A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PolíticaHistoriaBiografía

Beria, Lavrenti Páuvlovich (1899-1953).

Político soviético, jefe de los servicios de seguridad de la URSS, nacido el 29 de marzo de 1899 en la localidad de Merkehuli (provincia de Georgia), y muerto fusilado el 24 de diciembre de 1953 en Moscú. Con el apoyo de su paisano Joseph Stalin, en 1938 sustituyó a Nikolái Ezhov al frente del NKVD (Comisariado Soviético Popular para Asuntos Internos), organismo encargado de la vigilancia política, seguridad interna, seguimiento de los juicios políticos, la administración de los gulags y otros campos de prisioneros y la seguridad de las fronteras, y en el que Beria utilizó los mismos métodos brutales de su predecesor. Gracias a su efectiva labor, Beria consolidó el control de la policía sobre el Partido y el Estado. Tras la desaparición de Stalin, en 1953, Beria fue una víctima más de las intensas luchas que se sucedieron dentro del Partido Comunista soviético por la lucha del poder, y fue arrestado y ejecutado por el nuevo presidente soviético, NIkita Kruschov, acusado de espiar para países occidentales.

Miembro de una familia campesina muy pobre, a pesar de la escasez de medios pudo cursar estudios primarios y universitarios (en concreto, arquitectura). Cuando todavía era estudiante, al estallar la Revolución Rusa en 1917, Beria se afilió sin dudarlo al Partido Bolchevique, en el que le fue encomendado la dirección de un grupo de técnicos, además de ciertas labores policiales de control. Gracias a los méritos acumulados por sus actividades de propaganda en la región de Azerbaiyán y Georgia, y a su carácter tremendamente frío y calculador, Stalin le nombró, en 1921, jefe de la Cheka (Comisión Extraordinaria Rusa para la Supresión de la Contrarrevolución y el Sabotaje), cuerpo creado por Lenin en diciembre de 1917, sin status oficial, cuya misión principal era la de proteger y consolidar la revolución comunista. Beria procedió a la eliminación de los numerosos grupos antibolcheviques que actuaban impunemente por todo el país, principalmente en la región del Cáucaso, misión que cumplió con despiadada rapidez, efectividad y satisfacción para Stalin, quien no dejó de apoyarle hasta auparle en los más altos puestos del Gobierno soviético al considerarle como uno de sus escasos hombres de confianza. En 1931, Beria fue elegido secretario general del Partido Comunista de Georgia, cargo en el que llevó a cabo sangrientas depuraciones contra todos los críticos al régimen instaurado por Stalin. En esta época, Beria organizó y levantó una serie de campos de prisioneros que diseminó por todo el territorio de la URSS y ayudó en gran medida a llevar a la práctica en Georgia el Plan Quinquenal que Stalin y los expertos en economía soviéticos habían programado para todo el Estado.

En 1934, Beria dio el salto definitivo en su carrera política al ser nombrado por Stalin miembro del Comité Central del Partido Comunista Soviético, para, cuatro años más tarde, ser designado para hacerse cargo de la NKVD, en calidad de jefe de Asuntos Internos de esta policía, y para seguir organizando los campos de concentración de prisioneros y disidentes del régimen. La NKVD fue creada en 1934 con la intención de unificar y reorganizar todas las fuerzas de seguridad y de policía del Estado, la cual posteriormente sería englobada, tras la caída de Beria, dentro de la KGB (Comité para la Seguridad del Estado).

El nombramiento de Beria al frente de la NKVD fue aplaudida por los sectores más "liberales" del régimen, ya que Beria acabó con la gran purga dirigida por Stalin, la cual eliminó a un gran número de fieles comunistas y adeptos a la causa revolucionaria por el sólo hecho de destacar por encima de él o por significar alguna sombra sobre su poder absoluto. Beria, a su vez, también depuró a todos aquellos que habían participado en los asesinatos, al seguir siempre las directrices marcadas por Stalin (eliminar a los antiguos colaboradores cuando éstos ya no eran necesarios). La medida emprendida por Beria le proporcionó fama de liberal a pesar de su cargo. No obstante, utilizó su nuevo puesto para perfeccionar y hacer más sofisticado el aparato de la seguridad interna utilizándola sin piedad para aumentar su propio poder y el de su protector. Su posición, cada vez más importante dentro del Partido Comunista, le llevó a ejercer, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, labores de jefe del Estado y jefe del Comité de Defensa en funciones en ausencia de Stalin, junto con la dirección de la NKVD. Al finalizar el conflicto, Beria fue nombrado mariscal y miembro del Politburó soviético, el organismo más poderoso dentro del organigrama del Gobierno soviético. En el año 1948, Beria jugó un papel importante en la creación de los aparatos de seguridad de los países comunistas europeos satélites de Moscú, con los que colaboró en la aplicación de las purgas estalinistas después del año 1948, y para lo cual fue relevado al frente de la NKVD, aunque conservó siempre su posición de prestigio y poder entre los colaboradores más directos de Stalin.

Stalin siempre había tenido un especial cuidado en evitar que alguno de sus directos colaboradores destacara demasiado, y para ello fomentó la rivalidad entre estos, los cuales se limitaban a manejar una parte de la maquinaria estatal cuyos resortes estaban siempre al final en manos del "gran jefe", el propio Stalin. Por ese motivo, en el ocaso de su poder, empezó a desconfiar gradualmente de su gran servidor y fiel paisano. Así pues, parece ser que la purga iniciada en el año 1951 por Stalin contra los partidarios de Beria en Georgia estaba destinada a socavar el poder de éste antes de lanzarse definitivamente contra él mismo y contra todos los antiguos miembros del Politburó. El objetivo de Stalin no era otro que eliminar a sus "fieles" pero muy peligrosos discípulos por la gran parcela de poder de que gozaban y sustituirlos por nuevos miembros más dóciles y más fáciles de manejar. Pero tales propósitos no pudieron llevarse a cabo pues el dictador murió el 5 de marzo de 1953, justamente cuando estaba poniendo en marcha la maquinaria represiva y asesina.

El vacío de poder dejado por Stalin fue enorme, debido precisamente a su política interna consistente en ir eliminando a todos los hombres susceptibles de hacerle sombra (Trotski, Bujarin, Kaménev, Zinoviev, etc.) y de rodearse de mediocres segundones. Por eso, tras su muerte se produjo un natural "interregno" en el que los más destacados miembros del Politburó llevaron a cabo una soterrada y a veces sangrienta lucha por el poder. Por otra parte, la ausencia de un sucesor indiscutible y supremo, como lo fue Stalin, impuso un forzoso reparto de los poderes que hasta entonces había acumulado éste por completo. En ese reparto de poderes, Gueorgui Maximiliánovich Malenkov aparentemente era el mejor colocado para sustituir a Stalin, pero tan sólo conservó unos pocos días los dos cargos más importantes del Estado: primer ministro y primer secretario del Comité Central del partido, ya que renunció por presiones de sus otros compañeros de la troika a la jefatura del Partido Comunista, circunstancia que permitió a Nikita Krúschov obtener su dirección y acabar desbancando a Malenkov del poder. Beria y los demás miembros importante del Politburó conservaron sus puestos de vicepresidentes del Consejo de Ministros y miembros de la Presidencia del partido.

La nueva dirección colectiva de la URSS mostró una clara voluntad de marcar distancias respecto del régimen anterior, hecho que se produjo a las pocas horas del funeral del dictador, tras llevar a cabo una profunda reorganización del partido y del Gobierno. Pero, sin duda alguna, las reformas más decisivas que se realizaron fueron las que se aplicaron sobre la columna vertebral del régimen estalinista, esto es, sobre el aparato represivo policial. La principal preocupación de los sucesores de Stalin fue la de limitar los poderes de la policía política y someterla a una vigilancia y control por parte del Estado, acabando con la autonomía que había gozado durante la época del dictador.

Al aprovechar la reorganización ministerial, la nueva dirección soviética fusionó el ministerio de Seguridad del Estado con el ministerio del Interior, al frente del cual fue puesto Beria. Pero el golpe decisivo contra el aparato represivo estalinista se produjo el 9 de julio de 1953, cuando, ante la sorpresa de propios y extraños, Beria fue destituido de su cargo y detenido por orden directa de Krúschov bajo los cargos de realizar actividades delictivas y contrarias a la seguridad del Estado, destitución que sirvió a los dirigentes del Kremlin para presentarlo como el principal responsable de la política represiva del régimen estalinista que se quería borrar de un plumazo. De ese modo, los dirigentes soviéticos rompían simbólicamente con unos de los elementos más representativos de la etapa anterior. Con la muerte de Beria moría también esa etapa. El 24 de diciembre del mismo año, Beria fue fusilado en Moscú junto con seis antiguos colaboradores suyos de la extinta policía política.

La desaparición de Beria supuso el retroceso definitivo del poder policial en la URSS y su subordinación al Gobierno y al Partido Comunista. Otra consecuencia, no menos importante, que trajo consigo la muerte de Beria fue la paulatina pérdida de poder de Malenkov, privado de uno de sus principales apoyos en su lucha con Krúschov por hacerse con el poder, y por consiguiente la subida fulgurante de éste último hasta hacerse con el poder absoluto de la URSS; un poder, por cierto, que no fue todo lo seguro que en un principio se creía: la muerte de Beria enterró una época en la URSS caracterizada por una dictadura personalista para dar paso a un período dominado por la dictadura del Partido Comunista.

Bibliografía.

  • BROÚE, Pierre. El Partido Bolchevique. (Madrid; Ed. Editorial Ayuso, 1974).

  • -------------------. Los procesos de Moscú. (Barcelona; Ed. Anagrama, 1988).

  • DEUTSCHER, Isaac. Rusia después de Stalin. (Barcelona; Ed. Martínez Roca, 1972).

  • -------------------------. La década de Krúschev. (Madrid; Ed. Alianza Editorial, 1971).

  • GIL PECHARROMÁN, Julio: La década de Krúschev: la China de Mao. (Madrid; Ed. Grupo 16, 1998).

  • REIMAN, Michal. El nacimiento del estalinismo. (Barcelona; Ed. Crítica, 1982).

CHG

Autor

  • MFE. Carlos Herráiz García.