.
En el año 52 a.C. Pompeyo fue nombrado cónsul sine colega, lo que unido a sus otros poderes le situó por encima de César. Pompeyo se propuso aprovechar su ventaja y acabar con César, lo que era imposible mientras éste dominase la Galia. César, sabedor de su desventaja, sugirió que ambos renunciaran a sus mandos simultáneamente, Pompeyo se negó. Mientras tanto, el Senado, controlado por Pompeyo o Pompeyo por el Senado, ordenó (50 a.C.) a César que licenciase sus tropas y regresara a Roma al tiempo que confiaba la seguridad del Estado a Pompeyo. César, conquistador de la Galias, general victorioso de los mejores ejércitos de Roma, aclamado por sus tropas y por el pueblo, veía como en el cenit de su poder el Senado de Roma trataba de arrebatarle la gloria. En respuesta a las acusaciones del Senado o quizá como medio propagandístico para su mayor gloria y justificación de sus hechos posteriores, César publicó su famosa obra Comentarios de la Guerra de las Galias ('De bello gallico').
A principios del años 49 a.C. el Senado declaró a César enemigo de Roma, anuló sus leyes y ordenó su captura. César, forzado por la situación a la que le ha empujado la decisión del Senado, cruzó con una de sus legiones el Rubicón (el 13 de enero), río que separaba su provincia de la Galia Cisalpina de Italia y se dirigió rápidamente hacia el sur, con lo que dio comienzo la Guerra Civil. Al cruzar el Rubicón César pronunció una de sus lacónicas expresiones que han pasado a la Historia, Alea jacta est ('la suerte está echada'). César, consciente de que desde el mismo momento en que cruzase el Rubicón tanto él como todos los que le siguieran se colocarían fuera de la ley, no obligó a sus tropas a seguirle y dejó que fuese cada soldado el que decidiera. La respuesta de las legiones fue la celebre frase: ¡O César o nada!.
César fue aclamado por todas las poblaciones por las que pasaba de camino hacia Roma y las tropas que el Senado envió contra él se sublevaron y se pasaron a su bando, por todo ello, Pompeyo, que contaba con siete legiones y toda la marina, huyó de Roma sin presentar batalla ante el temor de quedar encerrado en una ciudad hostil. Pompeyo se dirigió a Brundisium (la actual Brindisi) y desde allí a Grecia. En los tres meses siguiente César controló toda la península Itálica, sin derramamiento de sangre, y sus fuerzas tomaron Hispania y el puerto de Massilia (Marsella).
César convocó elecciones consulares en Roma (48 a.C.), en las que venció, anteriormente se había convertido en dictador hasta la convocatoria electoral. Conquistó sucesivamente Sicilia, Córcega y Cerdeña. De allí pasó a Grecia y derrotó a Pompeyo en Farsalia, tras lo cual, éste tuvo que refugiarse en Egipto, donde fue asesinado por uno de los oficiales romanos de la guarnición de Alejandría, el 28 de septiembre del año 48 a.C. El 2 de octubre César llegó a Egipto y al enterarse del trágico final de Pompeyo lloró su muerte.
César llegó a Egipto acompañado por dos legiones, la décima y la duodécima, en total unos seis mil hombres. Tras acomodar a sus hombres en el palacio real, César se dispuso a poner orden en la difícil situación interna del país del Nilo, dividido en el enfrentamiento entre los dos hermanos y esposos reinantes Ptolomeo XIII y Cleopatra VII. César y Cleopatra mantuvieron una intensa y famosa relación amorosa cuyo trágico final es de sobra conocido. César situó en el trono a Cleopatra (47 a.C.) lo que unido a la presencia de las tropas romanas en el palacio de los faraones y la deposición de Ptolomeo XIII, hizo que el pueblo, dirigido por los consejeros fieles al rey, se amotinase y tratase de tomar el palacio. Durante cuatro meses César resistió atrincherado en el palacio frente a los sesenta mil hombres del egipcio Aquiles. Finalmente llegaron los refuerzos dirigidos por Mitridates de Pérgamo, César protagonizó una de sus geniales acciones militares y logró atravesar el cerco egipcio para reunirse con Mitridates, tras lo cual, las fuerzas combinadas de ambos destrozaron a las tropas egipcias en una sangrienta batalla en la que falleció Ptolomeo XIII. César abandonó Egipto dejando a Cleopatra en el trono y con el país pacificado. Ese mismo año, tras vencer a Farnaces II en la batalla de Zela, y someter Asia Menor regresó a Roma como dictador.
Dictadura y asesinato
La base del poder de César era su nombramiento como dictador, el cual, según las leyes de Roma, sólo podía ser ejercido durante seis meses en una situación de gravedad extrema. Pero no fue César el primero en romper la ley, Sila se mantuvo como dictador durante años. En el 45 a.C. César fue nombrado cónsul por un espacio de diez años, una vez que había derrotado a los hijos de Pompeyo en Munda (Osuna) e Hispania estaba bajo su control, con lo que el Senado carecía en la práctica de cualquier poder sobre él. Recibió igualmente la inviolabilidad de los tribunos, se le permitió vestir la toga (púrpura), la corona y el cetro reservados a los generales victoriosos y que antes siempre se le había negado; se le concedió el derecho a ser considerado como princeps senatus; por último, se le concedió el título de imperator, además de los de Liberador y Padre de la Patria; se le otorgó el derecho a presentar los candidatos a las magistraturas y la inmunidad religiosa (sacrosanctitas) que estaba reservada a los tribunos de la plebe; el juramento por parte de los senadores de defender su vida y la concesión de una guardia armada permanente. A todo ello sumó el hecho de que como pontifex maximus de Roma era el jefe de la religión del Estado, lo que le concedía además el mando último de todos los ejércitos de Roma.
Con todo el poder de la República entre sus manos, César se lanzó a un ambicioso proyecto de reformas que tenía como eje básico la lucha contra la corrupción administrativa; César definió su programa con la famosa frase: "crear tranquilidad para Italia, paz en las provincias y seguridad en el Imperio". Para restaurar la paz en las provincias, César no recurrió a medidas revolucionarias sino que favoreció a las clases dirigentes al tiempo que realizó algunas concesiones al resto de la sociedad. Esta doble política le provocó la enemistad incluso de sus seguidores, que no llegaron a comprender la labor de César, el cual lentamente se fue aislando hasta el extremo de que el día de su asesinato sólo dos senadores trataron de defenderle ante la total pasividad del resto.
En las provincias sustituyó el sistema de impuestos, altamente corrompido; promovió el establecimiento de los veteranos del ejército en asentamientos provinciales especialmente ideados para ello, con el objetivo de que sirviesen de vehículo a la romanización de las tierras conquistadas; por último, extendió la ciudadanía romana. En lo referente al gobierno interno de Roma, reorganizó las asambleas y aumentó el número de senadores de 600 a 900, con la idea de reducir el poder de los optimate, al tiempo que convertía al Senado en un órgano carente de poder y sumiso completamente a la figura del dictador; por otro lado, se prohibieron las asociaciones políticas de ciudadanos ('collegia'); en el ámbito judicial endureció las penas y redujo la duración de los mandatos en las provincias. No menos importante que sus reformas político-administrativas fue la reforma del calendario, que vino a estabilizar el caótico sistema de cómputo del tiempo, imperante hasta entonces en Roma y del cual, nuestro calendario actual es heredero directo.
La fama y poder de César, que hacían temer a algunos que éste quisiera proclamarse rex ('rey') y acabar con la República; unido al claro cariz social de sus reformas, que ponía en peligro la situación de privilegio de los optimate, hizo que naciese una conjura contra César en el seno del mismo Senado. En la famosa fecha de los idus de marzo, el día 15 de nuestro calendario, del año 44 a.C. un grupo de senadores, encabezado por Bruto, Casio y Casca, asesinó tras 23 puñaladas a Cayo Julio César en las mismas escaleras del Senado, que ese día se reunía para discutir las últimas cuestiones sobre la campaña contra los partos que César estaba a punto de comenzar. Cuenta la tradición que César exclamó, en griego, ante la puñalada de Bruto: kai su teknon frase que posteriormente se latinizó en la famosa ¡tu quoque, fili mi! ('¡tú también, hijo mio!'). Bruto era hijo de Servilia, sobrina de Catón, la más famosa de las amantes de César, por lo que el pueblo especulaba sobre la posibilidad de que fuese hijo de Cayo Julio; Casio había luchado junto a César siempre en busca de botín, por lo que no fue difícil comprarlo; por último Casca era un tradicional enemigo de Julio César.
El 17 de marzo el Senado se reunió de forma urgente para tratar la crítica situación del Estado a raíz del asesinato de César, fueron aprobadas medidas de compromiso entre los dos bandos opuestos: los tiranicidas no eran castigados y, a su vez, no se condenaba ni la persona ni la obra de César. El poder recayó en Marco Antonio, que en ese momento ocupaba el consulado junto con César.
César fue sin duda el político más consistente de la República, su programa político tenía una dimensión muy superior al limitado ideario de los populares y contemplaba la aplicación de un programa de reformas que transformarían el gobierno y reorganizarían el Estado romano. Al no tener César herederos varones, en su testamento quedó establecido que su sobrino nieto, Octavio, se convirtiera en su sucesor. Octavio llevó a cabo las reformas de César y se convirtió en el primer emperador de Roma, bajo el nombre de Augusto.
El testamento de César legaba 300 sestercios a cada ciudadano necesitado de Roma así como sus jardines del Trastevere, lo que estimuló la devoción popular por su figura hasta extremos impresionantes, llegándose a pedir la ejecución de los tiranicidas y condenando el compromiso de Marco Antonio con los asesinos de César, lo que a la larga le costó el poder.
Como escritor César está considerado como uno de los pilares fundamentales de la literatura romana, tanto los siete libros que componen los Commentarii belli Galici ('Comentarios a la Guerra de las Galias') como los tres de los Commentarii belli civilis ('Comentarios a la Guerra Civil') son buenas muestras de su estilo vivo y directo. Ambas suponen su testamento político y la mejor fuente de información para el estudio de los acontecimientos que narran. Julio César fue el auténtico artífice del género de los Commentarii, los cuales se asemejaban al género de la biografía pero los hechos se narraban en tercera persona.
El estilo de César es austero, sencillo y descriptivo. En lo referente al contenido de sus Comentarii, César no pudo o no quiso dotarlos de imparcialidad, la imagen de César sale muy favorecida de la lectura de su obra en la cual sus éxitos se magnifican al tiempo que sus fracasos se minimizan; pese a ello, existen suficientes testimonios en su obra como para ver en César un gran historiador e investigador.
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