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Bin Laden, Osama (1957-2011)

Osama bin Laden

Hombre de negocios y líder musulmán, nacido en Jiddah (Arabia Saudí) en 1957 y muerto el 1 de mayo de 2011 alcanzado por un disparo durante una operación de las fuerzas especiales de élite estadounidenses Navy Seals, en la localidad de Abottabad, a 80 km de Islamabad, al norte de Pakistán. Hacia 1990 creó la organización Al Qaeda ("La Base") con el objetivo declarado de emprender una yihad (guerra santa) contra los opresores del Islam, en clara referencia al estado de Israel y sus aliados occidentales, liderados por los Estados Unidos. Durante los años finales del siglo XX y primeros del siglo XXI, su intervención como financiero e ideólogo del terrorismo integrista islámico le puso en el disparadero de todas las naciones occidentales, principalmente los Estados Unidos. Desde 1996, este país ha intentado sin éxito su captura y/o muerte en diversas ocasiones, además de poner un elevado precio (cinco millones de dólares) a su cabeza. El banquero del terrorismo islámico o el millonario del horror son los epítetos más conocidos en Occidente de este estrambótico personaje saudí.

Bin Laden y la invasión soviética de Afganistán (1979-1989)

Osama (o Úsama) bin Laden fue uno de los más de cincuenta hijos que el multimillonario saudí Muammar bin Laden engendró en sus cinco esposas. Muammar era un campesino nacido en Yemen al que la aparición de petróleo en los territorios de su familia convirtió en multimillonario durante la década de 1960. Además de ello, Muammar invirtió en la construcción hasta convertirse en el más reputado magnate de Arabia Saudí. La buena posición económica de su familia permitió a Osama bin Laden educarse en los mejores centros saudíes. Aproximadamente en 1978, acabó los estudios de Religión (con el grado de sheik, 'sabio'), Ingeniería Industrial y Ciencias Económicas, cursados en la universidad Rey Abdul Aziz de Riad. Aunque la intención de su padre era que Osama dirigiese los negocios familiares, junto con su hermano mayor, Yeslam, el pequeño no tardó demasiado tiempo en cambiar las aulas por la acción militar y política. En 1979, con ocasión de la invasión de Afganistán por la URSS, Osama bin Laden se convirtió en el dirigente más destacado de la resistencia islámica antisoviética. Así pues, al frente de un numeroso grupo de muyahidin (en árabe, 'guerreros'), y basándose en la secular táctica de la guerra de guerrillas, Bin Laden pasó a controlar gran parte de Afganistán, pues, salvo los primeros momentos de invasión, el dominio soviético del país se redujo al área más próxima a Kabul, dejando el resto de territorio a merced de los muyahidin.

Bin Laden, en parte, organizó la resistencia mediante aportaciones económicas salidas de su propio patrimonio personal, así como las donaciones de gran parte del espectro de países islámicos, países que el propio dirigente recorrió para informar de la necesidad de ayuda a los hermanos islámicos de Afganistán. Pero, además de estas aportaciones, Bin Laden también contó con ayuda financiera de Estados Unidos. Al igual que había ocurrido en el caso de Saddam Hussein, el dirigente iraquí que había sido subvencionado por Washington para frenar la expansión del fundamentalismo islámico del Irán del ayatollah Jomeini (entonces el mayor enemigo norteamericano), también Osama bin Laden contó con la ayuda de Estados Unidos para su causa, en parte por el mismo motivo, para frenar en Afganistán la expansión del fundamentalismo iraní, en parte por competir y debilitar al entonces gran antagonista de los norteamericanos en el mundo, la URSS comunista.

Esta ayuda se tradujo en la formación de un numeroso ejército de muyahidin, reclutado de manera personal por el propio Osama, así como la construcción de un campo de entrenamiento en Sudán, donde los guerreros se entrenaban supuestamente bajo la supervisión de cargos militares occidentales, aunque este extremo siempre fue negado por las administraciones norteamericanas de Jimmy Carter y Ronald Reagan, presidentes norteamericanos de la época. En el terreno de la guerra, Osama bin Laden mantuvo excelentes relaciones con el país fronterizo, Paquistán, lo que llevó a la construcción de todo tipo de túneles y pasos secretos entre ambos estados. La táctica era clara: la guerrilla afgana atacaba a los soviéticos en acciones rápidas para luego correr a refugiarse a Paquistán, sin que el Ejército Rojo pudiese hacer nada por evitarlo. El propio dirigente saudí en persona participó en estas acciones durante la última fase del conflicto, entre 1986 y 1989. En este último año, con el colapso sufrido por la URSS y la división del antiguo gigante soviético en diferentes repúblicas, la presión sobre Afganistán fue reduciéndose paulatinamente hasta que en 1990 los soldados invasores comenzaron a abandonar el país asiático, que formó un gobierno independiente de tendencias comunistas bajo mando de Mohammad Najibullah, principal dirigente del PDPA (Partido Democrático Popular de Afganistán), quien había peleado codo a codo con bin Laden en la guerrilla.

Bin Laden y la Guerra del Golfo (1990-1992)

Para entonces, Osama se había convertido en un respetado líder islámico, por la victoria de Afganistán sobre la URSS y por sus firmes creencias en la fe de Mahoma. En 1989 regresó a su país natal, Arabia Saudí, donde inició una vida respetada hasta el punto de ser el hombre de confianza del monarca saudí, el rey Fahd. Asimismo, bin Laden comenzó a ponerse al frente de diferentes empresas a las que realizó una importante inyección económica después de la guerra, sin que pueda saberse con certeza de dónde procedía el dinero, si de su fortuna familiar o de parte de las recaudaciones obtenidas para financiar los muyahidin. Durante esta época se habían producido grandes cambios en la política internacional relacionada con el mundo árabe, sobre todo porque los Estados Unidos comenzaban a recelar de Saddam Hussein, su antiguo aliado. El verdadero cambio tuvo lugar en 1991, con el estallido de la llamada Guerra del Golfo Pérsico, en la que Estados Unidos dispuso toda su maquinaria militar para castigar el intento del presidente iraquí de invadir Kuwait, llevado a cabo en agosto de 1990.

Ante la intervención norteamericana, el mundo árabe se partió en dos: quienes la apoyaban y quienes la condenaban. De manera sorprendente, el rey Fahd de Arabia Saudí se mostró se alineó con Estados Unidos, lo que produjo la cólera de su hasta entonces inseparable Osama bin Laden, que comenzó una feroz campaña de críticas contra todos los países que aplaudieron la intervención norteamericana, especialmente Arabia Saudí. Después de la resolución final del conflicto, favorable a la maquinaria bélica estadounidense, bin Laden se refugió en Sudán, donde se hallaba el centro neurálgico de sus empresas y negocios. A partir de ese momento, Estados Unidos le mantuvo vigilado constantemente, pues sus firmes convicciones religiosas y su enemistad manifiesta contra cualquier intervencionismo de cualquier país occidental en los gobiernos de países islámicos le hacían ser sospechoso de intentar acciones terroristas contra intereses norteamericanos.

Negocios, grupos radicales y atentados terroristas (1992-2000)

Desde su residencia en Sudán, Osama bin Laden continuó dirigiendo un próspero emporio comercial del que recibía excelentes beneficios económicos: industrias de la construcción, industrias químicas, farmacéuticas, maquinaria pesada, ordenadores y equipos informáticos... hasta un total de 60 empresas radicadas en todas parte del mundo, occidental y oriental, muchas veces en paraísos fiscales donde nadie preguntaba la procedencia del dinero. Especialmente importantes son sus negocios en Sudán, donde, con la total complicidad del gobierno radical islámico de Jartum, bin Laden poseía el monopolio de extracción y exportación de goma arábiga, una sustancia básica para la elaboración de diversos componentes industriales. El volumen de negocios del dirigente fue tasado, durante el año 1999, en unos 250 millones de dólares, una cantidad extraordinaria a pesar de que resulte minimizada por el patrimonio de su familia en Yemen y Arabia Saudí, valorado en miles de millones de dólares. Además de esta labor mercantil, bin Laden continuó criticando verbalmente la intromisión norteamericana en Oriente, paso previo a que comenzase a financiar a un elevado número de grupos terroristas de ideología radical islámica. Más o menos directamente, el líder saudí estaba relacionado con el Grupo Islámico Armado (GIA) de Argelia, el grupo egipcio Yihad Islámica (liderada por el belicoso Ayman Zawaharym), Mulah Omar (el más violento grupo talibán), Harekat al Ansar (grupo terrorista paquistaní que persigue la independencia de Cachemira), Al Jeishe al Mamad (grupo radical terrorista de Jordania), Hezbollah (la más radical de las milicias iraníes) y el Frente Internacional Islámico, fundado en su país de origen, Arabia Saudí. Precisamente fue la fundación de este último organismo el factor causante de que en 1994 el gobierno de Riad le retirase la nacionalidad saudí, rompiendo por completo cualquier lazo que le uniese al que ya comenzaba a ser considerado como el terrorista islámico más importante.

Pero la estancia en Sudán no sólo sirvió a bin Laden para incrementar su volumen de negocios, sino también para experimentar un cambio radical en cuanto a sus convicciones religiosas. En la escuela coránica de Jartum, el millonario saudí conoció las enseñanzas de al-Turabí, un experto en teología islámica partidario de una doctrina religiosa del Islam basada en la umma (en árabe, 'comunidad islámica'), consistente en la unidad de todos los creyentes por encima de matices doctrinales. Bin Laden vio en estas teorías el sostén ideológico perfecto para llevar a cabo sus ansias expansionistas y cumplir con la extensión de la fe de Mahoma.

En febrero de 1993 el gobierno del presidente norteamericano George Bush le acusó directamente de financiar el atentado contra las famosas Torres Gemelas (Twin Towers) neoyorquinas, situadas en pleno Centro Mundial de Negocios (World Trade Center) del populoso barrio de Manhattan. Asimismo, también fue acusado de instigar el llamado incidente de Mogadiscio, acontecido en octubre del mismo año de 1993, en el que tres helicópteros de la armada estadounidense fueron derribados por terroristas islámicos en la capital de Somalia.

En 1995, fue acusado por sus propios compatriotas saudíes de haber perpetrado el atentado que, en noviembre de ese año, tuvo como objetivo el cuartel general de la Guardia Nacional saudí, situado en la capital Riad. Días antes, la prensa del país se hizo eco de unas declaraciones de bin Laden en las que acusaba al rey Fahd de haberse doblegado a la colonización estadounidense. En esas mismas declaraciones, Osama anunciaba su gran deseo de crear en su país de origen una verdadera república islámica.

En 1996, después las presiones recibidas, Sudán decidió instar a Osama bin Laden a que abandonase el país. Rápidamente, el dirigente islámico fue acogido con los brazos abiertos por el régimen talibán de Mohamed Omar Akhund, nuevo presidente de Afganistán y con quien bin Laden había compartido milicia en los días de la guerra contra la URSS. Desde su llegada a Afganistán, bin Laden fue protegido por una unidad militar de elite, los llamados muyahidin jalq ('guerreros del pueblo' en árabe), quienes efectuaban una completa vigilancia al líder en su residencia afgana, una verdadera ciudad acorazada enclavada en un lugar desconocido, en los montes del noroeste del país. En represalia por este apoyo, el gobierno del presidente norteamericano Clinton ordenó un ataque con misiles a varias posiciones estratégicas afganas, así como una fábrica de productos farmacéuticos radicada en Sudán y propiedad de bin Laden, fábrica en la que, según los informes de la CIA, el millonario saudí fabricaba armas químicas y bacteriológicas. Cabe decir que Bush, antecesor de Clinton en la Casa Blanca, había colaborado efectivamente con la revolución talibán para que derrocase al régimen comunista de Najibullah y, posteriormente, el islámico moderado de Burhanudin Rabani. Con esta acción, además de romper los vínculos con los talibán afganos, los norteamericanos anunciaban que el cerco sobre bin Laden no hacía más que estrecharse.

Enemigo público número uno de USA

La respuesta de Osama bin Laden fue inmediata: uno de sus comandos de muyahidin realizó un ataque contra el destacamento norteamericano destinado en Dhahrán (Arabia Saudí), en junio de 1996. El resultado final de esta acción, la muerte de una veintena de soldados estadounidenses, acabó por encrespar los ánimos de la administración Clinton, que, CIA mediante, intentó asesinar al dirigente islámico colocando una bomba en su teléfono móvil, para lo cual utilizó medios tecnológicos prácticamente desconocidos hasta entonces. Este fallido intento de asesinato no detuvo al millonario saudí, que fundó en febrero de 1998 el llamado Frente Islámico Mundial para la Yihad contra los Judíos y los Cruzados, una agrupación formada por musulmanes de todo el mundo en 'guerra santa' (yihad) contra Occidente. Gracias a esta formación, Osama bin Laden abrió otra forma de financiación de sus planes, ya que a este grupo iba a parar gran parte de contribuciones voluntarias de la limosna obligatoria y preceptiva en el Islam, el zakat. Fuentes cercanas al millonario saudí estiman que el Frente Islámico Mundial dispone de alrededor de 900 millones de dólares anuales para financiar sus atentados. A este grupo, y a su líder, por supuesto, atribuyó Estados Unidos la paternidad de los atentados que, el 7 de agosto de 1998, fueron dirigidos contra las embajadas norteamericanas de Kenya y Tanzania. Los más de dos centenares de muertos y cerca de cuatro mil heridos fueron la muesca más macabra en el historial de bin Laden, a quien el gobierno de Washington declaró oficialmente como culpable el 4 de noviembre de 1998.

Por otra parte, el régimen talibán de Afganistán también sufrió el acoso de la Casa Blanca y de la ONU por proteger al criminal más buscado del mundo. En julio de 1999 Bill Clinton anunció la ruptura de relaciones y el bloqueo económico, sanciones que se vieron aumentadas el 15 de octubre del mismo año por la ONU. El organismo de arbitraje internacional dejó pendientes estas sanciones hasta que el gobierno de Kabul entregase a bin Laden para que fuera juzgado, efecto que no ocurrió debido al alto grado de complicidad del dirigente con el presidente del país, Mohamed Omar Akhund, y también por el gran prestigio con que contaba bin Laden no sólo entre los muyahidin, sino en todo el mundo islámico, sobre todo en los países más guiados por posturas fundamentalistas.

Oculto en su refugio del desierto afgano, bin Laden, que había negado su implicación directa en los atentados, concedió en diciembre de 1998 una entrevista a varios reporteros de Time en la que reconoció su papel como instigador de los ataques. Además afirmó que el Frente Islámico Internacional había emitido una fatwa (decreto religioso) que ordenaba a la nación islámica emprender la yihad (guerra santa) contra Estados Unidos e Israel para liberar los lugares sagrados del Islam. Como buena prueba de que sus intenciones eran nefastas, la administración norteamericana también le culpó del atentado suicida del destructor estadounidense Cole en la bahía de Aden (Yemen), donde perdieron la vida 17 marines en octubre de 2000.

Después de dos años sin dejarse ver, el hombre más buscado por los servicios secretos norteamericanos, apareció en público en enero de 2001 en la ciudad de Kandahar, al sur de Afganistán, donde acudió como invitado a la boda de uno de sus hijos. Un mes después, el rotativo estadounidense USA Today informaba de que la organización liderada por bin Laden, así como otros grupos terroristas islámicos, colocaban impunemente documentos y fotografías codificadas en Internet para planificar sus operaciones terroristas. En unas declaraciones realizadas en el mes de agosto al diario árabe Al Quds Al Arabí (editado en Londres), el propio bin Laden advertía sobre la preparación de espectaculares atentados contra intereses estadounidenses.

El ataque contra Nueva York y Washington (2001)

Torres gemelas de Nueva York durante el ataque

El nombre de Osama bin Laden volvió a estremecer al mundo el 11 de septiembre de 2001, cuando dos aviones Boeing 767, supuestamente secuestrados por terroristas islámicos con todo el pasaje y tripulación a bordo, se estrellaban por la mañana temprano contra las mismas Twin Towers de Nueva York que bin Laden ya había atacado en 1993, en las cuales, en esa hora, podrían encontrarse unos 40.000 trabajadores. Pocos minutos más tarde, un tercer avión, también secuestrado y pilotado por un terrorista islámico kamikaze, se estrelló contra el Pentágono (Washington), el centro neurálgico del poder militar norteamericano. En pocas horas, las Twin Towers del World Trade Center de Manhattan, el símbolo del capitalismo estadounidense, cayeron al suelo, mientras que el Pentágono, el símbolo de la hegemonía imperialista militar norteamericana, ardía en llamas hasta su casi completa destrucción. Un cuarto avión, que supuestamente iba dirigido a la propia Casa Blanca, se estrelló en las cercanías del aeropuerto de Pittsburgh (Pennsilvania). El pánico y el caos se apoderaron de Estados Unidos, que sufrió el ataque más despiadado de toda su historia, con miles de personas muertas, desaparecidas o enterradas bajo los escombros de los edificios. El presidente norteamericano, George Bush Jr., anunció que este acto significaba una declaración de guerra por parte de quien lo realizase, al tiempo que decretó la alerta roja y el estado de excepción en todo el país, no recatándose en anunciar que perseguiría a sus autores hasta donde fuese preciso y utilizando todos los medios posibles.

Con el coloso norteamericano herido en sus más profundas convicciones, bin Laden se apresuró a negar cualquier relación con este brutal atentado, a pesar de que meses antes, en un medio de comunicación islámico, el millonario del horror se había jactado de que preparaba el más grande ataque bélico contra los Estados Unidos, razón por la que las sospechas recayeron en él. Sin embargo, pocas horas después de que Nueva York se viese sepultada por una nube de humo y fuego, el gobierno talibán de Kabul dio una conferencia de prensa en la que volvía a insistir sobre la inocencia de bin Laden, comprometiéndose a entregarle a la comunidad internacional si se demostraba la participación del líder saudí en el más brutal atentado terrorista del recién comenzado siglo XXI. Al mismo tiempo, y aprovechando el estado de confusión de todo el planeta, el llamado Ejército del Norte, una facción de guerrilleros afganos contrarios al régimen talibán, protagonizó una escaramuza en Kabul, dirigiendo misiles y armamento pesado la noche del 11 al 12 de septiembre de 2001 contra el ejército de la república de Afganistán. Mientras tanto, bin Laden continuaba a buen recaudo en su guarida de las montañas afganas, sin que se pudiera saber su culpabilidad o inocencia en el brutal ataque contra Estados Unidos. Pese a todo, la macabramente ingeniosa realización del mismo (utilizando aviones comerciales cargados de queroseno inflamable como arma), la escrupulosidad de su puesta en marcha y la fe ciega de los pilotos kamikaze en su lucha, además del amplio coste económico que supone realizar un acto similar a gran escala, fueron factores que pusieron a Osama bin Laden en el papel de culpable desde el escalofriante momento en que los aviones se estrellaron contra sus objetivos.

Después del 11 S

En octubre de 2004, tres años después de los atentados y poco antes de las elecciones presidenciales en EE.UU., bin Laden reivindicó, supuestamente, los atentados del 11 S mediante una grabación de video enviada a la cadena de televisión Al Jazeera. Sin embargo, enseguida se cuestionó la veracidad de su contenido, así como de buena parte de las que aparecieron posteriormente.

El 2 de noviembre de 2007, Benazir Bhutto reveló que Osama bin Laden fue asesinado por Ahmed Omar Saeed Sheikh. Con anterioridad, EE.UU. informó en repetidas ocasiones que había eliminado a Osama bin Laden, pero la aparición de nuevos videos desmentían las declaraciones. El 31 de enero de 2010, el diario español El País y el periódico colombiano El Tiempo, publicaron una entrevista a Sultan Tarar, "mano derecha” del fugitivo talibán Mullah Omar, en la que afirmó que bin Laden murió de un cáncer de riñón entre mayo y junio de 2002.

Sin embargo, el 25 de marzo de 2010 Osama bin Laden reapareció en un audio emitido por la cadena de televisión qatarí Al Jazeera en el que manifestó que el día que EE.UU. tome la decisión de ejecutar a Jálid Sheij Mohámed, supuesto cerebro de los atentados del 11 S, Al Qaeda ejecutará a todos los estadounidenses en su poder.

Gary Berntsen, en su libro Jawbreaker (2005) manifestó que un miembro de Al-Qaeda detenido confirmó que bin Laden había escapado de Pakistán a través de una ruta oriental abierta en las montañas cubiertas de nieve en el área de Parachinar. Por su parte, diversos medios de comunicación informaron de que bin Laden padecía una enfermedad renal que le obligaba a tener acceso a servicios médicos avanzados, posiblemente diálisis renal. El médico Ayman al-Zawahiri, segundo jefe al mando de Al Qaeda, fue el encargado de prestarle atención médica.

Por aquel entonces, la CIA afirmó que bin Laden estaba vivo y escondido en el noroeste de Pakistán, alejado en gran medida de las operaciones diarias de Al Qaeda. En el mes de enero de 2010 el FBI divulgó unas imágenes virtuales de bin Laden que proyectaban el aspecto que posiblemente tendría en este momento el líder de Al Qaeda. Así pues, desde diciembre de 2001 fueron muchas las declaraciones sobre el paradero y estado de bin Laden, pero ninguna de ellas pudo ser probada

El 1 de mayo de 2011, el presidente estadounidense Barak Obama informó de que Osama bin Laden había muerto en una operación secreta llevada a cabo en Abbottabad, Pakistán, ciudad situada a 50 km al noreste de Islamabad y a 150 km al este de Peshawar. Obama indicó que la operación fue obra de un pequeño grupo que actuó bajo sus órdenes y contó con ayuda del gobierno paquistaní.

La identificación del cadáver se hizo mediante la comparación de muestras de ADN conservadas de su hermana muerta con el ADN del cuerpo sin vida. Tras el ataque, las fuerzas armadas de EE.UU. se quedaron con el cuerpo sin vida de bin Laden.

Los servicios de inteligencia estadounidenses comenzaron las tareas de investigación dos años antes, a partir de situar la región donde operaba uno de los mensajeros de confianza de bin Laden. En agosto de 2010 localizaron una mansión fortificada a unos 55 km al norte de la capital de Pakistán, Islamabad. En febrero de 2011, los servicios de inteligencia ya estaban seguros de que esa mansión era la residencia de la familia bin Laden. En marzo el presidente Obama tuvo conocimiento de todos los datos de inteligencia y el 29 de abril aprobó la operación, que no fue comunicada a ningún país, ni siquiera a Pakistán.

La operación fue llevada a cabo por un grupo de élite reducido del ejército estadounidense y se prolongó durante 40 minutos. En ella fallecieron el propio Bin Laden (de dos tiros, uno en el pecho y otro en la cabeza), un hijo de éste, una mujer no identificada, el mensajero que había servido para localizarlo y un hermano del mismo. Bin Laden no estaba armado en el momento en que fue abatido, según informó más tarde la administración estadounidense, pero sí lo estaba la mujer que intentó protegerle y que resultó herida (pero no muerta como se informó al principio) a causa del fuego cruzado con los comandos estadounidenses.

El cuerpo sin vida de bin Laden fue trasladado al portaaviones USS Carl Vinson y tras celebrase un funeral según los ritos islámicos fue sepultado en el mar.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez