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LiteraturaBiografía

Boscán Almogáver, Juan (ca. 1487-1542).

Poeta español, nacido en Barcelona entre 1487 y 1492, y muerto en la Ciudad Condal en 1542. Su preocupación por los metros y argumentos propios de la poesía petrarquista, compartida con su gran amigo Garcilaso de la Vega, le concede un lugar de honor en la historia de la poesía escrita en lengua castellana.

Vida

Era hijo de Juan Valentín Boscán, oidor de cuentas y atarazanero de la Generalitat, y de Violante Almogáver, que habían contraído matrimonio en 1480. Juan tuvo dos hermanas, Violante y Leonor. Como en el caso de muchos escritores del siglo XVI español, no se poseen demasiados datos acerca de su vida. Nada se sabe sobre sus primeros años. Debió de abandonar pronto Barcelona, pues parece ser que en 1506 se hallaba ya al servicio de Fernando el Católico. Del aprecio del Rey Católico hacia su madre da buena muestra la concesión de cierto privilegio censal que éste le otorgó en 1492. En un documento de 1514, Juan Boscán aparece mencionado como alumno de Fernando V, y de antes de ese año se conserva un grupo de cartas cruzadas entre el futuro poeta y Lucio Marineo Sículo.

Muerto Fernando el Católico, el poeta pasó al servicio de don Fadrique Álvarez de Toledo, duque de Alba, que le encargó de la instrucción de su nieto Fernando Álvarez de Toledo (Garcilaso y Francesillo de Zúñiga, bufón de Carlos V, hacen referencia a sus servicios como ayo del futuro duque). En 1522 participó junto a Garcilaso en el fracasado intento de liberar la isla de Rodas del poder de los turcos. Pero una fecha clave para la historia de la literatura española es la de 1526. En ese año viajó a Granada para asistir a los esponsales de Carlos V con Isabel de Portugal. Allí se encontró también Andrea Navagero, embajador de Venecia, quien mantuvo una conversación con Boscán en la que le sugirió que usase los metros italianos.

Acabadas las bodas y tornabodas, el poeta abandonó la corte y se trasladó a Barcelona. Allí se encontraba en 1529 cuando su amigo Garcilaso acudió a firmar su testamento. En estos momentos era ya un poeta reconocido en la Corte, como lo demuestran las palabras de Francesillo de Zúñiga: “Conjúrote, galera con las tres partes de España, que vuelvas a ella [...] con los amores y cartas de Boscán”. En 1532 está atestiguada su presencia en Viena junto al Emperador, que había acudido a la capital austríaca para liberarla del asedio de los turcos; allí coincidió otra vez con su inseparable amigo Garcilaso.

El 14 de junio de ese año se encontraba en Barcelona, donde firmó un documento en el que consta como ciudadano barcelonés. Un año después firmó en Barcelona los capítulos sobre la impresión de su traducción de El cortesano, del italiano Baltasar de Castiglione. El 7 de agosto de 1539 se sellaron los capítulos matrimoniales con doña Ana Girón, con la que tuvo tres hijas: Mariana, Violante y Beatriz. Dos documentos firmados en 1541 y 1542 lo sitúan en Barcelona. En el verano de 1542 acompañó al duque de Alba en un viaje a Perpiñán, donde la familia Boscán tenía intereses y censales. Regresó enfermo a Barcelona, donde falleció el 21 de septiembre de 1542.

Obra poética

Poco tiempo antes de morir, Boscán, a petición de sus amigos, estaba preparando la publicación de sus poemas, que él dividió, según informó su mujer, en cuatro libros. Poco antes había acabado también la dedicatoria de este libro, dirigida a la duquesa de Soma, donde da cuenta de sus intereses y saberes literarios. Las causas que llevaron a Boscán a emprender la publicación de sus obras son dos: por una parte, le preocupaba que algún editor no autorizado las publicara antes (“que, sin su voluntad, se adelantase otro a imprimirlo”); por otro lado, ante la gran cantidad de copias manuscritas de sus poemas que circulaban por Europa, decidió imprimir la edición definitiva, limando los textos de las erratas y cambios que tenían en los diferentes manuscritos ( “y también porque se acabasen los yerros que en los traslados que le hurtaban había, que eran infinitos”). El volumen, titulado Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega, repartidas en cuatro libros, y publicado por Carles Amorós, apareció en Barcelona en marzo de 1543. El libro conoció un gran éxito y ya en noviembre de ese mismo año apareció en Lisboa una edición pirata.

Los temas de la poesía de Boscán son fundamentalmente amorosos; de hecho, Carlos Clavería ha llegado a afirmar que “quizá sea Boscán el poeta más monotemático de la primera mitad del siglo XVI”. El poeta barcelonés no sigue a rajatabla la tradición de la poesía cuatrocentista en cuanto a los tres temas fundamentales que la dominaban: Amor, Fortuna y Muerte (aunque, como señala Clavería, “sí los cumple, pero todos subordinados al mandato de Amor: la muerte es muerte de amor o muerte por desamor, y Fortuna es la variación en la complicidad de amor que aquella diosa marca”). Por tanto el amor es el centro temático de la producción poética de Boscán.

Dentro de esta temática, se ha hablado de dos fases: en la primera, describe las torturas del amor, con referencias autobiográficas marcadas por un sutil psicologismo; la esclavitud del amor destruye al poeta, situación que es evocada desde dos planos metafóricos (cárcel y muerte) típicos de la poesía de tradición cortés. La segunda fase está dominada por un sentimiento de felicidad, de tranquilidad y de equilibrio psíquico, proveniente de un amor realizado en el matrimonio, situación bastante original en la poesía del amor cortés.

El primero de los tres libros en que Boscán dividió su poesía contiene dos villancicos, diecinueve coplas y seis canciones a la manera cancioneril. Se han reunido, pues, en este libro las composiciones que continúan la tradición de la poesía cuatrocentista castellana. El primer villancico con que se abre el volumen (“Si no os hubiera mirado”) es muy indicativo de la temática del amor cortés, tal y como la recoge Boscán. El poema sigue la tradición cancioneril de la negación y presenta el tópico de los ojos, la mirada, como culpable de la situación amorosa; también aparece el estado de confusión en el que se encuentra el ánimo del poeta, reflejado en la siguiente paradoja: “veros ha sido malo, no veros habría sido peor”. Este poema demuestra ya que su autor va a referir los sufrimientos que padece como consecuencia de la visión de la amada y el posterior enamoramiento.

En estos poemas se aprecian tres influencias, que van a darse también en otros poetas de la primera generación de vates italianizantes. Se trata de la poesía cancioneril (metros y contenido), de la obra de Ausias March (tono melancólico y el análisis del estado de desesperación amorosa) y de la de Petrarca (tono espiritual y, con posterioridad, los metros). En este volumen se recogen también seis canciones escritas en octosílabos de diez a quince versos, que, como sucedía en estos casos, fueron compuestas probablemente para ser cantadas.

Un buen ejemplo es la Canción I (“¿Qué haré que, por quereros”) donde de nuevo vuelve a aparecer el tema de la mirada, acompañado en este caso por los temas de la ausencia y la presencia. Pero el mayor número de poemas de este primer libro son las coplas, versos de ocho sílabas con rima consonante y sin un número determinado de versos. En la editio princeps hay diecinueve composiciones en esta estrofa, aunque en ediciones posteriores fue aumentando el número hasta alcanzar las dieciocho que presenta la edición de Knapp.

Las diecinueve coplas de la edición de 1543 parecen seguir un orden establecido por Boscán siguiendo el concepto del Canzoniere petrarquista. Crawford ha divido la secuencia amorosa en varias partes. Las coplas I-VIII relatan el curso de la pasión por Isabel: la copla I describe el momento en el que el poeta la ve por primera vez; la II la constatación de que el amor es un sentimiento que produce, a la vez, amargura y felicidad; la III es la ruptura de los amantes y el deseo de no haberla visto jamás; la IV es un lamento de la pelea que ha provocado la separación (“Yo lo hice como loco, / pero ved si m’arrepiento”), que provoca el desconsuelo en el que vive, descrito en la V; en la VI decide alejarse de la amada como forma de curar su amor, comparando este remedio con el corte de una mano si el dedo está malsano (“Por sanar de mi dolor / tomo el dolor de ausencia”); la VII refleja la tristeza en la que está sumido, porque, aunque el poeta está libre -como expresa en la VIII-, “mi alma... en vos mora”.

La copla IX es de transición y en ella el poeta compara su corazón con el ave fénix, que “después de consumido / revive para quereros”, y su situación con la de una fuente, un basilisco y un águila. Las coplas X y XI presentan al poeta rendido a la voluntad de su dama y con el lamento de su próxima muerte por no haber alcanzado su perdón. Sin embargo, la copla XII supone la constatación de la liberación del poeta del yugo al que estaba sometido por Isabel (“Aunque más ya no se cuente / mi fe por vuestra cativa”). Las coplas XIII-XXV presentan otra historia amorosa, que ahora lleva intercaladas varias composiciones dirigidas a amigos e incluso una glosa de “Justa fue mi perdición”, uno de los poemas cancioneriles más populares. En la edición de Amberes de 1544 aparece un largo poema titulado “La conversión de Boscán”. También en esta misma edición aparece añadido un “Mar de amor”, poema alegórico en el que el poeta emprende la navegación por un peligroso mar de Amor para sufrir más tormentos para mayor gloria de su amada.

El segundo de los libros de las Obras de Boscán está dedicado a las composiciones en metros italianos. El libro contiene diez canciones a la manera italiana y noventa y dos sonetos, de los cuales los dos últimos son epitafios a Garcilaso de la Vega. El poeta describe en estos poemas sus amores según la tradición del amor cortés y su conversión a la teoría neoplatónica del amor, importada de los poetas y filósofos italianos. Para Crawford, los sonetos I-XXV se corresponden a las coplas I-XII, y los restantes sonetos (XXVI-XC) reflejan la historia amorosa relatada en las coplas XIII-XXV. Los sonetos LXXVII-XC parecen predecir su matrimonio con Ana Girón de Rebolledo. Darst, que ve incoherencias en la hipótesis de Crawford, afirma que parece que en el soneto LXXVII (“Puesto m’ ha amor al punto do ‘stá el medio”) Boscán ha descubierto el amor platónico y rechaza el amor aristotélico.

Juan Boscán, "Garcilaso, que al bien siempre aspiraste".

Esta conversión se debió de producir por su conocimiento de la filosofía neoplatónica a través de los filósofos florentinos y del libro IV del Cortesano de Castiglione. Para Darst, este segundo libro está dividido en dos partes: la primera, a la que pertenecen los sonetos I-LXXVI más la canciones I-IX, describe los amores cortesanos, y su fecha de composición sería entre 1526 y 1533; a la segunda pertenecen los sonetos LXXVII-XC, que reflejan la aceptación del amor platónico y fueron compuestos con posterioridad a 1533. Los cuatro primeros sonetos constituyen una especie de prólogo en el que el poeta se dirige a los lectores para avisarles de que va a narrar “la historia de mis males, / donde hazañas d’amor han concurrido”; a través de ellos, en línea con la tradición petrarquista de la enseñanza en este tipo de sonetos, afirma que “d’esta cura salrán otras mil curas / para mí y para quien verme quisiere”, y que si no prestan atención a estos avisos “morirán a sabiendas, si murieren”.

Estos sonetos están escritos, como estipula el canon del Canzoniere, desde el presente de libertad amorosa que obliga al poeta a mostrarse como escarmiento para aquellos que quisieren seguir la angosta y tormentosa senda del amor. El soneto V, que es el que comienza la secuencia histórica, refleja la idea ya presente en el cancionero castellano de que el poeta ha nacido ya destinado a amar; en el caso de Boscán “aún bien no fui salido de la cuna, / ni del ama la leche hube dejado, / cuando el amor me tuvo condenado / a ser de los que siguen su fortuna”. El concepto del amor que presentan sus poemas es el del amor-sufrimiento sin ningún tipo de esperanza de alivio (alivio que, por otra parte, rechaza el poeta, porque el poeta que no ama y sufre no es auténtico poeta).

Los sonetos de Boscán reflejan sus estados de ánimo; así, en algunos de ellos el tono es de alegría porque está enamorado (soneto XVIII), pero este sentimiento es pasajero y vuelve pronto la tristeza a predominar en su historia amorosa (soneto XXI y canciones III y IV). El dolor de sus relaciones amorosas sólo encuentra consuelo en los sueños: “Dulce soñar, dulce congojarme / cuando estaba soñando que soñaba. / Dulce gozar con lo que m’engañaba / si un poco más durara el engañarme”. El poema está inspirado en el soneto LXXXV de las Rime de Bembo.

A partir del soneto LXXVIII, el poeta muestra alegría, porque, como confiesa en este poema, “amo blandamente, y soy amado”. El amor ya no significa dolor ni tormentos, sino que es señal de alegría, de correspondencia, de seguridad casi milagrosa; el poeta, después de muchos sufrimientos y fracasos, ha encontrado el verdadero amor, sentimiento que hace mejor a su persona y a su propia obra. Este concepto neoplatónico se ve perfectamente en el soneto que comienza: “L’alto monte d’Olimpo, do s’escribe”, en el que, casi como un místico, el poeta se ve en las alturas “seguro y sosegado” donde lo recibe “un claro Amor, que’l alma m’ha ilustrado / con la clara virtud que’ n mí concibe”.

Boscán fue el introductor en España de las canciones a la manera italiana. En cada canción varía el número de versos por estrofa, así como el número de sílabas de los versos, que pueden ser heptasílabos o endecasílabos. Se conservan diez canciones del poeta barcelonés con diferentes esquemas de rimas, aunque todas ellas se ajustan a la misma estructura: capo, corpo y coda. Por lo que se refiere a la temática, según Crawford, comparten con el soneto la misma condición de autobiografía amorosa.

El tercer libro es ecléctico tanto en las formas como en los contenidos. Recoge "La historia de Hero y Leandro", un poema amoroso titulado “Capítulo I”, una carta titulada “Epístola”, la “Epístola de don Diego de Mendoza a Boscán”, la “Respuesta de Boscán a don Diego Mendoza” y la “Octava rima”. Todas parecen haber sido escritas después de 1533 y están imbuidas de neoplatonismo y humanismo clásico. “La historia de Leandro y Hero” es un poema en versos endecasílabos blancos que imitan el hexámetro dactílico de Horacio. Según Reichenberger, las fuentes del poema son varias: el "Hero y Leandro" del escritor griego Museo, dos "Heroidas" de Ovidio, dos episodios de las Geórgicas de Virgilio y una fuente no identificada. El poema está dividido en tres partes. La primera parte, que describe el inicial encuentro entre los dos jóvenes y la declaración de su amor, tiene por fuente principal la mencionada obra de Museo. La segunda parte presenta una interrupción en la acción principal, y está dividida en tres partes: la queja de Aristeo a su madre Cirene, la narración de Proteo de la historia de Orfeo y Eurídice, y, por último, la queja de Proteo a Neptuno; la fuente aquí seguida mana de la obra de Virgilio. La tercera parte, que describe la consumación del deseo de los amantes y su muerte, está basada en Museo, aunque tiene elementos de Ovidio.

El "Capítulo I" es un poema de 385 versos escritos en terza rima a imitación de los capitoli italianos, y describe la petición del poeta de servir a su señora en la corte del Amor. El amante recuerda a la amada el tiempo que ha pasado sirviéndola, y le pide que reconstruya su alma atormentada aceptándolo, a lo que la amada responde amablemente y sin enfadarse. La aceptación de la dama permite a Boscán contemplar su cuerpo y su alma. El neoplatonismo que se observa en este poema puede haber sido influido por Il cortegiano de Castiglione.

La "Epístola" es una carta de 347 versos, escritos también en terza rima, que el poeta envía a una amada que constantemente lo ha rechazado. Parece ser un poema escrito en una fecha temprana, pues el vocabulario está muy próximo a la poesía cancioneril: “morir”, “dolor”, “tristeza”, “tormento”, “mal”, etc. También delatan este carácter de obra temprana medievalizante el tono de la composición y el estilo.

La "Respuesta de Boscán a don Diego de Mendoza", tras un preámbulo, da su opinión sobre el nil admirari de Mendoza. En ella, Boscán manifiesta la idea de que el hombre virtuoso puede caminar entre las estrellas: desde allí verá todo lo que desee ver y se maravillará de estas cosas. Después continúa describiendo el falso mundo y se muestra partidario de templar nuestras acciones. A continuación hace referencia a la felicidad de su matrimonio, que le ha ayudado a asentarse y elabora luego el tópico de la vida descansada.

La "Octava rima" es un poema de 1080 versos endecasílabos, dispuestos en octavas reales con rima ABABABCC. El tema es la amplificación del poema de Pietro Bembo titulado Stanze per festa carnascialesca, in lode di Amore. Continúa el humanismo en los temas neoplatónicos, sus constantes referencias a los clásicos, el uso de la mitología, sus alusiones al amor terreno y el uso de la octava real, que Boscán introdujo, junto a Garcilaso, en España. La primera parte del poema describe la fabulosa ciudad del Amor, un locus amoenus dominado por el amor. Después narra una reunión en la que Amor decide intervenir y eliminar a aquellos que se burlan o abusan del amor. Dos embajadores son enviados a Barcelona para convencer a dos mujeres para que respondan a la llamada del amor. Allí recuerdan que todo ha sido creado por el amor y nada tendría sentido sin él. Los embajadores están seguros de que han convencido a las dos mujeres y prometen volver al día siguiente por la respuesta, pero aquí acaba el poema sin que se conozca el resultado final.

Bibliografía

  • ARMISÉN, Antonio: Estudios sobre la lengua poética de Boscán. La edición de 1543. (Zaragoza: Pórtico, 1982).

  • BOSCÁN, Juan. Obras. (Ed. de Carlos Clavería). (Barcelona: PPU, 1991).

  • CRUZ, Anne J. Imitación y transformación. El petrarquismo en la poesía de Boscán y Garcilaso de la Vega. (Amsterdam: John Benjamins, 1988).

  • DARTS, David H. Juan Boscán. (Nueva York: Twayne Publishers, 1978).

  • PRIETO, Antonio. La poesía española del siglo XVI. I. Andáis tras mis escritos. (Madrid: Cátedra, 1984).

G. Fernández San Emeterio.

Autor

  • MCV