Brahe, Tycho (1546-1601).
Astrónomo danés nacido el 14 de diciembre de 1546 y muerto el 24 de octubre de 1601. Está considerado como el más importante observador astronómico de la era pretelescópica e innovador en estudios de astronomía. Nacido de familia noble, de carácter intrépido, fue criado por un tío suyo quien le tenía reservada una carrera política. Decidió dedicarse a la astronomía a los 14 años de edad, el día que observó el eclipse parcial solar de 1560.
En 1572 observó una nova (estrella en explosión) en Casiopea, que ya había sido observada en el año 134 a.C., y que él constató se trataba de una estrella fija exterior al Sistema Solar, hoy conocida como la estrella de Tycho. La observó durante año y medio, y publicó los resultados en el tratado De nova stella (1573), provocando una verdadera revolución, cosmológicamente hablando, ya que hasta entonces, desde la época de Aristóteles, se había aceptado la naturaleza eterna e inmutable de las estrellas.
Gozaba del favor del rey de Dinamarca, Federico II, quien, en 1577, le cedió la pequeña isla de Hven, en el estrecho de Sund, hoy territorio sueco, junto con un fondo monetario que empleó para la construcción del observatorio de Uraniborg (ciudad del cielo). Fue el observatorio más grande de su época y lo equipó con los mejores y más grandes instrumentos que pudo conseguir, tales como cuadrantes murales, sextantes, esferas armilares, escuadras y gnomones con gigantescas escalas graduadas, algunos de los cuales fueron diseñados por él mismo; todo ello con el fin de obtener la mayor precisión posible en la determinación de las coordenadas celestes y de otras medidas astronómicas.
Los siguientes 20 años los dedicó a realizar estimaciones de las posiciones de 777 estrellas, lo que aportó una importante información para los futuros estudios astronómicos y en particular para la astronomía de Kepler. En 1588, Tycho desmintió, basándose en sus observaciones y medidas, la teoría de la naturaleza de los cometas, hasta entonces universalmente aceptada. Siguió con sus instrumentos al cometa aparecido el 13 de noviembre de 1577, midió su paralaje y la distancia, concluyendo que se encontraba más allá de la Luna a aproximadamente 230 radios terrestres. Recogió sus observaciones en el que puede considerarse como el primer tratado científico sobre los cometas, De mundi aetherei recentioribus phaenomenis (De los fenómenos más recientes del mundo etéreo).
Tycho rechazó el sistema copernicano de que la Tierra giraba en una órbita alrededor del Sol, al no poder medir el desplazamiento anual (paralelaje) en las posiciones de las estrellas fijas, que un observador debería ver si fuera cierto el pensamiento de Copérnico. Tycho se equivocó en sus razonamientos, dada la insuficiente precisión de sus instrumentos que no le permitió apreciar el pequeño paralaje de las estrellas.
Tampoco le convencía la vieja concepción de Aristóteles y Tolomeo, que ponía a la Tierra inmóvil en el centro del Universo, lo que le llevó a formular su propia teoría de que la Tierra quedaba en el centro del Universo, pero los planetas giraban alrededor del Sol y no de la Tierra.
Después de la muerte del rey Federico II, su sucesor le obligó a abandonar la isla de Hven y, después de tres años de realizar numerosos viajes, consiguió la protección de Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano, quien le concedió un castillo en los alrededores de Praga, que convirtió en observatorio y en el cual se instaló definitivamente, hasta su muerte, dos años más tarde. Aquí se le une, en 1600, el joven J. Kepler, con el cual mantuvo una fructífera colaboración y al que dejó la responsabilidad de la publicación de su catálogo Las tablas rodolfinas (1627). Kepler se sirvió de los trabajos de Tycho para formular sus famosas leyes sobre los movimientos planetarios que, en cambio, sirvieron como confirmación de la teoría de Copérnico sobre el sistema solar.
Se cuenta que, en 1565, a causa de una diferencia de opinión con otro estudiante por un problema matemático, se batió en duelo y quedó mutilado de la nariz, a la edad de 19 años, debiendo llevar el resto de su vida una postiza de oro, plata y cera, que puede contemplarse en los retratos de la época.